Omar Tejada Pérez*
Ayer recibí con alegría la invitación para escribir algo sobre los 200 años de la independencia de mi país. Yo no soy historiador sino simplemente un ciudadano que ha tenido la suerte de caminar mucho y de conocer algunos lugares. Así que, sentado frente a mi ordenador desde las faldas del nevado Huascarán, déjenme contarles un poco lo que está en mi mente…y en mi corazón.
Yo nací en Lima hace 46 años y, a los pocos meses, mis padres me llevaron a vivir a Huancayo, a unas 6 horas de viaje en auto hacia el este de la ciudad capital en el departamento de Junín. En mi mente guardo recuerdos de los años que viví en esta linda ciudad. Recuerdo como corría los domingos en la feria callejera donde siempre se realizaba un pasacalle de danzantes de la Chonguinada[1] que me dejaban siempre atónito con los colores de sus trajes y sus elegantes movimientos sin yo siquiera imaginarme la riqueza cultural e histórica de dicho baile. También recuerdo como, fuera donde fuera, podía ver el nevado Huaytapallana el cual, con su imponente pico de nieve a más de 5.500 msnm, dominaba el valle del rio Mantaro con una majestuosidad tal que, en mi mente inocente de niño, se comparaba a una coliflor arrebozada, convirtiéndose este en uno de los platos favoritos que me ha acompañado toda mi vida y al cual le sigo llamando con el nombre del nevado… Huaytapallana.
Huancayo marcó mucho mi vida, y viví allí hasta los 6 años de edad cuando regresamos a Lima y yo recién empecé a conocer la ciudad que me vio nacer y en la que he vivido la mayor cantidad de tiempo. Lima es inmensa, llena de gente que ha venido de muchos sitios. Como muchas de las capitales del mundo es muy diversa y cosmopolita y alberga a un tercio de toda la población peruana. Es un lugar impresionante, es un desierto bañado por las aguas del océano Pacifico y flanqueado por las alturas de la cordillera de los andes. Tiene unas playas muy lindas y unos barrios donde se confunde la arquitectura colonial con la modernidad de una gran ciudad.
Luego de terminar mis estudios escolares en Lima, ingresé a la Escuela Naval y a un mundo de viajes que me llevarían a conocer muchos de los puertos principales de la costa peruana. Chimbote, siempre fue un lugar donde podía caminar y disfrutar del aroma del pescado y mariscos frescos que este puerto me ofrecía. Salaverry significa inolvidables momentos en Huanchaco, una de las playas más famosas de la costa norte donde se puede apreciar a los Caballitos de Totora surcando las olas como precursores del surf, y la belleza de la ciudad de Trujillo donde solía disfrutar del mejor seco de cordero que haya probado en mi vida. Paita, pequeña ciudad de pescadores artesanales donde en 1834 nació uno de los héroes más grande del país, el Almirante Miguel Grau Seminario, notable marino de clase mundial y precursor del Derecho Internacional Humanitario. Talara, puerto con una larga historia relacionada al petróleo y rodeado de muchas de las más famosas playas del país donde se puede disfrutar de un calor tropical todo el año. Matarani, el principal puerto del departamento de Arequipa donde, luego de un corto viaje por tierra, podemos disfrutar de un riquísimo rocoto relleno mientras visitamos el Cañón del Colca, uno de los más profundos del mundo, y vemos como el majestuoso cóndor andino despliega sus alas para surcar sus aires.
Además de conocer la costa, la vida me ha llevado a sitios como Huaraz, desde donde les escribo hoy, y donde todos los días me levanto con la vista de la cordillera blanca, un conjunto de nevados, lagunas y paisajes de ensueño. Hace 20 años, pude recorrer gran parte de este paradisiaco lugar caminando durante 12 días por diversos sitios. Conocí la laguna de Llanganuco[2], pude hacer cumbre en el nevado de Vallunarraju[3] e hice rafting en el Rio Santa. Definitivamente una experiencia inolvidable.
Por si fuera poco, en todo este andar, no puedo dejar de mencionar los 4 años que he caminado por la selva amazónica, un lugar rico e infinitamente diverso en flora y fauna. Iquitos, la ciudad más grande a orillas del rio Amazonas, me dio muchos amigos y me hizo conectarme con la naturaleza de una forma que nunca imaginé. Convivir en medio de esta biodiversidad y sentirme parte de ella, hizo que entendiera mejor muchas cosas en la vida. Pucallpa, en la selva alta, me confirmó que aún no conocía nada y que faltaba mucho por caminar. Aquí encontré más personas auténticas que te entregaban todo sin pedir nada a cambio, regalándome momentos llenos de alegría y conexión con otro tipo de geografía, de cultura y de costumbres. Y si hablamos de comida, en la selva encontré unos manjares que jamás pensé probar en mi vida: chicharrón de lagarto, piraña a la parrilla, estofado de majas, mono asado, suri frito (y no frito también), etcétera.
Definitivamente necesitaría más de cien hojas para contarles mis caminatas por Macchu Picchu, la montaña de 7 colores[4], las Chulpas de Sillustani[5], el Lago Titicaca, los manglares de Tumbes, Jauja, y ni qué decir del Museo Larco Herrera, de la ciudadela de Chan Chan, del Museo de sitio de Pachacamac, del Puerto de Chicama, de mis navegaciones por el Amazonas, de Chincha, de la ciudad de Pisco, del Cusco, de playa Paraíso, del inshicapi, de los chifas, de la humisha, de la yunza, del cuy, del masato, del ceviche, del ají de gallina, del Pisco Sour, del lomo saltado, del pulpo a la parrilla, del Chilcano, y muchas cosas más.
Y es que el Perú es un país tan diverso que uno puede encontrar 47 lenguas[6], 38 tipos de climas[7], más de 50 variedades de maíz[8], más de 3.500 tipos de papas[9], más de 1.800 especies de aves[10]… y así un sinnúmero de cosas que podrían describir a este país como un verdadero “Catálogo del Mundo”[11].
Pero todas estas riquezas culturales, naturales, gastronómicas y turísticas no representarían nada si no fuera por la pujanza y el trabajo de los pobladores de este país; muchos originarios del lugar y otros migrantes que echaron raíces en esta tierra y la aprendieron a amar. Hoy, el Perú cumple 200 años de independencia, pero muchos más de nacimiento a través de los cuales ha sabido cohesionar toda esa diversidad para formar un país lleno de misterios, de secretos y también de esperanzas. Hoy podemos decir que el Perú es un país libre hace 200 años, pero un país grande hace muchos más. Hoy, al escribir estas líneas, puedo decir que yo… ¡me llamo Perú!
*Oficial de la Marina de Guerra del Perú en situación de retiro. Magister en Estudios de Seguridad Internacional por la Universidad de Leicester en el Reino Unido.
Referencias
[1] https://rpp.pe/peru/actualidad/chonguinada-la-danza-que-nacio-como-burla-noticia-602246
[2] https://www.peru.travel/es/atractivos/laguna-chinancocha-llanganuco
[3] https://andeanrajuexpeditions.com/escalada/ascenso-al-nevado-vallunaraju/
[4] https://www.bbc.com/mundo/noticias-44217233
[5] https://www.perurail.com/es/blog/chullpas-de-sillustani-el-misterioso-cementerio-de-puno/
[6] http://www.minedu.gob.pe/n/noticia.php?id=42914
[8] https://agraria.pe/noticias/peru-posee–mas-de-50-variedades-de-maiz-1589
[10] https://www.go2peru.com/spa/observacion_aves.htm
[11] https://www.youtube.com/watch?v=NKEKszshzpc
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