Editorial El Deber
El 4 de julio de 1776 las trece colonias inglesas de Norteamérica decidieron ser independientes y formaron una república federal que llamaron Estados Unidos de América. En septiembre de 1787 —ya liberado del dominio colonial— el flamante país se dio una Constitución, notable documento válido hasta hoy, con el agregado de varias enmiendas.
Con el tiempo y como es sabido, EEUU se transformó en una gran potencia y ganó territorios mediante adquisiciones, guerras y conquistas. Aunque convertido en adalid de la libertad y en foco de referencia mundial, arrastra hasta hoy algunos temas muy conflictivos que aún esperan solución definitiva.
De partida, EEUU nació con un pecado original, al haberse dispuesto en el preámbulo constitucional que “todos los hombres son creados iguales”, al mismo tiempo que se mantenía el odioso sistema de la esclavitud de los afroamericanos, arrastrados a la fuerza hacia el nuevo continente desde 1619 para ser usados como mano de obra barata en tareas agrícolas y serviles, al mismo tiempo que en líneas generales soportaban un trato cruel e inhumano. Recién en 1865 —luego de concluir la guerra civil entre el norte liberador y el sur esclavista— se terminó formalmente con la vil esclavitud, pero sus injusticias y segregaciones continuaron por mucho tiempo más, algunas de ellas inclusive hasta nuestros días.
El otro problema de EEUU —desde antes inclusive de su independencia— fue el tratamiento de los pueblos indígenas originarios. Desde un principio se crearon roces entre los colonos que llegaban con sus familias y los nativos del lugar. Poco a poco se los fue aniquilando o trasladando hacia lugares más alejados; también con estos pueblos se produjeron enormes injusticias, les quitaron sus tierras y se ejercieron crueldades que los propios intelectuales estadounidenses están ahora dedicados a comprobar e investigar. Es más, se calcula que de 15 millones de originarios que poblaban Norteamérica en el siglo XVII, solo quedaron un par de cientos de miles al comenzar el pasado Siglo XX.
Mientras EEUU construía una sociedad moderna, dinámica y formalmente democrática, arrastró situaciones racistas que cada tanto provocan erupciones sociales. La última de ellas ha sido la ocurrida luego de la muerte del afroamericano George Floyd por exceso de fuerza policial. El incidente provocó grandes marchas, destrucción de monumentos y una buena cuota de vandalismo.
A todo esto, en noviembre 3 tendrán lugar las elecciones presidenciales; Donald Trump tendrá la oportunidad de ser reelecto o en su lugar tal vez gane la presidencia el candidato demócrata Joe Biden, quien ya fue vicepresidente de Barack Obama. La situación es difícil, máxime si a las tensiones del momento agregamos los temas de la pandemia, las recurrentes crisis con China y la dramática caída de la actividad económica y del empleo —como consecuencia del Covid-19— a niveles que han superado la gran depresión de 1929.
Un panorama crítico, en verdad. Empero, EEUU ha atravesado difíciles momentos durante sus 244 años de vida y siempre superó problemas mediante entendimientos constructivos. Confiamos en que el gran país del norte así lo logre también esta vez y que las cosas se normalicen, para aliviar tensiones y seguir el camino productivo de una nación multicultural de 330 millones de habitantes, ejemplo para muchos y envidiada por otros. Al noble pueblo estadounidense le deseamos lo mejor en este día, al mismo tiempo que hacemos votos por una pronta conciliación de sus divergencias. El mundo libre necesitará siempre como respaldo a los Estados Unidos ante potenciales terroristas y dictadores megalómanos.
Tomado de El deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/188606_estados-unidos-y-su-complicado-244o-aniversario
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