Agustín Saavedra Weise*
Imagen de Robson Machado en Pixabay
Alaska, al noroeste de Canadá —en el extremo norte continental— es el estado más grande y más escasamente poblado de Estados Unidos. Se trata de una tierra de espacios abiertos, montañas y bosques con abundancia de vida silvestre. Su superficie es de 1.717.856 km2, bastante extensa, pero con sólo 750.000 habitantes, de los cuales, la mitad vive en la capital, Anchorage.
Estados Unidos le compró Alaska a Rusia (1867) por 7,2 millones de dólares estadounidenses, una ganga. El lugar pasó por varios cambios administrativos y fue admitido como el estado número 49 de la Unión en 1959. Alaska goza de ingentes recursos naturales, incluyendo abundantes hidrocarburos. Su clima es extremo, con un invierno muy largo y un ciclo primavera-verano corto.
Como expresó recientemente el New York Times: si Alaska se basa en el hielo ¿Qué sucede cuando el hielo no es confiable? Y para Alaska el hielo es vital. Sus habitantes están acostumbrados a los inviernos duros, dependen del frío para el transporte, la caza de subsistencia, la industria y hasta la recreación. Los ríos congelados conectan las aldeas rurales de la misma forma que las carreteras tradicionales conectan con el resto del país. Las principales rutas alaskeñas se han basado tradicionalmente en la dureza del hielo. De esa manera se cruzaban ríos o lagos lo suficientemente congelados como para que la espesa capa de hielo soporte sin problemas camiones de alto tonelaje y centenares de trineos (de perros y mecánicos) con abundante carga. Ya no más.
El calentamiento global producto del cambio climático está haciendo que la capa de hielo en Alaska sea cada vez más delgada. Luego de varios incidentes, autoridades estatales han decidido últimamente dejar de lado las rutas heladas de transporte y examinar —ahora que ha llegado la primavera— cómo se solucionará para la próxima temporada invernal la problemática planteada.
Aparte de esta situación tan perjudicial para su economía, por el mismo efecto del calentamiento, hay zonas que se están poniendo más verdes y otras marrones, un problema de la corteza terrestre en la tundra que los científicos tratan de descifrar. Para completar esta lista de calamidades, existe además la posibilidad de sufrir una invasión de insectos, algo antes ajeno en esa gélida región. Alaska es el estado de más rápido calentamiento en Estados Unidos.
Junto con el resto del Ártico se está calentando al doble de la tasa mundial, con temperaturas promedio de 2 a 5 grados más que hace 50 años. Y frente a tan álgido panorama Donald Trump sigue sin firmar el Acuerdo de París; aún no reconoce en plenitud los problemas climáticos que afectan a su propio país y nos afectan a todos en el planeta. ¡Increíble!
* Ex canciller, economista y politólogo.
Publicado por El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://www.eldeber.com.bo/opinion/Alaska-en-problemas-por-el-cambio-climatico-20190427-8289.html
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