Nos seguimos preguntando, ¿Qué ha pasado con el nacionalismo argentino?, ¿que nos ha pasado como sociedad?, ¿qué ha pasado con el fuego sagrado que llevaba a nuestros hombres a combatir por la Nación Argentina, que los hacía ingresar a las Fuerzas Armadas y de Seguridad e incluso a morir por ella?
¿En qué momento optamos por la esclavitud en vez de ser libres? ¿En qué momento olvidamos el legado de San Martín, Belgrano, Güemes, Brown y tantos otros que dejaron sus mejores años en las batallas por la Independencia de su Patria, ya sea por nacimiento o por opción? (Aunque debamos soportar a presidentes electos que en el colmo de la ignorancia digan: “No hay ningún ejército que haya liberado a un pueblo”, echando un manto de olvido sobre la gesta de nuestros próceres mayores, él justamente que, por su investidura debería ser el guardián de nuestra historia y tradiciones, vergüenza ajena da oírlo).
Lejano quedó el glorioso siglo XIX, pletórico de fervor patriótico y ansias de libertad. Lejos quedó el espíritu de lucha plasmado por Don Alejandro Vicente López y Planes en el himno nacional argentino:
A vosotros se atreve argentinos
el orgullo del vil invasor.
Vuestros campos ya pisa contando
tantas glorias hollar vencedor.
Más los bravos que unidos juraron
su feliz libertad sostener
a estos tigres sedientos de sangre
fuertes pechos sabrán oponer.
También plasmado por el poeta húngaro Sándor Petöfi en su Poema Nacional:
¡De pie húngaros; la patria llama!
Llegó el momento: ¡es ahora o nunca!
¿Queréis ser libres o esclavos?
Ésta es la pregunta. ¡Responded! –
Por el Dios de los húngaros juramos,
¡Juramos, que ya no seremos más esclavos!
Ese espíritu de Lucha, de Honor, de Dignidad, cuyo último avistamiento fue el 3 de Diciembre de 1990 en tierra argentina y que tan a tono estaba con el espíritu de Don José Francisco de San Martín:
“Seamos libres y lo demás no importa nada. La muerte es mejor que ser esclavos de los maturrangos. Compañeros, juremos no dejar las armas de la mano hasta ver el país enteramente libre, o morir con ellas como hombres de coraje”.
Lamentablemente, hoy vivimos días de tibieza en lo que a nacionalismo se trata, y es algo de temer, ya que bien sabemos que “a los tibios los vomita Dios”.
“¡Los nacionalistas queremos restablecer la unidad del espíritu y de la voluntad de la Nación Argentina!”.
En esta tercera entrega vamos a analizar brevemente la gestión de gobierno de Fernando de la Rúa, entre 1996 y 1999.
Entre los hechos “destacados” de la gestión podemos citar:
Estamos a años luz de tener un buen líder dirigiendo los destinos de la Nación Argentina. Ojalá Dios nos ilumine y podamos construir la Argentina pujante y desarrollada que tanto soñaron nuestros pro-hombres.
El verdadero líder, en fin, es un agente transformador, es una fuerza de progreso y mejoramiento, es un educador que ayuda a formar a más educadores que vayan abriendo mentes y convirtiendo corazones para continuar y acelerar la infatigable tarea de ir cambiando a los hombres, las organizaciones y las instituciones sociales, a fin de realizar los valores personales y sociales de paz, justicia, solidaridad y bienestar. (Maquiavelo)
De este modo terminamos la tercera entrega. En la cuarta tocaremos la renuncia de De la Rúa y los cinco presidentes en once días.
Por Der Landsmann para SAEEG.
Bibliografía:
©2019-saeeg®
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