Abraham Gómez R.*
A propósito de la contención centenaria que sostenemos por la extensión territorial que nos arrebataron, durante los últimos (35) años hemos tenido la posibilidad de intercambiar opiniones con muchísima gente, sobre cómo encarar este asunto litigioso.
En los distintos eventos desarrollados en varias ciudades del país, en los medios de comunicación social, en los propios espacios fronterizos y a través de las redes sociales, conseguimos de todo.
Me permito exponer, señaladamente, que hay un denso bastión de compatriotas que conforman una interesante masa crítica, quienes a cada instante afilan con osadía y agudeza sus juicios al respecto y publican las propuestas que ellos consideran acertadas para resolver la controversia, en espera de una justa decisión para nuestro país.
Reconocemos que también hay quienes andan por ahí sin prestarle ningún cuidado a nuestra reclamación —no han manifestado el más mínimo interés en el tema—, cuya actitud es de los que únicamente ven transcurrir las cosas con indiferencia o displicencia.
Otros que se encuentran demasiados imbuidos de pesimismo en cuanto a que nuestra nación pueda obtener una sentencia satisfactoria en la Corte Internacional de Justicia.
Bastantes preguntas, cargadas de negatividades, nos hacen desde este último grupo ya descrito.
Sin embargo, nos agrada mencionar que aparejado a tan disímiles escenarios se registra una mayoría de la población venezolana que se mantiene a la expectativa de todo cuanto viene ocurriendo y los posibles desenlaces.
Estamos —razonablemente— dispuestos a diseñar las estrategias a que haya lugar para que se cumplan los objetivos de reivindicación nacionalista que nos hemos trazado, mediante hechos y actos jurídicamente concretos, por lo que, no se trata de una simple ilusión, sino de una determinación probable con fundamento.
Nuestra contención tiene suficiente asidero jurídico, cartográfico e histórico, y la fortaleza moral de saber que no estamos cometiendo ningún acto de deshonestidad contra nadie.
Los reclamos que hemos sostenido, desde hace más de un siglo, no están anclados en una malcriadez diplomática, capricho nacional o empecinamiento injustificado.
La Contraparte en el litigio sabe que poseemos bastantes documentos.
La delegación diplomática de la excolonia británica (que tiene meses haciendo cabildeo en La Haya) conoce además que nos encontramos apertrechados con los Justos Títulos que avalan la histórica propiedad, incuestionable, de Venezuela sobre la Guayana Esequiba.
Tengo la seguridad de que una inmensa porción de compatriotas venezolanos coincide conmigo cuando expreso que lo peor que podemos hacer es abrir una innecesaria e inconveniente confrontación política-partidista interna en nuestro país, relacionada a la Guyana Esequiba, en este momento apremiante; cuando nos encontramos concernidos en un serio pleito jurídico, en el Alto Tribunal de La Haya, por la séptima parte de la geografía venezolana, que nos despojaron de manera alevosa y vil.
Hoy, más que nunca, se hace imprescindible la absoluta y sólida unidad de todos los sectores, sin excepciones.
Insisto en señalar que debemos reforzar la estructuración —sin recelos ni mezquindades— de un bloque de defensa compacto y pétreo, para contrarrestar las acechanzas de la Parte que nos rivaliza, por las acciones unilaterales en contra nuestra, que ellos interpusieron y ratificaron en la Corte.
Ciertamente, ha habido declaraciones de todo tipo: motivadas algunas y desentonadas otras.
Se han esgrimido argumentaciones densas, apropiadas y propositivas; pero también, leemos ideas descabelladas, que no cuadran con las soluciones pacíficas para pleitos de tal naturaleza, aconsejadas por el Derecho Internacional Público y recogidas en el artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas.
Resulta importante que demos continuidad a nuestros discursos; que reafirmemos con sendos pronunciamientos de respaldo y solidaridad, hasta que la Sala Juzgadora ofrezca la sentencia que toda Venezuela espera, mediante la cual se nos haga justicia.
Al propio tiempo de pronunciar los discursos —por muy emotivos que se tejan— debe constituirse y construirse la inquebrantable voluntad, a toda prueba, para actuar y defender lo que históricamente ha sido nuestro.
Así entonces, nos sentimos complacidos en destacar la labor de las ONG (particularmente Mi Mapa de Venezuela), entidades creadas para adelantar hermosas actividades al respecto. Además, hacemos el reconocimiento debido al Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV); lo propio cabe para el Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (COVRI). Especial mención para la Fundación Venezuela Esequiba, por su insistente afán de concienciación.
Ha sido muy digna y oportuna la determinante posición de La Academia de Ciencias Políticas y Sociales.
Nos llena de orgullo la tarea que viene cumpliendo la Comisión Presidencial en Defensa del Esequibo.
Todos en una sola motivación y propósito, de esfuerzos elogiadamente ponderados; lo cual constituye un ejemplo de lucha sostenida sin actitudes atrabiliarias o estrepitosas, porque aquí se requiere talento y muchísima voluntad (repito, voluntad) en la formación documental y doctrinaria, para insistir en la reclamación y defender en la Corte lo que honradamente siempre ha sido nuestro.
* Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua. Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV). Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba.
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