Iris Speroni*
En una palabra: seducir.
Varias veces escuché decir, por lo general a gente con estudios y bien intencionada, que el problema de la Argentina es la Educación, con mayúscula, como un ente abstracto y autoportante. Error ya que su forma, alcance y contenido son decididos desde el poder.
Si queremos educar a nuestro gusto, para el engrandecimiento de la Nación y la felicidad del Pueblo, tenemos primero, como nos sugirió la ex-presidente y actual vicepresidente, formar un partido y ganar las elecciones. Como comprobó Donald Trump (y Juan Domingo Perón y Matteo Salvini tantos otros antes que él), muchas veces ganar las elecciones no alcanza.
Sugerí en varias oportunidades que hay que empezar a diseñar qué educación necesitamos en caso de que ganemos el poder. Estamos hoy lejos de ese punto. Muy lejos.
Propuestas de columnistas de Restaurar:
Una aclaración respecto al secundario. Así como está (desde Alfonsín a hoy) es una estafa. Para las familias, que gastan dinero en el púber/adolescente que igual queda borrico; para los alumnos que salen sin las herramientas mínimas para ganarse el sustento. Por eso aplaudo la decisión del 50% de ellos (números pre-cuarentena y pre suspensión de clase por parte de las autoridades) de abandonar. Los niños no quieren ser cómplices del fraude. Ni darles de comer a toda una organización de bribones conformada por autoridades de los ministerios de Educación y de las escuelas, profesores, consejeros escolares y sindicalistas, más los que cobran del BID y BM[1]. Todas las estrategias para “retener” alumnos, no tienen por objeto enseñarles algo sino que no baje la nómina de inscriptos, variable que se utiliza para definir los presupuestos. Fue descripto con crudeza en la serie “The Wire”.
Frente a ello una opción de sentido común es que la primaria sea de excelencia y que los niños salgan con todos los conocimientos imprescindibles (“obligatorios”); tras lo cual brindar la opción de escuelas de oficios, de tal manera que a partir de los 16 años los adolescentes tengan serias oportunidades laborales bien pagas. Pero eso será cuando gobernemos. ¿Ahora? Ahora ENDURO.
Algunas personas del complejo y variado mundo rural sostuvieron estar preocupados por la mala prensa del sector y por la incomprensión de sus tareas por parte de la población urbana. Ensayaron varias estrategias para morigerar o combatir esta situación, con resultados flacos hasta el momento.
En el espíritu de encontrar el camino vía prueba y error, va esta propuesta modesta para empezar de chiquito a mayor.
Propuse en su momento que la educación futura —el día que seamos gobierno— tenga que incluir educación rural para el 100% de la población (una mini exposición a los contenidos de las escuelas agrarias). Probablemente quincenal o semanal. Que desde chicos todos los habitantes, aunque vivan en un departamento de dos ambientes en el centro de Buenos Aires, de Córdoba Capital o de Rosario, o vivan en una casa de un barrio de Gregorio de Laferrère, vayan periódicamente a recibir instrucción de los ciclos de la vida domesticados por el hombre, en el campo argentino.
Ver el proceso de cultivo y la preparación de los suelos. Aprender a cuidar animales. Tener en brazos un cabrito o un corderito, darle de comer a las gallinas. Fascinarse con las máquinas enormes, subirse a una cosechadora. Se busca la construcción de recuerdos felices e imborrables. Los ingredientes son i) ingresar a un mundo, en algunos casos desconocido para ellos, ii) sol, árboles, verde, extensión, diversión, iii) ponerse en una posición de cuidador y dador, que genera satisfacción y autoestima, iv) abundante y buena comida. Esto último es imprescindible. La comida fija los recuerdos en el cerebro como nada lo hace (pregúntenle a @TodosGronchos que es un experto en temas comunicacionales).
Esperar a los niños con abundante desayuno con mate de leche y tostadas con dulce de leche y manteca; mediodía asado y flan casero; tarde con pasta frola y pastelitos. Lo más importante: la cajita feliz con dulce, miel, pan casero, queso más algún muñequito alusivo. Algo para llevar a los hermanitos y tener la excusa para contar su día al resto del entorno más un memento. Los niños más grandes con el tiempo podrán aprender a ordeñar, hacer quesos y dulces, etc. Paso a paso.
Para algunos de ustedes parecerá una tontería. Ahora imaginen un niño que vive en un barrio complicado, en Quilmes o en Barracas o en las afueras de Rosario, con el papá preso, el hermano mayor drogón, la mamá que trabaja de lo que puede, y duermen cuatro hermanitos en una pieza y el muchacho o muchacha en cuestión comparte colchón con un hermanito. ¿Ustedes creen que muchos niños comen asado asiduamente? Éste día debe quedar como sinónimo de una ventana a la felicidad, un recuerdo de cariño y atención que la/lo acompañe toda la vida. Tender una mano a un futuro distinto y mejor.
¿A esa persona quién le va a imponer en el futuro algún prejuicio?
Esta idea es para aplicar a la totalidad del sistema cuando seamos gobierno. Hoy es una quimera.
¿Qué se puede hacer? Casos piloto.
Para no entorpecer el día a día de las escuelas agrarias (que no están preparadas para recibir contingentes), tratar las visitas de los colegios como “excursiones” a lugares ad-hoc. Apuntar a un día al año para cada grado. Al menos una vez en la vida. Eventualmente preparar como sedes algunos campos que se alquilen para tal fin o las sedes de las SRA’s de las localidades que puedan recibir a los grupos, armar un asado y tener animales variados para que los niños conozcan y acaricien. Eventualmente (sé que es muy complicado) que tengan contacto con caballos. Todo esto requiere buenas medidas de seguridad y seguros contratados.
Probablemente los colegios públicos de algunas provincias no puedan participar del proyecto por negativa de las autoridades, más si está el oficialismo, como es el caso de provincia de Buenos Aires. Entonces empezar por colegios parroquiales que no se opondrán, por el contrario facilitarán la puesta a punto.
Imaginen niños de Quilmes que vuelvan contentos y le cuenten a los hermanos y a los padres y a los vecinos. Ése es un verdadero nexo entre campo y ciudad.
Una vez aceitado el mecanismo, para incluir a los niños que coexisten en un sistema hostil, preparar excursiones para los fines de semana, de tal forma que puedan concurrir niños de colegios públicos. Mostrarles lo que es una jineteada. Mostrarles un desfile de algún centro tradicionalista. Que vean, anhelen, disfruten y se llenen la panza.
Las visitas anuales a la exposición de la SRA sirven; pero requieren un adulto que desee llevar a los niños. Quedan afuera aquellos que los padres: a) no tienen plata para el colectivo, b) no tienen tiempo, c) tienen prejuicios ideológicos, d) les gustaría pero creen que no es un lugar para ellos —la extrema pobreza plantea también barreras mentales—. Al tratar el tema con la escuela —o con los “referentes” del barrio, se incluyen a esos niños también. Que es el objetivo.
En una palabra: seducir. Empezar con uno o dos casos hasta que se gane confianza. No es barato, en particular si no se logra financiación oficial (que sería lo ideal). Pero, si sale bien, es una inversión a largo plazo que puede pagar mejor que muchas otras.
Todo sea por la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Nación.
FIN
Advertencia:
¡A no dejar que los pingüinos ganen de mano!
* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).
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Nota
[1] Me van a salir con ejemplos individuales. Ciertamente mi categorización no incluye al 100% de los casos. Existen personas que reman en el dulce de leche. A esos pocos: mis respetos.
Artículo publicado originalmente el 11/12/2021 en Restaurar.org, http://restaurarg.blogspot.com/2021/12/lazos-campo-ciudad.html
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