Categories: CARRERA ESPACIAL

LA CARRERA ESPACIAL DE LOS MULTIMILLONARIOS

Isabel Stanganelli*

REUTERS / Joe Skipper

Un hito en la Guerra Fría fue llegar a la Luna. Pero a partir de ese momento y salvo en contadas ocasiones la edad de oro de la National Aeronautics and Space Agency (NASA) comenzó a declinar. En 1984 estaba en profunda crisis. El gobierno había ordenado a la Agencia desarrollar un nuevo tipo de estación espacial para competir con los soviéticos y sus Salyut. Los informes de inteligencia occidentales aseguraban que los rusos estaban construyendo una gran estación espacial —la Mir— que dejaría en ridículo a su Skylab. Pero los planes para construir el Skylab II ya habían sido abandonados, debido a que los Estados Unidos no podían desarrollar un cohete lo suficientemente poderoso como para poner en órbita un objeto tan grande: desde que lanzaron el último Saturno V habían dejado de fabricarlos. Y esa falencia fue, desde entonces, uno de los mayores obstáculos para la exploración espacial estadounidense.

Enterados del fracasado intento soviético de construir la Mir II, varios ingenieros de la NASA ofrecieron a Moscú construir una estación espacial conjunta. El Congreso de los Estados Unidos aprobó la idea y ordenó a la NASA cooperar para la construcción de una estación espacial conjunta con Rusia, la Shuttle-Mir. Pero fue notable el poco interés que la NASA dio a la misión.

Aun así su sucesora, la Estación Espacial Internacional (EEI), fue desde 1999 un laboratorio de investigación orbitando a 400 Kms de altura, comúnmente habitado por seis tripulantes y algún turista multimillonario ocasional. Con un total de 420 toneladas de módulos, máquinas y paneles solares acoplados, la EEI es una empresa conjunta de 16 países, símbolo de la unión de esfuerzos que en varias ocasiones fue considerada para acceder al premio Nobel de la Paz. Pero la crisis política iniciada entre Estados Unidos y la Federación de Rusia como consecuencia de los eventos en  Ucrania, en 2014, la alcanzó.

Puesto que la EEI es parte de un consorcio de varios países, cualquier decisión requiere que todos estén de acuerdo. Estados Unidos aportaba dinero y —mientras pudo— contribuía con los trasbordadores, Rusia puso siempre los cohetes. Las partes necesarias de la estación fueron fabricadas en iguales términos por Estados Unidos y Rusia, así como por otras naciones del consorcio.

El desequilibrio se inició cuando Estados Unidos puso fin a su programa de trasbordadores en 2011, en parte como consecuencia de la catástrofe del Challenger, quedando la EEI completamente dependiente de los cohetes rusos.

Pero no solo la EEI. Los trasbordadores habían prestado grandes servicios a Estados Unidos, además de los relacionados con la EEI. El primer gran telescopio espacial, el Hubble —de 11 toneladas— había sido colocado en órbita el 25 de abril de 1990 a bordo de la misión número 31 del trasbordador espacial Discovery.

Cuando en 2009 la NASA comenzó a jugar todas sus cartas en el más importante telescopio espacial jamás construido, el James Webb, el obstáculo más grande, como en el caso de la EEI, fue la falta de trasbordadores nacionales. No sirve de mucho un telescopio espacial si no puede ser puesto en órbita. Además había otros contratos dependientes de la provisión de cohetes.

En cuanto al cohete ruso el Proton o RD-180, es producido exclusivamente para la exportación a clientes en Estados Unidos por Energomash de Rusia, una subsidiaria de propiedad estatal Energia Rocket y Space Corporation, que también es propietaria de Sea Launch, una de las empresas afectada por restricciones en la licencia de exportación. Estos motores se utilizan para alimentar la primera etapa del cohete Atlas V, el caballo de batalla de la flota de lanzamiento de Estados Unidos, que con frecuencia es usado por la fuerza aérea, la oficina nacional de reconocimiento para poner en órbita cargas de la NASA.

Aunque Estados Unidos contaba con reserva de motores RD-180 era vulnerable a la potencial prohibición rusa de sus exportaciones. Los motores de fabricación estadounidense eran muy inferiores a sus homólogos rusos y aunque Rusia señaló que no tenía intención de detener las exportaciones del RD-180, subrayó que la decisión dependía de las acciones de Estados Unidos. Si Rusia prohibía las exportaciones del RD-180, golpearía los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos.

El peligro proviene del impacto que tendrán las restricciones de licencia para dos empresas conjuntas Estados Unidos-Rusia, responsables de vender lanzamientos comerciales en el mercado internacional: a) International Launch Services (ILS), con sede en Reston, Virginia y b) el ya mencionado Sea Launch, entonces con sede en Long Beach, California. Ambas se encargaban de vender lanzamientos comerciales de los cohetes Proton de Rusia y los ligeros Zenit de Ucrania.

El gobierno estadounidense restringió la emisión de nuevas licencias de exportación. Los proveedores de lanzamiento de Estados Unidos —como United Launch Alliance (ULA) y SpaceX— han reservado completamente los horarios de lanzamiento para los próximos años y probablemente Estados Unidos no tendrá la capacidad de producción para satisfacer un aumento en la demanda.

Con respecto a las empresas de lanzamiento:

  1. Mientras ILS, que vende lanzamientos comerciales del Proton-M, anunció que no hubo modificaciones en su diagrama de lanzamiento, intentaba llegar a los principales responsables del gobierno con el fin de informar la importancia del Protón para los Estados Unidos y el mercado de satélites comerciales internacionales.
  2. Sea Launch, por otro lado, es significativamente más vulnerable. Desde su creación, en 1995, como una empresa conjunta entre Energia de Rusia, Boeing de Estados Unidos y empresas de Noruega y Ucrania. Sea Launch —registrada en Grand Cayman— ha lanzado con éxito su cohete ucraniano Zenit-3SL desde su plataforma flotante en el Ecuador. El primer cohete fue lanzado en marzo 1999[1]. Ante rumores de bancarrota, la rusa Energia anunció en 2010 que adquiriría 85% de las acciones de la empresa y anunció que a principios de 2011 habría lanzamientos desde Baikonur y que los lanzamientos desde el mar se retomarían en septiembre de ese año.

La crisis de 2014 obligó a reducir personal de Sea Launch y suspender las operaciones de las plataformas flotantes Commander y Odyssey para reducir costos hasta fines de 2015[2]. En septiembre de 2016, el Grupo ruso S7, propietario de S7 Airlines, anunció la compra de Sea Launch. Las plataformas Commander y Odyssey llegaron al astillero Slavyanka de Rusia en marzo de 2020 provenientes del puerto Long Beach, California.

Aunque el cohete Zenit 3SL es fabricado por Ucrania, el 70% de sus componentes provienen de Energia en Moscú.

Compañía participante

Origen

Participación inicial

(1995 a 2010)

Luego de la declaración de bancarrota.

(2010 a 2018)

Contribución

Energia

 Rusia

     25%

       95%

3ª etapa del cohete Zenit-

Boeing Commercial Space

 EEUU

     40%

       2.5%

Integración del sistema, gabinetes de carga útil, protección del satélite durante el lanzamiento)

Aker Solutions

 Noruega

     20%

       2.5%

Plataforma de lanzamiento (Ocean Odyssey) y buque de comando (Sea Launch Commander)

SDO Yuzhnoye / PO Yuzhmash

Ucrania

     15%

       0%

Etapas 1 y 2 del cohete Zenit

En los primeros años del nuevo milenio Rusia tenía prácticamente monopolizadas todas las actividades de lanzamiento. Por su parte la Unión Europea estaba desarrollando los Ariane: Rusia ofrecía un cohete barato, Francia uno fiable. En ambos casos Estados Unidos se estaba quedando fuera del negocio de las cargas comerciales.

Surgieron muchas ideas para solucionar esta crisis en particular.

La más obvia era seguir utilizando los cohetes Protón que la NASA compraba habitualmente a Rusia, pero tras el enfrentamiento político entre ambas naciones desde febrero 2014, esto era un riesgo y una opción no deseada por Estados Unidos. El Protón era el potente lanzador soviético sin tripulación heredado por Rusia, empleado para situar en órbita los componentes rusos de la Estación Espacial Internacional, satélites de comunicaciones y de otro tipo. La última versión del cohete se produce en el Centro Espacial Estatal de Producción e Investigación Jrúnichev en Moscú.

Los Ariane 5, franceses, eran otra opción, la más desagradable para la NASA pero la única viable si quería poner su telescopio James Webb en órbita. La Agencia Espacial Europea (ESA) tiene un promedio de accidentes de 1 en 50. Pero que sea un cohete francés desalienta a los Estados Unidos y constituye una victoria sin igual para Francia. No pasa lo mismo con Rusia, pues siempre los Estados Unidos la reconocieron como rival. Con Francia el ego nacional se resiente. Sin embargo la NASA tuvo que elegir esta última opción. La fecha para el lanzamiento del James Webb sería el 31 de octubre 2021, desde la base Kourou en la Guayana francesa y será responsabilidad de la NASA, de la ESA y de la Agencia Espacial Canadiense.

Pero surgieron otras opciones, provenientes de empresas privadas, dirigidas por empresarios multimillonarios. Una era SpaceX, de Elon Musk, —cuyos cohetes ya abastecían a la NASA—, pero respecto del ya mencionado telescopio James Webb éste era tan irremplazable que la misma SpaceX se negaba a enfrentar el riesgo de ponerlo en órbita. Ya nos referiremos a esta empresa.

Pero no todo es SpaceX. Blue Origin poco a poco desarrolló sus cohetes en esta particular carrera espacial del sector privado. La compañía de Jeff Bezos ha realizado en las últimas horas con éxito su séptimo viaje de ida y vuelta al espacio para el cohete New Shepard. Este cohete es el más avanzado de la compañía y si bien aún está en pruebas, aspira a llevar personas al espacio y (especialmente) traerlos de vuelta[3]. Jeff Bezos, propietario de Amazon, percibió la gran dependencia de la NASA de los motores rusos y consideró rentable posicionarse como fabricante nacional. En septiembre del año 2000 fundó Blue Origin Company para construir cohetes comerciales norteamericanos. Pero le costó entrar al reducido mercado aeroespacial debido a la competencia directa de SpaceX y a la baratura de los motores rusos. Cuando en 2007 Amazon revolucionó el mundo al introducir el Kindle —dispositivo electrónico que permite leer libros en pdf— Bezos se hizo más rico e invirtió en cohetes buscando revolucionar el envío de cargas comerciales poniéndola en la órbita terrestre. En 2014 Blue Origin surgió como proveedor de motores de cohetes para el principal operador de sistema de lanzamiento estadounidense United Launch Alliance (ULA). El 23 de noviembre de 2015 el cohete New Shepard alcanzó los 100,5 kms de altura cruzando oficialmente la frontera del espacio y volvió a la Tierra aterrizando de la misma forma que despegó, abaratando así los costos de enviar cargas al espacio y de descartar partes durante la travesía, como ocurría con los Apolo. Ese año Blue Origin había anunciado planes para fabricar y volar su propio vehículo de lanzamiento orbital, conocido como el New Glenn[4]. En mayo de 2019, Jeff Bezos dio a conocer los planes para un “alunizador” conocido como Blue Moon, que estaría listo para 2024. El 30 de abril de 2020, el Equipo Nacional de Blue Origin, que incluye a Lockheed Martin, Northrop Grumman y Draper, recibió US$ 579 millones para desarrollar un sistema de aterrizaje humano integrado como parte del programa Artemis de la NASA para retornar humanos a la Luna. En octubre 2020 realizó su 7º vuelo —a 4 kms de altura— utilizando la misma cápsula y llevando a bordo cargas útiles que incluyen tecnologías de laboratorio espacial, postales, semillas y múltiples cargas útiles para la NASA, incluyendo pruebas para futuras tecnologías de aterrizaje lunar en apoyo del mencionado programa Artemis. Cabe mencionar que en 2012, el Programa de Tripulación Comercial de la NASA lanzó una licitación para trasladar tripulación a la EEI en 2017, pero Blue Origin no se presentó. Un posible usuario compartido en el plan nacional de Blue Origin fue ULA. Y el complejo resultó entregado a SpaceX para uso exclusivo de sus misiones tripuladas, no sin objeciones de Blue Origin. La NASA seleccionó la propuesta de SpaceX desde entonces y por 20 años con ULA. De todos modos en septiembre de 2018, se anunció que el motor BE-4 de Blue Origin había sido seleccionado por ULA para proporcionar motores de cohetes para el Vulcan y reemplazar al RD-180 ruso que actualmente alimenta el Atlas 5 de ULA.

De momento Blue Origin ha enviado cargas útiles de la NASA, de la Universidad John Hopkins, del Instituto de Investigación Southwest, de la Universidad de Florida y otras. Entre las más relevantes hay alunizajes de herramientas y sensores para la NASA que ayudarán a finalmente llevar a astronautas y científicos. Hasta el momento, el objetivo de Blue Origin es poder llevar a turistas al espacio para que experimenten microgravedad y realizar misiones para otras organizaciones o empresas.

Durante la Guerra Fría se evaluaba otra alternativa: si en lugar de despegar desde tierra el cohete lo hacía desde un avión en movimiento, el despegue requeriría menos energía. Pero la idea cayó en el olvido hasta que la Virgin Galactic —una de las 360 empresas del Virgin Group— de Sir Richard Brandson, magnate británico de la industria discográfica que se propuso crear una aerolínea que realizara viajes diarios alrededor de la Tierra y luego una estación espacial/hotel en órbita que él construiría y donde sus clientes podrían pasar una semana en gravedad cero. Apoyado en su fama y su dinero fundó esta compañía y su hermana gemela la The Spaceship Company. Para financiar ambas ofreció 100 pasajes a la órbita terrestre por el módico precio de US$ 200.000 cuando la nave experimental estuviera operativa. Los 100 viajes se agotaron casi de inmediato, Brandson recaudó los fondos necesarios y comenzó a construir su nave. La primera catástrofe de la pequeña empresa se debió a un fallo del motor de cohete, tragedia en la que murió uno de los dos pilotos de prueba —el otro estaba en tierra—, la empresa se quedó sin naves operativas para seguir haciendo pruebas y Brandson anunció que construiría un nuevo prototipo. En febrero de 2019 y ya repuesta, Virgin Galactic preparó con la entrenadora jefe de astronautas Beth Moses, otra prueba de vuelo realizada en octubre de 2020 desde Nuevo México con dos pilotos de prueba a bordo. La compañía de turismo espacial SpaceShipTwo planea otro con cuatro “especialistas de misión” dentro de la cabina. Si ambos vuelos tienen éxito, Virgin Galactic espera llevar al fundador, Sir Richard Branson, en el primer trimestre de 2021, hecho que marcará el comienzo del servicio de turismo comercial de la compañía. A pesar de trasponer el límite espacial, a diferencia del anterior, el objetivo de esta compañía está relacionado con emprendimientos turísticos.

Pero ya es momento de ocuparnos de SpaceX, una de las múltiples y exitosas empresas de Elon Musk, dedicada a la cohetería, con la que lanzó proyectos de la NASA y además entre 400 y 800 satélites propios con el objetivo de crear una red mundial de provisión de internet de alta velocidad para proveer a lugares poco conectados de la Tierra, a barcos y aviones. Una noche de febrero de 2020 sorprendió al mundo una hilera de luces, el “tren de satélites Starlink” de Elon Musk. Se trataba de 60 de ellos, parte de una red que ya suma 700 y contará con unos 40 mil artefactos que se lanzarán en tandas de 60 cada dos semanas.

Hay rumores que entonces el costo del servicio rondará los US$ 150… Posiblemente no sea tan caro para Estados Unidos…

Pero con certeza se ha alzado la voz de los astrónomos: la luz emitida por esta red obstaculiza estudios que realizan desde observatorios terrestres. Y en la medida que se densifique la red, los estudios astronómicos dependerán más de las sondas espaciales.

 

* Doctora en Geografía/Geopolítica, Magíster en RRII. Investigadora y miembro de la Comisión Directiva del Centro de Investigaciones Geográficas UNLP. Profesora de grado y posgrado de la Universidad Nacional de La Plata, Universidad Nacional de Río Negro, Universidad del Salvador. Invitada por Bridas Co. para realizar estudios sobre petróleo en Turkmenistán y Azerbaijan. Secretaria académica de la SAEEG. isabelstanganelli@yahoo.com.ar

 

Referencias

[1] “Sea Launch primed to make history”. BBC News, 24/03/1999 [consulta: 28/06/2016].

[2] “Sea Launch On The Sales Block?” Satnews, 03/12/2015, <http://www.satnews.com/story.php?number=25117559>, [consulta: 08/12/2015].

[3] “Así despega y aterriza con éxito New Shepard, el cohete de Blue Origin con el que Jeff Bezos quiere enviar turistas al espacio”. Xataka, 13/10/2020,  <https://www.xataka.com/espacio/asi-despega-aterriza-exito-new-shepard-cohete-blue-origin-que-jeff-bezos-quiere-enviar-turistas-al-espacio>, [consulta: 08/11/2020].

[4] Bezos designa a sus naves con apellidos de astronautas.

 

 

[4] Bezos designa a sus naves con apellidos de astronautas.

©2020-saeeg®

 

SAEEG

Recent Posts

¿POR QUÉ LOS LÍDERES EMPRESARIALES TAMBIÉN DEBEN LEER FICCIÓN?

Ignacio Monje* Cuando pensamos en libros para líderes, solemos imaginar títulos de autoayuda, principios de…

3 días ago

EL CFP (LA CASTA FEDERAL PESQUERA)

César Augusto Lerena* El Consejo Federal Pesquero (CFP) y sus miembros ―según el presidente de…

1 semana ago

LOS DILEMAS DE UCRANIA TRAS LA CRISIS SIRIA

Roberto Mansilla Blanco* Como sucede con todo acontecimiento que genera efectos tectónicos en la política…

1 semana ago

MADURO EN EL ESPEJO DE BASHAR

Roberto Mansilla Blanco* Tras la súbita e inesperada caída del régimen de Bashar al Asad…

2 semanas ago

SIRIA Y EL «ATLANTISMO»

Roberto Mansilla Blanco* La caída del régimen de Bashar al Asad en Siria tras la…

2 semanas ago

EL CONSEJO FEDERAL PESQUERO ES INCOMPETENTE PARA AUTORIZAR LA INVESTIGACIÓN EN AGUAS ARGENTINAS DEL BUQUE BRITÁNICO JAMES COOK

César Augusto Lerena* Quienes seguimos de cerca las cuestiones que ocurren en el Atlántico Suroccidental…

3 semanas ago