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LA GUERRA HIBRIDA

F. Javier Blasco Robledo*

Llevamos un tiempo largo en el que, de vez en cuando, aparecen de nuevo cuño o se recuperan del baúl de los recuerdos una o varias formas de acción o de combate con denominación pintoresca o, cuanto menos, singular. Lo cierto es que unas se derivan de las otras y otras o más bien, se complementan. Pero, hay una de ellas, que de una forma u otra, engloba a todas ellas y recoge de cada una de las anteriores, lo que más le interesa para lograr sus objetivos. Es la conocida como Guerra Hibrida.

Son muchos los que pretenden presentar el concepto de guerra hibrida como algo nuevo u original y que, precisamente, ha surgido con la guerra en Ucrania, pero ninguna de dichas afirmaciones, son ciertas. Para un mejor conocimiento del tema, de entre sus varias definiciones, propongo la siguiente que no es más que una mezcla de varias de las más populares; así la entendemos como «el conjunto de “acciones hostiles de diversas índole y características” que lleva a cabo un país o coalición contra un rival geopolítico “aprovechando las debilidades y vulnerabilidades detectadas en aquel” con el objetivo de hacerlo menguar desde dentro, aunque actuado también desde afuera; a base de acciones, aparentemente incruentas o de no combate, que suelen combinarse con otras que sí lo son, donde las fuerzas armadas se suelen emplear con profusión y saña para, en su conjunto, “lograr y mantener determinados objetivos estratégicos” o la capitulación del Estado atacado y la inhibición, por coacción, de los que le apoyan».

Un concepto que parece rayar o hasta se confunde con el que desde antaño se tiene como el de la “guerra total”; pero que diversos actores prefieren reservar exclusivamente para cuando en los conflictos entran en juego todo tipo de unidades y capacidades de las fuerzas armadas de tierra, mar y aire, aderezadas con acciones cibernéticas, de disuasión, decepción y de guerra electrónica.

Como tal, la guerra híbrida aprovecha las debilidades, dependencias, la propaganda y las presiones internacionales, con especial énfasis en las comerciales y económicas, así como la información inventada o tergiversada para atacar por todos y cada uno de los flancos por los que se puede profundizar para menguar las capacidades del enemigo.

Flancos que, evidentemente, se encuentran en los campos de la diplomacia, la economía, la política exterior, la dependencia energética, el cambio climático y cualquier necesidad para la subsistencia del enemigo, la población civil afectada y la alimentación de la batalla, llegando incluso, en buscar la difamación, el desprestigio y el aislamiento internacional del que se pretende acogotar, a base de estrangularle, cualquier fuente de relación de amistad, comercial y de subsistencia o apoyo que le pueda llegar y retroalimentar.

Para lograr dichos objetivos, conviene hacer un verdadero estudio de área con la finalidad de identificar con claridad las dependencias y vulnerabilidades, las fuentes que los sostienen, los recursos propios o externos y, fundamentalmente, las actuales y potenciales alianzas que puedan surgir en apoyo del pretendido objetivo a atacar.

Una vez identificados todas las reales y potenciales frentes de aislamiento o ataque en su caso, hay que definir claramente quienes y cuantos son los aliados en ciernes a los que deben dirigirse parte de las acciones directas e indirectas, que cohíban a estos de sus ganas y posibilidades de proporcionar cualquier tipo de información o ayuda externa.

Aunque hemos admitido como premisa que la guerra en Ucrania no es el único caso, ni escenario en el que se ha dado este tipo de forma de acción, también es cierto que, ha sido, es y continuará siendo un claro ejemplo de ella. El conflicto actual en Ucrania nos sirve de base para entender el concepto y las formas de actuar sobre la presa y su entorno afín y como progresivamente, se van marcando las diferentes fases y la ampliación de objetivos, hasta tenerlos a todos maniatados.

Hemos visto que inicialmente, se mantuvo un dubitativo o engañoso alcance nacional, sin ni siquiera una declaración implícita de guerra, pero, poco a poco, ha adquirido un ambiente y un radio de acción internacional total, involucrando, de una forma u otra, a muchos actores en ambos lados. Debido a una manifiesta falta de previsión, de experiencia y a un grave y erróneo cálculo militar, pocos o nadie preveían la posibilidad, la intensidad ni el alcance de dicha estrategia; máxime, cuando todos aquellos, sin pensarlo mucho y de forma directa o indirecta, decidieron implicarse en el tema con energía y sin grandes dudas. Ahora es demasiado tarde para volverse atrás o su aplicación, acarrearía unas extrañas y graves consecuencias, de muy difícil curación y olvido a pesar de la velocidad con la que vivimos y olvidamos los temas candentes en la actualidad.

Tras medio año de guerra, hoy ya son claros y bien patentes los efectos de las “incruentas acciones”, llevadas a cabo por Rusia contra todo aquel que ponga en peligro su integridad, credibilidad, dificulte sus acciones contra Ucrania o dude de sus razones para llevar a cabo dicha “operación especial” —tal y como ellos la denominan—, principalmente en el campo de la economía y de las relaciones internacionales.

Europa, por su mala cabeza y falta de previsión, se encuentra sumida en una profunda y duradera crisis energética y, por ende, económica sin precedentes tanto interna como externa. Se puede asegurar, que se ha llegado a dicho punto debido al propio conflicto bélico en sí mismo, pero también y no hay que olvidarlo, a la candidez diplomática y de acción de la UE en su conjunto y de países importantes como Alemania, en particular, al poner durante muchos años todos los esfuerzos energéticos en un mismo cesto y creer que las relaciones comerciales con Rusia no iban a variar cuando a aquellos les interesase y, principalmente, estando dirigida y controlada Rusia por un sátrapa de la categoría de Putin, que odia a Europa e general y a Alemania en particular, desde sus tiempos de agente de la KGB en la RDA.

No hemos sido capaces de evaluar las consecuencias y derivaciones de nuestra implicación en este conflicto armado. Las alegrías políticas adoptadas con desparpajo y “mucho valor” en los albores del mismo, como si fuéramos de romería contra un “enemigo débil” sin pensar que ese débil era Rusia y sus muchas capacidades, en pocos meses se han transformado en algo de imparables consecuencias y con perspectivas aún peores, para cuando empiece y se recrudezca el temido frio invernal.

Una época muy larga y fría para la Europa central y del norte, que abarca un periodo mayor que la propia estación conocida como tal. Las previsiones energéticas no son nada halagüeñas, las medidas adoptadas por el momento, ya apuntan a auténticos parches cuyos resultados o consecuencias nefastas ya asoman a la realidad, no solo son inservibles para superar la crisis energética, sino también para la económica derivada de la anterior; aunque, esta última, hace tiempo que ya apuntaba hacia el mal camino, a pesar de los esfuerzos de nuestros dirigentes en disimularlo y en negar la mayor.

La descoordinación europea en este aspecto y el famoso sálvese quien pueda cuando el barco se hunde empiezan a ser tan patéticos, cada uno empieza a ir por su lado y ya se anuncian por la Comisión europea posibles medidas realmente crudas, de aplicación inmediata y sin miramientos; medidas, que incluso van contra los preceptos y pilares del libre mercado de la UE.

Pero, mucho me temo, que las repercusiones de estas acciones van más allá de las fronteras y actores europeos; la escasez de determinados materiales y materias primas, también afecta a la economía mundial, en el continente americano y en países con economías e industrias muy importantes en Asia como China, Japón, Corea del Sur y la India, lo que unido a las sequias y hambrunas actuales en África y al enorme crecimiento del precio de la energía, indudablemente se sumarán, como otros ingredientes más, a esta tremenda e inesperada ensalada de efectos tan perjudiciales como casi imprevisibles en su totalidad.

Otro fenómeno que se observa en este conflicto de guerra hibrida, es que las mismas o similares tácticas, métodos o procedimientos no solo son usados y con profusión por parte del atacante. El atacado también ha encontrado en ellos una vía de escape, reacción o contraataque mediante la financiación y alimentación del conflicto en su beneficio, a base del empleo de capacidades similares para debilitar las aspiraciones del contrario. La propaganda, los lastimeros y elocuentes discursos ante cámaras de diputados del mundo entero, aprovechando las nuevas tecnologías y los incansables contactos bilaterales, de momento, le están propiciando resultandos más rentables a Ucrania que a Rusia.

De lo contrario, hubiera sido imposible resistir durante seis meses y continuar manteniendo en jaque a un ejército, el ruso, que a pesar de todos sus defectos y grandes problemas de dirección, planeamiento, ejecución y falta de moral de combate, sigue siendo muy superior al ucranio. Un ejército, el ultimo, que está dotado de variopinto armamento y con un complejo y precipitado adiestramiento, aunque pletórico de moral de combate y constantemente regado con una ayuda externa, que en ciertos casos, es francamente importante y vital; aunque en algunos otros, como desde España, es meramente testimonial, a remolque y para cubrir el expediente.

Nos creímos que, como los planes rusos de una guerra relámpago no funcionaron inicialmente, irremisiblemente, Putin iba a perder la guerra. Yo no las tengo todas conmigo, porque la verdad, es que pocos pensaron en que aquella tan desastrosamente y mal llevada campaña inicial, se iba a convertir en un conflicto de este tipo.

 

NOTA: solo el azar o la casualidad, me ha llevado a publicar este trabajo, el mismo día [3 de septiembre de 2022] que el mundo debería estar rindiendo honores a un personaje que hace cuarenta años llevó a la URSS y al mundo a la paz, acabando con una situación de gravísima tensión mundial.

Hoy en las exequias por su muerte, no ha aparecido ningún mandatario ruso, norteamericano, de la UE o de los paísses de Europa, salvo el tantas veces díscolo y criticado primer ministro húngaro, Viktor Orbán.

Mandatarios el resto, que una vez más, muestran su ceguera ante la realidad de que si hace cuarenta años Gorvachov acabó con la guerra fría, hoy uno de sus sucesores en el cargo, nos ha devuelto a la misma situación de partida, pero no en base a la guerra fría, sino con la guerra hibrida.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

 

Artículo publicado originalmente el 03/09/2022 en https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/la-guerra-hibrida

LA LARGA SOMBRA DE MARÍA ESTUARDO

Juan José Santander*

Dada nuestra actual y más difundida cultura —al menos en lo que solemos llamar Occidente— lamentable y predominantemente audiovisual y analfabeta (tanto en sentido estricto como funcional), ese nombre de una reina escocesa del siglo XVI nos evoca alguna película, más o menos reciente y «postureada», como gustan las redes sociales en su fantasía cibernética, y quizá los más avezados rememoren la de John Ford en 1936 —¡de qué se ocupaba Hollywood en esos años, precisamente!— cuyo final, si no recuerdo mal, juega con la sombra para representar su decapitación. Muchas de ellas contribuyendo a lo legendariamente dramático de la muerte de esta soberana presentándola joven y bella, de 45 años entonces, edad madura y más, para su época y las vicisitudes de sus casi 20 años de virtual prisión en Inglaterra a manos de Isabel I. Stefan Zweig restituye la realidad en su excelente biografía. Para decirlo crudamente una vieja reina celosa y solterona acaba matando a otra más legítima que ella porque representaba una amenaza para su poder. Con trasfondo conflictivo entre la reciente Iglesia de Inglaterra, cuya cabeza era Isabel como monarca y el catolicismo de María.

Pero resulta que su hijo Jacobo o Jaime, bautizado católico por su madre al nacer, sucedería a Isabel a su muerte y no sólo eso: hace publicar la versión en inglés de La Biblia, conocida como King James Bible, la más frecuente en los hogares ingleses que se va pasando de generación en generación hasta hoy y en cuyos márgenes tradicionalmente las familias anotaban nacimientos y decesos, siendo un acostumbrado regalo de bodas al iniciarse una familia. Al año siguiente hace trasladar los restos de su madre a Westminster en una tumba destacada desplazando la de Isabel a un sitio menos preeminente.

Hoy muere la segunda Isabel en un castillo de Escocia, cuando su población parece insistir en un referéndum que vuelva las cosas al estado en que estaban antes de asumir el hijo de María Estuardo uniendo las dos coronas.

Y la sucede un Carlos III que en nombre sucede a otros dos, el primero destituido y decapitado a órdenes de Cromwell, lord protector, y el segundo, su hijo refugiado en Francia y restaurado en el trono una década o poco más después. Ambos Estuardo.

Lo que se cifra en un nombre, canta Borges en una de sus milongas.

Y la sombra de Katherine Hepburn en 1936 subiendo al cadalso traspasa la pantalla.

 

Madrid, 9 de septiembre 2022.

 

* Diplomático retirado. Fue Encargado de Negocios de la Embajada de la República Argentina en Marruecos (1998 a 2006). Ex funcionario diplomático en diversos países árabes. Condecorado con el Wissam Alauita de la Orden del Comendador, por el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, M. Benaissa en noviembre de 2006). Miembro del CEID y de la SAEEG. 

©2022-saeeg®

 

 

CASTILLOS DE NAIPES

F. Javier Blasco*

Se dice que no hay una cosa más inestable que un castillo montado con naipes; de hecho, es precisamente su elevado grado de dificultad para mantenerlos en equilibrio lo que les hace más atractivos a aquellos que tratan de establecerlos y conservarlos erguidos en pie durante un largo periodo de tiempo, mientras siguen pudiendo agregar nuevos elementos al mismo. Inestabilidad, que como es lógico, aumenta a medida que el castillo va adquiriendo mayor altura y se agranda por ensanchamiento con la consiguiente la complejidad para mantener el balance en sus diferentes estadíos.

Silogismo que viene a cuento para comparar el mundo en su estado actual y el empeoramiento de su estabilidad, a medida que los problemas se ensanchan, agravan y aparecen nuevos o más agresivos protagonistas o amenazas que producen movimientos telúricos y situaciones equivalentes a auténticos vendavales, quienes incrementan la posibilidad de echar por tierra todo el trabajo y el esmerado esfuerzo que nos llevó a construirlo hasta adoptar dimensiones más que respetables.

Todo apuntaba a que, tras las dos grandes guerras mundiales del pasado siglo, la caída del muro de Berlín y la desintegración de la URSS, el mundo salvo honrosas, aunque graves excepciones, fácilmente se libraba de graves espantos y de fuertes amenazas, capaces de poner en peligro su continuidad, estabilidad y progreso.

Vivía volcado hacia un espacio y ambiente mucho más sano, menos perjudicial para la salud humana y obsesionado con el cuidado de la naturaleza, los amplios tintes democráticos y enfocado a una seria y fuerte cooperación internacional. Todo ello, unido a otros factores de aparente «buena voluntad» apoyaba la estabilidad política y económica mundial a base de unos, en principio, serios y férreos controles y contrapesos que, convenientemente y casi de forma automática, se aplicaban para evitar caer en errores pretéritos, ya conocidos, bien definidos, estudiados y enmarcados.

El falso, aunque efectivo equilibrio bipolar, mantenido durante casi toda la guerra fría, parecía haber funcionado a la perfección. Nadie osaba asomar su patita al mundo externo y menos a irrumpir en la arena internacional de forma abrupta, con ganas de bulla o creando dificultades que pusieran en peligro la estabilidad, aparentemente ideada y acordada por los principales protagonistas internacionales (los vencedores de la II GM), quienes directa e indirectamente, vigilaban celosos que aquello no ocurriera.

Los EEUU habían tomado el testigo de la egida mundial, marcaban los tiempos a todos e incluso imponían sus sanciones de diverso tipo a los que osaban descarriarse, amparados en una especie de acuerdo y área de confort que la Comunidad Internacional (CI) se había marcado, creado —mediante leyes, usos, costumbres, reglamentos, tratados y convenciones marcados y legislados por los mencionados protagonistas principales y aceptados por el resto sin rechistar— y repartido para vivir en paz y a gusto. Gracias, sobre todo, a un desarrollo sectorial y regional que, empleando todos los medios y condiciones posibles, daba paso de forma «controlada» a nuevos actores al escenario mundial.

Un escenario que, por momentos, comenzaba a tomar una excesiva forma y altura; y por ello, empezaba a estar demasiado recargado para sobrevivir con aquella «acordada paz y armonía» sin que nadie le pisara los cayos al vecino con el que compartía espacio, aspiraciones y necesidades.

Pero aquello no podía durar para siempre, tal y como ocurre con todo lo que es complejo y hecho por la mano o la voluntad del hombre tiende a empeorar hasta llegar a desaparecer. Cada vez era más grande y voluminoso en peso y contenidos a soportar; pronto comenzaron las fricciones de baja intensidad, las aspiraciones refrenadas durante muchos años y las ganas de aparentar en muy marcados personalismos; tanto, que se llegó a un momento en el que cualquier amenaza interna o influencia externa podría poner en peligro la prometida y falsamente esperada, deseada e inquebrantable estabilidad.

Podemos decir que la inestabilidad que actualmente se cierne y acosa a la paz y al desarrollo mundial no se debe a un solo factor o actor, sino a la suma de varios de ellos, que, de forma sucesiva o simultánea, han ido apareciendo en escena y entrando en acción sin que la propia CI se diera cuenta; o si lo hacía, por falta de voluntad o por no contar con las herramientas y actores necesarios para una situación tan compleja, no puso sobre la mesa los precisos remedios y cortafuegos para remediarlo.

Diversos personajes, aparentemente inofensivos y no tanto, fueron adquiriendo un protagonismo mayor. Las pocas o ninguna reacción de la CI para impedírselo les hicieron sentirse más seguros, confortables y convencidos de que su protagonismo no tendría límite a nivel local, para pasar al regional y hasta lograr el mundial.

En algunos casos, se ha ido permitiendo emerger —con total impunidad— a varios países claramente amenazantes debido a la ideología de sus dirigentes, a sus capacidades económicas y militares alcanzadas y varios de ellos, por basarlas en las posibilidades de sus actuales o potenciales armas nucleares, aún a pesar de todo lo legislado en contra de que eso fuera factible.

Hoy en día se han convertido en irrefrenables las ansias de poder de demasiados alocados dirigentes, así como su necesidad de expansión para ocupar los espacios que reclaman como suyos, por necesidades propias o por haber pertenecido a sus ancestros más o menos recientes, junto con las capacidades de destrucción que les otorga el armamento sofisticado y fundamentalmente el nuclear.

Aunque parezca una exageración, creo firmemente que la CI es claramente inconsciente de lo que se nos viene encima y me da la sensación que pretendemos seguir viviendo mirando para otro lado, como si no sucediera nada en nuestro entorno, político, regional, militar y económico.

El 11-S marcó un claro punto de inflexión en la política internacional por el quebranto directo del área de confort de una sociedad civil demasiado acomodada a vivir bien, ajena a los peligros y que había dejado en manos de voluntarios y cuasi mercenarios su propia seguridad.

Dichos atentados arrastraron a la CI en su conjunto a Afganistán, en una guerra de capacidades y medios nunca vista, para luchar contra una ideología y un terreno que ya repetidas veces nos ha mostrado su hostilidad y posibilidad real de doblegar las voluntades de ejércitos poderosos que, tras años de sangrientas y costosas luchas, se vieron forzados a salir de allí con el rabo entre las piernas; y esta vez, tras muchos años de encarnizadas luchas volvería a ocurrir, a pesar de la magnitud de las fuerzas desplegadas y el número de países implicados en las coaliciones que se formaron para luchar allí.

De nuevo y de forma más vergonzosa todavía que lo que recientemente había ocurrido en Irak, hace un año, tuvimos que salir de forma ignominiosa y execrable de Afganistán, dejando atrás un elevado número y casi indefinido de toneladas de material militar, miles de bajas propias previas para nada y cientos de miles de colaboradores que creyeron en nosotros y que aún continúan siendo perseguidos por los talibanes por su apertura y servilismo a países y civilizaciones alejadas del islam y de sus leyes derivadas.

Deshonrosa salida que constantemente ha sido precedida por los terribles mazazos dados por el terrorismo yihadista en todos los continentes, sin excepción. Mazazos ocurridos gracias a su recuperación actual, por haberles dejado el suficiente espacio y los medios para hacerlo y por la manía que tienen los presidentes norteamericanos de lavar sus propias culpas asesinando a sus máximos dirigentes, aún a sabiendas, que los sucesores de los asesinados tardan horas en hacerse con el poder y el control del movimiento y suelen ser más sanguinarios que los que les precedieron, por lo que seguirán amenazando al «mundo civilizado».

Los nuevos líderes mundiales, aquellos que dirigen los resortes de la CI, se encuentran cientos de millas alejados de lo que debe ser un líder con capacidad de mandar y por supuesto, no están preparados para llevar a sus pueblos y organizaciones en las que se encuadran, a buen puerto. Al mismo tiempo, y como consecuencia de sus distracciones personales y pretensiones internas, permiten de forma ignominiosa, que tiranos como Putin, Xi Jinping, Kim Jong un, Erdogan, numerosos pececillos sátrapas comunistas a los mandos en países del Centro y Sudamérica, así como gran parte de África, Asia y de entre muchos países árabes mantengan en vilo a la propia CI y sin capacidad de reaccionar para mantenerlos a raya.

Un claro ejemplo de lo dicho en el párrafo anterior, es la increíble guerra de Ucrania, en la que un auténtico y enfermizo sátrapa está llevando a un pueblo a su ruina u muerte; y a su territorio a ser dejado como un solar, ante los ojos y la pasividad perversa e inhumana de unos dirigentes y organizaciones que solo piensan en cómo mantenerse en sus cómodos sillones y, a lo sumo, en hacer frente a las crisis económicas y energéticas que se avecinan, que en cuestión de semanas dejaran paralizada a Europa y muy tocados a los Estados Unidos.

Una CI incapaz de doblegar a Putin, que ofrece al pueblo ucranio «ropas de abrigo» en pleno verano, en lugar de las armas que precisa y que nada más que lleguen los primeros fríos este otoño, con mucha probabilidad, forzaran a Ucrania a firmar una más que vergonzosa paz, a cambio de que los flujos de los carburantes vuelvan a fluir con toda normalidad hacia Europa.

Pienso que el futuro de este castillo de naipes, descrito lo más brevemente posible, no es nada halagüeño; no solo lo hemos construido demasiado enorme y endeble; además, no le hemos dotado de las herramientas y apoyos que realmente necesita para hacerse valer de verdad y, finalmente, la política —falsamente atribuida al avestruz de esconder la cabeza frente al peligro— es practicada a diario por demasiados dirigentes que en franca descomposición y hasta algunos se encuentran de vacaciones a costa del erario público, mientras todo a su alrededor —interna y externamente— se desmorona.

Hemos llegado muy adelante, demasiado; la situación no se arreglará con Decretos Leyes como denominamos en España a las auténticas alcaldadas de los gobernantes, ni con Órdenes Ejecutivas al más puro estilo «USA», sacadas todas ellas de la chistera y firmadas con tan solo unos pocos o ningún minuto de reflexión. Mucho me temo, que esta vez no serán suficientes y lo pasaremos muy mal.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.