Agustín Saavedra Weise*
Se acerca vertiginosamente el 180º aniversario de la batalla de Ingavi, aquel glorioso 18 de noviembre de 1841 cuando las armas nacionales se cubrieron de gloria en un combate que selló para siempre la independencia e integridad de la República de Bolivia con la derrota definitiva de Gamarra, Castilla y de varias otras facciones peruanas y paceñas que los acompañaban..
Dos militares cruceños del ejército rebelde de Velasco fueron clave en la épica lucha que comandó el entonces presidente José Ballivián: Agustín Saavedra Paz y el bravo Marceliano Montero. Su brillante carga de ambos al mando del Escuadrón de Coraceros (Caballería) resultó determinante.
Agustín Saavedra Paz nació en Samaipata el 29 de agosto de 1796. Estuvo presente en la batalla de Ayacucho, que concluyó la lucha por la independencia americana. Luego participó de las epopeyas de Yanacocha y Socabaya durante el período estelar de la Confederación Peruano-Boliviana. Anteriormente, le cupo contener en 1828 —por instrucciones del Mariscal Sucre— la invasión brasileña de Chiquitos, defendiendo así la heredad oriental de nuestro naciente país.
El Mariscal de Zepita, Andrés de Santa Cruz, guardaba alta consideración por Saavedra Paz y él le prodigó permanente lealtad. Tras el desastre de Yungay Saavedra salvó milagrosamente su vida; terminó sí como prisionero en El Callao (Perú) durante largos meses. Su probado valor volvió a estar al servicio de Bolivia en Ingavi, esta vez como personaje decisivo para el triunfo.
Saavedra Paz cruzó el río Desaguadero, formando parte de la vanguardia del triunfante ejército boliviano que tras el triunfo de Ingavi ocupó suelo y puertos peruanos sobre el Pacífico en 1842. Luego de su participación en la Convención Nacional de 1843, retornó a Santa Cruz, dónde fue Prefecto del Departamento y ascendió al grado de General de Brigada.
Ya en sus años de ocaso, el viejo general tuvo fuerzas para volver a Chiquitos en la frontera con Brasil, reafirmando así la soberanía boliviana en esa alejada zona. Al efecto, creó otras atalayas de la nacionalidad en el extenso y geopolíticamente débil límite oriental, que quedó consolidado con la expedición de Saavedra Paz. El veterano soldado terminó sus días un 18 de octubre de 1862, habiendo generado hijos y fundado una familia, a la que pertenece el autor de estas líneas.
El Departamento de Santa Cruz honró a su prócer: el antiguo pueblo de “Bibosi” fue rebautizado “Gral. Saavedra” y así se sigue llamando —en honor de este citado héroe de Ingavi— a ese importante centro de producción agropecuaria. En nuestra capital oriental una importante avenida de la zona sur lleva su ilustre nombre. Varios años atrás los descendientes del prócer obtuvimos una Resolución de la H. A.M. que nos autorizó a colocar una plaqueta de homenaje en el nacimiento de esa arteria citadina. Al poco tiempo delincuentes urbanos robaron el bronce; una más de las tantas cosas anómalas que hoy por hoy suceden en el Santa Cruz de la Sierra de nuestra época.
En La Paz, era y es natural que se resalte la figura de José Ballivián, hombre prominente del lugar. Poco y nada se sabe acerca de Saavedra en la sede del gobierno y lo mismo pasa con Montero. Una calle aledaña a la Plaza Villarroel de Miraflores lleva su nombre completo con el grado que tenía en 1841: Teniente Coronel. Y eso es todo. La Paz todavía le debe el homenaje que se merecen al Gral. Velasco y a su ejército cruceño (Montero, Saavedra y otros). Todos ellos demostraron —sobradamente en esa época— patriotismo y total bolivianidad.
*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com
Nota original publicada en El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/opinion/el-gral-agustin-saavedra-paz-y-la-batalla-de-ingavi_252247
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