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¿POR QUÉ PROTEGER LAS FRONTERAS?

Revista GNA*

En una de las fotos se muestra la frontera colapsada de Serbia-Hungría y en la otra, una insólitamente normal, donde apenas se observan unas marcas en el suelo que indican la frontera entre Holanda y Bélgica, lo que evidencia un elevado nivel cultural que produce envidia. Pero si no toman medidas, en 30 años algunas naciones podrían alcanzar una población extranjera similar a la de la nación que los ha cobijado.

Un ejemplo de la absorción de una cultura por otra es la ciudad francesa Marsella, ya que parece una ciudad de cualquier país árabe del África del norte. El gobierno de Holanda ha tomado serias medidas regulatorias para impedir la inmigración de países musulmanes. En la nueva legislación, los islamitas deberán obligatoriamente aprender el idioma holandés para poder ser residentes en su territorio. Esta medida ha sido posible aplicarse, ante el peligro inminente que la sociedad holandesa esté a punto de disgregarse en términos de identidad.

Es por eso, que el Gobierno ha desistido del modelo de la “sociedad multicultural”, tal como venía propiciando hasta el presente y que resultó un fracaso. Como los musulmanes se niegan a integrarse a la sociedad holandesa, el Gobierno les eliminó los subsidios especiales que tenían, prohibió los casamientos forzosos, así como la prohibición del uso de vestimentas que cubran todo el rostro, el velo, la burka y la hijab. En Argentina, numerosas y autorizadas voces se han expresado que no es razonable aceptar inmigrantes sin ninguna capacitación laboral, algunos analfabetos y/o que no hablan nuestro idioma. Eso nos lleva gastar recursos que no tenemos en atención en hospitales públicos o en mantener carreras universitarias a extranjeros. Esto no es discriminación, sino economía práctica.

Por los graves problemas que vendrán, antes que finalice este siglo numerosas naciones en Sudamérica tendrán alambradas de púas o muros en sus fronteras, incluso habrá hasta zonas minadas y de hecho ya ocurre. No corresponde hablar de xenofobia sino de autoprotección, hasta de supervivencia y quienes lo hagan primero tendrán más margen de seguridad.

 

* Artículo publicado en la Revista Tiempo GNA 75, diciembre de 2022.

 

ACTIVIDADES DE SERBIA EN LAS RELACIONES REGIONALES INTERESTATALES

Giancarlo Elia Valori*

Imagen de Igor Mitrovic en Pixabay 

Debido a toda una serie de circunstancias desfavorables que ocurrieron en el último período del siglo XX, la situación de Serbia en el campo internacional y la diplomacia es un verdadero punto muerto.

Si consideramos la enorme riqueza acumulada por Belgrado en los años de Tito y después de Tito (1945-1980, 1980-1991) dentro de los países afroasiáticos, latinoamericanos, en desarrollo y del Movimiento de Países No Alineados, nos damos cuenta de cómo la crisis de Kosovo, en primer lugar, ha disipado las simpatías internacionales y el apoyo de muchos de estos estados.

Desde la Guerra Fría, las tres “B”» fueron aquellas desde donde pasaban las soluciones a los problemas internacionales y donde los “servicios” llegaban a mediaciones, compromisos y acuerdos: Berlín, Belgrado y Bizancio (Estambul), con la socialista, pero “neutral”, Yugoslavia en el centro de los intereses del escenario. Sin embargo, el colapso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y la “inutilidad” de Yugoslavia para los Estados Unidos de América, comenzaron a mellar el prestigio yugoslavo acumulado durante décadas de paciente y agudo trabajo diplomático. Además, la crisis de Kosovo —manifestada en la independencia de este país, proclamada el 17 de febrero de 2008— ha visto, hasta la fecha, hasta 43 países afroasiáticos y latinoamericanos —así como Washington, Londres, París (estos tres presentes en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas), Roma, Berlín, etc.— apoyar la iniciativa de Prishtinë en detrimento de los intereses de Belgrado. No apoyan la independencia de Kosovo, entre los países de la Unión Europea (que ni siquiera encuentra unidad aquí): Chipre, Grecia, Rumania, Eslovaquia y España.

Si luego añadimos que Serbia cuenta con el apoyo de la actual “mala” Federación de Rusia y de la República Popular China, nos damos cuenta de que para la Unión Europea amorfa y de pensamiento correcto para el vagón de los Estados Unidos de América, Serbia es un elemento molesto y vergonzoso para dejar de lado. Así que Belgrado —a partir de los recuerdos pasados del equilibrio de las principales cuestiones de política exterior (1948-1989)— hoy apunta esencialmente a una visión de seguridad regional, ya que parece que las condiciones para la maniobra de política exterior global son cada vez menos favorables. Por otro lado, en los últimos años, a pesar de la complejidad de la posición de Serbia en la estructura de las relaciones en la región de los Balcanes, el Estado serbio ha logrado encontrar un cierto patrón de existencia e incluso obtener beneficios políticos y económicos frente a la agitación. Sin embargo, la historia pretende mostrar que el modelo de equilibrio serbio (también de la Serbia preyugoslava) tiene una cierta raíz de solidez.

A principios de 2022, con todas las reservas, el Estado serbio, principalmente en los esfuerzos económicos, actuó con confianza. Un cierto indicador es el hecho de que la deuda pública del gobierno serbio en 2020-2022 se mantuvo en el nivel del 51-53% del PIB, mientras que el promedio de los países de la zona del euro es del 98,3%. En general, Serbia logró resolver el problema de la autonomía, estabilizar la situación política interna a expensas de la centralización política, hacer frente al Covid-19 y posicionarse como un centro de comunicaciones regionales, y esto aseguró una afluencia de inversiones en infraestructura a gran escala y proyectos industriales.

Los costos de esta estrategia son la preservación del nivel promedio de salarios en Serbia, en comparación con los países vecinos de la región. Es inferior a Eslovenia, Croacia, Rumania y Bulgaria, pero superior a Montenegro, Bosnia y Herzegovina, Albania y Macedonia del Norte (hasta el 17 de junio de 2018: Antigua República Yugoslava de Macedonia).

Una circunstancia importante a destacar es la importante presencia de empresas alemanas en el país. Como señaló el presidente serbio Aleksandar Vučić en una conferencia de prensa, 77.000 ciudadanos serbios están empleados en empresas alemanas en Serbia (en 2014 había 17.000). Debe tenerse en cuenta que la participación de las exportaciones serbias a Alemania (alrededor de 2.740 millones de euros) reclama un estatus igual (42,1%) en la estructura del comercio bilateral (6.510 millones de euros), pero esto es más cierto para Italia (44%), Hungría (47,5%) y Polonia (44,3%).

Por lo tanto, desde un punto de vista económico, Serbia se siente muy cómoda en el sistema de relaciones económicas continentales, pero algunos estados europeos están poco interesados en la pérdida del mercado y las ubicaciones serbias.

Por otro lado, hay muchos puntos de presión sobre el liderazgo de Serbia. La decisión de la Corporación Fiat-Chrysler de trasladar parte de la producción de la ciudad de Kragujevac (Serbia central) a Eslovaquia ha provocado protestas de los trabajadores y una ola de demandas contra el Estado serbio, que posee el 33% de las acciones de la empresa. Al mismo tiempo, el liderazgo serbio todavía tiene derecho a contar con el atractivo de la inversión en su estado, ya que la salida de una empresa podría ser reemplazada por la llegada de empresas de Francia, Turquía u otros países interesados en las comunicaciones serbias y la mano de obra barata.

Cabe destacar que la primera conversación sobre la intención de Serbia de abandonar el gas ruso se remonta a 2015, pero solo ahora el problema se está volviendo serio. Sin embargo, hay dos aspectos que dificultan la limitación de los suministros rusos. El primer aspecto es que incluso en las condiciones actuales el precio del gas serbio (reexportado) será uno de los más bajos de Europa. El segundo aspecto está relacionado con el riesgo de que en configuraciones alternativas de transporte de gas, Serbia esté destinada a una posición periférica. Por otro lado, un aumento en el nivel de las negociaciones sobre el precio del gas y la aparición de demandas siempre nuevas indicarán dos cosas: o que Serbia finalmente se ha encontrado en nuevas configuraciones regionales «alternativas» con respecto al gas, o que los costos de la cooperación con Rusia han comenzado a superar los beneficios.

Vale la pena prestar atención a las declaraciones de junio de 2022 del primer ministro croata, Andrej Plenković, quien proclamó que «ahora no es el momento de sentarse en dos sillas» y Serbia «debe ser muy cuidadosa y decidir qué lado elegir y apoyar». Otro tema está relacionado con la literatura emergente sobre los derechos de la minoría nacional croata en Serbia, llevada a cabo por la Academia Croata de Ciencias y el partido gobernante de Croacia, la Unión Democrática Croata (Hrvatska demokratska zajednica). Por lo tanto, la cuestión de la adhesión de Serbia a la UE corre el riesgo de adquirir un nuevo problema, que debe combinarse con el de la controversia sobre el mencionado Kosovo: puede surgir la perspectiva de un veto croata sobre dicha entrada.

Refiriéndose a la posición de Croacia, cabe señalar que el tamaño del contingente croata en la misión de la KFOR (Fuerza de Kosovo) en Kosovo se ha multiplicado por 3,5 (de 40 a 150 personas); así que Zagreb está expandiendo su presencia en este punto nodal de la región. Esta decisión se tomó durante 2021, es decir, mucho antes de la escalada ucraniana y plantea preocupaciones sobre la situación en los Balcanes. La concentración de tropas extranjeras en las misiones EUFOR-Bosnia y Herzegovina (Operación Militar de la Unión Europea en Bosnia y Herzegovina) y la KFOR es una realidad con la que Belgrado tendrá que lidiar. Tenga en cuenta que estamos hablando de contingentes principalmente de países de Europa continental (Austria, Croacia, Alemania, Grecia, Italia, Polonia, Hungría), Turquía, así como el Reino Unido, que parece haber decidido dar marcha atrás en su decisión de 2019 de reducir la presencia de su ejército en la mencionada EUFOR-Bosnia y Herzegovina.

Podríamos decir que existe una clara probabilidad de un escenario de control directo contra Belgrado y los intereses serbios en la región. El problema es que esta acción dirigida solo multiplicará los problemas, y la obvia ausencia de su aliado Rusia de la mesa de negociaciones no garantizará un equilibrio entre las otras potencias interesadas en los temas fundamentales para una nueva reorganización regional.

No se puede descartar una situación extremadamente insidiosa, cuando los intentos bastante sinceros de integración europea por parte serbia se encontraran con un veto croata (u otro) y estimularán el crecimiento del euroescepticismo en el país. La paradoja radica en el hecho de que, sin sufrir un exceso de ilusiones europeas, los dirigentes serbios apoyan conscientemente iniciativas concretas de integración.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.

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TURQUÍA Y LOS BALCANES. OTOMANISMO POR OTROS MEDIOS.

Cristian Beltrán*

28 de junio de 1389, punto de inflexión en la historia de los pueblos balcánicos; las fuerzas otomanas de Murad derrotan a los serbios en el Campo de los Mirlos, Kosovo. Así se dio inicio a la conquista de los Balcanes. Griegos, búlgaros, albaneses, bosnios, montenegrinos, serbios y croatas cayeron bajo dominio otomano no sólo en los terrenos político y económico, sino también cultural y social, comenzaría así la islamización de los cristianos especialmente en Bosnia, Albania y el sur de Serbia. En ese entonces, la fuerza militar y la guerra decidieron la política exterior turcomana hacia Europa. Cinco siglos después, en el XIX, el Imperio Otomano empezaría su retirada de tierras balcánicas bajo el influjo de los levantamientos nacionalistas, hasta su derrota final en la I Guerra Mundial[1].

Sobre el despojo de ese imperio surgió la Turquía moderna y secular de Kemal Ataturk, el padre de la patria turca, más cercana a Europa, a pesar de su tradición islámica, que a Oriente Medio. Tanto es así que Turquía se convirtió en el principal socio político y aliado militar de Occidente durante la Guerra Fría como miembro de la OTAN. A partir de 1991 y tras la caída de la Unión Soviética y la consecuente expansión europea hacia el este, el espacio balcánico comenzó a cambiar. El comienzo del siglo XXI ha marcado un reacomodamiento de piezas en el tablero geopolítico de los Balcanes, la ampliación de la Unión Europea (en adelante UE) hacia la región se estancó con algunos de los estados ya como miembros plenos, Grecia y Croacia y otros en proceso de adhesión como Serbia, Montenegro, Albania o Macedonia. En el caso de Bosnia-Herzegovina, el estado más volátil de la región el proceso de incorporación sigue congelado.

En este contexto, el resurgimiento del poderío turco solo se puede entender a partir la anarquía reinante del sistema internacional caracterizado por disputas a escala global y regional con actores que van desde los EE.UU. hasta China pasando por Rusia, Alemania o Francia. En esta especie de río revuelto, Turquía comenzó a tomar protagonismo a través de una política más activa con su vecino inmediato, los Balcanes, aprovechando la inercia de Europa occidental con respecto a la región, el foco de los EE.UU puesto en Oriente Medio y en China y la posibilidad de ruptura política en Bosnia. La creciente influencia turca en los Balcanes se inició con la llegada de Recep Tayyip Erdoğan (Partido de la Justicia y el Desarrollo) al poder en 2014, como presidente[2]. La nueva concepción de la política exterior turca, hastiada de las interminables negociaciones entre Ankara y la UE para que Turquía acceda de una vez por todas a la comunidad, propició un giro de aquella y un salto del protagonismo turco en el espacio geopolítico circundante. De esta manera, Erdoğan definió a Turquía como un poder regional en ascenso capaz de intervenir como en asuntos internacionales que van desde la inversión financiera en obras hasta ser garante en procesos de paz. El gobierno de Ankara comenzó a prestar especial atención a lo que alguna vez fue el espacio geopolítico otomano, espacio de suma importancia ya que el eje Turquía-Balcanes es vital para el transporte de gas y petróleo desde el mar Caspio hacia Europa. Pero además, Turquía se ha convertido recientemente en un actor clave de la región en otro aspecto como es el de los refugiados de la guerra en Siria; el aluvión de desplazados se ha direccionado hacia Turquía como escala previa a los países de la UE a través de las rutas de Serbia, Bosnia o Albania, en este sentido, el gobierno de Ankara sabe de su importancia como escudo anti inmigratorio o en todo caso como «filtro» de los mismos para llegar al resto de Europa.

Desde esta nueva perspectiva, Turquía ha emprendido recientemente una política decididamente activa en todos los campos sin desprenderse de los lazos que aún tiene con la UE. Una de las causas es la necesidad del gobierno de Ankara de prestar apoyo a los casi 3.000.000 de musulmanes (en Bosnia, Serbia, Albania, Macedonia) que habitan la región y especialmente a los que sufrieron las consecuencias de las guerras en la ex Yugoeslavia. En este sentido Turquía ha iniciado conversaciones con Serbia, pieza clave en el tablero de ajedrez balcánico y cuya historia nacional se cimenta sobre el recuerdo de la guerra con los turcos como señalamos al comienzo, lo que ha significado un paso importante en la estabilidad regional. El gobierno de Ankara se ha presentado como una fuente de financiamiento externo, como señala el portal de noticias Euronews: «en los últimos años Turquía ha multiplicado su presencia en la zona, tanto política como económica. Ha financiado y participado en la construcción de la autopista que une Belgrado con Sarajevo. Tanto la Unión Europea como los países vecinos esperan que se complete este proyecto de transporte por carretera como señal de progreso en estos momentos de tensión»[3]; sino también como mediador en el conflicto entre Serbia y Kosovo, de mayoría musulmana, en este sentido como lo señala el propio Erdoğan en su visita a Serbia: «Hemos hablado durante mucho tiempo sobre temas importantes, sobre la estabilidad en la región. Hemos hablado sobre lo importante que es mantener la paz»[4].

«Bajo el proyecto de la Profundidad Estratégica (Stratejikl Derinlik) diseñado por Ahmet Davutoğlu (ministro de Asuntos Exteriores entre 2009 y 2014 y primer ministro de Turquía entre 2014 y 2016), Turquía debería convertirse en un actor regional y global de primer orden, para lo cual debería llevar una política de cero problemas en la que la mediación y la buena vecindad serían principios básicos. La base ideológica de esta nueva política se basaba en encontrar los rasgos comunes históricos, religiosos y culturales con los países vecinos y usarlos como una herramienta para profundizar en las relaciones. En esto la diplomacia pública jugó (y juega actualmente) un papel fundamental, ya que desde entonces los Balcanes, pero especialmente Bosnia y Albania, son considerados aliados naturales de Turquía por ser de mayoría musulmana y por su pasado otomano común»[5].

En este contexto Turquía está dispuesta a jugar un rol estratégico en su relación con los pueblos balcánicos y en especial con Bosnia-Herzegovina, en este sentido el presidente turco expreso en un reciento foro económico bosnio-turco que «Como la República de Türkiye, siempre hemos dado una peculiar importancia a las relaciones con Bosnia y Herzegovina. Nuestra política sobre este país siempre ha sido sincera, objetiva, inclusiva y unificadora. En esta geografía, donde los diferentes grupos étnicos y religiosos tienen que convivir, las divisiones étnicas y religiosas no producirán más que dolor y lágrimas…»[6]. Sin dudas que este creciente protagonismo de Turquía en su histórico espacio de interés va de la mano con el estancamiento de las negociaciones entre la UE y Ankara, y es esta situación la que le permite al gobierno turco aumentar su influencia en la región, como señalan Levaggi y Limia: «La “desilusión” del gobierno turco con Occidente no solamente se aplica a sus socios europeos, sino también a EE.UU. y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a la que se acusa de apoyar a enemigos que trabajan para “desestabilizar” el país. Como alternativa a su horizonte europeísta, han crecido las voces dentro y fuera del gobierno para explorar una opción “eurasianista”» mediante el fortalecimiento de los vínculos con Rusia y China»[7].

Cabe preguntarnos si los turcos aún están realmente interesados en ser miembros de la UE o en realidad ese contexto le permite erigirse como un actor de peso regional, con más ganancias que pérdidas, a pesar del discurso de su presidente que insta a la UE a que «se deshaga de inmediato de su ceguera estratégica» y haga avanzar el proceso de adhesión de Turquía al bloque en el marco de una «agenda positiva»[8]. Como señala Herrero de Castro, «Turquía se postula, y así debería ser visto, como un renovado y emergente poder regional que ha comenzado el proceso para recrear la hegemonía, la presencia e influencia regional que anormalmente había dejado de ostentar desde el final de la Primera Guerra Mundial. La pregunta no es, hacia dónde va Turquía, sino hasta dónde quiere llegar»[9].

 

* Licenciado en Historia por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Investigador free lance sobre asuntos balcánicos y del Cáucaso. Adscrito a la Cátedra de Historia Contemporánea (2011-2012) en la Escuela de Historia de la misma facultad. Docente dependiente del Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba. Miembro de la SAEEG.

 

Referencias

[1] La derrota del Imperio Otomano en la I Guerra Mundial determinó su desintegración territorial y política y el nacimiento de la República de Turquía.

[2] Tras haber dirigido el país como primer ministro durante 11 años, Erdoğan fue elegido presidente en primera vuelta en el verano de 2014. Luego de su elección, declaró que, como consecuencia de ello, «en los hechos, el régimen se volvió presidencial», algo que quedó refrendado por un referéndum en 2017.

[3] «El-presidente-turco-erdogan-promete-su-ayuda-a-serbia-para-promover-la-paz-en-los-balcanes». Euronews, 07/09/2022, https://es.euronews.com/2022/09/07/el-presidente-turco-erdogan-promete-su-ayuda-a-serbia-para-promover-la-paz-en-los-balcanes.

[4] Ídem.

[5] Ortega Sánchez, C. «Diplomacia Turca en los Balcanes». Geopol, 15/10/2022, https://geopol21.com/diplomacia-turca-en-los-balcanes/.

[6] «Erdogan-las-divisiones-etnicas-y-religiosas-no-produciran-mas-que-dolor-y-lagrimas». TRT, 07/092022, https://www.trt.net.tr/espanol/turkiye-1/2022/09/07/erdogan-las-divisiones-etnicas-y-religiosas-no-produciran-mas-que-dolor-y-lagrimas-1876669.

[7] González Levaggi, A, Limia, E. «El “outsider”: Turquía y la utopía europeísta». Nuso.org, Nº 270, julio – agosto 2017, https://nuso.org/articulo/el-outsider-turquia-y-la-utopia-europeista/.

[8] «Erdogan-las-divisiones-etnicas-y-religiosas-no-produciran-mas-que-dolor-y-lagrimas». Op. cit.

[9] Herrero de Castro, R. «La emergencia de Turquía como potencia regional». Real Instituto Elcano, 23/01/2008, https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/la-emergencia-de-turquia-como-potencia-regional-ari/.

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