VOCES E IMÁGENES DE LA AMAZONÍA

Francisco Carranza Romero*

Con mucha emoción he leído el libro «Relatos huitoto murui» (Heraldos Editores, Lima, 2023) escrito por Alex Acuña Rojas quien, recurriendo al castellano y al dibujo, nos hace conocer la vida de sus antepasados antes de la explotación del caucho. Gracias a estos relatos he recordado el paisaje de la región amazónica peruana y he viajado oyendo el canto de los pájaros y el zumbido de las hojas de los árboles mecidos por el viento. El libro está dividido en cinco relatos (I: El demonio Mónallagona. II: Ifonoisaicidaraño, la abuela y la sachapapa del diablo. III: La tribu sairegaro y su curaca. IV: La venganza del motelito. V: Los hermanos Llárae y Barok) donde los protagonistas viven con principios, una demostración de que en la selva también hay ley y orden.

La labor es la base de la vida. Los varones cultivan yuca, piña, plátano y otras frutas, recolectan los frutos silvestres, cazan, pescan, construyen la vivienda personal y comunal (maloca) y defienden hasta con sus vidas el bien personal y comunal. Las mujeres elaboran comida y bebida, tejen ropa y bolsa, cuidan a los niños y participan en las labores agrícolas. Los ancianos ayudan según sus condiciones físicas, educan a los menores con relatos y consejos, reviven el pasado en el presente y muestran el futuro. En las tardes, después de la cena, las malocas se convierten en verdaderas escuelas donde los mayores son escuchados.

Respeto al bien ajeno. Los que no cumplen este principio son descritos como bestias, monstruos y demonios. Los ladrones que roban y matan sin ningún sentimiento de culpa no tienen la estética física ni moral.

El demonio Mónallagona es un ser antropomorfo: alto, velludo, con garras, extrae yucas de chacra ajena, las asa y traga por la boca y por las oquedades oculares porque se quita los ojos para devorar rápido el producto de la labor ajena (Relato I).

Una anciana forastera, aprovechando la ausencia de los padres, regala manjares a los niños, se gana la confianza de ellos, luego los roba, mata y los lleva al subsuelo donde viven otras viejas de su especie. En esa morada los devoran (Relato II).

Llórigoma, jefe del clan cascabel, saquea un pueblito y mata a su curaca por no entregarle la piedra de fuego. Los niños Llárae y Barok, escondidos dentro de un tronco, ven la muerte de su padre; luego, sufren los maltratos en la casa de la tía. «A veces las heridas del alma duelen más que las heridas del cuerpo» (p. 128, Relato V).

La solidaridad entre los buenos. Los miembros de una comunidad, para poder subsistir en paz, deben saber compartir lo que tienen. El curaca es tragado por la boa cuando él trataba cazarla para comer su carne como su gente. La tribu, ante esta tragedia, asume la culpa del egoísmo, caza a la boa y saca de su vientre el cuerpo inerte del curaca al que lo entierran con ceremonia y arrepentimiento (Relato III).

La inteligencia bien desarrollada vence a la fuerza bruta. Los honestos agricultores, para defender lo suyo (familia, vivienda y cultivo), recurren más a la inteligencia que a la fuerza física; así, tienen éxitos: esconden los ojos del ladrón Mónallagona cuando se los quita para devorar las yucas asadas. El monstruo ciego, al ambular con torpeza, cae en el barranco y muere (Relato I). Atacan la cueva de las antropófagas viejas con humo de ají; y, cuando ellas salen casi ahogadas, las matan (Relato II). La pequeña tortuga motelito, pisoteada por una gigante sachavaca en el lodazal, apenas se libera del barro busca a quien la maltrató. Encontrándola dormida le muerde mortalmente la parte más delicada hasta matarla (Relato IV). Los hermanos Llárae y Barok huyen de la casa de la tía por los constantes maltratos, crecen y aprenden a metamorfosearse en tigre comiendo la corteza de una liana. Hasta que un día llega a su paraje el asesino de su padre con su gente. Los jóvenes hombres-tigres lo reconocen y preparan la venganza. Aprovechando la oscuridad nocturna lo atacan y matan (Relato V).

Así se cumple el principio de la sobrevivencia e higiene social: No compadecerse ni ayudar al malvado. Quien lo hace, es un tonto.

La cremación del cadáver humano. Cuando la señora Naruño murió de fiebre y vómitos, su esposo Coimo y sus hijos tiernos Llárae y Barok la incineraron. «Tal como manda la tradición antigua, el cuerpo sería quemado, permitiendo que el alma salga del difunto en forma de humo» (p. 114, Relato V). Aunque este caso es aislado, es una buena propuesta para no seguir depositando los cadáveres con sus bacterias y virus. Con la incineración no heredaríamos las enfermedades a las generaciones futuras.

Influencia quechua. En los cinco relatos hay muchos vocablos quechuas, una demostración de su influencia en la región amazónica antes y después del siglo XVI. Para muestra cito algunos vocablos en orden alfabético tal como están transcritos en el libro. Entre paréntesis aparecen en quechua central con sus equivalentes: casha (kasha: espina), cocha (qucha: laguna, embalse), colpa (qullpa: tierra salitrosa), chacra (chakra: terreno de cultivo), huayo (wayu: fruto), huayhuasho (waywashu: ardilla), huingo (winqu: torcido, sinuoso), macana (maqana: mazo), páucar (pawkar: oropéndola), pique (piki: nigua, sote), sachapapa (papa silvestre), sachavaca (sachawaaka: vaca del monte), shicra (shikra: bolsa), shunto (shuntu: montón de cosas), supay (diablo), tushpa (tullpa: fogón), yuca (yuka).

Como los temas sobre los indígenas no interesa a muchos peruanos citadinos y modernos no es fácil publicar un libro con estos temas. Por eso, merecen la gratitud los que han apoyado y ayudado para hacer posible esta publicación: el antropólogo español Manuel Martin Brañas (Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana) y el profesor estadounidense Thomas Ward (Universidad Loyola Maryland) por quien he tenido acceso a este libro.

 

* Investigador del Instituto de Estudios de Asia y América, Dankook University, Corea del Sur.

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DILEMAS DEL CAPITAL DEL CONOCIMIENTO EN EL MUNDO ÁRABE. PROBLEMÁTICA POLÍTICA.

Salam Al Rabadi*

Imagen: Anthony Beck en Pexels.

 

Todos los países del mundo árabe se enfrentan a dilemas cognitivos complejos en el nivel de formación de capital de conocimientos. A pesar de los notables avances logrados en términos de indicadores de difusión de conocimientos en las sociedades árabes, no se deben ignorar muchos hechos que requieren una lectura cuidadosa y reflexiva de sus implicaciones.

Según el Informe Económico Árabe, publicado por el Fondo Monetario Árabe en 2022, la tasa de analfabetismo en el mundo árabe es de alrededor del 25%, lo que se considera la más alta del mundo (con la excepción de África subsahariana, que ronda el 34%), ya que hay aproximadamente 70 millones de árabes analfabetos y hay aproximadamente 15 millones de niños fuera de cualquier sistema educativo.

Si queremos definir con mayor precisión la realidad del capital intelectual árabe y no conformarnos sólo con indicadores cuantitativos, debemos llamar aquí la atención sobre los dilemas asociados a cada uno de los siguientes aspectos:

    • La abundancia de especializaciones versus la escasez de otras especializaciones (especialmente las científicas).
    • La viabilidad real del fenómeno de la difusión de la existencia de universidades como sucursales de instituciones educativas extranjeras.

En consecuencia, podemos plantear las problematicas relacionadas con las estrategias educativas capaces de seguir el ritmo de las exigencias de la economía y la sociedad del conocimiento, de acuerdo con el siguiente dilema:

¿Son las políticas y la metodología educativas en el mundo árabe capaces de crear una masa crítica de capital de conocimiento que pueda satisfacer las necesidades intelectuales y culturales de la sociedad o las necesidades económicas de los mercados laborales?

A pesar de todos los esfuerzos realizados para avanzar en este camino, en lugar de limitarse a mejorar los indicadores cuantitativos, parece que aún estamos lejos de alcanzar los estándares globales para formar una masa crítica de capital de conocimiento cualitativo. Actualmente existen profundas dudas sobre la capacidad de crear espacios dinámicos, innovadores y críticos a través de los cuales podamos formar esa masa crítica para enfrentar los dilemas económicos y sociales acumulados, incluidas las insolubles crisis políticas e intelectuales en el mundo árabe.

Por lo tanto, en principio, hay que reconocer que no es posible formar un capital de conocimiento sólido sin una visión clara de la identidad del ciudadano árabe cuyo conocimiento se pretende formar. Aquí surge la importancia del papel decisivo de los líderes políticos y de las élites intelectuales que podrían desempeñar en la reestructuración de todos los conceptos, estrategias y prácticas relacionadas con el proceso de producción y formación de la masa crítica de capital de conocimiento.

En este contexto, para demostrar la fragilidad de las estrategias árabes de conocimiento y la falta de visión a nivel político en relación con el desempeño del conocimiento, sólo tenemos que plantear los siguientes dilemas:

    • El reducido gasto público árabe en investigación científica, que se ha convertido en una parte esencial del poder blando de los países: según informes de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el gasto total en investigación científica en el mundo árabe no supera el 0,59% del producto interior bruto, frente a la media mundial de aproximadamente el 2,3%.
    • La escasez de apoyo a la producción o la lectura de libros: el mundo árabe produce menos del 1% de la producción mundial de libros (aunque el porcentaje de la población árabe es de aproximadamente el 5,5% de la población mundial).
    • La mala calidad de los libros publicados y la limitada base de lectores reales en lengua árabe: por desgracia, el ciudadano árabe sólo lee una media de 6 minutos al año, frente a las 200 horas anuales del ciudadano europeo.
    • El mundo árabe tiene las tasas más altas de fuga de cerebros y migración de habilidades del mundo: como resultado de un entorno político e intelectual incapaz de retener o atraer talento e innovadores; la mayoría de los estudiantes árabes que estudian en el extranjero no regresan a sus países de origen (especialmente aquellos con doctorados).

En conclusión, estos dilemas confirman inevitablemente la urgente necesidad de aumentar la inversión en capital de conocimiento relacionado con la investigación científica. Aquí también debemos darnos cuenta del peligro de convencernos de la viabilidad de políticas públicas relacionadas con la importación de conocimiento y tecnología con dinero, sin la existencia de un entorno político favorable basado fundamentalmente en:

    • Localizar el pensamiento racional y crítico.
    • Factores que generen creatividad e innovación.

En consecuencia, las visiones políticas seguirán siendo fundamentalmente capaces de crear un entorno propicio para la formación y consolidación de una masa crítica cualitativa de capital de conocimiento real, que en principio debe basarse en:

    1. La filosofía de la ciencia y el contrato social que sustente el Estado de derecho y el respeto a la diversidad.
    2. La modernización política, cultural y económica.

A la luz de lo anterior, y lejos de la afición de los vencidos a imitar al vencedor, es necesario destacar que no podemos lograr ningún avance cualitativo a nivel de cómo formar esa masa crítica sin una estrategia política seria que nos permita involucrarnos e invertir en ese sistema de capital de conocimiento que sea capaz de absorber nuestro presente y futuro con una comprensión racional y crítica, a través de la cual podamos superar la dependencia cognitiva, ya sea tecnológica, económica, política, cultural o incluso recreativa y deportiva.

 

* Doctor en Filosofía en Ciencia Política y en Relaciones Internacionales. Actualmente preparando una segunda tesis doctoral: The Future of Europe and the Challenges of Demography and Migration, Universidad de Santiago de Compostela, España.

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BLASCO VÍSTEME DESPACIO, QUE TENGO PRISA

F. Javier Blasco*

Aunque algunos, y no pocos, lo hemos repetido hasta la saciedad, parece que nuestro mensaje no cala en los próceres ni en los medios de comunicación de toda Europa.

A pesar de llevar ochenta años viviendo de la sopa boba y esperando que el «primo» del otro lado de Atlántico aparezca en nuestra ayuda cada vez que nos veamos amenazados interna o externamente, y de que diversas fuentes de peso nos lo vienen avisando por activa y por pasiva, no hemos aprendido nada y ni siquiera hemos puesto los hitos fundamentales para solventar por nosotros mismos una situación de grave crisis.

Europa ha vivido el periodo más lago de paz en toda su historia, la guerra era algo lejano, ya casi olvidado, que no nos afectaba; ni siquiera cuando sus tambores y cañonazos retumbaran en los mismos oídos o en las propias fronteras. Pensábamos que el Tío Sam estaría al quite para cercenar cualquier pretensión externa o un expansionismo desmesurado por parte de algún socio cercano o perteneciente al mismo club de amigotes.

Poco a poco y por degeneración interna, la tantas veces cacareada y llamada UE se ha convertido en realidad en un club económico y social, dedicado a gastar dinero a espuertas, a legislar hasta como deben colgar los tapones de plástico de las botellitas de dicho material, a hablar de desnuclearización, de energías limpias, del coche eléctrico, de la protección del mundo animal y del rural en general y a freírnos de impuestos para todo aquel que ose mover su cabeza o salirse de la foto.

Han sido muchas las voces e iniciativas de diverso pelaje en materia de seguridad y defensa las que se han venido poniendo sobre el tapete desde hace más de una década. Iniciativas que, por diversos motivos, no han encontrado ni el eco ni el apoyo mínimamente necesarios para fructificar y convirtiese en algo real o al menos en el embrión de un ente fácilmente convertible en una organización o alianza militar mucho mayor que, en cualquier caso, fuera propia, exclusivamente europea y dotada de material más que suficiente y que no precisara de tecnologías o apoyos externos para su empleo y dirección. Materias estas que, de no asegurarse previamente, resultan muy engorrosas ya que siempre, y sin remedio, se traducen en grandes problemas si no se solventan de antemano.

Recuerdo que cuando era un joven comandante, estudiante de Estado Mayor en la Escuela de su nombre, los profesores de organización y de táctica siempre recurrían a hacernos resaltar y pensar en la conveniencia y exigencia de definir correctamente y en rellenar adecuadamente lo que se conoce como un Plan-Programa-Presupuesto.

En la fase primera del plan hay que definir concretamente las amenazas que debemos cubrir, identificar sus posibles avenidas y modos de actuación, cuantificarlas y enfrentarlas con nuestras posibilidades y capacidades tras una larga y detallada confrontación y comparación de unas capacidades contra las otras.

En esta fase es muy importante definir tanto los objetivos, como la doctrina de empleo y sobre todo la cadena de mando propia y, fundamentalmente, los puntos de no retorno.

Fase que si se hace de verdad y con toda sinceridad, nos dará muchas pistas sobre las posibilidades de éxito, ayudará a cuantificar nuevas necesidades en medios y material y, sobre todo, pistas sobre el grado de preparación y adiestramiento requerido a las fuerzas propias. Ni que decir tiene que es fundamental que al definir el material a emplear, también hay que fijar si es nuevo y quien lo va proporcionar, si unos pocos, o todos de forma conjunta.

Dichos planes derivaran en una serie variopinta de programas de selección y adquisición del material necesario, de búsqueda selectiva y entrenamiento de las topas necesarias y de sus reemplazos de sustitución, nos ayudaran a cuantificar el tiempo para la acumulación del material necesario y sobre la ubicación de los centros de instrucción y adiestramiento para simular de forma efectiva y conjunta operaciones de dicho nombre en cada país o combinadas con participación de fuerzas de varios países.

Una vez completadas y redefinidas, si fuera preciso, ambas fases, se llega al punto doloroso de comprobar que presupuesto es necesario y/o si debiéramos ajustarnos a uno ya definido previamente (como en este caso) y entonces ver si se cubren todas las necesidades en las cuantías requeridas, que puntos quedan en el aire, teniendo presente que si los posibles desajustes resultantes fueran insalvables, será preciso iniciar un proceso de nuevo, ajustarlo o desecharlo completamente.

Todo esto definido y dicho de forma esquemática y bastante sencilla, no es nada sencillo en realidad, tampoco hay que esperar a que se cumpla o cubra rápidamente y de dos plumazos. Si no se traza con limpieza, sinceridad y sin chovinismo alguno, el fracaso está servido sobre la mesa a la espera de los comensales. No se puede pretender usar material obsoleto en unos combates modernos, ni esperar a que el Primo Donald, se apiade de nosotros y cuando nos vea con el agua al cuello, acuda en nuestro rescate porque, sinceramente, yo no le veo muy decidido a hacerlo.

Cada miembro no puede aportar un material de todo tipo de calibre, dudosa precisión, variopinto modo de empleo y, sobre todo, si no contamos con ellos en las cantidades precisas y suficientes para alimentar combates de larga duración. En la actualidad Europa cuenta, aún en producción, con varios modelos de carros de combate y transportes oruga de tropas de diversa antigüedad, grado de protección, precisión de sus armas y tipos de ellas y sus calibres. Igualmente sucede con algunos modelos de helicópteros de ataque y de transporte; cosa que también ocurre con los medios aéreos de combate, transporte y con los de inteligencia cibernética y de guerra electrónica. Y, por último, pero no menos importante, en piezas de artillería y lanzacohetes,

¿Necesitamos una fuerza militar europea? Sí, pero no a cualquier precio; no se puede ni debe formar por aluvión como ha ocurrido con las ayudas europeas a Ucrania hasta la fecha ―de tan nefasto recuerdo y resultado―. Es de muy dudosa eficacia fijar una cantidad de millones al azar por muy desorbitada que parezca; hay que llevar, aunque sea de forma primaria y a falta de posteriores y sucesivas redefiniciones y refinos un plan-programa-presupuesto completo y eso como ya empezamos a ver y tal como dicen los británicos «no es una simple taza de café».

Las prisas nunca fueron ni son buenas consejeras y para ir a la guerra contra un coloso, que, aunque venido a menos, cuenta con apoyos directos e indirectos internos y externos de cierta enjundia y que, además, ha pasado a ocupar un lugar preferente en las relaciones con EEUU, hay que tener bien claro que es lo que queremos hacer y, lo que es más importante, si con los medios y la voluntad de combate que dispongamos, lo podemos hacer con suficientes garantías de éxito sin pillarnos los dedos.

Una ignominiosa derrota frente Putin sería el peor resultado de esta aventura, imposible de borrar; de ahí que se precise un buen planeamiento, medios suficientes y poca o nula precipitación. No vaya a ser que dicho resultado es lo que están esperando alguno o algunos en la complicada arena internacional.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales

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