Héctor Melitón Martínez*
Una de las funciones del politólogo es poder visualizar una probable evolución o progresión de la situación política y social de un país, región, provincia etc.
Para esto debe basar su apreciación en innumerables factores, y lo importante es saber elegir bien esos factores, para poder tener una dirección o sentido que sea lo más acertado posible. Esto no quiere decir hacer “futurología” ni tratar de adivinar como lo haría un mago con “la bola de cristal”. Se trata de ser realista, comparar situaciones fácticas, estableciendo similitudes y diferencias y ver los hechos en los países o regiones teniendo en cuenta que la historia no se repite, pero sí marca rumbos que se ven acotados por la cultura o idiosincrasia de las regiones que se estudian.
Tengamos en cuenta que en esta disciplina, la Ciencia Política, hay una parte que se dedica a la filosofía política, que se basa fundamentalmente en el deber ser. Otra que hace análisis y trabaja sobre los hechos reales que no siempre se ajustan al deber ser, como ideal del objeto de la política, que es el bien común, opuesto al bien particular o de sectores, hay que basarse en el realismo político, que se visualiza crudamente en un enfoque multidisciplinario de los hechos contemporáneos en distintos lugares del planeta.
Justamente en esta rama, el análisis, he leído varios artículos de conocidos periodistas, politólogos, sociólogos, que muestran una profunda insatisfacción de distintos pueblos hacia un sistema que cada vez deja menos conformes a las poblaciones por la inequidad que produce y el cercenamiento de expectativas y condiciones de vida y progreso.
Claro, cuando hablamos de sistemas es necesario que aclaremos algo más sobre este concepto, y a que nos referimos, en este caso, nos referimos a sistemas mediáticos tanto el tradicional como las actuales redes sociales electrónicas, con su participación activa en campañas e intentos de influir en cambios de opiniones. Sistema de globalización financiera que permite concentrar el poder en pocos y hace depender la política, con mayúscula, al mercado, y al sistema representativo profesionalizado que vacía de contenido la esencia de la democracia creando lo que Robert Michels denominó “La ley de Hierro de la Oligarquía” que en estos tiempos beneficia casi exclusivamente a la llamada clase política incluyendo a los empresarios amigos.
Es así que en este mar de incertidumbres y descontentos vemos al analista político y periodista Sergio Beresztein que el 17 de agosto del 2018 escribe en La Nación un artículo titulado “La Caída de la Cleptocracia puede dar lugar a líderes anti sistemas”. En este escrito, entre otras cosas dice que las redes que se forman al interior del estado, como con los sectores empresariales, persisten y cuando la corrupción queda al descubierto y adquiere gran visibilidad mediática a estos flagelos, generan y profundizan situaciones de ruptura de lealtades y generan recesión que afectan la gobernabilidad, en la que amplios sectores de la población sobre todo de clase media y media baja reaccionan con indignación y terminan apoyando soluciones extra sistémicas, que hacen surgir liderazgos como consecuencia de un vacío de poder, descreimiento, y una nueva frustración. Menciona varios ejemplos ya vividos en América Latina, como el de Fujimori en Perú ante el colapso de Alan García, Chávez en Venezuela luego de Andrés Pérez, El proceso de Brasil luego del fracaso y corrupción en que se vio involucrado el PT, tema que no ha sido cerrado pero que marca la preferencia de la gente por Bolsonaro, Menciona también el caso de Italia luego del Mani-Pulite y la situación actual Y hasta menciona el caso de EEUU y la elección de Trump.
Por último hace referencia a los cuadernos de la corrupción en nuestro país y el escándalo político-empresarial que esta investigación generó, reflexiona que la falta de transparencia, el intento de limitar la investigación judicial, afecta la confianza de la ciudadanía, y termina diciendo, tengamos cuidado que no pase como ocurrió en la llegada de los Kirchner en el 2001, el remedio puede ser peor que la enfermedad.
Zygmunt Bauman
Otro sociólogo de origen polaco, fallecido en enero del 2017, que también hace referencia a este malestar social en sus innumerables trabajos, si bien lo hace mirando Europa y en particular en Europa del Este, pero su referencia es al mundo occidental. Nos estamos refiriendo a Zygmunt Bauman, en especial su libro titulado “La Ceguera Moral” editada su traducción en el 2015 por la editorial Paidos. En este trabajo debate con Leonidas Donskis, profesor de política en la Universidad “Vytautas Magnus de Lituania”. Y el tema abordado se refiere y analizan la pérdida de sensibilidad en la “Modernidad Líquida”, esta ceguera moral la identifican a partir del concepto de “adiafora” como el hecho de situar ciertos actos o categorías de los seres humanos fuera del universo de evaluaciones y obligaciones morales, en el marco de una vida que dicta los ritmos por guerra de audiencias e ingreso de taquilla.
En su capítulo 2, “La Crisis de la Política en la búsqueda de un lenguaje de la sensibilidad”, los autores hacen mención de que tras la pérdida de fe en la solución que puedan plantear las administraciones gubernamentales, sean estas autocráticas o democráticas, la indignación está ahí, y se manifiesta saliendo a las calles y poniéndose en evidencia, remarcando los escándalos políticos, principios de anarquía, signos de hipocresía. Pareciera que la decepción de los ciudadanos ha llegado para quedarse largo tiempo, minando los cimientos de la responsabilidad comunitaria y la solidaridad social, la idea de justicia ha quedado comprometida. Todo esto ha contribuido a la falta de justicia social, la falta de vergüenza, la falta de condena jurídica y social y el incremento de la avaricia, y la creciente inequidad.
Esta situación socio-política, culturalmente ha adquirido cimientos sociales gracias a una nueva formación social: “El Precariado” (nombre derivado de la precariedad).
Esta formación social, “El Precariado” se acuñó para sustituir el anacrónico concepto de “Proletariado y Clase media”, ambos caducos.
Lo que caracteriza este Precariado, conjunto muy variado en su categoría cohesiva, es la condición de extrema desintegración, pulverización y atomización producto de la ineficiencia estatal, todos los precarios sufren y cada cual sufre solo.
Los niveles gubernamentales no tienen conciencia de la diferencia entre Poder (capacidad de hacer las cosas) y la Política (capacidad de decidir lo que hay que hacer) esto lleva a que al no poder unir estos parámetros, el poder y la política, avanzamos por separado y su divorcio merodea a la vuelta de la esquina. La gente percibe que el Estado no puede dar una respuesta mediata y decae la confianza.
Otro concepto que menciona Zygmunt Bauman en este trabajo, es el de “Interregno”, no es de él, pero lo rescata porque tiene mucha vigencia actual y había sido largamente olvidado. El “interregno se refiere a un espacio de tiempo, a una época en que se acumula una evidencia casi diaria de que las viejas y conocidas formas de hacer las cosas ya no funcionan, a la vez que sus sustitutos más eficaces aún no se han presentado o son demasiados precoces, volátiles e incipientes como para ser tenidos en cuenta.
Esta situación de interregno, es el marco donde se desarrolla el crecimiento de la decepción y frustración de los ciudadanos y como ya lo dice, ha llegado para quedarse largo tiempo.
Mi apreciación personal de que esto es así, lo vemos en los crecientes descontentos que percibimos en distintos puntos del mundo, muchos de ellos pareciera que son producto de un patrón hedonista que privilegia el dinero y el poder en detrimento de principios humanísticos, que valoren al ser humano y su condición de tal.
Es por este descreimiento que los ciudadanos de distintas naciones al verse decepcionados por esta falacia que le llaman sistema político, que como dijera Robert Michels y otros, solo beneficia a los poseedores del poder, buscan en grupos o personas anti sistema una solución a la crisis. Lo podemos ver en distintos Estados del mundo.
Lo más reciente y muy próximo a nuestro país es el caso de Brasil, donde el avance que coloca a Bolsonaro, como probable triunfador en la segunda vuelta,
El periodista Alberto Armendariz, en un artículo escrito en La Nación el 7 de octubre de este año, refleja que el candidato triunfante supo encausar la rabia, la desesperación, y el miedo del pueblo brasileño.
Hasta hace dos meses aún se creía que la intensa campaña por las redes sociales de éste candidato sería controlado en las urnas por la propia dinámica tradicional del sistema político brasileño, pero hasta los primeros resultados que colocan a Bolsonaro a un paso del palacio Planalto, luego que los muros de contención que podrían haber quedado de los partidos de centro se derrumbaron y la izquierda de la mano del PT se mostró, hasta ahora al menos, ineficiente para detener el avance del candidato de este Partido Social Liberal (PSL).
Suelen decir: “cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar”. Esto viene a cuenta porque en nuestro país dentro de un año hay elecciones presidenciales, y porque es palpable en estos días un sentimiento de frustración producto de que no se produjeron los cambios que la mayoría de los ciudadanos esperaban y que los que habían sido los gestores de los desgobiernos y actos de corrupción de la década anterior, no solo tienen inmunidad, sino que hasta existe la posibilidad que regresen al poder, por el fracaso de la actual gestión.
La estrategia de profundizar la “grieta”, como forma de acercar a una bipolaridad que beneficie al oficialismo, dividiendo la oposición, no la visualizo como válida, por la indignación de los ciudadanos, tanto de lo anterior como de lo actual. Siempre dicen que el estado de necesidad es la oportunidad para el surgimiento de nuevos liderazgos, o para el surgimiento de ideas que cambien esta perversa realidad.
Es difícil, con tanta anterioridad, tener bases mensurables desde lo empírico, pero si por comparación podemos tener una apreciación conceptual de la evolución de esta situación. Lo que sí podemos anticipar es que no es fácil la creación de una tercera alternativa que suplante lo viejo, anacrónico y degradado de esta forma de ejercer el poder, por su alto costo, y porque de existir esta alternativa podría ser mejor o peor a lo ya conocido.
* Profesor de Grado Universitario y Licenciado en Ciencia Política graduado en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Coronel (R) del Ejército Argentino.
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