Editorial de Folha de São Paulo del día 04/04/2023
El deterioro en el país vecino muestra al Brasil la importancia de seguir reglas fiscales y monetarias.
En las primeras décadas del siglo pasado, la Argentina figuraba entre los países más ricos y promisorios del mundo, exhibiendo una renta per cápita superior a las de Francia, Alemania e Italia. Para los emigrantes europeos de la época, era decisión difícil optar entre la nación de América del Sur y los Estados Unidos.
Hasta los años 1940, los argentinos aún mantenían al país relativamente rico y formado por familias de clase media. Con suelo fértil, las exportaciones de granos y carnes empujaban la economía, que pasaba por el proceso de industrialización.
La segunda mitad del siglo 20, sin embargo, marca el inicio de una larga decadencia, punteada por crisis agudas que mantuvieron la renta per cápita del país estancada en los últimos 40 años.
Esa decadencia culmina ahora en la formación de una nueva tormenta, en año de elección presidencial. El alza de los precios, superior al 100% en 12 meses, amenaza desmoronarse hacia un escenario de hiperinflación y agravamiento de las condiciones sociales.
Datos oficiales colocan al 43,1% de los argentinos (19,8 millones) debajo de la línea de pobreza. En el mercado del trabajo, 70% de las nuevas vacantes son informales y más del 40% de las formales pagan salarios insuficientes para la compra de una canasta básica completa.
En la base de la crisis argentina está el hecho de, en más de un siglo, el país tener encerrado apenas diez años con las cuentas públicas en azul. Y, con la recurrencia de gobiernos populistas, haber cerrado su economía y multiplicado beneficios a la población y a las empresas sin la debida responsabilidad fiscal.
Actualmente, subsidios estatales en energía y transportes consumen casi el doble de los gastos en salud; el empleo estatal creció de 2,7 millones a 3,4 millones en diez años; y 55% de las jubilaciones fueron otorgadas sin aportes de los beneficiados.
Para financiar gastos, la Argentina pasó simplemente a emitir pesos en cantidades billonarias, al mismo tiempo en que sofoca al sector productivo con más impuestos, sobre todo al agronegocio generado de dólares, moneda absolutamente escasa en el país.
Sin solución en el horizonte, el drama argentino explicita como la falta de reglas para el funcionamiento de la economía puede desorganizar un país que ya fue rico y próspero —y tornar extremadamente difícil la vuelta a la normalidad—.
Para Brasil, el vecino sirve de ejemplo práctico sobre como metas para la inflación, un Banco Central autónomo, la Ley de Responsabilidad Fiscal, reformas como la de las Previsionales y, ahora, la búsqueda por un nuevo marco fiscal fueran y son fundamentales para evitar que gobiernos de turno arruinen progresivamente, y sin frenos, las condiciones de vida de una sociedad.
Traducido por el Equipo de la SAEEG.
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