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LOS MUROS

Francisco J. Blasco*

A lo largo y ancho de la historia, por diversos motivos aunque fundamentalmente defensivos, la humanidad se ha visto forzada a erigir muros o murallas tras los que defenderse con la creencia de que protegerse con ellos era el único modo de lograr la supervivencia o el modo y lugar donde poder desarrollar en paz y libremente sus ideas y necesidades, ajenos a los posibles contagios o invasiones de otros pueblos, quienes siendo vecinos cercanos o no, trataban de entrar en ellos por meras razones de conquista o al albergar mayores posibilidades de supervivencia, acomodo y progreso.

Así nacieron ciudades fuertemente amuralladas que defendían las pertenencias y sus ciudadanos durante un largo período de tiempo; tanto que algunas veces se debía recurrir a argucias y artimañas de combate basadas en el engaño para, tras años de asedio, poder hacer caer sus defensas y tomar tales plazas fuertes, como fue el caso de la conocida guerra de Troya que, según parece, de haber existido, pudo librarse entre 1194 y 1184 a.C.

Amurallar las ciudades se ha venido arrastrando durante muchos siglos y hoy en día es raro encontrar una importante ciudad europea que no cuente con suficientes restos de antiguas murallas; algunas de ellas de diversas épocas y construidas con variopintos materiales, finalidades y hasta sobrepuestas. 

Pero también han existido grandes murallas que no se erigían entorno a ciudades concretas, sino que se extendían a lo largo de bastos territorios para defenderlos de las invasiones de pueblos llamados bárbaros por pertenecer a otras razas, culturas y religiones. Entre los ejemplos de estos muros o murallas se encuentra la más famosa de ellas conocida como la muralla China, construida y reconstruida entre el siglo V a. C. y el siglo XVI para proteger la frontera norte del Imperio chino ―durante las sucesivas dinastías imperiales― de los ataques de los nómadas Xiongnu de Mongolia y Manchuria. Se calcula que llegó a tener en su máximo esplendor unos 21.200 km de longitud y se extiende desde la frontera con Corea hasta el desierto de Gobi. Aunque hoy solo se conserva un 30% de ella.

Otro ejemplo de este tipo de construcciones lo constituye la muralla que alzaron los romanos a partir del año 122, durante el reinado del emperador Adriano, para defenderse de la invasión de los pueblos bárbaros británicos y, a su vez, para lanzar desde ella sus propias incursiones sobre el territorio de estos. Hoy en día, sus restos constituyen el mayor conjunto arqueológico romano de Gran Bretaña, muy famoso y frecuentado por miles de turistas; recorre un total de 117,5 kilómetros en el norte de Inglaterra.

Más recientemente nos encontramos con la conocida como línea Maginot que fue una muralla fortificada y de defensa construida por Francia a lo largo de su frontera con Alemania e Italia, después del fin de la Primera Guerra Mundial y que por su gran costo e inutilidad militar constituyó el mayor ejemplo del fracaso de la estrategia francesa frente a la invasión alemana en la Segunda Guerra Mundial.

Todavía aún más recientes, existen o existieron otras murallas más; tristemente famosas por las espurias, vergonzosas y perversas intenciones con las que se idearon y erigieron. La primera de estas, cronológicamente hablando, es la muralla que separa las dos Coreas desde la firma del armisticio entre ambos países en 1953 y que hoy en día permanece en plena vigencia y dureza. Una frontera entre dos estados hermanos, que ha separado incluso a familias, de unos 237 kilómetros de longitud y se encuentra en medio de la zona conocida como desmilitarizada de Corea, con una franja intermedia de cuatro kilómetros de ancho ampliamente vigilada y con miles de vigilantes, armas y misiles de todo tipo y calibre apuntando permanentemente a la misma. Todo este sistema hace que la separación entre ambos siga siendo la frontera más militarizada e impenetrable del mundo.

Algo más tarde, apareció la muralla conocida como el Muro de Berlín, que fue un muro de seguridad que formó parte de la frontera interalemana desde el 13 de agosto de 1961 hasta el 9 de noviembre de 1989 cuando cayó por la presión civil e internacional dando origen a la caída de la URSS. Es el símbolo más conocido de la Guerra Fría y de la división de Alemania. El muro era denominado Muro de Protección Antifascista por la parte Este (RDA), mientras que los medios de comunicación y parte de la opinión pública occidental se referían a él como Muro de la Vergüenza.

Y como último ejemplo de ignominioso muro real, se debe citar el aún existente en la frontera sur de Estados Unidos con México, cuya construcción se inició en 1994, bajo el mandato de Bill Clinton dentro de su programa para la lucha contra la inmigración ilegal y que tristemente tomó aún más entidad e importancia cuando Donald Trump lo hizo suyo en su campaña electoral de 2017. Está formado por una barrera física de unos 900 km de extensión en la zona fronteriza de Tijuana (Baja California) – San Diego (California). Debido a la existencia de este muro los inmigrantes ilegales (procedentes principalmente de México) que intentan cruzar a Estados Unidos deben hacerlo por zonas más peligrosas, como por ejemplo el desierto de Sonora, lo cual ha propiciado más de 10.000 muertes e innumerables casos de prostitución, drogas y todo tipo de sobornos, variopinta e intensa corrupción y malversación de caudales desde el inicio de su puesta en práctica.

No sería justo no citar al menos de pasada, los muros medianamente físicos o no en los que se han convertido numerosas fronteras entre países de América Central y del Sur o del Caribe donde se persigue, dificulta o materialmente se impide totalmente el libre tránsito de personas, bienes o capitales.

Un somero análisis crítico de todas los anteriores nos lleva a varias conclusiones mayoritarias o comunes, como que siempre hayan sido elementos materiales de separación física y real entre los hombres, hermanos, razas y gentes de bien; que la mayoría han sido construidos por poderosos temerosos por sus vidas o haciendas personales, sin importarles los sufrimientos que estos hayan podido acarrear; que dichos sufrimientos derivados de su edificación y de la propia existencia no son nimios en absoluto y que la mayoría, salvo alguna excepción y quizá por mostrar su poca utilidad real, han tenido una vida efímera y han desaparecido pronto o se han convertido en elementos pintorescos que, solo sirven para atraer turismo en épocas actuales o venideras.

Y en medio de toda esta sucia y extraña vorágine, con muy poca efectividad a la vista y totalmente fuera de lugar, sin previo aviso, ni venir incluido en ningún programa, ―tal y como dicho sea de paso, viene siendo habitual en el personaje― tras las pasadas elecciones generales en España, sin constituir el resultado de una fuerte razón de peso, amenaza o perentoria necesidad real, el presidente Sánchez anunció la creación de un muro entre los españoles para separar aquellos que le siguen y adulan de los que no lo hacen ni le creen en absoluto.

Hecho este que, increíblemente, sin motivo aparente o por haber sido tomado como algo indigno, poco creíble o despreciable, no ha sido objeto de la consideración que se merece tanto en España como en el seno de la UE. Ha pasado oficialmente casi desapercibido excepto para algún medio de comunicación; hecho grave, porque sin darnos cuenta, la mera materialización física o ideológica de dicho muro, supone un atentado contra la democracia y el respeto a la libertad de expresión y creencias.

Menos mal que el susodicho muro, a tenor de los resultados de las recientes elecciones regionales en Galicia, quizá por su irresponsable proyecto o por estar todavía muy poco asentado o maduro, no ha servido de nada de lo buscado por su inventor o para todo lo contrario de lo que se pensaba.

Es patente y notorio que han sido unas elecciones, en las que el Partido Socialista, ya totalmente convertido en Sanchista, ha sufrido su mayor y más vergonzoso batacazo electoral y obtenido el mínimo apoyo a su proyecto, por mucho que ahora, Sánchez y sus mariachis miren para otro lado y desprecien unas elecciones en las que todos ellos, sin excepción ―acompañados por el ínclito y poco o mal chistoso e inoportuno Zapatero― pusieron en juego su prestigio y muchos huevos en un cesto, que finalmente ha resultado estar sin fondo, totalmente podrido o en pésimas condiciones.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

 

LA BARAKA

 F. Javier Blasco*

Según el diccionario de la RAE el término Baraka tiene dos acepciones principales; protección divina de la que disfrutan jerifes o morabitos, de uso más común o frecuente en Marruecos y la otra como sinónimo de fortuna o de suerte favorable y que viene siendo una pieza clave en la subsistencia de los trileros y aquellos que viven del engaño a los demás.

Pero su uso no solo se cierne a los anteriores, tanto a la una como a la otra ―aunque con mayor profusión la segunda― se les vienen considerando como cualidades inherentes e íntimamente ligadas al mayor o menor éxito y devenir político y personal de Pedro Sánchez, a la sazón presidente del gobierno de España por tercera vez, y es vox populi que no está exento o realmente lo es gracias a una buena proporción de baraka positiva.

Un personaje por todos sabido que no ha venido ni sigue estando exento de fuertes polémicas y hazañas de mucho riesgo tanto política como personalmente; polémicas y actitudes en las que, a menudo, se juega el todo o el nada y que gracias a su baraka y al grupo de escuderos con el que se suele rodear ―hasta que los quema― ha sabido y podido ir sorteando de forma “solvente a su manera” y no solo gracias a su disparatado pavoneo con el que se mueve en todas las esferas, al pico de oro que posee ni a la despreciativa forma de hablar que usa y fomenta cuando se cree sólido en un tema sino a la acuciante necesidad de mantenerse aferrado a su puesto y porque la degradación y pérdida de los valores en su personalidad, moralidad y sentido de Estado ―que ha venido sufriendo y transmutando de manera constante y progresiva en muy pocos años― le han servido para profundos o totales “cambios de opinión” entre lo que hace nada anunciaba a bombo y platillo, con lo que ahora pregona y defiende con todas sus fuerzas y nula, muy impostada o falsa dignidad.

Alguien que ―de forma narcisista a ultranza, prepotente sin parangón y egocéntrica a más no poder, desprecia y pisotea a todo y a todos, inclusive a los suyos si fuera menester― impone su voluntad a base de amenazas, muchas y extrañas subvenciones a costa de endeudar al Estado y al haber inundado de adeptos sin fisuras ―en los tiempos favorables― todas y cada una de las instituciones de los diferentes poderes del Estado, salvo la Jefatura del mismo y algún que otro alto tribunal, aunque tiene bien asido, de forma mayoritaria, vergonzosa y hasta hilarante al más alto de todos ellos, empezando por su presidente, famoso por su frase sobre el “polvo del camino en las togas” cuando fue Fiscal general del Estado en la época del ínclito Zapatero.

Un presidente que usa, pone y quita los ministros del mayor gabinete de la historia de España como quien usa pañuelos de papel para sacudirse los mocos estando bajo los efectos de un fuerte resfriado. Y que, además, lo hace cuando ya no le sirven de cortafuegos o para pagarles con creces ―aunque no sirvan para el cargo nombrado― los servicios prestados a su causa, tras haberlos “quemado” en ello, aunque esto no lo fuera por el bien de los españoles y el prestigio de España, sino en su incansable afán de búsqueda de propios beneficios. Personaje que ha llegado en los últimos tiempos a arrodillarse literalmente ante los peores enemigos de España (filo terroristas, comunistas y separatistas o independentistas algunos de ellos, abrazados a Putin) y babearles sus zapatos sin decoro alguno, ningún disimulo ni aparente dignidad, siempre que el costosísimo voto de estos le sirva para mantenerse a toda costa en la Moncloa.

Pero, como a todo aquel que usa en exceso o abusa desproporcionadamente de su propia baraka, algún día esta cambia de sentido y se torna contraria. Son innumerables los engañados de forma reiterada, muchas las afrentas a la mayoría de las instituciones nacionales y extranjeras, innumerables las promesas incumplidas o los compromisos contraídos y luego abandonados en el fondo de los cajones ministeriales, que ya, cada vez, engaña a menos personas y tanto estas, los tribunales y algunas de las propias instituciones le empiezan a dar la espalda y sufrir grandes y vergonzosos reveses en sus intenciones.

Reveses que no por ello le hacen desistir de éstas. Al contrario, se afana en buscar la forma de dar la vuelta a la tortilla o en presentar nuevos caminos o alternativas que le lleven al mismo destino de forma diferente, poniendo aún más en relieve sus espurias intenciones y lo podrido de sus pensamientos.

Ha sido uno de los mayores urdidores de la mentira y el engaño en España y en la UE, alguien que ha prometido, pedido y luego pisoteado más voluntades o grandes ideas y que ha despilfarrado ingentes cantidades de dinero comunitario en “obras y proyectos” que nadie conoce o ya se han olvidado, que han sido estériles desde su nacimiento y que, la mayoría de ellas, solo han servido para llenar los bolsillos de sus muchos interesados amigos, familiares o seguidores que sin descanso, teje en su entorno por las ventajas económicas o políticas adquiridas bajo su mandato, tutela o consejo y por ello, estos cual kamikazes, no dudan en seguirle, defenderle y luchar para que, sea como sea, él siga en su cargo.

En su carrera narcisista y egocéntrica ha llevado a su partido político, el PSOE a las cotas de poder territorial más bajas de la historia. Tan solo gobierna en tres comunidades autónomas y de ellas en dos, lo hace gracias al costoso apoyo recibido por parte de fuerzas exógenas que le agobian aún más y que por ello, creo que le producen más perjuicios que beneficios.

Cuando uno monta su mundo de yupi basado en la suerte personal y en la firme creencia de que puede seguir engañando a todos durante mucho tiempo, se equivoca totalmente. Tarde o temprano le fallará uno o los dos preceptos anteriores. No se puede pretender seguir en la poltrona a base de anunciar subvenciones constantemente ante cualquier “incendio que surja” ni pregonando que “España va como una moto” ―eslogan parecido a los muchos empleados por su maestro ZP― y basado en el forzado espejismo de que “crecemos” más que los demás en la UE, porque realmente venimos de mucho más abajo.

Pero para nuestra desgracia y triste realidad es que somos el peor país o estamos en el pelotón de cola del paro real y no impostado u oculto; con una enorme precariedad en el trabajo juvenil; las grandes deficiencias o carencias que tenemos en la formación profesional; el alto y grave nivel de fracaso escolar; el elevado número de familias con todos sus miembros en paro; las deficiencias en la educación de nuestros jóvenes; la alta deuda imposible de afrontar o pagar en una o dos generaciones; el desorbitado déficit; la pésima balanza comercial; el hecho de que los españoles sean los que más renta hayan perdido y los que más incrementos de impuestos sufren desde 2019 entre las grandes economías; que el campo se encuentre indefenso ante las exigencias externas y esté en pie de guerra junto al transporte por carretera y otros sectores del ramo; que gocemos impunemente de una muy alta corrupción política y económica y mantengamos un inconmensurable trabajo en negro que no cotiza y defrauda a costa de los demás; así como, nuestro menguante y ya demasiado escuálido prestigio internacional.

La baraka tiene sus tiempos, formas y grado de aplicación mínimos, pero también máximos que no se pueden ni deben estirar o sobrepasar. No es un término científico ni tiene base económica alguna, solo la usan y alargan gasto lo que más  pueden los trileros y aquellos incorregibles caraduras o grandes incompetentes, que no saben vivir más que del engaño y la dependencia comprada. Los que solo piensan en ellos mismos, son los que, sin lugar a dudas, tarde o temprano, acaban en la ruina, pero desgraciadamente al hacerlo, no caen solos, arrastran al mismo pozo a todo y todos aquellos que le rodean y sobre todo, a los que un día, consciente o inconscientemente confiaron en él y no supieron o pudieron descubrir sus malas artes o praxis, con tiempo suficiente para retirarle un apoyo que real y definitivamente, solo aporta algo de pan para hoy, pero hambre, mucha hambre, para mañana.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

 

LA DEROGACIÓN DEL ARTÍCULO 27 BIS DE LA LEY DE PESCA VIOLA LA CONSTITUCIÓN

César Augusto Lerena*

Los barcos españoles que pescan en Malvinas con licencia británica, los primeros beneficiados con la derogación que plantea Milei.

 

El 28 de mayo de 2008 se sancionaba la Ley 26.386 que se incorporaba como artículo 27º bis a la Ley Federal de Pesca 24.922 que, en términos generales, limitaba las operaciones pesqueras dentro de las aguas bajo jurisdicción de Argentina a quienes no tuvieran un permiso de pesca otorgado por la Autoridad de Aplicación y/o tenían algún tipo de relación jurídica, económica o de beneficio directo o indirecto con quienes realizan explotaciones sin este permiso, de aplicación a todo tipo de nacionalidad de las embarcaciones; pero muy particularmente a quienes pescaban y pescan con licencias ilegales otorgadas por los isleños británicos de Malvinas que, en promedio se llevan, según las estadísticas publicadas por el gobierno ilegal de las islas, unas 250.000 toneladas anuales de productos pesqueros, dañando la economía argentina; afectando todo el ecosistema pesquero de la Zona Económica Exclusiva Argentina; causando un deterioro de medio marino y atentando contra la soberanía nacional. Buques con licencia ilegal de Malvinas podrían pescar en el resto de las aguas bajo control argentino y viceversa, provocando la más grave apropiación de recursos argentinos por parte de extranjeros y el más absoluto desorden en la administración pesquera del Atlántico Suroccidental.

La derogación o sustitución del Artículo 27º bis por el Artículo 215º (ex 247º) de la Ley Ómnibus, además y centralmente, viola la Disposición Transitoria Primera de la Constitución.

Un reconocido jurisconsulto, experto en derecho internacional manifestó: “Teniendo en cuenta los contenidos del artículo 27º bis, se observa que la Argentina está facultada a aplicar sanciones a empresas que tengan una relación societaria con empresas que pescan ilegalmente en las aguas jurisdiccionales argentinas, por ejemplo, las empresas con licencias ilegales de los isleños británicos en Malvinas. El artículo 27 bis fue un paso muy positivo para Argentina, porque está en línea con lo que establece la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional, que es procurar recuperar el ejercicio pleno de la soberanía respecto Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur y los espacios marinos correspondientes. Derogar esas facultades implica un grave retroceso, por lo tanto, es incompatible con el contenido de la citada Disposición Transitoria, porque facilitará el ejercicio ilegal británico al otorgar licencias de pesca” (24/01/2024).

Nosotros entendemos, que se trata de un plan destinado a debilitar los derechos argentinos sobre Malvinas, teniendo en cuenta incluso que no hay razones económicas ni las habría que puedan justificar tal desatino que, por el contrario, perjudicaría los intereses económicos y sociales argentinos, incluso los de las empresas nacionales de capital extranjero radicadas en el territorio continental argentino.

Salvando honrosas excepciones, las políticas de los gobiernos en los últimos 50 años respecto a la recuperación de las Malvinas han sido ruinosas para la Argentina. Una de estas excepciones, fue la aprobación en 1994 de la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional que reza: «La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del derecho internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino».

El Reino Unido de Gran Bretaña (RUGB) siempre consideró un escollo insalvable esta Disposición y así, lo dejó de manifiesto en el Pacto de Foradori-Duncan de 2016 en el que se estableció como principal objetivo «remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas»; mientras tanto, los sucesivos gobiernos, por acción u omisión, permitieron pasivamente o con meras reclamaciones inconducentes, los sistemáticos avances territoriales y de explotación de los recursos por parte de los británicos e, incluso el gobierno saliente, hizo la mise en scene “que parezca que nos ocupamos”. Las acciones distorsionaron la letra y el espíritu de la citada Disposición: La “legítima e imprescriptible soberanía” y el “objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino” y no debieron limitarse a la declamación y reclamación; al pedido de apoyo a terceros y a la cooperación unilateral en favor de los invasores. Está claro: se vació de contenido la cláusula constitucional surgida de la mayoría de los argentinos.

No queremos referirnos al pasado sino más bien al oprobioso presente de la “Cuestión Malvinas”; pero deseamos decirles a los responsables de la frustrante etapa concluida que, en lugar de remitir “Informes de Coyuntura de Política Exterior”, típicos de los derrotados y responsables del hoy, que escriben desde los escritorios odas del sin sentido y la desvergüenza. Sería bueno que se llamen a silencio y vivan en la oscuridad que les asigna el fracaso, no solo de la derrota, sino de la incapacidad para diseñar una estrategia y llevar una política que permita caminar hacia la recuperación argentina de los espacios marítimos y los archipiélagos invadidos por los británicos que tanta desesperanza causan a los argentinos.

Dictaron una ley para la creación de un Consejo al que no se le cayó una sola idea; otra para aumentar la sanción a los buques que pescan ilegalmente y no aplicaron una sola sanción a los buques que pescan en el territorio marítimo argentino de Malvinas; no derogaron los Acuerdos de Madrid y “trabajaron” con muchos de los autores intelectuales de estos ignominiosos acuerdos. Como refiere Montesquieu “Cuando en el reinado, existen más facilidades para hacer la corte que, para cumplir con el deber, todo está perdido” y, recordando a Ithacar Jalí: “En la tauromaquia los avisos son tres, al cuarto se llevan el toro al corral” sería justo, un merecido y oportuno retiro antes de que los desencantados les reclamen una razonable rendición de cuentas.

Por el contrario, quienes llegaron en estos días al Palacio saben lo que hacen, no impostan.

Se abrevan en aquellos 17 argentinos que hace 12 años reclamaban una revisión de la política del gobierno sobre “el conflicto” de Malvinas y, donde, “uno de los ejes centrales de la propuesta era que el gobierno adoptase una posición que tenga en cuenta el principio de autodeterminación de los isleños” (La Nación, 23/02/2012) y además buscaban adhesiones en alternativamalvinas@gmail.com; es decir, invitaban a desconocer las Resoluciones de las Naciones Unidas 1.514 (XV), 2.065 (XX), 31/49, 37/9 y la propia Constitución Nacional. Estos opinantes despreciaban las cuestiones relativas a la soberanía nacional y entendían que «la afirmación obsesiva del principio “las Malvinas son argentinas” y la ignorancia o desprecio del avasallamiento que éste supone debilitan el reclamo justo y pacífico de retirada del Reino Unido y su base militar, y hacen imposible avanzar hacia una gestión de los recursos naturales negociada entre argentinos e isleños». Es decir, no respetan la legislación nacional e internacional reconocida y les preocupa más la retirada pacífica de los militares británicos y las cuestiones mercantilistas de negociar con los isleños británicos la utilización de los recursos de Malvinas que son argentinos. La descalificación de “patrioterismo” a quienes tenemos la posición de sostener los derechos argentinos sobre Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur, respaldada en los preceptos de la Constitución Nacional y el derecho internacional aplicable, habla por sí misma y, entendemos, que este tipo de opiniones, de personas influyentes, son en gran parte el motivo de los fracasos de nuestro país. No obstante, es muy interesante conocer, a quienes, dentro de la Argentina, tienen una mirada distante a la mayoría de los argentinos. Este tipo de personajes estuvieron presentes en todas las grandes gestas de la independencia y en las distintas etapas de la vida política del país. La mayoría de los problemas que sufre la Argentina no se originan solo en las apetencias de terceros países, sino en la incapacidad e intereses a los que responden nuestros gobernantes y distintos factores de poder, entre los que se encuentran.

En línea con los 17, éramos pocos y apareció Sabrina Ajmechet, historiadora y diputada por la ciudad de Buenos Aires por el PRO, quien escribió en sus redes sociales: “las Malvinas no existen. No son ni nunca fueron argentinas. Las Falkland son de los kelpers. La creencia de que Malvinas son argentinas es irracional, es sentimental” (Ámbito, 25/07/2021). Son verdaderamente notables estas afirmaciones de una diputada de la Nación y, aún más notable, la tolerancia del Congreso de la Nación para tomarle juramento a semejante transgresora de la Constitución Nacional.

Luego, Diana Mondino, la economista, directiva del Banco Roela y entonces candidata a Canciller de la República “brindó una entrevista directa a un medio británico y allí aseguró que Javier Milei respetará el derecho de los isleños” (Urgente 24, 13/09/2023) y luego, ante el rechazo general que provocaron estas declaraciones, incluso entre los votantes de LLA, trató de aclararlas, dejando más certezas que dudas sobre su posición: “Nosotros decimos que la soberanía de la Argentina sobre Malvinas es absolutamente legítima. Y hasta tanto no se llegue a algún tipo de acuerdo, Argentina va a mantener esa postura. No importa lo que yo quisiera está en la Constitución”. “La cordobesa aseguró que el reclamo seguirá vigente en tanto y en cuanto la Constitución así lo indique. “No me voy a apartar de la Constitución. Esa es la parte que para mí no tiene cuestión de ideología ni de pensamiento” (Pulxo 95.1). “Además, profundizó sobre sus dichos y destacó, que su referencia era respetar los derechos de los isleños como argentinos” (Urgente 24, 13/09/2023) y resaltó “Si creemos que las Malvinas son argentinas, los que han nacido en suelo argentino son argentinos, ¿cómo podrían no tener derecho un argentino, me podés explicar eso?”. Se lo explicamos señora Canciller, los isleños, kelpers implantados por el mismo Reino Unido que les permitió ser británicos en 1983 y lo han ratificado por unanimidad en el 2013. No son parte, según las Resoluciones de las Naciones Unidas, no hay tal derecho a la autodeterminación, sino que la posición defendida por la Argentina desde siempre es la de la integridad territorial y su posición personal ―que nos queda muy clara y en línea con los referidos 17 argentinos― no puede sostenerse desde la máxima responsabilidad de las Relaciones Exteriores de la Argentina. Sus explicaciones de extrapolación, etc., se chocan con sus clarísimas declaraciones y explicaciones precedentes.

Si algo faltaba, la reciente designación como embajador en Chile del ex Canciller Jorge Faurie ―autor junto a Susana Malcorra del Pacto Foradori-Duncan citado― es altamente preocupante, por cuanto, es precisamente con Chile, junto a Uruguay, con quien deberíamos trabajar y acordar una posición común en las cuestiones relativas a los derechos argentinos en los archipiélagos, las aguas y la Antártida, para bloquear la posición británica, que en la actualidad ocupa y explota 1.639.900 Km2 de territorio marítimo argentino, además de disputar 1.430.367 Km2 de nuestra plataforma continental extendida y otros 2.426.911 Km2 del territorio Antártico y de las aguas correspondientes. Nos preguntamos, si desde este lugar, va eliminar todos los escollos para que las Malvinas se desarrollen.

Habrá que reformar el artículo 214 del Código Penal. La Causa Malvinas no es una cuestión en la que podamos poner en duda la pertenencia ni el objetivo, que ya está perfectamente definido en la Constitución Nacional. Podremos, en todo caso, discutir la estrategia y la táctica para el logro del objetivo declarado en la Carta Magna; pero no caer en el absurdo, como en la derogación del Artículo 27º bis de la Ley 24.922 facilitando los intereses británicos.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado. Presidente Centro de Estudios para la Pesca Latinoamericana (CESPEL). Presidente de la Fundación Agustina Lerena. Web: cesarlerena.com.ar.

 

** Artículo publicado por Agenda Malvinas, 25 de enero de 2024.