Gabriel Camilli*
En primer lugar, como ejemplo, veamos un breve comunicado de prensa oficial de Moscú: “Soldados rusos han capturado un tanque AMX-10RC que Francia ha donado a Ucrania como parte de uno de sus paquetes de ayuda militar”. Así lo anunció en su canal oficial de Telegram el Ministerio de Defensa de la Federación Rusa. La publicación afirma que el vehículo de combate abandonado estaba ubicado cerca de uno de los asentamientos en la República Popular de Donetsk. Instrucciones detalladas para su funcionamiento yacían cerca en el suelo (el manual de instrucciones).
Según diferentes fuentes occidentales, sabemos que no fue el único vehículo de guerra abandonado y luego capturado por los rusos. “Hay más de 50 unidades de equipos enemigos inmovilizados en las afueras de Novodonetsk”, explicó el departamento, publicando un video filmado por uno de los combatientes.
Anteriormente se supo que un destacamento de aviones de ataque rusos de la Flota del Pacífico destruyó una unidad de las Fuerzas Armadas de Ucrania cerca de la aldea especificada (Ver https://riafan.ru/24114926-).
El experto militar francés Francis Goumain, irónico —pero no demasiado—, explica este hecho como un aspecto fundamental del Choque de Civilizaciones en curso. Según afirma: “Con cada reflujo de la marea (ida y vuelta de los ataques) descubren vehículos blindados de todo tipo varados en el campo de batalla; y estos no son cascos carbonizados; más bien, la vista que se ofrece es la de vehículos alerta estacionados al borde de la carretera, esperando la grúa, sus ocupantes lastimosamente atrincherados detrás de la barrera de seguridad, tratando de no parecer demasiado belicosos en sus chalecos fluorescentes que señalan la atención de todos, con los ojos pegados a las pantallas de sus computadoras portátiles o celulares, en un intento de escapar de la mirada irónicamente comprensiva de los automovilistas que pasan”.
El AMX10 RC encontrado por los rusos estaba perfectamente intacto: la causa no es su famoso blindaje demasiado débil y todavía tiene sus ruedas y su cañón. Un detalle, sin embargo, permite entender por qué sus ocupantes prefirieron retirarse a pie a pesar de que su coche puede circular a 110 km/h: el manual de a bordo con las instrucciones de uso del vehículo se encontraba sobre el asiento, abandonado, abierto en una página. Y en ella se detallaba el funcionamiento de una luz de advertencia, que se encendió en el tablero, y puso a salvo el vehículo. Y también lo bloqueó.
Aquí está el problema: los sensores y las consolas de diagnóstico que, al igual que nuestros coches modernos, desbordan en los vehículos blindados de la OTAN.
Supongamos que explota una granada a 100 metros, una astilla rompe un cable y, de repente, se enciende una luz y el vehículo se detiene, haciendo imposible volver a arrancar hasta que hayamos despejado la avería. Solo tenemos que esperar el vehículo de remolque, que sin embargo nunca llegará, la OTAN no ha pensado en enviar uno, y si llega uno será ruso, y ellos, con la solución manual de problemas, sabrán cómo reiniciar la máquina.
En un principio los rusos pensaron que estaban frente a una trampa, una especie de caballo de Troya. Se acercaron con cautela, dispuestos a disparar al menor movimiento sospechoso del animal, pero acabaron comprendiendo: los vehículos blindados de la OTAN están diseñados por los mismos multimillonarios histéricos que tienen miedo a todo, desde el queso de leche cruda hasta el vino, desde el terrible CO2 hasta las partículas finas, y no hablemos de los iones positivos, los rayos UV; como los chirridos de alarmas que nos arruinan los oídos cuando no nos abrochamos los cinturones de seguridad, carteles de instrucciones de seguridad por todas partes, órdenes de hidratarse (pero no con cerveza), tener cuidado al bajar del tren, etc.
Cuando se logran estándares de la vida opulenta, parecería claro, no se debe poner un pie en un campo de combate. La cultura de la sociedad opulenta no quiere sacrificios, ni esfuerzos, quiere la vida fácil. ¿Pero cómo no lo piensan? Es terriblemente temerario: hay minas por todas partes, dientes de dragón antitanques, zanjas, cañones al acecho, drones que se ciernen sobre la cabeza y parecen conocernos muy bien aunque nunca los hayamos visto antes, misiles que nos atacan, helicópteros agresivos como tábanos, aviones a reacción a baja altura, bombas, comunicación interferida, no más música, y no hay buena cubierta para ir a orinar o tomar café, y sin mencionar a los enemigos que no parecen muy inclusivos ni amigables.
Los ingenieros rusos con estos temas, intuimos que han resuelto el enigma de la mentalidad de los actuales recursos humanos y materiales de Occidente. Según nuestras fuentes, están evaluando seriamente un nuevo método de combate para capturar intactos los medios de Occidente: con lo cual bastaría poder dar información falsa a los sensores del vehículo para que se detenga, por ejemplo. La estrategia sería la siguiente: “Encender uno u otro de los testigos o alarmas de fallas: como por ejemplo una pinchadura de cubiertas, una fuga de aceite, una falla de temperatura en el motor, o bien simular un plazo de inspección técnica superado, etc.”
Primer llamado de atención especial para nuestras lecciones aprendidas a la hora de comprar material. ¡No es estúpido pensar algo así, puede funcionar! A quien le compremos puede “intervenir” en el ingenio militar interfiriendo sus sistemas. Algo de eso supimos en la Gesta de 1982 con los misiles Exocet.
Ante una pausa
Volodymyr Zelensky, en una entrevista con la BBC difundida el miércoles 21 de junio, reconoció que el avance de la contraofensiva ucraniana es “más lento de lo esperado”. De acuerdo con nuestros análisis, en los últimos días la serie de ataques ucranianos en el frente sur no está teniendo los efectos deseados: incluso el avance inicial en la zona sur de Velyka Novoselivka parece haber terminado cuando se enfrentaron con la segunda línea de defensa rusa.
En términos más generales, toda la línea del frente está sustancialmente estable: incluso en su parte oriental, en el Donbass, los ataques y contraataques de rusos y ucranianos no conducen a ganancias territoriales significativas, pero la lucha sigue siendo feroz. Por lo tanto, es posible que el Estado Mayor General de Kiev suspenda temporalmente esta nueva fase ofensiva a la luz de las pérdidas sufridas y el estancamiento de las operaciones.
Según el ISW ((Instituto para el Estudio de la Guerra), “Ucrania aún no ha comprometido la mayor parte de sus fuerzas disponibles y aún no ha lanzado su ataque principal” (agregamos una observación personal: esta opinión de ISW puede estar sesgada). Hemos visto en estos días comentarios de analistas occidentales que hablan de la posibilidad de que solo se tratara de “operaciones de exploración o distracción” y no de una verdadera contraofensiva, ya que numéricamente no hemos asistido a una movilización de fuerzas y tácticamente parecía evidente que no había una dirección principal ni una actividad preparatoria digna de ese nombre. Es decir, ausencia de artillería pesada, bombardeos o el uso de otros recursos como municiones merodeadoras o drones de mayor tamaño, que también se vieron en las acciones del pasado verano. Repetimos, esto puede ser discutible.
Sin embargo, las pausas operacionales son una característica común de las grandes ofensivas, y esta pausa, según el ISW, no significa el final de la contraofensiva ucraniana. Sin embargo, seguimos dudando, como lo hemos expresado en otros artículos, respecto de la posibilidad real que Ucrania tiene de lanzar una «gran operación militar». Durante todo el curso de la guerra, Ucrania lanzó contraofensivas sólo con motivo de la que condujo a la liberación de Jerson -que en realidad fue reconquistada sólo gracias a la completa retirada controlada rusa ante los ataques ucranianos- y en la región de Jarkiv, donde el frente cedió provocando el avance ucraniano en las defensas rusas que, entonces, no estaban tan organizadas como lo están hoy.
Cabe señalar que los propios ucranianos, a través de la voz de su viceministra de Defensa, Hanna Malyar, informaron que los rusos han desplegado importantes fuerzas para detener los ataques, lo que dificulta el avance. Curiosamente, la viceministro Malyar agregó que las operaciones ucranianas en curso tienen varias tareas que no se centran únicamente en la liberación del territorio y que el ejército aún debe comenzar la fase principal de las operaciones de contraofensiva.
Rusia dijo el 20 de junio, a través del ministro de Defensa, Sergei Shoigu, que la “contraofensiva” comenzó el 4 de junio y que las tropas ucranianas han lanzado 263 ataques contra posiciones rusas desde esa fecha, pero negó que el Ejército de Kiev haya logrado avances territoriales en cualquier parte del teatro de operaciones.
Como siempre, con una mirada analítica y profesional es bueno hacer dos aclaraciones: las defensas rusas están organizadas en, al menos, tres líneas defensivas dotadas de diversos obstáculos y campos minados que se extienden a lo largo de 30 kilómetros, dificultando mucho el avance y, desde un punto de vista táctico, si se lograra un avance a través de las líneas después de los ataques, Ucrania debería empeñar las unidades mantenidas “en reserva” para poder obtener un éxito contundente, como sucedió el verano pasado en la región de Jarkiv.
Segunda atención especial. Nosotros hablamos de “defensa móvil” o defensa elástica, según vemos están aplicando los rusos. Es interesante destacar que esto es de aplicación en los frentes amplios de la Patagonia y la Pampa Húmeda, siempre y cuando se tengan los recursos humanos y tecnológicos necesarios como: vigilancia de todo el campo de combate, redes satelitales de comunicaciones y contar con unidades suficientemente adiestradas debido a la necesidad de una coordinación muy ajustada y previamente preparada. Si vis pacem para bellum. ¡Basta de dormir la siesta!
* Coronel Mayor del Ejército Argentino. Director del Instituto ELEVAN.
Artículo publicado el 24/06/2023 en La Prensa, https://www.laprensa.com.ar/531357-Por-que-tantos-vehiculos-de-la-OTAN-abandonados-intactos.note.aspx
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