Marcos Kowalski*
Transforma al adversario en enemigo y al país en campo de batalla.
Ya hace tiempo que venimos viendo a muchos grupos, sobre todo dentro del sector del denominado “pensamiento Nacional”, donde algunos incluyen a este autor, llamar a la unidad de acción para lograr la unidad patriótica argentina.
Más allá de los diversos conjuros, imposiciones excéntricas de minorías mundiales y globalista, por sobre “pandemias” aislamientos y pérdidas de libertades, por encima de la facción que resultan ser todos los políticos y muchos de los aspirantes a serlo, está el pueblo argentino y su sentida argentinidad.
Observando la realidad tal cual es y no como nos gustaría que resultara ser, vemos que la finalidad de unificar a grupos patrióticos debe pasar por actualizar los contenidos del patriotismo mismo, reconstruir su mística y fijar una estrategia común que incluya una política para construir poder propio, pero lo más importante, mostrar y demostrar a la sociedad que puede ser una opción con futuro de producir beneficios para todos los ciudadanos y la Patria.
Hoy es tal la confusión y escamoteo de la verdad, que es muy importante persistir en un trabajo esclarecedor sobre las consecuencias nefastas que la contra-cultura impuesta mediante el endeudamiento perpetuo y políticos inescrupulosos, a los que hay que echar del poder y juzgarlos por traición, han desatendido a la soberanía de nuestra Patria favoreciendo su empobrecimiento y dependencia.
No podemos dejar de volver una y otra vez sobre este tema repitiendo que no hay solución posible para la crisis económica argentina, ni medidas paliativas que la resuelvan, si no tomamos el toro por las astas y rompemos el círculo vicioso del endeudamiento perpetuo que el Poder Mundial nos ha impuesto para someternos y arruinarnos y hacer saber que esto solo es posible con un plan de plena producción con capacidad de exportación.
El patriotismo debe contemplar la argentinidad, el “sentido nacional” del compatriota, se tiene que fomentar en la concepción política que propicia el encaminamiento de la Nación a la consecución del bien común por el orden y la unidad, religados en autoridad. Siendo uno el Bien Común, la finalidad perseguida por la Nación debe ser una. Y si es una la finalidad, deben ser adecuados a ella los medios.
Es necesario considerar al hombre como una unidad ontológica no escindible de individuo y persona. Por ello no cabe ser ni individualista, ni personalista, sino plenamente humano, ver en el hombre político patriota no sólo un sujeto temporal sino también espiritual, comprometido en cuanto tal, en todos sus actos de ciudadano. El sentido de unidad y de orden del patriotismo lo opone a todo internacionalismo político y a todo cosmopolitismo, pues uno y otro son factores disolventes de la Nación.
Es necesario encarar un proselitismo nacional en un lenguaje coloquial, dirigiendo los mensajes a cada sector social en forma comprensible para el mismo, despertando el sentido Nacional y el altruismo natural, latente en cada argentino, para poder producir la masa crítica de adherentes necesarios para el cambio total de paradigmas porque un sistema político Nacional que pone el Bien Común como fin es el ideal a perseguir. Para el patriotismo «el Estado es la sociedad natural, revestido de la autoridad suprema dentro de unos límites dados, encargada de realizar el Bien Común de sus miembros».
En cambio, si se pone como fin el hedonismo individualista, se consigue un totalitarismo de ferocidad omnívora, un sistema político que, como la social-democracia liberal, proponga y practique la inmolación de la persona humana al mito y llegaríamos a una anarquía como la que estamos padeciendo. Por otro lado, si el fin es la absorción de la persona por el Estado, como propicia el marxismo, sería totalitarismo esclavizante liso y llano.
La historia de nuestro país no se compromete con ninguna forma política determinada.
En Argentina ha habido autocracia, aristocracia, oligarquía y socialdemocracia, y en cada circunstancia se ha gobernado con resultados positivos y negativos. La historia argentina no es la de demonios y de santos, sino la historia de una Nación con un gran sentido Nacional en el hombre argentino.
Es la mentalidad del mito antinacional la que transforma al adversario en enemigo y al país en campo de batalla, en escenario de una guerra fratricida y de exterminio, al igual que la mentalidad primitiva. En el orden de un mismo Estado y de una sola Nación el adversario político, el antagonista que disputa en el “Agon”, no es un enemigo. Si lo es el traidor, que, sirviendo a sus intereses propios y por su propia corrupción, en lugar de propiciar el bien común sirve a los intereses de la anti patria, sujetando a nuestro pueblo a la ignominiosa miseria y a la Nación misma al endeudamiento empobrecedor.
Como se sabe, desde hace unos treinta años se impuso en las democracias occidentales la teoría del consenso, que tiene su origen ideológico en la neo-marxista “escuela de Frankfurt” con el filósofo Jürgen Habermas a la cabeza. Esto dio por resultado que «el consenso o acuerdo de los grandes partidos políticos» se transformara en el fundamento moral de nuestras menguadas democracias.
Reemplazándose así la genuina representación democrática, transformando al sufragio universal y secreto en una verdadera farsa. Porque viene a justificar las decisiones ya tomadas de antemano por el acuerdo de políticos corruptos. Es solo un sistema procedimental y por ende vaciado de contenido. Al consenso de la partidocracia debemos agregar las múltiples y variadas “mesas de consenso social” patrocinadas por los grandes lobbies e instituciones de la sociedad civil, para que cambiando algo, nada cambie.
Por eso y más que nunca debemos aunar criterios, pero sobre todo actuar, cómo y dónde podamos para propiciar la reconquista de la argentinidad promoviendo la llamada Estrategia Nacional que se refiere a todos los poderes de la Nación, tanto en la paz como en la guerra, y comprende los varios tipos de estrategias para alcanzar los altos fines nacionales del Estado, así se identifica una estrategia política, como también económica, psicológica, interna y externa y también militar.
La esperanza argentina es creer y luchar por un futuro mejor, despertando el sentido Nacional de cada uno de nuestros compatriotas, como decimos siempre, la unidad y los conductores surgirán de la acción política, luchemos con las palabras, pero además con los hechos, sin perder la fe, invoquemos la protección de Dios y recordemos que los patriotas solo debemos morir en el empeño de reconquistar la Patria.
* Jurista USAL con especialización en derecho internacional público y derecho penal. Politólogo y asesor. Docente universitario. Aviador, piloto de aviones y helicópteros. Estudioso de la estrategia global y conflictos.
Publicado en Restaurar.org el 18 de octubre de 2021, http://restaurarg.blogspot.com/2021/10/unidad-y-patriotismo.html#more
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