Agustín Saavedra Weise*
Imagen de lauramba en Pixabay
La diplomacia es el brazo ejecutor de la política exterior de un país soberano en el ámbito internacional. Al incorporarse nuevos actores extra estatales la diplomacia se fue adaptando y mantuvo sus tres funciones esenciales: representar, negociar e informar. Esta última cobró mayor interés en los últimos años por la creciente necesidad de información política, económica, estratégica y particularmente tecnológica, dado que los líderes de la tecnología ejercen influencia planetaria.
La clásica división de la diplomacia es tripartita: diplomacia privada, pública y multinacional. La primera es la clásica, transita por las vías regulares de las cancillerías. La segunda —hoy muy común pero no siempre efectiva— es la diplomacia provocada por acciones o palabras directas de jefes de estado y de gobierno o sus respectivos cancilleres. Y finalmente, está la diplomacia parlamentaria o multilateral, la gestada ante organismos que congregan a muchos países.
Al margen de diversas especialidades creadas por cada estado en sus embajadas (agregados económicos, turísticos, energéticos, militares, culturales, etc.) ahora surge un tipo inédito de diplomacia: la representación al más alto nivel ante gigantes tecnológicos.
Quien ha dado el puntapié inicial es un pequeño y próspero país: Dinamarca. Según nos informa Adam Satariano del New York Times, Copenhague ya tiene un embajador frente a la industria tecnológica; dispone de representaciones en Silicon Valley (California, EEUU), en la propia capital dinamarquesa y en Beijing (China). Casper Klynge -diplomático de carrera- hoy funge como primer enviado extranjero ante la industria tecnológica del orbe.
Representa los intereses daneses en Facebook, Google, Amazon Apple, Microsoft y Yahoo, entre otros colosos del ramo; asevera que esos conglomerados tienen tanto o más poder que muchos gobiernos en el orbe, y no se equivoca. El enviado agrega que valores universales como instituciones, democracia, derechos humanos, están siendo desafiados por las nuevas tecnologías y quienes las generan han pasado a ser actores básicos de la política internacional. Este embajador tecnológico tiene un equipo de 11 personas, 7 en EEUU, 3 en Dinamarca y una en China. Su sede principal está en California, cerca de las oficinas centrales de varias mega compañías tecnológicas.
Las reacciones en Silicon Valley ante la presencia del danés han sido de desconfianza, mezclada con curiosidad y algo de cordialidad.
El columnista Satariano comenta también que Dinamarca fue criticada por poner empresas al mismo nivel de gobiernos soberanos, pero otros países ya están destinando recursos hacia la tecnología: Francia creó un embajador para asuntos digitales mientras Australia, Gran Bretaña y Alemania generan publicaciones alusivas. Pero Dinamarca es el único estado (hasta ahora) con un embajador exclusivo para la tecnología que ha sido enviado al extranjero. El ejemplo tal vez cunda, tal vez no; otros países podrían bastarse con agregados tecnológicos. Habrá que esperar, la diplomacia tiene su tiempo propio y los resultados no surgen de un día al otro, pero es un hecho que Dinamarca ha marcado una nueva tendencia.
*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG www.agustinsaavedraweise.com
Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, <https://www.eldeber.com.bo/opinion/Surge-la-nueva-diplomacia-tecnologica-20190914-9551.html>
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