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ESTADOS UNIDOS, CHINA Y RUSIA: INTELIGENCIA, CIBERSEGURIDAD Y NUEVAS TECNOLOGÍAS EN DESARROLLO. ENTREVISTA CON EL PROF. GIANCARLO ELIA VALORI

  1. China ha estado invirtiendo fuertemente en innovación tecnológica, particularmente en áreas como inteligencia artificial y 5G. ¿Cómo ve la evolución de la industria tecnológica de China en los próximos años y qué implicaciones podría tener esto para el resto del mundo?

En años recientes China ha profundizado en la importancia y las perspectivas de desarrollo de la inteligencia artificial (IA) en muchos campos importantes. Acelerar el desarrollo de una nueva generación de IA es un importante punto de partida estratégico para mantenerse a la vanguardia en la competencia tecnológica global.

La brecha actual entre el desarrollo de la IA y el nivel internacional avanzado no es muy amplia, pero la calidad de las empresas debe ser «igualada» por su número. Por lo tanto, se están haciendo esfuerzos para ampliar los escenarios de aplicación, mediante el fortalecimiento de la seguridad de los datos y los algoritmos.

El concepto de IA de tercera generación ya está avanzando y hay esperanzas de que el problema de seguridad se resuelva a través de medios técnicos distintos de las políticas y regulaciones, es decir, de meras palabras.

La IA es una fuerza impulsora para las nuevas etapas de la revolución tecnológica y la transformación industrial. Acelerar el desarrollo de una nueva generación de IA es una cuestión estratégica para que China aproveche las nuevas oportunidades para organizar la transformación industrial.

Comúnmente se argumenta que la IA ha pasado por dos generaciones hasta ahora. AI1 se basa en el conocimiento, también conocido como “simbolismo”, mientras que AI2 se basa en datos, por ejemplo, big data, y su “aprendizaje profundo”.

La IA comenzó a desarrollarse en la década de 1950 con la famosa prueba de Alan Turing (1912-1954), y los primeros estudios sobre ella comenzaron en China en 1978. En AI1, sin embargo, el progreso fue relativamente pequeño. Se han logrado progresos reales principalmente en los últimos 20 años, de ahí la IA2.

La IA es conocida por la industria tradicional de TI, generalmente las compañías de Internet. Ha acumulado un gran número de usuarios en el proceso de desarrollo, estableciendo así patrones o perfiles correspondientes basados en estas adquisiciones, es decir, el llamado “gráfico de conocimiento del gusto de los usuarios” de los usuarios. Tomando como ejemplo la entrega de ciertos productos, decenas o incluso cientos de millones de datos que consisten en información de ubicación de usuarios y comerciantes, así como información sobre compradores potenciales, se incorporan a una base de datos y luego se combinan y optimizan mediante algoritmos de IA. Esto obviamente mejora la eficacia del comercio y la velocidad de entrega.

Al actualizar las industrias tradicionales de esta manera, se han logrado grandes beneficios. En este sentido, China está liderando el camino: reconocimiento facial, altavoces inteligentes, atención al cliente inteligente, etc.

En los últimos años, no solo un número creciente de empresas ha comenzado a aplicar la IA, sino que la propia IA también se ha convertido en una de las direcciones profesionales que más preocupa a los candidatos en las pruebas de acceso a la universidad. Según las estadísticas, hay 40 empresas de IA en el mundo con una facturación de más de $ 1 mil millones, 20 de ellas en los Estados Unidos y 15 en China.

El sector central de la IA debería ser independiente de la industria de TI, pero abrirse más al transporte, la medicina, el sustrato urbano y las industrias dirigidas de forma autónoma por la tecnología de IA. Estos sectores ya se están desarrollando en China.

China representa más de un tercio de las nuevas empresas del mundo en el campo de la IA. Si bien la cantidad es alta, la calidad aún necesita mejorarse, aunque hay indicios de que evolucionará geométricamente.

Las implicaciones de la IA en el mundo actual son, por lo tanto, el conocimiento y las ventajas tecnológicas que determinan, en gran medida, las diferencias en la gestión de la política internacional. El aumento del poder intelectual de un país define directamente un aumento de su poder económico, cambiando así su posicionamiento en la competencia internacional por el dominio.

La política del poder, primero en la era agrícola y más tarde en la era industrial, se caracterizó por la hegemonía militar y luego económica, mientras que la política del poder en la era de la información revela gradualmente las características de la hegemonía basada en el conocimiento a nivel científico, que de hecho se basará esencialmente en la inteligencia artificial.

 

  1. Algunas personas han acusado a China de participar en prácticas comerciales desleales, como el dumping de productos en mercados extranjeros o el robo de propiedad intelectual. ¿Cuál es su opinión sobre estas acusaciones y cree que China debería rendir cuentas por estas acciones?

De hecho, muchos medios occidentales informan de que China está eludiendo o rompiendo las reglas comerciales. Sus manipulaciones económicas han costado millones de empleos en Estados Unidos, perjudicando a trabajadores y empresas allí, pero también en todo el mundo. Los medios también informan que Estados Unidos rechazará las políticas y prácticas que distorsionan el mercado, como los subsidios y las barreras al acceso al mercado, que el gobierno chino ha utilizado durante años para obtener una ventaja competitiva.

De hecho, China ha cumplido fielmente los compromisos adquiridos cuando se adhirió a la Organización Mundial del Comercio (OMC). China apoya, construye y contribuye al sistema multilateral de comercio. Las relaciones económicas y comerciales entre China y Estados Unidos son mutuamente beneficiosas. Sin embargo, la guerra económica entre la República Popular China y los Estados Unidos en las áreas de comercio e inversión ha sido la principal causa de las fricciones comerciales entre los dos países, que perjudican a otros sin beneficiarse a sí mismos.

En los últimos veinte años desde su adhesión a la OMC, China ha cumplido seriamente los compromisos contraídos en el momento de la adhesión. Ha extendido el sistema nacional predeterminado de gestión del trato al nivel nacional. Ha seguido ampliando el acceso a los mercados. Ha reducido el nivel arancelario general del 15,3 al 7,4 por ciento y ha abierto casi 120 sectores de servicios.

En octubre de 2021 la OMC llevó a cabo su octavo examen de las políticas y prácticas comerciales de China. En el informe de examen se reconocen plenamente los esfuerzos de China por apoyar el sistema multilateral de comercio y su papel activo en la OMC.

Un destacado funcionario de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo señaló que, en las últimas dos décadas, China ha apoyado firmemente el sistema multilateral de comercio basado en normas; practicó un multilateralismo genuino; participó plenamente en las negociaciones de la OMC; dirigió conversaciones en esferas como la facilitación de las inversiones y el comercio electrónico, y trabajó para que las normas de la OMC estuvieran actualizadas.

China y Estados Unidos tienen economías altamente complementarias, intereses profundamente integrados y lazos económicos y comerciales mutuamente beneficiosos. En 2021, el comercio bilateral superó un récord de USD 750 mil millones. El Informe de Exportación de Estados Unidos 2022 publicado por el Consejo Empresarial Estados Unidos-China mostró que en 2021 las exportaciones de bienes a China crecieron un 21% a USD 149 mil millones, respaldando 858,000 empleos estadounidenses. El informe de la Encuesta Anual de Negocios 2020 sobre las empresas chinas en los Estados Unidos, publicado por la Cámara General de Comercio de China-Estados Unidos, indicó que, a partir de 2019, las empresas miembros chinas de CGCC invirtieron acumulativamente más de US$ 123 mil millones, así como emplearon a más de 220 mil personas, y apoyaron más de un millón de empleos en los Estados Unidos. Un estudio realizado por el Consejo Empresarial Estados Unidos-China mostró que las exportaciones chinas ayudaron a reducir los precios al consumidor en los Estados Unidos entre un 1 y un 1,5 por ciento, ahorrando a cada hogar estadounidense US$ 850 al año.

Un informe de Moody’s Investor Service fue citado diciendo que los consumidores estadounidenses soportan el 92,4% del costo de imponer aranceles a los productos chinos. Paul Krugman, economista ganador del Premio Nobel 2008, ha señalado incisivamente que la política comercial de Estados Unidos hacia China es desventajosa y los aranceles perjudican a los Estados Unidos más que sus objetivos previstos.

El 18 de mayo de 2022, la Federación Nacional de Minoristas (NRF) escribió al presidente Biden solicitando la eliminación de los aranceles que, como se describe en la carta, podrían reducir los precios al consumidor hasta en un 1,3%. La secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, dijo que algunos aranceles sobre los productos de China perjudican a los consumidores y empresas estadounidenses y que vale la pena considerar reducirlos para reducir la inflación en Estados Unidos..

Creo que, como cualquier guerra, una guerra comercial es perjudicial para ambas partes y que -a diferencia de la Guerra Fría, cuando un oponente quería imponer sus propias ideologías y formas de gobierno y Estado sobre el otro- aquí terminamos con un país, a saber, China, que solo exige comercio y no aboga por ninguna revolución política..

 

  1. China ha estado expandiendo rápidamente sus capacidades militares en los últimos años, con un enfoque en el desarrollo de nuevas tecnologías como misiles hipersónicos y portaaviones. ¿Qué cree que está impulsando esta expansión y cómo ve la evolución de la postura militar de China en los próximos años?

Con un país de 1.400 millones de habitantes, las fuerzas armadas chinas están inevitablemente destinadas a expandirse y fortalecerse. A lo largo de la historia china, el ejército ha sido un factor fundamental no solo en la existencia del Estado, sino también en las luchas de liberación contra Japón y las diversas doctrinas que luego intentaron aislar a la República Popular China, como la Contención, etc. En un mundo dirigido por un solo líder, a saber, los Estados Unidos de América, es importante comprender los movimientos de los Estados que tratan de no ser marginados. China es sin duda uno de los Estados que aspiran a desempeñar al menos un papel igual en las relaciones internacionales con los Estados Unidos. La fuerza militar que China ha estado desarrollando en los últimos quince años ha visto una expansión significativa de su flota. Según un estudio estadounidense, la necesidad de asegurar las islas en el Mar del Sur de China sería el quid de todo el proyecto. La isla china de Hainan es, de hecho, el punto de partida de una ruta marítima que puede conectar China, con Pakistán en el Medio Oriente y con Djibouti en el Cuerno de África.

La estrategia china es invertir en infraestructura civil (y no militar) como puertos, oleoductos, carreteras, gasoductos dentro de países aliados que garantizarían así la seguridad y las bases aliadas en el Océano Índico. La seguridad es un factor crucial para entender esta estrategia porque desde 1993 China se ha convertido en un importador neto de petróleo (es decir, la demanda de petróleo de China es mayor que la oferta) y el petróleo se importa tanto por tierra como por mar. Esta última opción se utiliza obviamente con los países de África y Oriente Medio, pero la ruta comercial se encuentra en una de las zonas con mayor concentración de sabotaje, secuestro y violencia por parte de piratas. Por lo tanto, tener aliados con quienes garantizar la seguridad en aguas enemigas se vuelve crucial. Las bases aliadas, sin embargo, también tienen la función de permitir que los barcos chinos tengan un paso fácil y rápido a través de tres de los estrechos más ricos y peligrosos del mundo, a saber, el estrecho de Bab al Mandeb (entre Yemen y Djibouti), el estrecho de Adén (entre Irán y Omán) y el estrecho de Malaca (entre Indonesia y Malasia).

No veo por qué China no debería fortalecer su potencial estratégico, ya que todos los países —desde los más fuertes hasta los medianos— lo hacen de forma regular, en función del desarrollo comercial planificado. Es natural que esto también implique el desarrollo de nuevas tecnologías, como misiles hipersónicos y portaaviones, ya que negar esto huele a cuento de hadas contado a niños.

 

  1. China ha sido cada vez más activa en organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, y ha estado trabajando para establecer nuevas instituciones como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. ¿Cuál es la visión estratégica más amplia de China para su papel en el escenario global, y cómo ve que esto evolucionará en los próximos años?

El 15 de mayo de 1648, el primer tratado de la Paz de Westfalia fue firmado en Osnabrück por los príncipes protestantes, marcando el final del conflicto entre Suecia y el Imperio de los Habsburgo. Más tarde, el 24 de octubre de 1648, los príncipes católicos firmaron dos tratados adicionales en Münster.

Westfalia —y, en mayor medida, el Congreso de Viena (1 de noviembre de 1814 – 9 de junio de 1815) que la sustituyó— también se basó en tres pilares, a saber, el multipolarismo, un equilibrio de poderes y un concierto de poderes, que significaron principalmente la importancia de las grandes potencias: Austria, Prusia, Rusia y el Reino Unido. En muchos aspectos, los mismos principios eran característicos del sistema Yalta-Potsdam, que determinó las relaciones entre las dos superpotencias durante la Guerra Fría. Las normas del derecho internacional se respetan principalmente porque hay una fuerza detrás de ellas que no puede ser ignorada. Esta es la razón por la que reinó la paz en el continente europeo, y los intereses de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y los Estados Unidos de América chocaron principalmente en los países de la periferia, es decir, trasladando la Segunda Guerra de los Treinta Años (1914-1945) a los países del Tercer Mundo y los Balcanes, de modo que las industrias de guerra en Occidente y en Oriente tendrían de todos modos sus teatros y mercados. Poco podía hacer la República Popular China llamando a los primeros socialimperialistas y a los últimos imperialistas tout court, y calificándolos a ambos como hegemonistas.

Como dijo Henry Kissinger, cuando a principios de la década de 1970 la República Popular China se embarcó en su reingreso al sistema diplomático internacional por iniciativa de Zhou Enlai y, a fines de esa década, en su plena entrada en la escena internacional gracias a Deng Xiaoping, su potencial humano y económico era enorme, pero su tecnología y poder real eran relativamente limitados.

Mientras tanto, las crecientes capacidades económicas y estratégicas de China han obligado a Estados Unidos a estar a la altura, por primera vez en su historia, de un competidor geopolítico cuyos recursos son potencialmente comparables a los suyos.

Cada lado se ve a sí mismo como un unicum, pero de una manera diferente. Los Estados Unidos actúan partiendo del supuesto de que sus valores son universalmente aplicables y que eventualmente serán adoptados en todas partes. China, por otro lado, espera que la singularidad de su civilización ultramilenaria y su impresionante salto económico inspire a otros países a emularla para liberarse de la dominación imperialista y mostrar respeto por las prioridades chinas.

Tanto el impulso misionero estadounidense basado en una especie de «destino manifiesto» como el sentido chino de grandeza y eminencia cultural —de China como tal, incluido Taiwán— implican una especie de subordinación-miedo mutuo. Debido a la naturaleza de sus economías y alta tecnología, cada país está afectando lo que el otro ha considerado hasta ahora sus intereses fundamentales.

En el siglo 21 China parece haberse embarcado en el juego de un papel internacional al que se considera derecho por sus logros a lo largo de los milenios. Estados Unidos, por otro lado, está actuando para proyectar poder, propósito y diplomacia en todo el mundo para mantener un equilibrio global establecido en su experiencia de posguerra, respondiendo a desafíos tangibles e imaginarios a este orden mundial. Para los líderes de ambas partes, estos requisitos de seguridad parecen evidentes y están respaldados por sus respectivos públicos.

Sin embargo, la seguridad es sólo una parte del gran discurso. La cuestión clave para la existencia del planeta es si los dos gigantes pueden aprender a combinar la inevitable rivalidad estratégica con un concepto y práctica de coexistencia. Es por esta razón que China es cada vez más activa dentro de las organizaciones internacionales para estabilizar su papel en la escena global en evolución.

 

  1. ¿Cuál es su perspectiva sobre las posibles aplicaciones militares del programa espacial de China, como las armas anti satélite o los sistemas de vigilancia basados en el espacio?

Comencemos diciendo que los éxitos de la avanzada industria soviética de guerra de misiles de las décadas de 1950 y 1960 y la tecnología militar estadounidense refinada y extremadamente rica de las décadas de 1960 y 1970 ciertamente no se debieron a misiones morales a favor del conocimiento y la humanidad o cualquier otra cosa, sino que fueron una carrera armamentista extrema. Negar esto equivale a contar chistes en un bar. Lo mismo es cierto para la Iniciativa de Defensa Estratégica del presidente Reagan en la década de 1980. El presidente Reagan al menos tuvo el buen gusto de no describirlo con una retórica de hacer el bien a favor de la ciencia y el bienestar de los pueblos de la Tierra. Además, las armas anti satélite y los sistemas de inteligencia espacial o vigilancia espacial, como usted lo llama, han existido durante décadas.

Hoy en día, la República Popular China también es capaz de navegar en el espacio. Una cosa hay que decir: la competencia no se basa en la esperanza de llegar a Mare Tranquillitatis (el Mar de la Tranquilidad) en la Luna o Utopia Planitia (la Llanura de la Tierra de ninguna parte) en Marte, y desde allí bombardear el Distrito de Columbia.

Retrocedamos en el tiempo. Frente a los éxitos de Estados Unidos y la Unión Soviética en el campo espacial, Mao Zedong en la década de 1960 se sorprendió y preguntó: “¿Cómo podemos ser considerados un país poderoso? Ni siquiera podemos lanzar una papa al espacio!!!”

Años más tarde, a fines de la década de 1970, Deng Xiaoping le respondió: “Si China no tuviera una bomba nuclear o de hidrógeno o no hubiera lanzado satélites desde la década de 1960, no se le llamaría un país importante y muy influyente y no tendría su estatus internacional actual”. Por lo tanto, en el siglo 21, el vuelo espacial tripulado representa todo esto.

El 25 de diciembre de 2021, la NASA lanzó el telescopio espacial James Webb para astronomía infrarroja, capaz de realizar análisis considerados imposibles hasta hace unos años, es decir, tomar imágenes detalladas a todo color de un exoplaneta. El telescopio James Webb es completamente diferente. Ofrece la posibilidad de observar la luz reflejada de los exoplanetas y el espectro electromagnético para detectar posibles rastros biológicos o minerales. El futuro está en la investigación espacial, no en Star Wars, así como en llegar a los asteroides y meteoritos más cercanos, y buscar exoplanetas habitables en un futuro lejano pero no remoto. En nuestra Tierra, las materias primas minerales se están agotando. Lo mismo ocurre con el agua y, por lo tanto, la exploración espacial hoy en día no tiene como objetivo borrar al oponente de la faz de la Tierra, sino colaborar entre las superpotencias para buscar alternativas al agotamiento de la tierra e incluso de los recursos hídricos que actualmente —y aún no sabemos por cuánto tiempo— permiten estos altos niveles de tecnología. El programa espacial chino apunta principalmente a esto y no a destruir oponentes potenciales, sin los cuales la conquista real del espacio no sería posible.

 

  1. ¿Cómo ve a China y Rusia colaborando o compitiendo en áreas como energía, tecnología y asuntos militares?

Desde la expansión zarista hasta los posteriores tratados desiguales, hasta la crisis en la década de 1960 con la Unión Soviética, ya que esta última la había excluido de la posibilidad de tener el arma nuclear, temiendo al vecino de mano dura populoso y entusiasta que más tarde cambió brillantemente el tema hacia el lado ideológico, erosionando así el poder soviético sobre muchos de los partidos comunistas gobernantes y no gobernantes del mundo: China, per se —y no me refiero sólo a la República Popular China (1949-2023)— siempre había frenado primero a San Petersburgo y luego al Kremlin. Para China —de hecho, para el Imperio Medio— una Rusia fuerte en la frontera es una desventaja, pero un vecino débil que, a su vez, puede ser dirigido por terceros —como sucedió en la década de 1990— también es peligroso. La solución tradicional de la diplomacia bimilenaria de China es buscar un equilibrio que no cree crisis en Eurasia que, como es bien sabido, es la última reserva de recursos en el planeta Tierra. En 2021, con motivo del 20 aniversario del establecimiento de la Organización de Cooperación de Shanghai y la firma del Tratado Sino-Ruso de Buena Vecindad, Amistad y Cooperación, las relaciones entre los dos países entraron en su tercera década de estabilidad sin ninguna forma de alianza militar, o incluso el apoyo chino a la invasión de Ucrania. También hay que decir que las ventas de armas a un lado se ven contrarrestadas por la misma acción del otro lado.

 

  1. Estados Unidos ha acusado a China de ser una gran amenaza para su ciberseguridad, con acusaciones de piratería informática y espionaje cibernético patrocinados por el estado. ¿Cuál es su perspectiva sobre esta acusación y cómo ve que evolucionará la relación de ciberseguridad entre Estados Unidos y China en el futuro?

Desde tiempos inmemoriales, la inteligencia o el espionaje, o como se llame, siempre ha sido adoptado simultáneamente por las partes involucradas, con los medios más eficientes de la época, que van desde señales de humo hasta tinta simpática, desde criptografía cartográfica hasta Enigma, desde aviones espías hasta las famosas mini cámaras al estilo de James Bond. Hoy es lo mismo: el miedo al espionaje —ya sea cibernético, cibernético o satelital— tiene dos caras, y las acusaciones de un lado al otro se reflejan en las del otro lado. Por lo tanto, se anulan entre sí con el resultado de que quien está mejor equipado sabe más que el que está menos preparado. No hay víctimas ni opresores, no hay buenos y malos. Sólo existe la razón del Estado, como nos enseña Maquiavelo.

 

  1. Rusia ha sido acusada de entrometerse en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016 a través de la piratería informática y el espionaje cibernético. ¿Cómo ve la relación de China con Rusia en el ámbito de la ciberseguridad, y cree que China podría estar implicada en actividades similares?

Sabes, soy simplemente un gerente de negocios, un erudito geopolítico y un profesor universitario. Parte de mi respuesta sobre las relaciones entre China y Rusia se encuentra en el punto 6. Sin embargo, para responder plenamente a esta brillante pero muy difícil pregunta suya, debemos dirigirnos a los niveles más altos y arcanos en los Estados Unidos, Rusia y China.

Gracias por la entrevista.

 

 

Profesor Doctor Giancarlo Elia Valori.

Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.

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PENSAMIENTO POLÍTICO, CAPITAL Y EL CONCEPTO DE TRABAJO SOSTENIBLE

Salam Al Rabadi*

Los cambios políticos, económicos y tecnológicos mundiales plantean muchos interrogantes sobre la problemática relación entre el mundo del trabajo, el desarrollo sostenible y el capital. Por ejemplo, la realidad de la economía agrícola depende de inversiones en vastas tierras e innovaciones tecnológicas que son controladas por empresas transnacionales, es decir, es el proceso de abolición paulatina del sistema de producción agrícola, por el cual el agricultor pierde su identidad social, cultural e identidad económica como productor y como trabajador, para convertirse en un mero consumidor. Este hecho plantea la siguiente pregunta:

¿Conducirá el desarrollo de la economía y de la tecnología a la realización del desarrollo sostenible de la comunidad?

En principio, el concepto amplio de trabajo no se limita al puesto de trabajo, sino que va más allá para profundizar la conexión con el concepto de trabajo sostenible basado en ampliar las políticas de oportunidades laborales y preservar los derechos y el bienestar de los trabajadores. Esto para enfrentar los desafíos asociados a la dialéctica de la brecha entre el capital y los trabajadores, ya que aumentan las dudas sobre la posibilidad de alcanzar la igualdad y la justicia social. En base a esto, ya no es aceptable abordar la realidad de las crisis del mercado laboral desde una perspectiva de rechazo basada únicamente en consideraciones ideológicas, sin tener una visión práctica, donde, hoy en día, está claro que lo que más preocupa a las fuerzas del mercado es tener que definir su posición en un proyecto global socialmente sostenible.

En este contexto, existen movimientos obreros y sociales que inciden y trabajan para enfrentar la dominación del sistema capitalista y crear un estado de relativa independencia de las fuerzas del capital. Por ejemplo, las negociaciones en curso dentro de la Organización Mundial del Comercio con respecto a otorgar a los trabajadores de los países en desarrollo una mayor libertad de movimiento en los mercados de los países desarrollados pueden considerarse un paso positivo en términos de:

    1. Consolidar los derechos de los trabajadores y aumentar sus ingresos.
    2. Reequilibrio entre el capital y el mundo del trabajo.

Aunque hasta el momento no se ha cristalizado ninguna alternativa estratégica que pueda competir con el modelo político y económico de estilo capitalista, podemos decir que el margen de movimiento disponible para la sociedad es siempre mucho más amplio que el disponible para la economía. La influencia económica en la formación y adaptación de la sociedad es lógica y altamente efectiva, pero ciertamente no puede determinarla. Así, las sociedades pueden reconstruirse de acuerdo con una visión política y económica sostenible que, como mínimo, sea capaz de responder preguntas que giran en torno a la dialéctica de:

¿Por qué hay tantas ideas sobre cómo distribuir los ingresos y no sobre cómo generarlos?

En este contexto, aunque decidiéramos pasar por alto la dialéctica de cómo generar ingresos y tratar de adoptar la tesis de la distribución del ingreso, no podemos ignorar la problemática de la desigualdad moderna basada en:

    • Ampliar el tamaño del capital privado y aumentar desproporcionadamente los ingresos de los ricos. La brecha entre ellos y la clase obrera es muy profunda y es difícil salvarla.
    • Desigualdad sistémica «Homoploutia». Donde ahora estamos notando la expansión del segmento de capitalistas adinerados y trabajadores con salarios altos (como directores ejecutivos, analistas financieros, médicos, atletas, celebridades, personas que heredaron muchos activos… etc.). Es una nueva élite capitalista que se encuentra entre los capitalistas más ricos y entre los trabajadores más ricos también.

Lógicamente, no es probable que estas brechas se reduzcan fácilmente como resultado de los desarrollos en inteligencia artificial que conducen a una reducción del trabajo y un aumento en la participación acumulada del capital. Y si la única solución a estos brechas radica en una distribución más equitativa del capital privado mediante el aumento de tasas impositivas altas o comprometiéndose a elevar la tasa de empleo de la fuerza laboral, pero prácticamente no hay un movimiento tangible en esta dirección, ya sea en los países desarrollados o economía emergente. Este hecho plantea signos de interrogación sobre:

¿Cómo es políticamente posible aprovechar al máximo las oportunidades económicas, el progreso y la tecnología de una manera que llame la atención sobre el interés de las comunidades y grupos desfavorecidos?

Los desafíos básicos están en cómo tamizar a los ricos y enfrentar las brechas que caracterizan a las economías, y aquí es necesario reconocer que la pobreza no se erradicará sin la presencia del pensamiento político, ya que la naturaleza del mercado se ve fuertemente afectada por las estrategias políticas, que puede cambiar radicalmente la estructura de los mercados de una manera que podría permitir llenar esos vacíos y lograr la igualdad, sin mencionar que permitiría que todas las clases se beneficien del crecimiento económico sostenible.

A la luz de lo anterior, es claro que el trato de los economistas y tecnócratas con los temas del desarrollo sostenible sobre la base de que no tienen nada que ver con las ideas políticas y la filosofía de la gobernabilidad, como si estos temas no fueran más que ejercicios de economía aplicada y econométrica, es un asunto muy peligroso. Es hora de cambiar esta lógica y avanzar hacia la combinación y vinculación del pensamiento político y la filosofía política con el pensamiento económico y financiero. Es para que los países se vuelvan más productivos en términos de la calidad de las sociedades humanas sostenibles más que del desarrollo de las cosas, números y datos.

En suma, y con base en el principio de interacción crítica con el liberalismo económico y el desarrollo tecnológico, se debe plantear la problemática política básica, la cual se fundamenta en la siguiente pregunta:

¿Cómo se puede combatir la existencia real de la pobreza y la desigualdad en lugar de esconderse detrás de secos datos financieros y estadísticas que apuntan a los supuestos beneficios del crecimiento económico y el desarrollo tecnológico?

 

* Doctor en Filosofía en Ciencia Política y en Relaciones Internacionales. Actualmente preparando una segunda tesis doctoral: The Future of Europe and the Challenges of Demography and Migration, Universidad de Santiago de Compostela, España.

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CUATRO ASPECTOS DE LA POLÍTICA EXTERIOR

Julio C. Ferrari Freyre*

El objeto de este artículo es introducir algunas cuestiones elementales para los que no se han iniciado en el estudio de las Relaciones Internacionales o cuya formación y trayectoria profesional no les ha dado la oportunidad de acercarse a los asuntos de otros países. Espero que las ideas vertidas no sean aburridas en demasía y contribuyan a esclarecer los hechos y ayudar a interpretar las informaciones que nos llegan del exterior.

Para escribirlo me he apoyado tanto en mi formación académica en Ciencias Políticas en la Universidad de Sophia en Tokio, en Relaciones Internacionales en la Universidad del Salvador y en Economía Europea en la Universidad de Deusto en Bilbao, como así también en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación cuanto, en mi actividad profesional, ahora finalizada, como Diplomático de carrera.

Desde el siglo XVIII se ha estudiado la Política Exterior de los países, aunque recién con el final de la Segunda Guerra Mundial se la ha investigado sistemáticamente, formándose varias escuelas de pensamiento que agrupan a los distintos teóricos de las Relaciones Internacionales, entre los cuales podemos mencionar el realismo, el liberalismo, el estructuralismo, el constructivismo, funcionalismo, el feminismo, el institucionalismo y otras que no mencionaremos aquí por su menor relevancia. En cada caso es posible encontrar como representantes a autores que, siendo ciudadanos y basados en sus experiencias nacionales prefieren o apoyan las escuelas que mejor explican las políticas exteriores o las situaciones en que se encuentran sus países. Al mismo tiempo, encontramos autores que se interesan en la materia desde otras ópticas, ellos son los especialistas y teóricos del Derecho Internacional, de la Geopolítica, de los Estudios Estratégicos y los economistas en todas sus especialidades que también suman sus opiniones sobre las cuestiones internacionales y, en muchos casos, aportan distintas visiones y novedosos elementos al estudio en cuestión.

Más allá del valor, importancia o interés que le asignemos a las distintas teorías de las Relaciones Internacionales, es necesario considerar que los Estados deben tener en cuenta cuatro aspectos fundamentales en su Política Exterior: la Integridad Nacional, la Defensa Nacional, la Prosperidad Económica y la Proyección hacía el Exterior[1].

Antes de comenzar con los cuatro aspectos, es conveniente recordar que el sistema internacional está compuesto primordialmente por Estados independientes. Le siguen los organismos internacionales tal como las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos, la Unión Europea, y muchos otros. También debemos añadir las empresas multinacionales como Siemens, Mitsubishi, Ford, Unilever y una amplia población de firmas de muy variados tipos, tamaños e intereses. Finalmente, ha de incluirse a las Organizaciones No Gubernamentales que, naturalmente, en muchísimos casos son los brazos «civiles» o encubiertos de gobiernos, de servicios secretos y de múltiples organizaciones, instituciones y empresas poderosas, y a personalidades influyentes por su trayectoria académica, por ser celebridades o por tener amplias fortunas heredadas o producto de su capacidad tecnológica o empresarial.

El Estado tiene cuatro componentes sin los cuales no es reconocido como tal y no puede existir:

Población:

La población es sin duda el capital más valioso y primordial del Estado. Es el factor humano e incluye a los ciudadanos del Estado (el pueblo) y a los extranjeros residentes en el mismo. La población o pueblo forma parte esencial y necesaria del Estado ya que sin ella no puede existir. Es importante que ella tenga el acuerdo, propósito o sentimiento de regirse por las mismas instituciones, comulgue con los mismos intereses vitales y tenga identificados sus objetivos nacionales y destino político.

Se podría pensar que es normal que la población de un Estado sea de etnias y de creencias religiosas similares. Estas condiciones ideales se dan en pocos países y en la mayoría de los casos son territorios aislados como por ejemplo Japón, Tíbet, Nepal, Finlandia, los países escandinavos, etc., donde se puede hablar de una población de características iguales.

El caso contrario son los países de América, especialmente de la América hispana, donde es normal la mezcla de razas, etnias y otros factores y donde se ha dado un importante mestizaje de pueblos originarios («indios» en el léxico tradicional), españoles, e inmigrantes de los más variados orígenes, africanos (en su momento llegados como esclavos) y más recientemente asiáticos. Estos habitantes viven bajo un régimen de igualdad gracias a las tradiciones legales hispanas y a las enseñanzas de la Iglesia Católica. No es extraño ver históricamente altas autoridades con ascendencia indígena o africana. Solamente en el caso de la Argentina podemos mencionar a Bernardino Rivadavia, Justo José de Urquiza y Juan Domingo Perón como ejemplos. También se dan casos de hijos de inmigrantes que han alcanzado las máximas jefaturas de gobierno como Carlos Pellegrini, Alberto Fujimori y Carlos Saúl Menem, situaciones que no se dan en muchos países aún con importantes corrientes migratorias[2].

Territorio:

Por territorio se debe entender la superficie terrestre ocupada por el Estado, el espacio aéreo sobre el mismo y sobre las zonas marítimas contiguas, lo que significa una franja de 12 millas náuticas de aguas territoriales y hasta 200 millas náuticas de zona económica exclusiva.

Gobierno:

El gobierno se encarga de dirigir, controlar y administrar las instituciones que conforman al Estado y normalmente, en su concepción moderna, está compuesto por el poder ejecutivo, el poder legislativo y el poder judicial, aunque en algunos sistemas políticos esta división no siempre se da con mucha claridad, notablemente los países marxistas y en algunas monarquías. Es normal que los tres poderes del gobierno se controlen y complementen mutuamente, siguiendo la visión de Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y Barón de Montesquieu, en el Libro XI de su «Espíritu de las leyes» (1748). El tipo de gobierno, su estructura y los mecanismos para integrarlo normalmente están incorporados en la constitución del Estado, que habitualmente es un documento escrito. Ésta debe reflejar las pautas culturales, históricas y jurídicas del país.

Más allá de la estructura que pueda tener el Estado, el gobierno tiene la responsabilidad de ejercer y defender sus intereses vitales definiendo los objetivos nacionales permanentes e inalterables contenidos en la constitución incluyendo las normas de conducta y pautas aceptables y respetuosas de los otros Estados y actores de la comunidad internacional.

Soberanía:

La Soberanía es la capacidad del Estado de imponer leyes que aseguren el bien común —el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección[3]— de la comunidad y tiene efecto dentro del mismo Estado. Es la autonomía que requiere el Estado para imponer esas leyes y las condiciones necesarias para resguardar ese bien común de la población. Es, asimismo, la fuerza que requiere para ejercer y defender sus decisiones, su territorio y su población. Holsti resume la idea de la siguiente manera:

El principio de soberanía {implica} que los gobiernos son los legisladores supremos en sus propios territorios. Los Estados son libres, en virtud de su soberanía, para gobernar como deseen dentro de su propio territorio y para formular sus propias políticas exteriores. Los estados difieren en tamaño, población, ubicación o capacidades militares, todos los estados son iguales con respecto a los derechos y deberes legales. [4]

Jean Bodin, en «Los seis libros de la República» (1576), nos enseña que es el poder absoluto y perpetuo del Estado. En las monarquías, la soberanía reside en el rey mientras que en las repúblicas el soberano es el pueblo. Claro está que, en nuestra época de monarquías constitucionales, repúblicas de distinta especie y aún en alguna que otra dictadura personalista, la soberanía reside, al menos según la mayoría de las constituciones, en el pueblo.

La idea de la Soberanía del Estado está plasmada en la Paz de Westfalia (1648) y es una de las bases de las Relaciones Internacionales. El reconocimiento de la Soberanía por otros Estados implica la independencia del país y su capacidad para actuar en el ámbito internacional. La Soberanía supone que ningún Estado podrá o deberá interferir en los asuntos internos de otro Estado. Los organismos regionales e internacionales de todo tipo están conformados por Estados Soberanos.

Sin contar con este cuarto elemento, un territorio o una población no sería un Estado aun teniendo un «gobierno», pero teniendo algunos de estos tres elementos: población, territorio o gobierno, no será un Estado si no está reconocido como tal por otros miembros de la comunidad internacional. En pocas palabras, sin Soberanía, el Estado no existe.

Por consiguiente, el Estado debe resguardar el Territorio, proteger a la Población, administrarse por medio de un Gobierno y ejercer la Soberanía para lograr y asegurar la gobernabilidad y el bien común.

Teniendo en cuenta los cuatro componentes del Estado que hemos descrito podemos comenzar a exponer los cuatro aspectos fundamentales de la Política Exterior.

Integridad Territorial

La Integridad Territorial se funda en la inviolabilidad de la independencia política y de las fronteras de un Estado se asienta en la igualdad Soberana de los Estados. Este es un principio fundamental del Derecho Internacional y está plasmado en la carta de las Naciones Unidas y de los otros organismos internacionales y regionales.

La Integridad Nacional se puede «medir» por los conflictos fronterizos con otras naciones y por territorios propios ocupados por fuerzas extranjeras o grupos rebeldes, secesionistas o regímenes contrarios al gobierno propio.

La existencia de problemas fronterizos implica una disputa o conflicto con otra nación sobre los límites entre ambos. Sus causas pueden ser el resultado de mediciones o demarcaciones equivocadas, sectores mal definidos o áreas que fueron «olvidadas» por negligencia burocrática y que fueron ocupadas por otro. Estos problemas pueden convertirse en conflictos de mayor envergadura y eventualmente en una guerra como ha ocurrido en muchas instancias. Felizmente, existen métodos más pacíficos como el arbitraje, la mediación o la actuación de la Corte Internacional de Justicia en La Haya para resolver los diferendos sin el derramamiento de sangre. En otros casos, las disputas continúan largo tiempo sin que lleguen a la violencia, aunque la posibilidad siempre queda latente y una situación de este tipo puede convertirse en un conflicto violento.

La Integridad Territorial también se puede ver afectada por las actividades de otros actores dentro del Estado. Así vemos que colonias agrícolas, barrios urbanos, sociedades e instituciones conformadas por extranjeros o grupos religiosos, étnicos, raciales, etc., específicos y excluyentes de la población propia pueden convertirse en causa de conflicto tanto con la población local (por envidia, resentimiento o prejuicio), o por los reclamos de los países de origen de esa población extranjera. Viene a la mente como ejemplo el conflicto desatado por los alemanes de la región del Sudeten en la década de 1930 que resultó, tras la Conferencia de Múnich, en la incorporación de los territorios de población alemana de Checoslovaquia que pasaron a formar parte del Tercer Reich.

Similarmente, grupos con características religiosas, étnicas o raciales que se perciben diferentes del resto de la población aun siendo considerados de la misma nacionalidad y gozando de las mismas libertades y obligaciones que el resto de la población, pueden crear un conflicto por concebir sus «derechos», costumbres o tradiciones como especiales y diferentes a las del resto de la población. Estos «movimientos» son en ocasiones promovidos por otros países u organizaciones para obtener ventajas o directamente poder controlar territorio por sus recursos naturales o situación estratégica. Un ejemplo de este tipo de conflicto es la Crisis del Congo de 1960-64 donde los intereses mineros de empresas extranjeras promovieron la secesión de la provincia de Katanga del resto del país.

De la misma manera las adquisiciones de tierras por personas adineradas, empresas, ONG’s (organismos no gubernamentales) e instituciones con el objeto de crear «áreas ecológicas» o «naturales», zonas de esparcimiento, cotos de caza u otras figuras de posesión, pueden resultar en causas de un contencioso con otros países que podrían reclamar la protección de sus ciudadanos, intereses o propiedades ante cualquier inconveniente. Un buen ejemplo fueron las actividades del empresario Douglas Tomkin en el sur de Chile (junto a Hansjörg Wyss), y en los Esteros del Iberá en la Argentina que suscitaron amplios debates y sospechas, aunque se debe aclarar que el señor Tomkin nunca sugirió la secesión de los territorios de su propiedad para formar su propio «país».

La cesión exclusiva de terrenos a otro país o institución oficial extranjera es aún más grave ya que significa una pérdida de soberanía (y por ende de los derechos propios y del control) sobre el territorio nacional. Los usos que se le den a estas tierras enajenadas pueden ser pacíficos, pero siempre estará presente la posibilidad de un uso militar o para operaciones de inteligencia contra el propio país o contra otro Estado, creando un conflicto con un tercer Estado. En todo caso, debe incorporarse una cláusula de inspección, control y coparticipación en cualquier acuerdo de este tipo, definiendo con exactitud las actividades que pueden ser desarrolladas en los mismos, los derechos y obligaciones de las partes y los alcances prácticos de la cesión. Serviría como ejemplo las bases que los Estados Unidos mantiene en Alemania, en el Reino Unido y en otros países.

El respeto a la Integridad Territorial también depende de la consideración que el gobierno, las autoridades y las instituciones tengan de su propio territorio. La idea de que el territorio nacional se pueda entregar a agentes extranjeros sin una mayor atención a los posibles efectos ulteriores es un despropósito que atenta contra la misma integridad del Estado y bien podría calificarse como una traición.

Más aceptable son los emprendimientos y las instalaciones científicas, técnicas, ecológicos y de otro tipo establecidos y mantenidos por terceros países, instituciones u ONG’s conjuntamente con el Estado Nacional para fines específicos. Estos normalmente involucran personal calificado local junto a extranjeros que desarrollan actividades transparentes y eventualmente informadas a la población y a la comunidad científica.

Naturalmente debemos excluir de este acápite las instalaciones de las Embajadas y Consulados extranjeros y sedes u oficinas de organismos internacionales y regionales dentro del país que son regidas por las pertinentes Convenciones y acuerdos, y cuya «sesión» de territorio y soberanía es parcial y temporaria.

Defensa Nacional

La Defensa Nacional es un aspecto de la Soberanía y responsabilidad primordial del Estado. La Defensa Nacional implica proteger el territorio, su población, el Gobierno y la Soberanía contra las posibles aspiraciones exacerbadas de otros Estados, organismos diversos, grupos de presión o de interés internacionales, del terrorismo internacional, del crimen organizado y de otras entidades, movimientos y agrupaciones. También involucra la protección contra bandas armadas internas, intentos secesionistas, grupos abocaos a derribar un gobierno legalmente constituido, etc.

La Defensa Nacional es ejercida por el gobierno mediante las Fuerzas Armadas, de Seguridad (policía de frontera y marítima) y Policiales, con los aportes del organismo nacional de inteligencia y, en su caso, de la información proporcionada por la red de Embajadas y Consulados propios en el exterior. La Defensa Nacional es una competencia que el Estado ejerce con exclusividad.

Hay Estados que consideran que su Defensa puede ser atendida por un cuerpo policial o una guardia nacional. Esta es una solución para países compuestos por islas o de tamaño y condición tal que la existencia de una fuerza defensiva más extensa no se justificaría por razones económicas y fiscales. El número de Estados que no cuentan con Fuerzas Armadas es muy escaso siendo estos de reducido tamaño, islas aisladas o rodeados de montañas y otros obstáculos defensivos formidables.

Las Fuerzas Armadas no sólo aportan una garantía a la existencia del país, sino que conforman un cuerpo disciplinado que presta auxilio en ocasiones de desastres naturales de todo tipo, participa en la formación de los jóvenes, ya sean voluntarios o conscriptos, en muchos casos han posibilitado la educación y capacitación técnica de sus integrantes, y en ocasiones han provisto el respaldo de las autoridades nacionales y locales frente a desordenes internos.

Es obvio que la Defensa significa resguardar y salvaguardar al Estado de los intereses de otros países y entidades extranjeras con pretensiones sobre el territorio, la población, los recursos naturales, y otros factores económicos, pero implica también la protección contra la penetración de formas de pensar o actuar contrarias a la cultura y tradiciones de la población.

No debe ser considerada la Defensa simplemente como una cuestión militar o de seguridad, sino que su influencia alcanza aspectos tan importantes como el desarrollo de determinadas áreas del país, el resguardo de sus recursos naturales, la salud pública, la educación, la cultura y otros aspectos de la nación. La pretensión de otro país sobre un territorio nacional ajeno despoblado o físicamente marginado o separado del resto puede tentar a su ocupación por parte de aquél o a ser explotado por agentes económicos inescrupulosos sin el efectivo control de la autoridad competente nacional. Se extiende además a la protección de ciudadanos amenazados por residentes extranjeros dentro de las fronteras del Estado y al resguardo contra las acciones de bandas armadas o criminales (narcotraficantes, contrabandistas, traficantes de personas, etc.), que corroen la dignidad y el bienestar de la población, su modo de vida y su desenvolvimiento económico.

Aun cuando algunas personas idealistas piensen lo contrario, ningún país serio puede descuidar su Defensa, la protección de sus fronteras y dejar de contar con información precisa para contrarrestar cualquier intento de actividad agresiva. Descuidar la Defensa Nacional es un ingenuo infantil de quienes confían en un idealismo absurdo como bien demostró la Gran Guerra de 1914-1918 y los muchos otros conflictos desde esa época. Pensar que «entidades supranacionales», como los organismos internacionales o regionales, correrán en su auxilio es equivalente a las maquinaciones de un demente. Cuando deciden actuar estos organismos rara vez han intervenido en forma inmediata y sí siempre después de la pérdida de centenares de vidas y de la destrucción de propiedades.

Otros consideran que al participar el Estado en organizaciones multilaterales y regionales, no existen razones para formular hipótesis de guerra. Esta es otra ilusión que no evita los conflictos y contribuye a la potencial destrucción del propio país. Las hipótesis de guerra no significan necesariamente que se busque un conflicto, sino que se esté preparado para enfrentarlo. Las hipótesis también pueden incluir los planes de cooperación de las fuerzas armadas de un país en auxilio de un vecino cuando azotan los desastres naturales o un vecino aliado que haya sido atacado por otro Estado. Un buen ejemplo fue la nutrida cooperación brindada por varios países cuando se hundió el submarino A.R.A. San Juan. Los ejemplos de este tipo de cooperación —hipótesis de cooperación podríamos llamarlos— son muy numerosos, especialmente en nuestra región.

Un buen estado de Defensa Nacional siempre dará seguridad a la Política Exterior del país y ayudará a disuadir a un potencial enemigo de entrar en conflicto.

Prosperidad Económica

La prosperidad económica de un Estado frente pasa necesariamente por el comercio y las inversiones.

En términos de la política exterior de un Estado, el comercio exterior se puede definir como el intercambio de bienes y servicios con otro país. Esto significa la salida de productos agropecuarios, manufacturas o servicios de nuestro país —las exportaciones— y la entrada de productos de otros países en el mercado propio —las importaciones—. En este sentido, la tasa de cambio entre la moneda nacional y las monedas más comunes del comercio internacional, esencialmente el dólar estadounidense y el euro, deben idealmente favorecer las exportaciones del país.

Desde la antigüedad hasta nuestros días, el comercio exterior ha sido de capital importancia en la economía permitiendo la venta del exceso de producción en otros mercados, el suministro de bienes escasos en la economía propia eliminando distorsiones del mercado por faltantes, ampliando la oferta de productos e introduciendo nuevos alimentos, manufacturas o servicios.

El comercio exterior puede acelerar el crecimiento de la economía ya sea por medio de las ventas como por la introducción de nuevos productos que eventualmente podrían ser cultivados o producidos en el país, reduciendo la dependencia de las importaciones y promoviendo nuevos productos para la exportación.

Las ventajas comparativas de un país facilitarán las exportaciones, la especialización en la producción y la formación de los trabajadores y el posicionamiento del Estado en el comercio internacional.

Las exportaciones permiten la entrada de divisas que pueden ser utilizadas para la adquisición de las importaciones o para acumular (reservas) para su uso en caso de necesitar cubrir la importación de alimentos, materias primas o manufacturas. Similarmente las divisas obtenidas pueden incrementar el respaldo de la moneda local.

El comercio internacional hace más prósperas las condiciones para el consumidor promoviendo la mejora de la calidad y la eficiencia de las empresas y ayuda a reducir los costos. Esta situación le permite al consumidor mayor libertad para elegir según sus preferencias de calidad y precio.

La competencia entre las empresas del país y las de otro resultará en una mayor competitividad promoviendo que las firmas nacionales desarrollen más adecuada tecnología, más ajustados procesos y eleven la calidad de la producción.

El comercio exterior también puede promover el crecimiento de los sectores agropecuario, industrial y comercial creando de esta forma mayores posibilidades de empleo, formación y especialización resultando en una mejora en el nivel de vida de la población.

El Estado debe promover el comercio exterior por las razones mencionadas, pero también debe procurar que no se cree una dependencia en uno o en pocos mercados lo que resultaría una seria desventaja para la economía y política exterior. También se debe procurar que el valor de las exportaciones de bienes y servicios supere el valor de las importaciones.

La situación ideal sería que el comercio exterior tenga mercados en distintos países y bloques económicos (Unión Europea, Mercosur, NAFTA, ASEAN, etc.), sin que ninguno o sea predominante. Esta relación permitiría poder mantener cierta independencia evitando presiones y la amenaza de pérdida de un mercado crítico para la economía del país, ya sea en términos de exportaciones cuanto de importaciones.

Muchas naciones mantienen estructuras dentro del gobierno para promocionar el comercio exterior, especialmente las exportaciones y establecen oficinas en el exterior que investigan la apertura de nuevos mercados, buscando compradores, tomando parte en ferias, exposiciones y competencias, y participando en licitaciones. Estas oficinas bien pueden formar parte de la estructura del Estado o ser mixtas contando con la colaboración de cámaras, asociaciones y empresas privadas que buscan mayores ventas para sus productos en un mercado más amplio que el propio. Este segundo esquema permitiría un menor costo de mantenimiento de la estructura, incluyendo las oficinas que se abrieran en el exterior, y evitaría que el Gobierno se involucre directamente en los asuntos comerciales de personas o empresas mientras que acompaña el comercio exterior para que se lleve a cabo dentro de los parámetros de los objetivos e intereses nacionales.

Esta oficina también debería realizar el seguimiento de las empresas involucradas en el comercio exterior promoviendo su participación o investigando casos de fraude y estafa tanto de exportadores como de las empresas extranjeras que suministran las importaciones a nuestro mercado, manteniendo un registro de las medidas paraarancelarias, sanitarias, legales, impositivas, etc., de los mercados adonde se dirigen las exportaciones, los medios de transporte disponibles, etc.

Otro aspecto de la Prosperidad Económica son las inversiones extranjeras en el país. De especial interés son las Inversiones Extranjeras Directas (IED), por las cuales empresas extranjeras establecen firmas subsidiarias en el exterior para promover la producción agropecuaria o industrial en un nuevo territorio. La IED también puede ser destinada al comercio interno.

Para lograr la Prosperidad Económica se debe asegurar que las inversiones extranjeras sean productivas y que resulten en la construcción o mejoramiento de fábricas, campos agrícolas, redes de distribución, etc. Preferentemente las inversiones buscarían solventar la demanda local y exportar el excedente que bien podría ser la principal razón de ser de la inversión. Las inversiones puramente dirigidas a satisfacer la demanda local, que por su puesto exportan las ganancias, siempre llegarán a agotar esa demanda sin generar una expansión por medio de las exportaciones. Las inversiones además deben asegurar el respeto por el medio ambiente produciendo una mínima contaminación según las normas locales, del país de origen y las recomendaciones internacionales.

Debe advertirse que en muchos casos las inversiones extranjeras consisten en la adquisición de una firma nacional afectada por problemas financieros, de tecnología o de «coyuntura». En este caso, aportando capital y tecnología, la firma extranjera vuelve a poner en marcha a la fábrica otrora nacional, logrando conquistar el espacio correspondiente en el mercado para llevarse las ganancias a la casa matriz[5].

Si el país que recibe las inversiones extranjeras se encuentra en vías de desarrollo, deberían incorporarse cláusulas sobre formación y capacitación del personal, como así también sobre el bienestar y la salud, en los acuerdos, promoviendo un mejor nivel de vida para los trabajadores. Con el tiempo esto resultará en una ventaja para la firma inversora al contar con personal entrenado por ellos mismos.

Para que las inversiones extranjeras sean un motor para el crecimiento, el Estado debe procurar que sean implantadas en zonas de menor desarrollo relativo, posibilitando mejoras en esas regiones del país y favoreciendo la creación de riqueza en áreas que no sean las desarrolladas o las más ricas del país. Como criterio general, las mismas deben estar situadas cerca de donde se obtienen las materias primas a ser transformadas, ya sean agropecuarias o minerales, posibilitando una mejor distribución de la riqueza y de la población. Esta distribución de las inversiones también tendría implicancias para el mejor desarrollo de las instituciones políticas del país ya que colaboraría para una mejor la distribución de la población y por ende de los representantes en el congreso o parlamento y reduciría la concentración de la población en unas pocas aglomeraciones urbanas.

Por otra parte, los Estados deberían procurar el establecimiento de «Empresas Conjuntas», también llamadas «Joint Ventures». Estas contarían con la participación de agentes económicos locales o inclusive del Estado Nacional o de los gobiernos municipales, departamentales o provinciales, asegurando la concreción de la inversión a nivel local y eventualmente de la distribución de las ganancias de las mismas a nivel local. Por otra parte, este mecanismo sería útil para mantener una presencia del Estado en el proyecto de inversión con el objeto de controlar y facilitar el accionar respecto de los objetivos e intereses nacionales, fomentar la educación y formación técnico-industrial, etc.

Debe procurarse que las inversiones no sean puramente especulativas buscando ventajas bancarias para irse al poco tiempo llevándose el capital invertido y los intereses devengados, resultando en una pérdida neta para el país y el sistema financiero. Esta forma de «inversión» ha sido muy aprovechada por los interesados en las ganancias propias, a saber, como ladrones o usureros quienes deben ser tratados como tales.

Claro está que el Estado no debe realizar acciones que ahuyenten las inversiones extranjeras por el vacío que pueden llegar a infligir a la economía nacional. La desaparición de empresas extranjeras puede resultar, especialmente si es repentina, en un mayor desempleo, la creación de un vacío de tecnología, la fuga de técnicos y científicos calificados, tanto propios como extranjeros, el retiro de importantes sumas de dinero, especialmente de divisas extranjeras, etc. Un clásico ejemplo fue la finalización de la cooperación económica y técnica entre la Unión Soviética y la República Popular China en 1958-60, al iniciarse la ruptura ideológica entre ambos países.

Una economía pujante con una amplia balanza comercial a favor, inversiones productivas, suficientes reservas sosteniendo la moneda nacional y un nivel de inflación manejable dan independencia a la política exterior de un Estado.

Proyección Global

La Proyección hacia el Exterior o Global de un Estado es el perfil que pretende mostrar hacia la comunidad internacional, teniendo en cuenta la constitución, valores, leyes, costumbres, tradiciones y “sentimientos” del pueblo. Es esencialmente la Política Exterior del Estado la que debe encarnar y hacer visibles, tanto a la ciudadanía como a los actores internacionales, el Interés Nacional y los Objetivos Nacionales[6].

Amadeo considera que el Interés Nacional no es un objetivo en sí, sino que corresponde a un supuesto esencial: «Cualquiera sea el objetivo que el Estado se trace debe estar basado en el interés nacional y todo lo que lo contradiga debe quedar terminantemente excluido»[7].

Los objetivos de la Política Exterior son «aquellas metas estables que los Estados se proponen alcanzar en el plano internacional y para cuyo logro emplean los procedimientos y se valen de los métodos propios de esa política». Su «elaboración es el fruto de la consciencia nacional a través de la historia, y en esa elaboración participan varias generaciones»[8].

A mayor complejidad, tamaño y riqueza del Estado, mayor será la necesidad de su integración en la comunidad internacional y el mantenimiento de una presencia activa en ese ámbito en distintas áreas que bien podrían resumirse en los siguientes niveles:

Político. Mantener buenas relaciones con los países vecinos y las potencias regionales y mundiales; buscar y mantener un espacio en los organismos regionales e internacionales para proyectarse y defender sus intereses nacionales

Económico-Comercial. Mantener relaciones con los organismos internacionales económicos, organizaciones del comercio y del desarrollo económico; asegurar el comercio exterior, especialmente las exportaciones «tradicionales” del país así como los productos novedosos abriendo nuevos mercados; promover las inversiones extranjeras al país y buscar oportunidades para las inversiones en el exterior de mutuo provecho.

Social. Lazos entre los inmigrantes y sus parientes en sus países de origen; intercambio turístico entre los países; relaciones creadas por el intercambio de académicos, estudiantes y funcionarios/oficiales militares; turismo cultural; aprendizaje de idiomas; intercambio de profesionales de distintos rubros.

Cultural. Diseminación de la Cultura Nacional, especialmente de la literatura, las expresiones plásticas y la música, sea esta popular o clásica; fomentar los teatros, museos y centros de exposiciones del país; promocionar las creaciones artísticas y a los intérpretes; promover el intercambio de académicos y estudiantes universitarios,

Científico-Tecnológico. Buscar el intercambio en las investigaciones científicas y técnicas; procurar los intercambios de estudiosos; protección de las investigaciones propias y de las patentes; promocionar las investigaciones científicas en el exterior.

Militar-Estratégico. La participación de las Fuerzas Armadas en operaciones de mantenimiento de la paz de los organismos internacionales y regionales; intercambio de oficiales con otros países, especialmente dentro de la misma región; participación en maniobras, estudios y simulacros con países amigos.

La Proyección Global presenta otra dimensión que es la visión que tienen los otros actores internacionales del país. Políticas cortoplacistas, interesadas, cambiantes o inestables no ayudan a presentar una imagen coherente y seria del Estado. Lo mismo puede decirse de las políticas seguidas internamente para con los foráneos e inmigrantes, el respeto por los derechos humanos, económicos y políticos, las inversiones extranjeras y otros factores que preocupan a la comunidad internacional. Se supone que el Estado es un actor racional que busca el interés nacional y las buenas relaciones con otros países[9].

Esta Proyección hacia el exterior requiere de una política de Estado que tenga en cuenta las cuatro dimensiones que hemos descripto y mire hacia el exterior para lo cual necesita de una Administración Pública y un Cuerpo Diplomático capacitados, profesionales y motivados con visión de conjunto hacia el futuro en un mundo cada vez más complejo. La claridad de esa Proyección Internacional se retroalimenta con las Políticas Internas impulsadas por el Interés Nacional

 

* Estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Sophia (Tokio, Japón), Relaciones Internacionales en la Universidad del Salvador y Economía en la Universidad de Deusto (Bilbao, España). Egresó del Instituto del Servicio Exterior de la Nación, ISEN (1984) y como Diplomático ha cumplido funciones como Cónsul en Bilbao, en la Embajada Argentina en la República Popular China y como Cónsul General en Guangzhou (R. P. China). En Cancillería fue Director de Documentación de Viaje dentro de la Dirección General de Asuntos Consulares y estuvo a cargo de la Representación Especial para Asuntos de Terrorismo. Se retiró del Servicio Exterior de la Nación como Ministro Plenipotenciario de Primera Clase en 2018.

 

Referencias

[1] Gerald Segal. “Chinese Foreign Policy”. En: Goodman, David y Segal, Gerald, China at Forty, Oxford: Oxford University Press, 1990.

[2] Amadeo, p.81.

[3] Gaudium et Spes -Constitución Pastoral-, 26

[4] Holsti, p. 84

[5] Speroni, Iris: El Cascabel al Gato

[6] Dougherty y Pfaltzgraff p 95

[7] Amadeo, p.147

[8] Amadeo, p.145-6

[9] Dougherty y Pfaltzgraff p 32

 

Bibliografía

Amadeo, Mario: Manual de Política Internacional. Buenos Aires: Abeledo-Perrot, 1978.

Dougherty, James A. y Pfaltzgraff, Robert L. Contending Theories of International Relations. Nueva York: Longman, 2001.

Giménez Morera, Antonio. Organización y Gestión del Comercio Internacional. Universidad Politécnica de Valencia, 2019.

Goodman, David y Segal, Gerald. China at Forty, Oxford: Oxford University Press, 1990.

Holsti, Kalevi J. International Politics: A framework for Analysis, Prentice-Hall, Englewoods, Nueva Jearsey, 1972.

Speroni, Iris. «El Cascabel al Gato». Restaurar, 18/01/2022, https://restaurarg.blogspot.com/2020/01/aumentar-la-inversion-quien-le-pone-el.html

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