Agustín Saavedra Weise*
Alexander von Humboldt (1769-1859)
El aristócrata germano Friedrich Wilhelm Heinrich Alexander von Humboldt vio la luz en Berlín (Prusia) el 14 de septiembre de 1769 y falleció el 6 de mayo de 1859, con casi 90 años de edad. Es conocido simplemente como Alexander von Humboldt, aunque hoy no muchos recuerdan quién fue ni qué hizo. Eso cambiará en pocos meses más. El célebre investigador será objeto de especiales homenajes que le rendirán las embajadas alemanas esparcidas por el mundo con motivo de cumplirse próximamente 250 años de su nacimiento. El gran Alexander von Humboldt recorrió buena parte de las Américas y es reconocido tanto como padre de la geografía moderna como de la ecología.
Humboldt realizó dos grandes expediciones en su vida. La primera fue hacia lo que hoy abarcan Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú. Luego siguió su periplo por Cuba y México entre 1799 y 1804. La segunda expedición fue hacia Rusia en 1829 y lo llevó hasta el Asia Central. Sin ninguna duda, los viajes por América fueron los más influyentes por su impacto en el propio Humboldt y la influencia mundial que alcanzaron. Junto con su compañero de viajes, el francés Aimé Bonpland (quien luego tuvo por sí mismo una larga trayectoria en Paraguay y Argentina), von Humboldt gestó un valiosísimo bagaje de elementos útiles para la ciencia en múltiples rubros. Además, von Humboldt tuvo encuentros importantes con líderes americanos de la época, en particular el entonces presidente de los recientemente independizados Estados Unidos y con Simón Bolívar, antes de que éste iniciara su gesta libertaria.
La inminencia del 250º aniversario reavivará el conocimiento y la figura genial de von Humboldt, otrora muy recordado, hoy no tanto. Se comenta que en 1869 —al cumplirse el centenario de su nacimiento— las festividades e inauguraciones de estatuas fueron múltiples a lo largo del globo, particularmente en Europa y en el hemisferio occidental. Hoy en 2019 los brillos de von Humboldt nos llegan mucho más atenuados, pero no por eso dejarán de ser inmortales. Él fue un naturalista notable. Se especializó en diversas áreas de la ciencia tales como antropología, física, zoología (especialmente en ornitología), climatología, oceanografía, astronomía, geografía, geología, botánica, etc. Era un pensador en grande y con mente multidisciplinaria, además de ser humanista de corazón y en la práctica.
Von Humboldt realizó su primer viaje formativo en 1790, el que lo llevó hacia Holanda e Inglaterra. Allí pensó en la posibilidad de ir hacia otros continentes. La revolución francesa contribuyó al fortalecimiento de sus ideas humanistas. Munido de una sólida formación universitaria y de una considerable herencia que le proporcionaba holgura económica, en los albores del Siglo XIX Alexander abandonó la carrera de funcionario público y decidió hacer realidad su ambición científica. Partió hacia América en 1799.
Humboldt terminó sus excursiones por el continente con una visita a Estados Unidos en 1804, donde fue huésped del presidente Thomas Jefferson, de suyo un apasionado de los estudios geográficos. Tuvieron muchas coincidencias, pero el tema de los esclavos negros era un muro infranqueable entre los dos. Alexander aborrecía la esclavitud, pese a su origen aristocrático. Por su lado, Jefferson, uno de los padres fundadores del nuevo país y autor del texto de la Declaración de la Independencia que afirmaba “todos los hombres eran creados iguales”, no sólo poseía esclavos sino que también reconocía la “importancia” de mantener la esclavitud para “sostener” el desarrollo económico. Humboldt denunció públicamente esta doble moral, resuelta mucho tiempo después en Washington. Recién el 6 de diciembre de 1865 —al finalizar la guerra de secesión estadounidense— mediante la Enmienda Constitucional XIII se prohibió definitivamente la esclavitud.
Como partidario de la igualdad humana, una vez independizadas las regiones bajo el dominio hispano, von Humboldt expresó: “Cabe elogiar muchísimo a la legislación de las nuevas repúblicas de la América española, que desde el principio se preocuparon por abolir la esclavitud”. Agregó: “Y mientras, en Norteamérica, los blancos crearon un país sólo para ellos, llevando el lastre de una vergonzosa esclavitud”.
De vuelta en Europa Humboldt comenzó la publicación de varios libros que relataban sus aventuras ante un público europeo fascinado por las riquezas naturales y culturales de Sudamérica. Al mismo tiempo que escribía sobre las maravillas de la naturaleza tropical de América y su riqueza cultural, Humboldt denunció siempre a la esclavitud y fue solidario con los pueblos indígenas.
La importancia de von Humboldt en nuestros días y para nuestro tiempo proviene de su capacidad para ver las interrelaciones entre el medio ambiente, la sociedad, la política y la economía. Fue el primer pensador occidental moderno en describir científicamente el planeta como un gigantesco organismo vivo, en el que seres humanos, plantas, animales, suelos y clima, se relacionan e influyen entre sí. La novedad de esta visión integral causó impacto en un mundo que todavía sustentaba modelos mecanicistas de pensamiento.
Charles Darwin se llevó varios libros de Humboldt durante su histórico viaje. Sin su sana influencia Darwin difícilmente habría escrito el “Origen de las especies”. Humboldt fue probablemente uno de los últimos pensadores globales de su tiempo. Utilizó su ductilidad mental para mostrar cómo se relacionan varios fenómenos diferentes entre sí por medio de un enfoque interdisciplinario. Al explorar algunas regiones sudamericanas, ya en esa época este notable científico alemán comenzó a entender la relación entre agricultura y cambio climático.
El progreso de la ciencia en el siglo XIX condujo inevitablemente a una creciente especialización y al relativo aislamiento de las diversas disciplinas científicas, lo que dificultó continuar con la visión planetaria que Humboldt tuvo. Esta situación persiste; la mayor dificultad que ahora se tiene es precisamente la de integrar los muchos conocimientos acumulados en una sola visión global.
Humboldt partió de un concepto científico innovador que en nuestros días es ampliamente aceptado y por eso se lo reconoce como el padre de la ciencia ambiental. Él desarrolló por primera vez una comprensión científica de los ecosistemas y demostró cómo todo lo que existe en el planeta está vinculado a través de múltiples relaciones. Una innovación relativamente pequeña de Humboldt la vemos cotidianamente: ningún informe meteorológico contemporáneo está completo sin un mapa que muestre las zonas de temperatura. Esta idea simple (pero poderosa) de agregar temperaturas —o lluvia, humedad o cualquier otra medida— y mostrarla gráficamente demuestra perfectamente el modo de pensamiento de von Humboldt, quien comprendió a nuestro planeta como un todo único compuesto de sistemas interconectados. Este es el núcleo de la visión intelectual de este hombre genial. Enfatizaba la interconexión de la naturaleza y de las diferentes formas de vida, estratificadas éstas en función del clima, la altitud u otros factores físicos.
Sería errado sí catalogar a von Humboldt únicamente como un ser de imagen global. Buena parte de su trabajo se basó además en muchas minúsculas mediciones. Era un generalista, pero penetraba profundamente en detalles cuando eso se requería. En este sentido, Humboldt fue un científico puro que utilizó la mejor tecnología del momento para medir lo que humanamente podía: temperatura, humedad, campo magnético, color del cielo, así sucesivamente. Y junto a esto estaban las observaciones de la roca y el suelo, el sabor del agua, hongos, insectos, plantas, animales y personas. Todo este conjunto se reunió en su mente para mostrar al mundo los muchos vínculos de mutua dependencia que se cruzan en el mundo natural, incluidas las dependencias humanas.
Humboldt se imbuía de sus viajes y experimentos, los hacía intensos en su interior y sabía narrarlos. Sus crónicas eran demandadas con avidez en Europa donde muchos jóvenes por el simple hecho de leerlas ya se imaginaban como exploradores. Eso le dio en su época inmensa popularidad. Finalmente y con felicidad para él, sus novedades científicas fueron reconfirmadas en el otro lado del mundo, cuando años después visitó el imperio ruso durante su última expedición.
Se ha dicho que visto en retrospectiva Humboldt se parece al hombre moderno; podría caber en este tercer milenio y sentirse cómodo. Al mismo tiempo, él fue absolutamente fundamental en su propio tiempo y en su propio lugar. Allá por 1830 ya enumeró la deforestación, el riego y las grandes masas de vapor y gas producidas por la industria, como problemas graves para el futuro del planeta. Hoy lidiamos con esos problemas. Las conferencias que cada tanto dictaba en su vida adulta y en su vejez le permitieron reunir ideas para su obra magna el “Cosmos”, en la que trabajó hasta su muerte. El genio de Alexander von Humboldt vive y vivirá siempre.
*Economista y politólogo. Fue Canciller de la República de Bolivia. Miembro del CEID y de la SAEEG.
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