Giancarlo Elia Valori*
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El mundo se está desarrollando rápidamente hacia la multipolaridad, pero los países hegemónicos existentes no están dispuestos a renunciar a sus intereses creados. Algunos otros países tienen dudas sobre el desconocido mundo multipolar y carecen de consenso sobre los valores fundamentales del orden global.
Los países de buena voluntad siempre se han comprometido a crear un sistema multipolar justo en el que las Naciones Unidas ocupen un lugar central y un mundo de globalización económica universalmente inclusivo y no para unos pocos, excluyendo a los muchos en los que se encuentran los países más pobres y en desarrollo.
La obsoleta y unilateral literatura conflictiva occidental de «democracia versus autocracia» no puede resolver los desafíos actuales que enfrenta el mundo. El académico Zhao Hai ―director del Departamento de Investigación Política Internacional, grupo de expertos nacionales sobre estrategia global de la Academia China de Ciencias Sociales― sostiene que la comunidad internacional debe participar conjuntamente en la construcción de un nuevo sistema de verdadero multilateralismo y que la mayoría de los estudiosos de asuntos internacionales también están pensando en esta dirección.
Tras el fin de la Guerra Fría, el mundo entró en un «momento unipolar». Algunos países occidentales creían que todo esto anunciaba el «fin de la historia», es decir, una «era pacífica bajo el dominio estadounidense» que podría garantizar la paz y la prosperidad en el mundo con un dinero y un poder sin precedentes: una especie de paraíso en la Tierra para los occidentales privilegiados de siempre.
Sí, la unipolarización ha llevado al mundo a un período de «hiperglobalización», ha promovido el crecimiento económico global y el ascenso del Sur Global. Pero el problema es que los países hegemónicos son arrogantes y han perdido el autocontrol. Creen que su camino es el único viable, lo cual es un punto común entre los países hegemónicos. Como resultado, sus delirios condujeron a guerras continuas e imprudentes y divisiones internas, lo que finalmente socavó el orden internacional basado en reglas establecido después de la Segunda Guerra Mundial por la Organización de las Naciones Unidas y los Acuerdos de Helsinki de 1975.
La lógica detrás de todo esto es simple: si las reglas del juego no se aplican a los jugadores principales, ¿quién más querrá participar?
El politólogo noruego Glenn Diesen señaló en su libro de este año, La guerra de Ucrania y el orden mundial euroasiático, que el mundo de hoy probablemente esté pasando por un «período de vacío». El libro afirma que medio milenio de hegemonía occidental ha terminado y la mayoría de las personas en todo el mundo están cada vez más ansiosas por construir un orden mundial basado en la multipolaridad y la igualdad de soberanía. Agreguemos que, sin embargo, a pesar de los defectos fatales de la hegemonía liberal-capitalista, aún no se ha establecido un nuevo sistema multipolar de Westfalia. Sin embargo, se mantuvo la hegemonía del dólar estadounidense que, como todos sabemos, sirve a los intereses de Washington y es una herramienta de la Casa Blanca para explotar e imponer sanciones arbitrarias a otros países. Sin embargo, no parece haber ninguna alternativa viable al dólar que pueda cumplir mejor su papel como moneda estándar, intermedia o de reserva.
En realidad, el problema tiene tres aspectos: primero, los países hegemónicos se niegan a renunciar a sus intereses creados. En segundo lugar, las partes interesadas temen el caos y la viabilidad de nuevos sistemas «no probados». En tercer lugar, en el proceso de reestructuración del orden internacional hay una falta de consenso sobre el principio de la distribución equitativa. En resumen, el mundo está atrapado en una situación incómoda.
Aunque es inevitable avanzar hacia la multipolaridad, nadie está seguro de cómo se desarrollará el futuro porque sus visiones e intereses son diferentes e incluso opuestos entre sí, por lo que son fómites de guerra y conflictos de alta y baja intensidad.
Del mismo modo que la globalización desequilibrada ha creado «ganadores» y «perdedores» en el desarrollo económico y ha sumido a muchos países en la polarización política, la tendencia hacia la multipolaridad también ha aumentado significativamente la ansiedad de algunos.
Con el arma de las finanzas y el comercio y la frontera entre el espacio físico y el ciberespacio, muchos estudiosos han comenzado a creer que el futuro mundo multipolar se convertirá en una peligrosa «zona de guerra» impredecible y volátil y que la política de las grandes potencias y sus icónicas leyes de la selva volverán a primer plano. Los países han tenido que formar alianzas de seguridad para protegerse, formar bloques económicos para el mantenimiento de la cadena de suministro y se han unido a organizaciones afines para la estabilidad política e institucional.
El modelo de gobernanza global, oxímorónicamente ingobernable año tras año, y establecido durante las décadas anteriores, se está desmoronando a medida que el sistema internacional se fragmenta y destruye la capacidad de la sociedad humana para responder a los desafíos comunes y colectivos.
Más importante aún, si el mundo multipolar se desliza en una «competencia feroz» fuera de control, entonces la contribución de una inteligencia artificial controlada por unos pocos es capaz de provocar un apocalipsis nuclear que, una vez fuera de las manos humanas, puede llevar a esos colapsos totales. A menudo los disfrutamos en proyecciones distópicas de ciencia ficción o ficción en nuestros cómodos sillones en casa o en un multicine, pensando «es solo una película».
Cada día los titulares se llenan de noticias negativas, pero la realidad no es del todo pesimista y desesperanzadora. Dado que el orden existente es incapaz de hacer frente a los desafíos actuales, ¿qué tipo de nuevo orden debería construir el mundo?
La única posición de principio es la de un mundo multipolar justo y ordenado y una globalización económica universalmente amplia, beneficiosa e inclusiva. La multipolaridad equitativa significa encarnar la igualdad de derechos, la igualdad de oportunidades y la igualdad de normas entre todos los países. La multipolaridad ordenada significa acatar conjuntamente los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y adherirse a las normas fundamentales reconocidas de la política internacional.
Hoy en día, los BRICS y muchos otros países del Sur Global esperan mejorar el sistema internacional con las Naciones Unidas en su núcleo y se oponen resueltamente a cualquier intento de debilitar o eludir este sistema.
La base de una propuesta racional es que las Naciones Unidas representen un verdadero multilateralismo, vinculando estrechamente a varios países y respetando las reglas reconocidas. El sistema de gobernanza multilateral, con las Naciones Unidas en el centro, se construyó sobre la victoria duramente ganada en la guerra antinazi y sobre la dolorosa experiencia de la guerra mundial anterior, definida por el Papa Benedicto XV, la masacre inútil, el 1° de agosto de 1917: «Con la paz ―dijo― nada se pierde, con la guerra todo puede ser».
Sin embargo, estas intenciones han sido pisoteadas y destruidas durante mucho tiempo por las luchas de poder bipolares y unipolares, con el apoyo de las fuerzas monopolistas y liberales-capitalistas. Por lo tanto, la necesidad de un verdadero multilateralismo nunca ha sido más urgente, ni sus perspectivas más prometedoras.
Lo que el mundo necesita hoy no es la narrativa binaria y conflictiva de Occidente de la predicha e hipócrita «democracia contra autocracia», sino un multilateralismo eficaz para gestionar y resolver las fricciones y problemas multipolares actuales y potenciales.
Desde esta perspectiva, la comunidad internacional necesita que los países que alimentan esas esperanzas y propósitos unan y mejoren conjuntamente los sistemas e instituciones multilaterales dentro del sistema de las Naciones Unidas. Muchos países están a la vanguardia de la nueva vía multipolar mundial y están proponiendo iniciativas de seguridad y desarrollo mundiales, así como posturas civilizatorias y desempeñando el papel de mediadores en las disputas internacionales.
Sólo cuando más países participen en la construcción de un nuevo sistema de multilateralismo, el mundo podrá salir más rápidamente del dilema actual del «período de vacío» del que hablaba el mencionado erudito noruego.
* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.
Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.
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