Los ciudadanos nacionalistas vemos con desazón el derrotero que toma la Nación, derrotero que no tiene visos de cambio, al contrario, se arraiga cada vez más. Todos y cada uno de los que se sientan en el sillón de Rivadavia lo hacen para enriquecerse, para llenar los bolsillos propios, de la familia y de amigos. Y tal vez, justamente ahí, en el mencionado sillón, radique el principio de nuestros males. Tal vez habría que quemarlo para exorcizarlo, aunque se comenta que no es el original aquél en que se sientan los supuestos representantes del pueblo; la impronta sigue allí, imperturbable, porque… veamos quien fue Rivadavia.
A fines de 1811 la revolución tomó un giro preocupante, se hizo cargo del Primer Triunvirato una élite imbuida de la filosofía iluminista francesa. El hombre que encabezó este grupo fue Bernardino Rivadavia. Su anticlericalismo poco a poco fue transformándose en anti catolicismo.
A mediados de 1822, Rivadavia inició la llamada “Reforma Religiosa” que, en síntesis, imitaba a la Francia revolucionaria con su Constitución Civil del Clero. No sólo colocó a la Iglesia bajo la dependencia del poder civil, sino que además confiscó los bienes que ésta poseía, como el santuario de Luján, la Casa de Hermandad, el Convento de la Recoleta, así como bienes de otros conventos y anuló la Vicaría Castrense.
Para conocerlo un poco más, dejemos que Don Fray Francisco de Paula Castañeda nos ilustre al respecto:
García con Rivadavia
tienen unos saladeros
y allá entre los patagones
compran reses, compran cueros;
cielito, cielo, cielito,
cielito de nuestros barrios
cuanto más roban los indios
más ganan los Secretarios.
García con Rivadavia
al indio compran ganados,
por éso dejan que robe
el indio a los hacendados;
cielito, cielo, cielito,
cielito de economía
ya pueden los hacendados
decir esta boca es mía.
García con Rivadavia
al país han echado el guante
a ellos les sale la cuenta
y la provincia que aguante;
cielito, cielo, que sí,
cielito de las cautivas
que pasan ya de tres mil
las que 110 están redimidas.
García con Rivadavia
extinguen las religiones
para fundir en el Banco
las custodias y copones;
cielito, cielo, cielito,
cielito de las locuras,
cuando se aumentan las luces
nos quedamos más a oscuras.
García con Rivadavia
tienen un fuerte comercio
a costa de nuestra sangre
que ellos miran con desprecio;
cielito, cielo, cielito,
cielito de las unciones,
tienen los dos secretarios
«católicas intenciones».
García con Rivadavia
para una misa cantada
pidieron tres mil pesitos
a esta ciudad degradada;
cielito, cielo, cielito,
cielito de devoción,
cántese a los secretarios,
cántese el kirieleisón.
García con Rivadavia
aumentan a Don Martín
la venta, cuando los indios
nos cantan el retintín;
cielito, cielo, cielito,
cielito de ‘Don Martín,
que a costa de la campaña
se abotona el chupetín.
García con Rivadavia
son sabios economistas,
tinterillos embrollones
y despreciables plumistas;
cielito, cielo, cielito,
cielito del cementerio,
la multitud de tributos
no carece de misterio.
García con Rivadavia
se embarcarán para Europa
cuando los pampas conquisten
esta ciudad con su tropa;
cielito, cielo, cielito,
cielito que, según vamos,
los indios al fin serán
los señores y los amos.
Fray Castañeda decía que:
“en un país de hombres libres sólo debe haber escuelas. Los que en los gobiernos despóticos se llaman presos, en los gobiernos libres deben llamarse educandos. El que comete un delito no hace más que dar un aviso al público de que es un hombre a quien le falta educación. Recójasele pues con amor, y en seis o diez años enséñesele primero a rezar, después a relojero o a sastre. Estos diez años le sirven de corrección y al mismo tiempo de inestimable conveniencia, pues en vez de decir vengo de la cárcel, dirá yo he salido de la escuela…”
Su principal contendiente fue el ministro del Gobernador Martín Rodríguez, Bernardino Rivadavia. En varios de los periódicos de Castañeda, aparecerá la figura del ministro con las más sarcásticas y a veces, desopilantes caricaturas. Como consecuencia de esta oposición, varias veces fue desterrado. La última vez su destino fue la lejana Carmen de Patagones. Pero esa vez el fraile no cumplió la pena impuesta por el gobierno. Huyó a Montevideo y desde allí con la anuencia del Brigadier Estanislao López, cruzó la tierra entrerriana y apareció en Santa Fe en 1823 para continuar su obra educadora.
Un 12 de marzo de 1832 partió a reunirse con El Creador. Pocos meses permanecieron sus restos en el cementerio de Paraná. El gobierno de Rosas tomó las medidas para que descansara definitivamente en Buenos Aires. Llegaron el 28 de julio al panteón del convento franciscano. Allí el 22 de diciembre se realizaron las solemnes exequias en sufragio de su alma y “para honrar su buena memoria…” El Padre Aldazor, futuro Obispo de Cuyo, pronunció una elocuente oración fúnebre, que reivindicó su memoria en la ciudad que antes lo desterrara. Su temperamento inquieto pareció acompañarlo también después de muerto, pues en una reforma de la cripta, sus restos desaparecieron de allí.
Castañeda poseyó una pluma que si, a las veces, era tal, otras era una daga y, no pocas veces, tenía el poder de un garrote. Los ingenuos que, ayer y hoy, se escandalizan de algunas de sus expresiones bravías y hasta desolladoras, se olvidan que no es posible combatir con pulidas flechas indígenas contra quienes apuntan con armas de fuego.
Nada afirmaba; sólo preguntaba:
“1ro. Si convendrá que este pueblo y su campaña sufra por más tiempo al señor Secretario de Estado, don Bernardino Rivadavia;
“2do. Si será sedición el pedirle al Gobernador, don Martín Rodríguez o a la Honorable Soberana Junta de Representantes, para que no acabe de acabarnos, se sirva poner a don Bernardino Rivadavia en la cárcel;
“3ro. Si en caso de acceder el Gobierno o la Junta, a la solicitud del Clero y del pueblo, convendría que el Secretario de Estado cesase con honor, o si convendría tildarle inequivocablemente para escarmiento de todos los demás ministros.
Como simple ejercicio mental se pueden cambiar los nombres de las citadas preguntas y en nada difiere aquella situación de la nuestra actual.
Argentina Despierta!
DyPoM
Por Der Landsmann para SAEEG
Referencias:
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