Cristian Beltran*
Sarajevo, capital de Bosnia-Herzegovina, abril de 2008, desde el “Bascarsija”, el barrio tradicional de artesanos y comerciantes me dirigí en auto, atravesando el puente que cruza el río Miljaka, hacia “Grbavica” para encontrarme con uno de los hombres más controvertidos y fascinantes de la historia de la ciudad en los últimos 20 años, el General Jovan Divjak. A través de un laberinto de calles y edificios de apartamentos en plena reconstrucción, la historia reciente de la ciudad se iba desgranando a cada paso. Las huellas dejadas por los bombardeos y la metralla que disparaban los serbo-bosnios desde los montes que rodean la ciudad aún se percibían en las fachadas de las casas. Cerca de las 10 de la mañana arribe a una casona de dos pisos, donde me recibió una joven —había arreglado previamente una cita con el General ya retirado— y mientras intercambiaba unas palabras con la que parecía ser su asistente, se abrió una puerta y Jovan Divjak me invitó a pasar, sin ningún protocolo por parte de alguien tan importante como él, y me estrechó la mano. Nos sentamos alrededor de una mesa, junto con Zlatan, mi traductor, ya que el general no habla inglés, si francés; me contó acerca de las fotos que cuelgan sobre las paredes, muchas ellas alusivas a la guerra de los años ‘90, pero también otras que hablan de la importancia de este hombre en la historia de la ciudad, cientos de condecoraciones y premios de distintos gobiernos de Europa y de otras partes del mundo, pero ¿cómo entender esto?
Para esclarecer la influencia de su legado debemos remontarnos a la historia reciente de Bosnia-Herzegovina y en especial de su ciudad capital, Sarajevo, la llamada “Jerusalem de Europa”[1]. En abril de 1992, el parlamento bosnio, que debía decidir el futuro de un territorio multiétnico, un verdadero polvorín en las entrañas de los Balcanes, declaró la independencia del país; eso significaba salirse de un Estado ya en agonía, Yugoeslavia[2]. El “sí” lo dieron los bosnios-musulmanes (bosníacos), mayoría en Bosnia, con la oposición de los serbo-bosnios y las reticencias de los bosnio-croatas. No pasaron muchos días para que comienzara la guerra y el asedio a Sarajevo, los serbo-bosnios, con apoyo militar yugoeslavo atacaron la ciudad[3].
Durante los oscuros días de la guerra en donde la ciudad se convirtió en una “ratonera”, Divjak se convirtió en un símbolo de la resistencia y de la convivencia multiétnica de la ciudad. Nacido en Belgrado, capital de Serbia, en una familia de religión ortodoxa, la guerra lo encontró prestando servicios en Sarajevo, hasta entonces enrolado en el ejército yugoeslavo y como jefe de las fuerzas de Defensa Territorial. En los días previos a la guerra, Divjak robó armas y municiones de un depósito de armas yugoeslavo, por lo que fue encarcelado y posteriormente liberado; la acción tenía como objetivo armar al nuevo ejército bosnio. Dada su condición de nacido en Serbia el nuevo gobierno bosnio de mayoría musulmana desconfiaba de él, quitándole las principales responsabilidades en la conducción de la defensa. El General Divjak, como me comentaría en la charla, sabía el trasfondo político del asedio, la extinción de los musulmanes o su sometimiento y la creación de la “Gran Serbia”. En 1994, el asedio a Sarajevo produjo miles de víctimas, muchos niños y niñas entre ellos. En medio del fragor de la guerra, Divjak decidió fundar una ONG, “La Educación Construye Bosnia”, destinada a romper las barreras étnicas y el odio y dar refugio a los huérfanos que estaba dejando el conflicto. A través de su organización, que contaría con el apoyo de instituciones extranjeras y muchos gobiernos, el General Divjak se estaría convirtiendo en un hombre popular en la ciudad; mientras tanto, el ejército bosnio, compuesto en un setenta por ciento por musulmanes, seguía defendiendo la ciudad. En 1995 se firmaron los acuerdos de Dayton que establecieron la formación de un Estado bosnio con dos entidades, la República Serbia de Bosnia y la Federación bosnio-croata.
Después de tomar un café turco, Divjak me llevó hacia los montes que rodean la ciudad, avanzamos a través de un camino serpenteante, en los suburbios de Sarajevo; la nieve se acumula en las orillas de la estrecha ruta. Conversamos acerca de la estrategia de defensa, la presencia de mercenarios islámicos venidos de Medio Oriente y de la participación de los civiles en la defensa. Desde lo alto del monte, pude observar Sarajevo, mientras Divjak me conducía hacia una de las tantas trincheras, ya deterioradas por el tiempo, cavadas por el ejército bosnio; a pocos metros un bunker de cemento muestra los rastros de las metrallas, en lo que supo ser un bosque de pinos y coníferas, en el que hoy quedan unos pocos árboles, “el resto fue cortado para calentar los hogares en invierno” me dijo Divjak.
En mayo de 2011, regresé a Sarajevo, pero Divjak no estaba, desde marzo permanecía en Austria detenido y acusado de crímenes de guerra por un tribunal serbio. El cargo principal era la muerte de 42 soldados en 1992, durante las negociaciones de un cese al fuego en la capital bosnia. Después de unos meses y ante la presión internacional y la falta de pruebas, el General Divjak fue sobreseído y regresó triunfante Sarajevo en donde una multitud lo esperaba ansiosa.
Lamentablemente, en abril de 2021, el General Jovan Divjak, aquél que había decidido luchar por la civilización contra el genocidio hacia los musulmanes, el que se había ganado el respeto del pueblo bosnio y la confianza de los musulmanes a pesar de ser ortodoxo, fallecía en su Sarajevo querida. Divjak fue enterrado con honores, su féretro fue acompañado por una multitud, entre la que se encontraba una gran cantidad de ex combatientes y compañeros de armas. En mi memoria queda esa conversación que tuve con este hombre tan respetable, su sentido de humanidad y su lucha por una Bosnia-Herzegovina sin odios, sin rencores y en donde todas las etnias puedan convivir en paz.
* Licenciado en Historia por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Investigador free lance sobre asuntos balcánicos y del Cáucaso. Adscrito a la Cátedra de Historia Contemporánea (2011-2012) en la Escuela de Historia de la misma facultad. Docente dependiente del Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba. Miembro de la SAEEG.
Referencias
[1] Sarajevo ha sido desde hace siglo una ciudad multiétnica en la que conviven musulmanes de origen eslavo (convertidos al Islam a partir de la llegada del Imperio Otomano), ortodoxos, católicos y judíos.
[2] Hasta 1991, Yugoeslavia comprendía Croacia, Serbia, Eslovenia, Bosnia, Macedonia y Montenegro. Croatas y eslovenos fueron los primeros en abandonar la federación yugoeslava.
[3] El asedio a Sarajevo fue el más largo desde la Segunda Guerra Mundial. El cerco se levantaría recién durante los primeros días de 1996, una vez firmada la paz. 11 mil personas entre civiles y soldados perecieron durante la guerra, solo en Sarajevo.
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