Revista GNA*
“Spetsnaz” es la abreviatura de “unidad para misiones especiales” y se usa para referirse a las fuerzas de élite de los diferentes cuerpos de seguridad rusos. Los detalles sobre su actual adiestramiento es material secreto y es poco lo que se sabe sobre sus capacidades, excepto que su entrenamiento es uno de los más despiadados del mundo, superior al de los Navy Seals o cualquier otro grupo occidental. Sólo algunas fuerzas especiales de Asia podrían ser equivalentes.
Existen distintas unidades de Spetsnaz que no tienen nombres y según la circunstancia se las identifica con un número. Para ingresar al “Spetsnaz Alfa”, se debe soportar un curso infernal de dos años. Las exigencias físicas son tan abrumadoras que la tasa de rechazo durante la selección puede llegar al 95%. El riesgo de vida no cuenta y es justamente aquí donde estriba la diferencia de estos grupos con las fuerzas de Occidente. Existe tanta crueldad que algunos adiestramientos no están permitidos en las fuerzas de la OTAN. Al igual que en Corea del Norte, en el proceso de selección de personal, los índices de mortalidad que tienen son los más altos del mundo, pues realizan pruebas en el mar donde algunos se ahogan y también ejercicios con munición de guerra donde también hay muertos. La rigurosa disciplina llevada a límites incomprensibles en la cultura occidental, señala la otra diferencia.
Al recluta ocasionalmente se lo somete a temperaturas extremas calientes y frías, así como entornos húmedos, secos y sucios. La privación de alimentos se programa en ocasiones para simular escenarios de la vida real. El entrenamiento puede llegar al límite de toda resistencia humana, correr 10 Km con una mochila cargada con piedras, dormir en la nieve y nadar en agua fría son ejercicios rutinarios.
Los instructores no admiten que exista alguien que no resista y sin descansar los obligan a nuevas pruebas físicas por lo que el estado de salud debe ser excepcional. La amistad durante esos dos años no existe y a veces suelen ocurrir rivalidades entre los alumnos. Cuando los instructores lo advierten, promueven una pelea entre ellos, para comprobar el estado físico y definir liderazgos donde el vencedor obtiene puntaje. Ello ocasiona que se lesionen el uno al otro, se rompan costillas, dedos y narices. Una pelea a golpes no es vista como una falta de disciplina sino parte del entrenamiento.
La preparación para el combate físico, con o sin armas es básica en un Spetsnaz. Todos deben dominar el arte de la pelea con cuchillo y su exigencia es tal, que al cabo de 24 meses estará en condiciones de enfrentarse con un cinturón negro en artes marciales. El gobierno soviético gastaba enormes sumas en el desarrollo de paracaidismo como deporte porque es una actividad muy útil en la guerra.
En el curso de entrenamiento, cada integrante Spetsnaz hace no menos de 40 saltos en paracaídas, están entrenados para actuar atrás de las líneas enemigas y librados a su suerte. El tiro de alta precisión asociado al enmascaramiento individual son otras de sus capacidades, igual que la navegación terrestre, preparar demoliciones, armado de trampas explosivas, inteligencia de combate, comunicaciones, etc.
Son hábiles en el armamento de dotación como el que puede usar el enemigo. La supervivencia en cualquier geografía no tiene misterios, pero dentro de la misma organización existen grupos con mayor especialización en montaña y otros en zonas boscosas.
Las relaciones dentro de las unidades de Spetsnaz son muy similares a lo que ocurre en una manada de lobos. La loba líder protege a los cachorros enfermos o heridos. Ella sólo mata a los más débiles y protege al resto. Al eliminar los ineptos la loba, preserva la pureza y la fuerza de su descendencia, permitiendo únicamente vivir al fuerte. Los lobos de Spetsnaz, en el combate cuando ven a un compañero débil en sus decisiones lo matan”.
Estudian las características culturales y lingüísticas básicas para operar en determinados países. Todos deben aprender al menos dos idiomas para el caso que capturen prisioneros y llevan una libreta impresa con frases en distintos idiomas. La primera frase es en ruso y al lado está la traducción en inglés, alemán, francés y otros idiomas. La última frase dice: “Si no dices la verdad te vas a arrepentir”. En otros casos todas estas preguntas están resumidas en un pañuelo de tela sintética y cada soldado del grupo lleva uno. Una persona que hable el idioma del enemigo se lo valora y todos los grupos de combate llevan un traductor. El entrenamiento mental es fundamental y si el recluta supera estas pruebas, en la fase siguiente al Spetsnaz se le enseña “disfrutar” del dolor en los interrogatorios, donde el objetivo es capacitarlos para soportar y hasta disfrutar con la tortura. Se le enseña a lidiar con los incendios porque el fuego es un compañero constante en la guerra que está siempre presente y a veces durante el entrenamiento sale con sus ropas chamuscadas de adentro de un vehículo.
El soldado de infantería generalmente mata a su enemigo a más de 100 metros, nunca le ve la expresión de su cara ni su sangre. Pero las fuerzas especiales a veces tienen que matar en una lucha cuerpo a cuerpo y debe acostumbrarse a ver sangre.
Uno de los aspectos más importantes del entrenamiento, es la técnica de supervivencia.
En Rusia hay muchas zonas de miles de kilómetros cuadrados casi sin habitantes y uno de los métodos es dejar caer en paracaídas a un pequeño grupo de tres o cuatro hombres en un lugar desconocido y no hay nada excepto nieve hasta el horizonte. El grupo no tiene mapa ni brújula, cada hombre tiene un fusil AK, con pocos tiros, un cuchillo, una pala y la ración de supervivencia es mínima.
Ellos no saben cuánto tiempo va a tener que caminar (generalmente una semana). En otros ejercicios los reclutas tienen que ingresar a una casa en ruinas, pasarán a centímetros de perros furiosos que los aguardan en cada habitación, escucharán disparos con munición de guerra que silbarán por encima de sus cabezas y habrá explosiones de granadas de mano. Esto ocasiona que el entrenamiento Spetsnaz tenga el índice más alto de bajas en su proceso de selección. Tendrán que arrastrarse por laberintos y todo estará resbaladizo; al principio, ellos no los advertirán, pero es debido a sangre que los instructores vertieron en el suelo. El proceso de familiarizarlos con la vista de la sangre no es en absoluto la intención de convertirlos en sádicos. Se trata simplemente de la realidad de una visión con la que van a tener que convivir en la guerra. ¡Un Spetsnaz no puede temerle a un líquido rojo! ¿Qué pasaría si un cirujano o un carnicero le tuvieran miedo a la sangre? De esa manera los hombres adquieren el hábito de no sorprenderse con sangre en sus manos, en sus uniformes, ni en sus botas y todo se vuelve algo habitual.
En ocasiones los reclutas son llevados a una morgue y forzados a cargar cadáveres para hacerlos insensibles a los muertos y en todo momento los instructores los observan para comprobar las reacciones. En el curso de su carrera habrá cosas horribles que tendrá delante de sus ojos y el objetivo es crear a un soldado inmune al tormento psicológico de la guerra. La mayoría de las personas que carecen de formación militar y nunca han escuchado un disparo en combate, podrán llamar a este entrenamiento inhumano y hasta criminal, pero el objetivo es crear a un soldado inmune a los horrores de la guerra. El resultado es que la reputación de Spetsnaz como grupo de alta eficiencia, es mundialmente conocida entre los especialistas.
En la época soviética hacían reproducciones exactas de importantes objetivos ubicados en otros países; se construían edificios y calles internas representando las mismas situaciones.
Esto servía para practicar incursiones con fuerzas especiales, que a su llegada eran guiadas por agentes secretos que los estaban esperando. Los chinos construían en arena enormes zonas geográficas de cierta nación limítrofe hasta con montañas y caminos existentes para familiarizar a sus fuerzas de elite y a los comandantes de tanques en caso de invasión.
No hay mujeres en las unidades Spetsnaz de combate, pero sí en los grupos especiales.
Algunos creen que no superan las 3.000. El hecho que haya un elevado número de personal femenino también obedece a un truco psicológico para el caso que el grupo fuera descubierto; si entre ellos hay mujeres con aspecto inocente se puede disimular su origen de fuerzas especiales. Las obligaciones de las mujeres no son las mismas que las de los hombres, pero pueden saltar en paracaídas para actuar detrás de las líneas enemigas. Son adecuadas para operaciones encubiertas, muy aptas como francotiradoras y pueden eliminar centinelas fácilmente. También son expertas en el arte del disfraz y aparentar ser muy femeninas, pero deben ocultar sus músculos para no despertar sospechas. En ocasiones se hicieron pasar por “esposas” de los hombres Spetsnaz y éstos por simples empleados para el cumplimiento de alguna misión. En tiempo de paz pueden llegar a otro país bajo la apariencia de turistas con sus esposos. Están bien entrenadas, pero no participan en operaciones de riesgo. La brutalidad en el entrenamiento de dos años no es ninguna sorpresa, todas deben ser atletas destacadas idóneas en artes marciales o boxeo como su principal deporte. En el lapso del entrenamiento el deseo de superación siempre genera roces, los instructores al igual que en el caso de los hombres provocan que combatan entre ellas para mejorar el nivel. No son “muñecas de porcelana” y cuando hay una pelea real, lo celebran porque habrá puntaje para la vencedora y les permitirá establecer jerarquías.
Están organizados en batallones y grupos con sus propios elementos de inteligencia.
Es la única fuerza que puede actuar en forma independiente y tienen que cumplir una misión previa de reconocimiento. Tienen un formidable entrenamiento. Una de las pruebas era arrojar a los reclutas a unos 1.000 metros mar adentro, para que nadando llegaran a la costa y algunos morían ahogados. Enterado de ello un oficial de la OTAN sorprendido le preguntó a un instructor ruso sobre ello y éste le respondió:
“Si muere es porque no servía para ser un Spetsnaz”
La conducción de esta fuerza es muy coherente con la actual doctrina rusa:
No son cifras conocidas, pero se calcula la fuerza efectiva en 10.000 hombres.
El ejército tiene una enorme cantidad de personal de ambos sexos con una capacidad atlética excepcional, aptos para cualquier deporte olímpico y donde más ocupan su tiempo era en la lucha cuerpo a cuerpo artes, marciales y combate con cuchillo, pues deben operar adentro del dispositivo del adversario donde el encuentro sorpresivo con un enemigo es algo común. No existe un Spetsnaz que no sea atleta de alto nivel. En las olimpiadas internacionales se dan tiempo para reconocer el lugar, obteniendo datos valiosos de inteligencia.
Estudian el terreno, el clima, los hábitos de la población, el idioma, las posibilidades de ocultamiento, los bosques, ríos, montañas y emplazamientos de unidades enemigas, etc. Con frecuencia se afirma que el deporte mejora las relaciones entre los países. Este es un argumento extraño, pues en caso de guerra los Spetsnaz contaban con todas las ventajas pues habían competido en el país que tendrían que operar.
Uno de los trucos favoritos de los Spetsnaz es dejar caer desde grandes aviones muñecos en paracaídas vestidos con uniforme, de tal manera que el enemigo vea la caída, pero por la distancia y el terreno boscoso no pueda llegar rápidamente al lugar de descenso.
Debe hacerse al atardecer o en noche de luna llena, nunca en plena luz del día. Si hay pocas fuerzas disponibles propias, parecerá que ha llegado un gran refuerzo o bien que en esa zona será el ataque principal. Si al mismo tiempo que caen los muñecos explotan algunos petardos, habrá una gran movilización de enemigos hacia ese lugar. Las unidades Spetsnaz no tienen un uniforme que los identifique, tampoco distintivos.
Para hacer más confuso identificarlos a menudo visten ropas de tropas aerotransportadas o de submarinistas con insignias navales. Cada Spetsnaz tiene su propio nombre de guerra o apodo que puede ser transmitido por radio o escrito en documentos, lo que aumenta el secreto.
Antes de actuar detrás de las líneas enemigas, entregará todo lo que no necesita y lo que podría descubrir a qué unidad pertenece.
La mayoría de las operaciones que realizan se basan en el salto de combate desde muy baja altura (100m); pero en caso de fallo no hay tiempo de utilizar el de reserva. Lo aconsejado es que el lanzamiento sea llevado a cabo antes del amanecer, mientras haya estrellas y el sol no haya aparecido. Este es un muy buen momento, para llevar a cabo un ataque sorpresa.
Pero si se debe saltar cerca de un poblado, debe hacerse en el crepúsculo para evitar caer en la torre de una iglesia o entre cables de alta tensión. Una vez en tierra, los paracaídas son enterrados o hundidos en el río o mar. Los que se ocultaban en tierra eran rociados con un producto químico que anulaba el olfato de los perros. También solían adosar una trampa explosiva a ciertos equipos. Al tocar tierra de noche no es fácil organizar una búsqueda a gran escala. Por ello las armas pesadas, se lanzaban en contenedores y para poder localizarlos llevaban unos pequeños emisores que emitían automáticamente. La zona de descenso suele ser el primer lugar donde se producen las primeras bajas; lesiones en las piernas y fracturas son frecuentes cuando se lleva a cabo en un lugar desconocido en completa oscuridad.
Los Spetsnaz no pueden llevar fracturados ni heridos, entonces el jefe debe tomar decisiones muy crueles.
Los códigos de las fuerzas especiales son simples. Los heridos que no puedan movilizarse por sí mismos, el jefe del grupo obligatoriamente debe eliminarlos para que no sean capturados. Spetsnaz tiene una inyección con una poderosa droga conocida como “muerte bienaventurada”, que rápidamente detenía el dolor y producía un estado de somnolencia feliz. Nada podía poner en peligro la misión y en caso que no lo hiciera podría ser acusado de falta grave.
A pesar del riguroso secreto, se calcula que las fuerzas Spetsnaz estarían en el orden de 10.000 efectivos. Tienen la misión de ejecutar operaciones militares en la retaguardia del enemigo, antes que se produzca un ataque importante. Son adecuados para destruir puestos de comando y objetivos vitales del adversario para cuando se inicie la batalla principal. Pueden bajar en aterrizajes secretos, también en submarinos y barcos mercantes.
Estos últimos pueden desembarcar importantes contingentes, pero los buques pesqueros pequeños son excelentes, pues pueden pasar largas temporadas cerca de una costa sin despertar sospechas y traer de regreso al grupo en caso que se desista la operación. Los aviones de línea son ideales, pues un numeroso grupo especial simulando ser pasajeros, puede capturar por sorpresa el principal aeropuerto del adversario. Luego aterrizarán más aviones con tropas aerotransportadas. En períodos de tensión el enemigo vigila las 24 horas la frontera de su posible adversario, pero suele descuidar el límite fronterizo de países neutrales. Antes de una gran operación, grupos Spetsnaz pueden ocultarse y aparecer de improviso desde territorio de otro país que ni siquiera puede estar advertido.
Esta fuerza de elite cuenta con motocicletas capaces de operar en terreno quebrado, también vehículos livianos aptos para travesías en terrenos escarpados, pantanos y arena.
Este tipo de vehículos y motocicletas no sólo aumenta la movilidad del grupo; sino que también su potencia de fuego pues el armamento pesado y su munición pueden ser transportados más rápido y más lejos. Todos esos vehículos pueden ser lanzados en paracaídas.
Siempre arman dos refugios, el: “A”, colocando trampas que producen detonación en las sendas de acceso a modo de advertencia si alguien se acercara. Pero preparan otro escondite de reserva llamado “B” por si el refugio principal llegara ser descubierto. Después, el grupo se divide en direcciones diferentes o se procede de acuerdo a la misión, dejando un par de hombres al cuidado del escondite. Al regreso los hombres, primero irán al refugio “B” y si no encuentran a nadie entonces llegarán al “A”.
Los grupos Spetsnaz poseen equipos electrónicos para la búsqueda de objetivos. Pero nada se compara con la información que puede dar un prisionero. Un buen interrogatorio permitirá actualizar las cartas topográficas y dar valiosa información. Pero no todos los prisioneros responderán a las preguntas y pueden dar respuestas erróneas. Según un ex Spetsnaz, ningún prisionero resiste más de dos segundos un interrogatorio realizado por ellos. Luego comenzará hablar fluidamente.
Se sabe que los Spetsnaz examinaban a los prisioneros en parejas o grupos más grandes. Si uno parecía saber menos que los otros, podía ser utilizado con fines de “demostración” para animarlos a hablar. Todas las fuerzas especiales del mundo tienen métodos crueles para interrogar, no es que lo hagan por sadismo sino como una forma de obtener información que les puede ahorrar vidas. El asesinato de prisioneros que usan uniforme legítimo es una violación a la convención de Ginebra de 1929 que puede significar la pena de muerte para el responsable.
Las estaciones militares de radio, depósitos de combustibles y aviones ocultos, siempre son blancos codiciados por las fuerzas especiales.
En algunas ocasiones son objetivos falsos que obran a modo de trampa para capturar a los atacantes, por lo que estarán capacitados para descubrir el engaño. Después de haber encontrado un objetivo real e informado al mando superior, el grupo lo podrá destruir o la misión será derivada a la artillería o al comando aéreo.
Luego los Spetsnaz deberán salir de la zona lo más rápido posible, pues pronto el lugar estará bajo ataque. Pero en caso de descubrir un misil a punto de lanzarse o a un importante comandante enemigo; son blancos que sólo pueden presentarse una sola vez, entonces podrá decidir un ataque pues no tendrá tiempo de pedir autorización. Deberá tomar todas las medidas posibles para destruir el objetivo, incluyendo un ataque suicida. Para ello enviará al sacrificio a un pequeño grupo tratando de hacer mucho ruido, mientras que el ataque principal lo hará en otra dirección en forma silenciosa. Esto puede retrasar al enemigo durante horas, que en una guerra podrían ser lo suficientemente para alterar el curso del conflicto. La velocidad de un ataque muchas veces es sinónimo de victoria.
En algunos ejércitos occidentales se aplican criterios diferentes para medir el éxito de un jefe, valorando más las fuerzas enemigas que han sido destruidas por sus tropas. En el ejército ruso esto es de importancia secundaria, pues el valor de un comandante es juzgado por la velocidad con que sus tropas avanzan.
Fuentes:
* Extractado y adaptado al español de “Behind Enemy Lines: tactical Spetsnaz”
* Viktor Suvorov. Publicado en Gran Bretaña 1987 por Hamish Hamilton Ltd.
Fuerzas especiales rusas
Artículo publicado en la Revista Tiempo GNA 72, septiembre de 2022.
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