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LA LLAMADA UNIÓN EUROPEA

Giancarlo Elia Valori*

Imagen de Mediamodifier en Pixabay

La Enciclopedia Treccani afirma que PIIGS, acrónimo acuñado por la prensa económica anglosajona desde 2007, indicaba los cinco Estados miembros de la Unión Europea considerados económicamente más débiles, a saber, Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España. Debido a la precariedad de las cuentas públicas, la escasa competitividad de las economías nacionales y los altos niveles de desempleo, los PIIGS luchaban por pagar sus elevadas deudas soberanas y, en consecuencia, corrían el riesgo de salir de la zona euro y contribuir a profundizar la crisis económica internacional que comenzó en 2008. En primer lugar, es extraño ver de dónde vino el sermón: se planteó la preocupación por una crisis en la Unión Europea, temida por las mismas personas que la exacerbaron con Brexit.

Volviendo al acrónimo, fue considerado ofensivo por muchos observadores portugueses, italianos, griegos y españoles, y también de otros países: “pigs” en inglés significa literalmente los animales, pero también es una palabra despectiva, un insulto. La segunda cosa extraña es que el epíteto “cerdos” no nos fue dado a nosotros pobres miserables y razas inferiores por los estadounidenses, rusos o chinos, sino que vino precisamente de dentro de la UE, es decir, de un cuerpo compuesto por funcionarios que desempeñan un papel principal tanto por censo como por autoestima racial, no elegidos por los pueblos europeos.

Más tarde las cosas empeoraron aún más ya que, desde 2010, el acrónimo PIIGS ha sido parcialmente reemplazado por su anagrama GIPSI que, aparte de la “y” final reemplazada por la “i”, es igualmente despectivo como en inglés “gipsy” significa nómade, vagabundo en el peor y más racista sentido de la palabra. La mencionada “y” final reemplazada por la “i” significaba Irlanda: podemos recordar la Gran Hambruna irlandesa (1845-1849) que, causada por la política económica británica, resultó en la muerte de un millón de ciudadanos y la emigración de otras tantas personas.

Considerando que el desprecio y, por consiguiente, el racismo se derivan especialmente de los detalles lingüísticos, ¿cómo es posible confiar en un tipo de organización que sólo es buena para expresar el peor pacifismo, es decir, la que no se equipa con un ejército, precisamente para no tener influencia en la toma de decisiones en la política internacional y los asuntos exteriores para evitar la guerra dentro de sus fronteras pero, que exporta armas para que los conflictos tengan lugar en otros lugares? Por el momento me limito a subrayar este aspecto, que es el más grave.

A veces me preguntan si la llamada Unión Europea logrará un continente federado basado en el modelo estadounidense. ¡Respondo negativamente! El modelo estadounidense nació de un proyecto unitario de colonias sometidas a una patria vejatoria, a saber, Inglaterra (ahora la quincuagésima primera y resignada pequeña estrella fuera de la bandera estadounidense). En cambio, las Trece Estrellas originales tenían interés en unirse en un Estado que se expandiría hacia el oeste: la experiencia de los Estados Unidos comenzó sin su propia historia detrás. Por el contrario, Europa tiene una historia común basada en el derecho romano y en el cristianismo. Las historias ultramilenarias se han originado a partir de ahí, creando así tantas naciones y tantas rivalidades y odios insuperables, casi tantos como los actuales Estados europeos (basta pensar en los Balcanes), y las naciones no pueden reconocer a otros, ya sean élites no elegidas o países líderes raciales superiores, para servir como líderes de primera clase para macrorregiones de segunda clase (antiguos Estados) (es decir, «cerdos» y «gitanos»).

Después de todo, ¿te imaginas a un ciudadano estadounidense de Oregón llamando cerdo a una persona de Kansas, o a un californiano llamando gitano a un compañero de Nueva Inglaterra? Sería inconcebible: solo hay una bandera y siempre se iza. Aquí en Italia, hasta ayer, cualquiera que ondeara la bandera nacional era considerado un fascista. Antes del sincero llamamiento del Presidente Ciampi, nuestra bandera sólo podía ondear en el estadio, sin correr el riesgo de ser tildada políticamente.

Mientras la llamada Unión Europea no tenga independencia militar y esté siempre bajo los dictados de políticas exteriores de terceros, y sus propios líderes autorreferenciales no sean elegidos por los pueblos, el papel que puede desempeñar en los futuros marcos geopolíticos será igual a cero, mientras que sus propios traficantes de armas se enriquecerán. A lo sumo, la llamada Unión Europea solo podrá destacarse con declaraciones kantianas, metapolíticas, benefactoras o políticamente correctas mientras el juego de los políticos europeos y las clases dominantes se sustente en la paciencia de sus respectivos pueblos.

Pocas palabras son ahora apropiadas sobre la cuestión medioambiental que a menudo gritan las cumbres europeas.

A los pueblos les gustaría que el medio ambiente mejorara. A todos nos gustaría alcanzar estos objetivos. Esto, sin embargo, no depende de la voluntad de los individuos, sino de la capacidad —y más bien de la inteligencia— de los gobiernos. Cuando se exige a los países en desarrollo que detengan sus vías de producción —las mismas que colocaron a las potencias en la cima, desde la Revolución Industrial hasta el imperialismo, el colonialismo y el racismo— porque contaminan (de modo que, por lo tanto, deben permanecer en su propia situación tribal-ingenua de subdesarrollo y guerra), esto significa burlarse no solo de esos pueblos sino también de los ciudadanos de la llamada Unión Europea.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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Marcelo Javier de los Reyes

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