Pablo Ariel Rodríguez*
Si bien existen antecedentes durante la 1ª Guerra Mundial sobre la implementación de estructuras dedicadas a la Inteligencia Económica (IE), es a partir de la década de 1990, en el marco de un entorno sumamente competitivo signado por diversas crisis económicas y financieras, donde los Servicios de Inteligencia (incluso los militares) de Rusia, Estados Unidos, Francia, Alemania, España, etc., han incorporado esta actividad a sus misiones.
Es evidente que el objetivo tiende a la detección de amenazas y de oportunidades para poder lograr la ventaja estratégica frente a los oponentes, sin necesidad del empleo militar “convencional” en los conflictos.
Así como la inteligencia competitiva entre corporaciones, grupos económicos y empresas se ha venido realizando desde hace tiempo por fuentes abiertas dentro de las reglas normales de la competencia y el marketing, también han sido denunciados varios casos de espionaje industrial, donde la intención principal es la obtención de la información no abierta o no pública por medio de la penetración en la estructura del competidor o la “compra” de la información por medio de la extorsión o de empleados infieles.
La historia ha proporcionado muchos casos, algunos resonantes, podríamos citar:
El National Counterintelligence and Security Center (NCSC) de los Estados Unidos puso en marcha en 2019 una campaña para ayudar al sector privado a protegerse contra las amenazas crecientes de entidades de inteligencia extranjeras y otros adversarios. La finalidad era concientizar y ayudar a las empresas a salvaguardarse de la acciones producidas por actores que puedan estar intentando robar información sensible.
En esta última década, la agresividad de los conflictos entre países se viene incrementando principalmente a través de ciberataques a organizaciones de los Estados, empresas, centrales nucleares, entidades financieras, laboratorios, entre otros blancos.
El analista Rosendo Fraga, Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, en su artículo del 8 de mayo de 2021 titulado “Cómo será la defensa global en 2040”, realiza un análisis del documento Global Trends elaborado cada cuatro años por el Consejo de Inteligencia de Estados Unidos. Del mismo se extraen los siguientes párrafos:
En cuanto a las características del futuro conflicto militar, su descripción coincide con la de la llamada “guerra híbrida”.
Las Fuerzas Armadas convencionales seguirán siendo el eje de la capacidad militar de los Estados. Pero deberán articularse cada vez más con las operaciones en el ciberespacio, el accionar de milicias, contratistas privados y de fuerzas especiales encubiertas, que es el escenario de la “guerra híbrida”.
Un conflicto sólo tecnológico y cibernético es una posibilidad, pero será difícil mantenerlo circunscripto a estos ámbitos-
No se puede descartar que la Inteligencia Económica pase también a ser parte de este escenario de guerras silenciosas entre países ya que la información sobre el potencial económico de un país puede también transformarse en el objetivo de operaciones especiales tendientes a debilitar su posicionamiento en el mercado internacional, no solamente para el robo de información, sino también mediante acciones subrepticias tendientes a afectar desarrollos, mercaderías, producciones, por ejemplo, inoculaciones virales en animales de faena, la implantación de sustancias no aptas para la salud en cultivos, el sabotaje en la producción de fármacos o productos comestibles, entre otros.
De este modelo de conflicto que no incluye el uso convencional de la fuerza pero sí el irregular y encubierto, surgirían otros cuestionamientos: ¿Hay países con decisión de ampliar sus enfrentamientos a este espacio o capaces de realizar operaciones de este tipo para lograr mejorar su posicionamiento en los mercados? Y si es así, ¿cuál es el nivel de concientización y preparación para evitarlo?
Cualquiera sea la postura personal ante esta cuestión, lo que sí es seguro es que la única manera de minimizar riesgos y consecuencias debe surgir de la acción conjunta del Estado y de los privados, de su combinación de conocimientos y medios y de la adecuada capacitación y concientización de la época que nos toca vivir.
* Licenciado en Relaciones Industriales de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE). Formación de Analista y Diseño de Escenarios Estratégicos en el Instituto de Inteligencia de las Fuerzas Armadas y otros efectuados en la entonces Escuela de Guerra de Ejército y en la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI) sobre Terrorismo Internacional para Analistas de Inteligencia.
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