Iris Speroni (gab: https://gab.com/Iris_Speroni)
Va a estar interesante el día que a los gobernadores, senadores, ministros de economía y de la producción de las provincias les caiga la ficha.
¿Cuánto nos cuesta la casta?
¿Cuánto nos cuesta la mala praxis de estos sujetos?
Hagamos algunas cuentas en el aire.
En términos económicos perdemos por flujo (PBI anual) y por stock (el valor de nuestro departamento o automóvil). En resumen, perdemos a diestra y siniestra.
Vamos a abrir un poco estos números.
Hace diez años que la Argentina no crece. O al menos crece menos que la población. Toda caída de PBI es dinero que cada uno de nosotros, los cuarenta y cinco millones de argentinos, no tenemos en nuestros bolsillos. Algunos más, otros menos, colectivamente somos más pobres y es mensurable.
El PBI per cápita del 2011 fue de US$ 12.849 por persona. Para mantener la producción per cápita, la misma debería crecer al mismo ritmo que la población. Sin embargo el PBI per cápita del 2020 fue de US$D 8693. Si dejamos de lado el 2020, por la pandemia y tomamos el 2019 (sin pandemia), el valor es de US$ 10.006. Un 20% menos que una década antes. Si hubiéramos mantenido el ingreso por habitante del año 2011, en la década hubiéramos producido unos US$ 255 mil millones más. En diez años perdimos casi dos tercios de un PBI por caída de la producción. Esto es, US$ 5600 menos por habitante. Si no queremos meter el 2020 en la cuenta, 67 mil millones de dólares menos en una década.
Esta caída se debe únicamente a la mala praxis del gobierno (uno y otro). No hubo shocks externos, caída del mercado inmobiliario de los Tigres Asiáticos, derrumbe de Wall Street (2008) o maxidevaluación del real (Brasil). No. 100% nuestros gobernantes.
Escribí varias notas sobre el robo por parte del gobierno central a las provincias que ronda los US$ 26.000.000.000 anuales. Es riqueza que producen los habitantes y empresas de las provincias y que el gobierno lo roba usando al BCRA como agente de recaudación. Un cobrador de impuestos paraestatal.
Argentina exporta el 90% del té que produce. De ese dinero, el gobierno central se lo roba a los misioneros para dárselo a los amigos, a quienes les vende a $ 103 lo que vale $ 180. ¿Quieren hablar del arroz? El BCRA le roba a correntinos, entrerrianos, formoseños, santafesinos y chaqueños el 50% del valor del arroz que exportan.
Esta semana fue al programa de Canosa el gobernador reelecto de Corrientes. Se quejaba, con justa razón, que la pobreza de Corrientes expele correntinos. Sostuvo que viven 1.600.000 en la provincia y otro millón fuera de ella, mayormente en Buenos Aires. Sostuvo que sus coprovincianos se van no porque lo deseen sino porque en su hogar no hay trabajo. Al gobernador le falta dar el salto conceptual de por qué no hay trabajo. Es fácil. Porque el gobierno central les quita la mitad de lo que producen.
Corrientes exportó US$ 586 millones en 2020 (INDEC). El gobierno central le robó 293 millones con el BCRA. Son US$ 260 per cápita (el INDEC dice que hay 1.122.000 habitantes). Son 187.000 pesos por familia.
Va a estar interesante el día que a los gobernadores, senadores, ministros de economía y de la producción de las provincias les caiga la ficha.
Hay un punto peor que éste, que ya es grave de por sí. Voy a ver si lo puedo explicar bien.
Todos (pyme, agropecuario, software, trabajadores) determinamos el volumen de nuestro trabajo/producción según el precio a cobrar. Si ir a trabajar me reporta menos que lo que gasto en colectivo, no voy. Me quedo vendiendo garrapiñada en mi barrio. Lo mismo sucede con los volúmenes de producción. Si el Banco Central me quita la mitad de la facturación y con lo que queda no cubro los costos, entonces no siembro, no desarrollo software, no exporto vino/cuero/zapatos, no fabrico, no transporto, no vendo. Por lo tanto, el gobierno cuando le dice a TODO el país que va a pagarle la mitad de su valor por sus productos, todos hacen cuentas. Así se determina un nuevo volumen de producción. Algunos continuarán a pérdida para no abandonar mercados (ej. las bodegas mendocinas), otros decidirán no cosechar (ej. peras de Río Negro), otros elegirán no expandirse (ej. arroz en Chaco y Formosa) o irse (ej. pequeñas producciones de arroz en Entre Ríos o empresas de software que se mudan a Uruguay), otros no reinvertir en lo suyo o abandonarán proyectos de diversificación. La consecuencia es siempre menor producción.
Pero nuestros gobernantes en su infinita mala praxis lo ignoran.
Cada vez que hay alguna crisis política y/o económica o problemas de reservas en el central, los precios de las propiedades caen. Esto es así porque las propiedades valen según el ingreso de las personas.
Si los gobernantes arruinan barrios a propósito (como periódicamente hacen) destruyen el valor inmobiliario del lugar.
Destruyeron el Microcentro, primero con una interminable obra de repavimentación de las calles (sacaron el asfalto para poner bloques de cemento), luego lo llenaron de lúmpenes que vendían droga a cielo abierto, luego con el lockdown de un año y medio. Consecuencia: los locales cerrados, las oficinas vacías. La desolación. Eso tiene traducción en dinero. Propiedades que no se alquilan. Propiedades invendibles. Edificios bellísimos de la belle époque que se van a venir abajo por falta de mantenimiento gracias a las expensas impagas. ¿Cuántos galpones sin alquilar hay hoy en la Argentina? ¿Cuántas plantas industriales? Eso es pérdida de patrimonio para decenas de miles de propietarios argentinos. Particularmente doloroso para el pequeño inversor que vive de sus alquileres. Ni hablemos de los alquileres caídos por la nueva ley de alquileres, asociados a una caída del 20% ó más del valor de la propiedad, por sobreoferta. Si sumamos la pérdida de valor de las millones de propiedades en todo el país, tenemos pérdidas multimillonarias.
Vamos a lo último. ¿Cómo es posible que nuestros abuelos y padres pudieran comprarse su vivienda y nosotros no podamos? No es que no se hacen viviendas en la Argentina. Sólo en la Ciudad de Buenos Aires se han hecho cientos de miles de viviendas en las villas 1-11-14, 31, 31 bis, 21, Rodrigo Bueno, y todas las que están linderas al FFCC. Todas estas edificaciones en el presente siglo. Viviendas donde los transas cobran suculentos alquileres. Pero hay un pequeño detalle: son propiedades sin escritura. No son propiedades vendibles en el mundo formal, porque no están en el Registro de la Propiedad. Por lo tanto, concluimos, sí se puede construir vivienda pero no en el mundo formal o no por los trabajadores formales.
Comprar una vivienda “legal” es otra cosa. Y hoy, el trabajador no puede acceder. Nuestros abuelos iban a vacacionar a Las Toninas por hotel sindical, tenían un Renault 4, y se hacían su casa en Wilde o Lanús Oeste. Hoy es imposible. Se trabaja en negro o como monotributista, el dinero que se gana se va en el colegio parroquial o la prepaga, no hay crédito hipotecario. Las automotrices no fabrican autos para los trabajadores (chau Renault 4, Fitito, Citröen 3cv).
Lo que se gana de sueldo, se deja la mitad en impuestos en el mostrador del almacén o supermercado. Comprar una vivienda implica 1,5% para la AFIP, sellos, más tasas en el Registro. Los sueldos son de US$ 300 ¿Cómo hace un trabajador para tener una propiedad, a pesar de que los terrenos estén baratos?
La única respuesta de estos heraldos de la mala praxis es “hacer viviendas sociales”, casas diminutas, horribles, sin persianas ni techos a dos aguas, mientras ellos viven en Puerto Madero o en countries. Gente horrible, que hace cosas horribles y desprecia a su pueblo.
Lo mismo sucede con las propiedades comerciales o industriales. Hoy un local inalquilable no vale nada. Depósitos, edificios para instalar fábricas están sobre ofertados. Cuando hay parálisis económica, el valor de la propiedad se resiente.
Ser propietario da libertad. Nada hace más libre a una persona que ser dueña de su techo, de su camioneta, de sus ahorros. Y acá está el peor efecto de la mala praxis de esta gente que pretende gobernarnos.
No hay que tenerles piedad.
* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).
Publicado originalmente en Restaurar.org http://restaurarg.blogspot.com/2021/09/el-costo-de-la-mala-praxis.html
Marcelo Javier de los Reyes* Los que ya tenemos varias décadas conocimos otra Argentina, muy…
Roberto Mansilla Blanco* «Morir matando». Así calificó el presidente de la Duma rusa, Viacheslav Volodin,…
César Augusto Lerena* El gobierno lleva adelante una política de desindustrialización y un proyecto aperturista;…
Salam Al Rabadi* La expansión de la influencia de las empresas transnacionales chinas a nivel…
Abraham Gómez R.* La ligazón oportunista y juego de intereses dinerarios con las empresas transnacionales…
César Augusto Lerena* Las Cuotas y Autorizaciones de Pesca son la principal herramienta que tiene…