Julio Ferrari Freyre*
El Gobernador de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, Profesor Gustavo Melella, y el presidente de la empresa Shaanxi Coal and Chemical Industry Group Co., Ltd (estatal), han firmado un acuerdo (Memorándum de Entendimiento), sobre la construcción de un puerto, una planta química (fertilizantes) y una usina eléctrica en la zona de la ciudad de Río Grande.
Bajo condiciones normales esta sería una interesante propuesta para Rio Grande y podría generar posibilidades para otros emplazamientos en la Isla Grande, tales como construcción de obras de infraestructura de relevancia, viviendas y otras que permitirían la apertura de nuevas comunidades y por tanto fomentaría la ocupación poblacional de la Isla Grande con importantes beneficios políticos, económicos y sociales.
La construcción de dicho puerto presupone el tráfico de naves mercantes costeras y de ultramar (se habla de buques de 20.000 toneladas de porte bruto), para llevar la producción a las zonas que más necesitan amoníaco sintético, urea y glifosato, este último objeto de amplias denuncias y controversias por sus efectos nocivos para la salud humana, animal y el medio ambiente. Teniendo en cuenta las cantidades mencionadas en el Memorándum de Entendimiento firmado, se podría proyectar la exportación de la producción a terceros países, lo cual ayudaría a la balanza comercial de nuestro país. El valor de estas inversiones suman US$ 1.250 millones, una cifra muy tentadora para concretar la industrialización de la provincia.
El documento firmado por el Gobernador fueguino también prevé la construcción de una usina termoeléctrica de 100 mega watts (MW), una potencia respetable comparada con los 370MW que produce Atucha I y el actual consumo de energía de Rio Grande.
La construcción de un puerto de las capacidades descriptas ha suscitado seria preocupación en ciertos sectores de la Argentina y en otros países. La existencia de fuerzas de ocupación extranjeras en nuestras islas del Atlántico Sur, las pretensiones de varios países sobre los recursos de nuestro territorio Antártico, la contínua pesca ilegal dentro de las aguas jurisdiccionales argentinas y en sus cercanías, la desaparición de nuestra marina mercante y otros elementos que deben tomarse en consideración, ponen a nuestro país en el centro de las aspiraciones políticas y económicas de las principales potencias mundiales. Debemos recordar que la Tierra de Fuego es la puerta de acceso a la Antártida y el cruce entre los océanos Atlántico y Pacífico y por estas razones está en la mira de esas potencias en pugna.
Ya que se ha firmado el Memorándum de Entendimiento con la provincia de Shaanxi, cabe preguntarse qué pasó con el proyecto de construcción de un puerto de la firma Tierra del Fuego Energía y Química S.A. También sería oportuna una explicación sobre el estado actual de las negociaciones con MMEX Resources Corporation de los Estados Unidos de Norteamérica que proyectaba construir una planta de «hidrógeno verde» e instalaciones portuarias por valor de US$ 500 millones.
Volviendo al acuerdo entre el gobierno provincial fueguino y la firma industrial china y dirigiendo la mirada a un aspecto formal, lo interesante de la cuestión es que el Memorándum está redactado en chino (caracteres simplificados como los que se usan en China continental) y en castellano. Uno podría decir que esto es normal ya que son los idiomas que se usan en los respectivos países.
Pero ese es justamente el punto llamativo. El Profesor Melella, Gobernador de la provincia argentina más grande, firma un documento donde SU idioma parece ser secundario, dándole mayor importancia a la firma estatal de otro país, Shaanxi Chemical Group. Evidentemente sus subalternos olvidaron que un documento firmado por una autoridad argentina debe estar escrito en el idioma nacional antes que en un idioma extranjero o, mejor aún, deberían redactarse dos documentos, uno en cada uno de los idiomas.
El hecho de que la versión en chino precede a la versión en castellano demuestra que las autoridades provinciales parecen considerar ese orden apropiado, poniendo a la autoridad argentina en un segundo plano frente a la empresa estatal extranjera.
Quiero suponer que las autoridades fueguinas, siguiendo las prácticas normales en cualquier país del mundo, hicieron revisar el texto en idioma chino para asegurarse que su traducción al castellano fuera fidedigna y que por tanto no contiene términos inexactos o de múltiple interpretación. También quiero pensar que el texto fue consultado con las pertinentes autoridades nacionales (Cancillería, Ministerios de Economía y Producción) y, ante la eventualidad de que se logren firmar los acuerdos, con la Dirección Nacional de Migraciones, Aduana y otros.
Es muy posible que la parte china sugiera —o insista en— que los trabajadores, técnicos e ingenieros que intervengan en las distintas obras sean ciudadanos chinos, quitando la posibilidad de generar empleo para la población (obreros, técnicos e ingenieros) de nuestro país. Ya ha habido intentos de este tipo en el pasado reciente.
A modo de colaboración con los empresarios y funcionarios argentinos que participan en negociaciones con sus pares chinos, esbozo algunas cuestiones prácticas a tener en cuenta dadas las diferencias culturales e idiomáticas con las que se encontrarán.
Negociar con los chinos no es un asunto fácil, por no decir que es un arte que requiere mucha paciencia y cierta especialización. Siempre intentando iluminar algunos de los pormenores que se presentarán en esta actividad propongo repasar sucintamente ciertos temas para un mejor desenvolvimiento en este cometido.
Es adecuado mantener un cierto grado de formalidad que incluye aspectos tales como: como la vestimenta (traje y corbata), la puntualidad (el chino suele presentarse antes de la hora indicada mostrando así su entusiasmo), y el estricto respeto por las jerarquías y la precedencia como así también la deferencia hacia los mayores.
El encuentro entre las más altas autoridades suele tener lugar después de que los subalternos hayan negociado los pormenores de un acuerdo y sólo se encontrarían para tratar los últimos detalles y la firma del documento. Sin embargo, esto debe tomarse como un mapa general de como continuarán las conversaciones (es decir, las negociaciones), dado que, seguramente surgirán muchas modificaciones y reinterpretaciones del acuerdo original.
China tiene una visión de largo plazo de los acuerdos. Quiere que el pacto tenga una larga vida, aún con las modificaciones que se vayan introduciendo y que la relación sea de largo plazo, lo que significa de veinte años o más. Prefieren una larga relación con modestas ganancias que un negocio rápido que no volverá a repetirse.
Es conveniente investigar a la empresa china, tomar idea sobre sus necesidades comerciales, de insumos y políticas, entre estas, conocer su relación con el gobierno local y central y con el Partido Comunista Chino. Tener datos sobre la personalidad de los ejecutivos responsables, indagar sobre la jerarquía formal e informal de la firma y sus vínculos con el estado y el partido, así como hacer «lobby» con las personas que tengan influencia dentro de la empresa es también muy recomendable.
Resulta altamente facilitador mantener una actitud positiva en todo momento y nunca perder la compostura ni discutir; al contrario, mostrar paciencia, consideración y cooperación encauzan mejor la negociación. Decir que «no» directamente cerraría las posibilidades de entendimiento, en caso de tener que declinar una propuesta debe hacerse siempre con palabras amables.
Como puede observarse el apego a la jerarquía y al protocolo son resabios imperiales que aún están presentes en la conciencia colectiva china y se ponen de manifiesto en las relaciones públicas. Por tanto, estrategias tales como: sonreír y mostrar satisfacción al intercambiar con ellos; organizar una cena con sus contrapartes y/o con quienes puedan tener influencia sobre las negociaciones y relación con la firma china; hacer valer la amistad lograda con un alto ejecutivo frente a sus subalternos; tener preparados regalos para los integrantes del grupo chino, evitando artículos puntiagudos (por ejemplo un facón), relojes (sería como decir que se espera la muerte del interlocutor), de color blanco o con el número cuatro por estar relacionados con la muerte, son algunas de las más importantes.
Si bien las partes pueden intercambiar volúmenes de información por medios electrónicos, por carta o por señales de humo, y las entrevistas por medios electrónicos (Skype, Zoom y otros), pueden ser numerosas y extendidas, éstas nunca reemplazarán los encuentros cara a cara, o sea personales. No debe considerarse extraño que la parte china insista en que las negociaciones continúen en su país para lo cual se debe prever la formación de una delegación de varias personas ya que si viaja una sola esto sería interpretado como una falta de interés o un tratamiento superficial de la cuestión. Quienes se desplacen, deben estudiar muy bien los temas bajo consideración, estar preparados para responder a los requerimientos y poder analizar las situaciones que se presenten.
La traducción del chino al castellano otorga tiempo para interpretar lo dicho y pensar las respuestas. De cualquier manera, sería acertado revisar la traducción al español de los documentos en idioma chino para asegurarse acerca de la fidelidad del trabajo realizado y así evitar mal entendidos en el futuro, ya que no es extraño que la parte china se excuse «por no conocer bien el castellano».
Los textos de los acuerdos a firmar deben ser estudiados minuciosamente como así también sus traducciones ya que pueden aparecer frases o párrafos con sentidos vagos e imprecisos, promesas retóricas o «simples deseos» sin especificar que podrán ser aprovechados el día de mañana para exigir nuevas condiciones o interpretaciones sorpresivas. Una vez firmado el acuerdo, deben esperarse «pedidos especiales» por la parte china tales como terrenos más amplios, derechos especiales, privilegios o inmunidades para quienes trabajan en sus proyectos. No sería descabellado pensar que la parte argentina pudiera encontrarse sorpresivamente con una reinterpretación de los términos del documento firmado oportunamente e incluso descubrir cambios sustanciales el mismo acuerdo.
Finalmente, en este caso específico el negociador argentino debe tener un cabal conocimiento de los temas a negociar (puerto, productos químicos y generación eléctrica), de los posibles conflictos (situación impositiva, migraciones, etc.), y de su relación con otros intereses de nuestro país y la situación internacional (Mar Argentino, Chile, Malvinas, Antártida y Atlántico Sur).
Bibliografía
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DE VEDIA, Mariano. «Gustavo Melella firmó un memorándum con Shaanxi Chemical Industry Group para la construcción de una obra que demandaría una inversión de US$1250 millones». La Nación, Buenos Aires, 08/06/2023, https://www.lanacion.com.ar/politica/genera-alarma-un-acuerdo-del-gobernador-de-tierra-del-fuego-con-una-empresa-china-nid08062023/
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PERFIL. «Empresa norteamericana invertirá US$ 500 millones para producir hidrógeno verde». Editorial Perfil, 31/05/2022, https://www.perfil.com/noticias/economia/empresa-norteamericana-invertira-us-500-millones-para-instalar-una-planta-de-hidrogeno-verde.phtml
* Julio Ferrari Freyre estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Sophia (Tokio, Japón), Relaciones Internacionales en la Universidad del Salvador y Economía en la Universidad de Deusto (Bilbao, España). Egresó del Instituto del Servicio Exterior de la Nación, ISEN (1984) y como Diplomático ha cumplido funciones como Cónsul en Bilbao (1989-94), en la Embajada Argentina en la República Popular de China (1997-2003) y como Cónsul General en Canton (2011-2016). En Cancillería fue Director de Documentación de Viaje dentro de la Dirección General de Asuntos Consulares y estuvo a cargo de la Representación Especial para Asuntos de Terrorismo. Se retiró del Servicio Exterior de la Nación como Ministro Plenipotenciario de Primera Clase en 2018.
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