Agustín Saavedra Weise*
La relación comparativa entre el dinero y el poder ya fue explicada hace tiempo por el politólogo Karl Deutsch y otros. Es bueno, en todo caso, repasar estos conceptos tan claros y elementales, sobre todo ahora cuando se dice que la clase política se encuentra “devaluada”, algo que de por sí también tiene un claro contenido monetario…
Como es sabido, el dinero es el medio general de cambio en todas las sociedades medianamente sofisticadas en sus sistemas económicos y que ya no posibilitan el primitivo trueque. Asimismo, el dinero sirve como reserva de valor y es el activo líquido por excelencia.
Por otro lado, es posible considerar al poder como una suerte de divisa o de dinero, como un peculiar medio de intercambio entre el sistema político y los demás sistemas de la sociedad global. También es posible cuantificar el poder, aunque no con exactitud, pero podrían confeccionarse planillas de votantes, partidarios, armamentos disponibles y variedad de mecanismos de apoyo e intensidad, para intentar tener una gruesa medida del poder sin la precisión, claro, con que los bancos centrales establecen la oferta monetaria pero sí como algo aproximado que pueda “medir” la cantidad de poder disponible por alguien o algunos en una sociedad determinada.
Así como el mero gasto de dinero sin inversiones adecuadas puede transformar al más grande de los millonarios en un pobretón, aquel político que olvida que su poder es una especie de moneda y realiza ingentes “gastos políticos”, sin reinversiones y ahorros de la misma naturaleza, tiene sus días contados. Muchos políticos —por olvidar esta analogía entre poder y dinero— se han quedado sin poder, después de dilapidarlo en usos imprudentes. Ejemplos cunden por doquier.
El concepto del poder y la noción de sanciones probables al no obedecer a quien ejerce el mando, nos lleva a percibir que el prestigio es al poder lo que el crédito es al dinero efectivo y la fuerza física sería al poder lo que el oro es al papel moneda como respaldo. Estas semejanzas son interesantes y las vemos en la vida real. Los bancos tienen la práctica universal de prestar más dinero del depositado, basados en el llamado “multiplicador bancario” como también en la confianza del público, ya que no todos los ahorristas aparecerán al mismo tiempo en la ventanilla reclamando sus fondos. Del mismo modo, los gobiernos diversifican su acción en muchos campos, confiando en que mayoritariamente habrá obediencia voluntaria de la población. Si hubiera una corrida total hacia el banco en busca de dinero por parte de los depositantes, la entidad —aunque fuera muy solvente— quebraría. Es imposible pagarle a todo el mundo al mismo tiempo, ninguna entidad resiste eso. En paralelo, si en el nivel político la gente desobedeciera simultáneamente todos los actos del gobierno, éste se derrumbaría irremediablemente. Es por eso que el oro como respaldo del dinero y la fuerza como respaldo del poder, en sus respectivos contextos son eficaces para controles de deterioros. Si los ahorristas ven llegar camiones de caudales al banco en corrida presumirán que es sólido y cederá el pánico, salvando así a la institución financiera del colapso. Si todos los ciudadanos desobedecen, es posible que la presencia de tanques, soldados y policías restablezca el orden, aunque, por supuesto, también puede darse el caso contrario y ya entraríamos en una revuelta total contra el gobierno por pérdida de su dinero político (el poder).
Como hemos visto mediante estos simples casos, dinero y poder son diferentes y al mismo tiempo son parecidos; existe un paralelo interesante entre ambos y hasta se complementan en determinados casos. Vale el tomar en cuenta estas semejanzas.
*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com
Nota original publicada en El Debe, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/opinion/semejanzas-entre-el-poder-y-el-dinero_211219
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