Alberto Hutschenreuter*
Imagen: geralt en Pixabay
El prestigioso experto chino en temas internacionales, Yan Xuetong, considera que la geopolítica como disciplina que estudia la relación entre intereses políticos aplicados sobre territorios se encuentra en franca devaluación, pues el sitio que concentra cada vez más atención y acción es el segmento digital. Si bien las fuerzas armadas de su país mantienen su formación sobre la base de patrones territoriales, Yan asegura que en no mucho tiempo deberán reorientar su enfoque militar hacia el campo digital.
No está equivocado el analista de la universidad de Tsinghua, pero tal vez es apresurado asegurar tal devaluación, pues si echamos una mirada a los acontecimientos que han tenido y tienen lugar durante esta casi la primera mitad de la década actual, nos sorprendería el fuerte ascendente político-territorial que hay en ellos.
Más todavía, la «galaxia» digital no es más que otro «territorio» que se suma a los clásicos, es decir, se trata casi de una de regularidad en esta centenaria disciplina la ampliación de los territorios sobre los que los Estados y los actores no estatales vuelcan sus intereses con el fin de lograr ventajas o ganancias de poder.
Hasta principios del siglo XXI, la tierra y el mar eran los espacios sobre los que los Estados, tanto en ideas como en la práctica, proyectaban su poder. Poco a poco, los adelantos tecnológicos incorporaron el segmento aéreo y el espacio ultraterrestre.
De modo que la emergencia del gran «continente» digital en el siglo XXI supone un nuevo ciclo de pluralización del componente que da vitalidad a la geopolítica: el territorio, un territorio inconmensurable, sin duda, pero que funge como campo de cooperación y pugna internacional, las dos fuerzas encontradas de la política entre Estados, como así de «nuevo medio de acción» por parte de agentes y poderes fácticos (crimen organizado, ciberdelitos, hackers patrióticos, etc.).
Con el fin de evidenciar a través de hechos la vigencia y pertinencia de la geopolítica, consideremos seis situaciones bajo el categórico influjo de la ecuación vital de la disciplina: intereses políticos, territorios y poder.
En primer lugar, el factor territorial en las dos guerras que tienen lugar en la placa de Europa del este y en Oriente Medio, o en las «dos guerras y media», si nos atenemos a la situación de discordias o de «no guerra» en la enorme placa del Pacifico-Índico, particularmente la que confrontan a China y Estados Unidos.
Sin duda que existen muchas causas para comprender esos enfrentamientos militares, pero en buena medida son los intereses políticos volcados sobre territorios los que nos aportan algunas respuestas sobre las guerras.
En el caso de Rusia-Ucrania (para tomar el principal caso de violencia interestatal), en sus memorias Henry Kissinger nos proporciona reflexiones muy pertinentes sobre el significado del factor territorial en Rusia. El desaparecido estadista se refiere a la Rusia zarista y soviética, pero sus reflexiones «aplican» para la Rusia actual.
Según Kissinger, la experiencia ha llevado a Moscú a identificar seguridad con aumentar la distancia, pero también con alcanzar predominio. En Ucrania es clara esta identificación, pues la predominancia rusa en el este y sur del país pretende aumentar la distancia frente a las intenciones de la OTAN de continuar su marcha hacia el este.
En segundo lugar, siempre en clave geopolítica, la rivalidad Rusia-OTAN tiene un capítulo que implica una victoria occidental categórica: la transformación del mar Báltico en un «OTAN Lake», situación que revirtió el estado de predominancia rusa que existía allí desde la batalla de Poltava en el siglo XVIII cuando Rusia derrotó al imperio sueco. Hoy aquel viejo reino es la OTAN (y Suecia es miembro de la Alianza).
En tercer lugar, Europa y su curso intensivo de geopolítica como consecuencia de los hechos en Crimea y Ucrania.
En gran medida, Europa está preocupada por no haber desarrollado una concepción y práctica geopolítica propia cuando terminó la Guerra Fría. Optó entonces por continuar bajo la protección estadounidense y seguir perfeccionando su modelo institucional. Ese camino la llevó a alejarse de una realidad internacional que no es la del «modelo institucional» sino la del «modelo relacional» o de «poder».
Por tanto, Europa difícilmente alcance el estatus de «potencia de clase mundial» si no logra desplegarse en todo el espectro del poder agregado y más aún, es decir, no sólo ser poderosa en todos los segmentos de poder, desde el institucional hasta el energético, pasando por el comercial, el tecnológico, el geopolítico, etc., sino meditar estratégicamente desde sus intereses político-territoriales.
En cuarto lugar, en efecto, el «territorio» digital, un avance que ha «reducido» significativamente el mundo. El grado de conectividad ha creado una situación totalmente nueva y favorable para el ser humano y para las relaciones internacionales, pues las autopistas ciberespaciales contribuyen a expandir el comercio internacional, una actividad que se ha convertido, más todavía con el creciente mercado digital, en un «bien público internacional» que, si bien no elimina, sí aleja las posibilidades de confrontación militar entre Estados.
Sin embargo, esa conectividad y sensible «reducción» del espacio no implica que se haya ampliado la seguridad, pues el escenario digital está atravesado por muy altos riesgos, lo que se denomina «geopolítica de red», al punto que, por manipulación o por incidentes, podrían precipitarse situaciones de conflicto mayor entre grandes poderes.
Fareed Zakaria lo plantea como un «trilema» del mundo actual: contamos con más conexión, más velocidad, pero no disponemos de más seguridad.
En quinto lugar, el impacto de la inteligencia artificial coloca a la humanidad en un lugar donde jamás ha estado: ante un horizonte poshumano.
Pero aquí el escenario es muy incierto. De lo que sí podemos estar bastante seguros es que la IA no «derramará» sobre los múltiples problemas locales, internacionales y globales, y los superará. Proporcionará muchos aportes, sin duda, pero el lado no democrático que tendrá la IA, es decir, el relativo con el desarrollo de IA para obtener ganancias de poder entre actores mayores, particularmente entre China y Estados Unidos, posiblemente creará nuevas desestabilizaciones; incluso podrían reaparecer los bloques geoestratégicos, configurados ahora sobre la base de una rivalidad inter-IA.
Finalmente, el impacto de la geopolítica sobre el comercio internacional, acaso la última barrera que existe hoy entre los países para evitar una colisión.
El comercio de mercancías y servicios es muy elevado; sin embargo, como consecuencia de las guerras y tensiones internacionales hay datos que provocan inquietud, por caso, en el abultado intercambio comercial entre Estados Unidos y China: como advierte la experta Gita Gopinath, la participación de China en las importaciones estadounidenses disminuyó en ocho puntos porcentuales entre 2017 y 2023 tras un recrudecimiento de las tensiones comerciales. Durante el mismo período, la participación de Estados Unidos en las exportaciones de China cayó alrededor de cuatro puntos porcentuales.
Es cierto que el comercio internacional se ha pluralizado, es decir, al modo clásico de comercio entre Estados y los nuevos modos del comercio, se ha ido sumando el comercio electrónico, la automatización, la robotización, el teletrabajo, entre otros, hecho que estaría impulsando una reglobalización. Pero la falta de configuración internacional y el hecho que los poderes mayores se hallen confrontados, ha llevado a pensar en el escenario pre 1914 cuando existía un auge comercial global en el que Reino Unido y Alemania (hoy Estados Unidos y China) rivalizaban cada vez más.
En suma, sin duda es prematuro asegurar que la geopolítica se devaluó, pues tenemos varios impactos de cuño mayormente geopolítico en un breve tiempo: las principales placas del mundo atravesadas por guerras y discordias, mientras que los nuevos tópicos presentan grandes oportunidades, pero también riesgos y cursos inciertos.
* Miembro de la SAEEG. Su último libro, recientemente publicado, se titula El descenso de la política mundial en el siglo XXI. Cápsulas estratégicas y geopolíticas para sobrellevar la incertidumbre, Almaluz, CABA, 2023.
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