Archivo de la etiqueta: Medio Oriente

RUSIA ANTE LA GUERRA ISRAEL-IRÁN: ¿EXISTE UNA «TRAMPA ATLANTISTA» PARA ABRIR UN «SEGUNDO FRENTE» TRAS UCRANIA?

Roberto Mansilla Blanco*

En diciembre de 2024, pocos días después de la caída del régimen de Bashar al Asad en Siria y previo al regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, Rusia e Irán, los dos principales aliados del extinto régimen sirio, firmaron un acuerdo de asociación estratégica defensiva por 20 años que profundiza el elevado nivel de relaciones geopolíticas y de seguridad entre Moscú y Teherán.

La reciente escalada del conflicto directo entre Israel e Irán iniciada por Tel Aviv el pasado 13 de junio implica para Rusia un delicado escenario a tenor de su estratégica alianza con Teherán. El pulso para Moscú es netamente estratégico: tras la caída de Bashar al Asad, el Kremlin no puede permitirse observar impávido otro revés geopolítico en Oriente Próximo. Si bien los informes sobre la inevitable ofensiva israelí contra Irán eran cada vez más frecuentes semanas atrás, debe recordarse que Washington y Teherán negociaban en Omán los términos sobre el programa nuclear iraní, abruptamente paralizados días antes de los bombardeos israelíes.

El contexto geopolítico y de seguridad tras la transición siria persuade al Kremlin a concretar pactos con otros socios mientras busca reacomodar el futuro de sus bases militares en Siria (Tartús y Khemeimin). En este sentido, en marzo pasado, Rusia alcanzó un acuerdo con Sudán para abrir una base militar que tendría un radio de operatividad sumamente estratégico, ampliando la posibilidad de alcanzar para Rusia nuevas esferas de influencia entre el canal de Suez, el mar Rojo, el Cuerno de África, el golfo de Adén y el océano Índico, espacios por donde transita aproximadamente el 12% del comercio mundial.

Además de Sudán, el Kremlin está negociando acuerdos con Libia y Chad para abrir también bases militares en esos países, con lo cual conformaría un triángulo estratégico en torno al Mediterráneo, África Central y el Sahel, donde Moscú tiene importantes aliados en Burkina Faso, Mali y Níger. En este triángulo, específicamente en Sudán y Chad, Irán también juega sus cartas geopolíticas, a menudo con cierta sintonía con Moscú.

En el conflicto directo israelo-iraní, Rusia comienza a apostar por la mediación diplomática consciente de la necesidad de mantener en pie a su aliado iraní ante una ofensiva israelí que cuenta con el apoyo estadounidense, según fuentes iraníes. Con todo, Trump también avala esta posible mediación rusa pero observando con atención hasta qué punto la ofensiva israelí puede debilitar (e incluso hipotéticamente derribar) al régimen iraní, un diagnóstico que hasta ahora resulta prematuro evaluar.

Cómo Occidente aspira llevar a Rusia a un “segundo frente bélico” (e Israel le puede ayudar)

Ante el atasco que se observa en el frente ucraniano y la desilusión occidental por los avances militares rusos y la consolidación de sus posiciones, el eje «atlantista» vía OTAN parece intentar abrir un «segundo frente» bélico para Rusia, en este caso en su flanco sur. En este sentido, Irán puede ser el escenario clave a tenor de su reciente acuerdo estratégico con Rusia.

Pero antes existieron tácticos intentos por parte del «atlantismo» para arrastrar a Rusia hacia ese «segundo frente». Primero lo intentó con Armenia, cuyo presidente prooccidental Nikol Pashinyán inició negociaciones de admisión en la UE en diciembre de 2023 para, posteriormente, oficializar la salida armenia de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) en agosto pasado. Coloquialmente denominada como la «OTAN rusa», la OTCS es un mecanismo de seguridad euroasiático dirigido desde Moscú.

Pashinyán argumentó las razones de la salida armenia ante la escasa efectividad de la OTSC para atender sus demandas ante el breve conflicto con Azerbaiyán en Nagorno Karabaj (2023) y que llevó a la caída de este enclave armenio en manos azeríes. Con destreza diplomática, el presidente ruso Vladimir Putin aceptó la salida armenia de la OTSC en una táctica orientada a reducir tensiones para evitar una intromisión exterior.

Sin salir del Cáucaso, la perspectiva «atlantista» de abrir este «segundo frente» continuó en Georgia, donde las elecciones parlamentarias de octubre pasado registraron la posibilidad de recrear un nuevo «Maidán» en el Cáucaso que finalmente resultó infructuoso: el nuevo gobierno georgiano dirigido por Mijaíl Kavelashvilii está alineado con Moscú y ha congelado las negociaciones de admisión de Tbilisi con la UE y la OTAN.

El tercer intento fue la caída de Bashar al Asad en Siria en diciembre pasado, un revés geopolítico que Rusia ha sabido gestionar con destreza, sin caer en la trampa del «segundo frente» que el eje atlantista que domina buena parte de las decisiones en Occidente le había tendido. La gira de Trump por Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos le llevó a una fugaz reunión con el nuevo jefe de gobierno sirio, Ahmed al Shara’a, a quien le instó a «reconocer el Estado de Israel».

Asegurada cierta reorientación prooccidental en una Siria donde Turquía, Arabia Saudita e Israel juegan sus cartas geopolíticas, ya con Rusia e Irán fuera de actuación de facto, la guerra entre Israel e Irán parece arrojar un nuevo contexto para este imperativo geopolítico «atlantista» de abrir un «segundo frente» contra Rusia. El Kremlin se erige como interlocutor de mediación en este conflicto con la intención de ganar tiempo a favor de su aliado iraní y ante el riesgo de una escalada regional del conflicto entre Tel Aviv y Teherán.

¿Una «receta siria» para Irán?

Occidente e Israel buscan reproducir en Irán el «ejemplo sirio» determinado por la caída de Bashar al Asad. Golpear a un aliado clave del eje euroasiático sino-ruso es un imperativo geopolítico para Netanyahu y Trump pero tanto su operatividad como sus consecuencias se observan igualmente imprevisibles.

Con velada intención propagandística para crear una matriz de opinión en Occidente, son cada vez mayores los análisis en think tanks estadounidenses e israelíes sobre «el momento que se abre para desmantelar al régimen iraní» como aparente objetivo principal de esta ofensiva israelí, conscientes de que esta posibilidad asestaría un nuevo revés geopolítico para Rusia en Oriente Próximo.

Para fortalecer esta perspectiva de debilidad iraní y un posible colapso del régimen de los ayatolás comienzan a aparecer en los principales mass media informaciones sobre el aparente descontento en la población iraní ante la presunta indefensión por parte de sus autoridades a la hora de asistir a las víctimas civiles de los ataques israelíes, intentando con ello procrear un tono rayando en el desconcierto y la confusión.

Por el contrario, los medios occidentales, mayoritariamente alineados con los intereses israelíes y estadounidenses y que se han esforzado en «victimizar» las bajas israelíes por encima de las iraníes, dilatan cualquier información que implique observar la posibilidad de que ese descontento pueda también acontecer dentro de la sociedad israelí, muy probablemente desgastada tras casi dos años de guerra en Gaza con resultados a grandes rasgos infructuosos. Destaca así el hecho de que Hamás, sin bien eliminada su cúpula dirigente, sigue en pie con rehenes israelíes en su poder mientras la imagen internacional de Israel se ha deteriorado. Así mismo, los ataques iraníes han golpeado fuertemente la capacidad de resistencia de la famosa Cúpula de Hierro israelí, creando así confusión sobre el mito de la invencibilidad militar israelí.

En un análisis sobre cómo la guerra entre Israel e Irán afecta a los intereses rusos en la región, especialmente ante la posibilidad de un cambio de régimen en Teherán, el experto en temas iraníes Rajab Safranov expone lo siguiente:

«Si Irán se vuelve prooccidental, los problemas que surgirán serán tan enormes, tan graves para Rusia, que tendrá que concentrarse únicamente en resolverlos y dedicar miles de millones de dólares a ello, en lugar de desarrollar su economía, su industria, resolver cuestiones internacionales y participar en la política global. Tendrá que emplear todas sus fuerzas para protegerse de estas consecuencias negativas».

Visto en perspectiva geopolítica, este escenario supondría para Rusia un enorme desgaste de recursos y atención que se añaden a lo que está sucediendo en el frente ucraniano. Previo a los ataques israelíes en territorio iraní, Moscú ordenó la salida inmediata de su personal diplomático y civil en Teherán, cerrando momentáneamente su consulado en la capital iraní.

Más allá del intercambio de bombardeos con misiles aéreos y de la puesta a prueba de sus respectivos escudos de defensa, ¿es posible una confrontación directa entre Israel e Irán en términos convencionales de combate terrestre? Salvo que este escenario implique una intervención directa de la OTAN y EEUU para asistir a su aliado israelí, resulta poco probable que acontezca esta confrontación bélica tomando en cuenta las capacidades militares de ambos contendientes (capacitados para una destrucción mutua) y la expectativa de estar abriendo una nueva guerra regional cuyas consecuencias son impredecibles en materia militar y geopolítica.

Una guerra a gran escala entre Israel e Irán involucrará directa o indirectamente a los actores regionales en Oriente Próximo, así como a EEUU, Rusia y China en aras de preservar sus respectivas esferas de influencia.

¿Caerá el régimen de los ayatolás iraníes como sucedió con el de Bashar al Asad en Siria? Otro escenario hipotético a priori de escasa probabilidad tomando en cuenta que la población iraní y sus aliados regionales interpretan el contexto como una «agresión israelí» que aumenta la impunidad de Netanyahu, ya suficientemente inflamada con el genocidio en Gaza.

El intercambio de bombardeos entre Israel e Irán confirma cierto equilibrio militar entre fuerzas que, aunado a sus apoyos exteriores (EEUU, Europa y la OTAN en el caso israelí, Rusia y China en el de Irán) y sus aliados regionales en cuanto esferas de influencia (Hizbulá en Líbano; chiíes de Irak, Siria y Bahréin, hutíes de Yemen) permite considerar que una guerra a gran escala, o bien un intento abrupto de cambio de régimen en Teherán, implica grandes e inciertos riesgos para todos estos actores.

No obstante, los riesgos de esta posible escalada podrían alentar a EEUU e Israel, probablemente con el apoyo de otros actores regionales rivales de Irán (Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos), a propiciar un cambio de régimen en Teherán más inclinado a los intereses prooccidentales.

En el pasado, Washington ha alentado a grupos opositores iraníes exiliados en EEUU y Europa, factor que podría cobrar peso en el contexto actual de la guerra israelo-iraní incluso vía grupos armados dentro de Irán. No obstante, no existe una plataforma unitaria entre estos grupos opositores, donde las divisiones son notorias. El principal de todos ellos es el Consejo Nacional de Resistencia de Irán, básicamente monárquico, así como la Organización de Muyahidines del Pueblo de Irán. Otros son comunistas, anarquistas, sindicalistas, liberales, socialistas, republicanos, yihadistas, paniranistas y partidos nacionalistas árabes, azeríes, baluchíes y kurdos.

Si bien interpreta la situación con un tono quizás excesivamente catastrofista, vale la pena atender el análisis del politólogo ruso Serguéi Markov, ex diputado, fundador y director del Instituto de Investigaciones Políticas, muy cercano a Putin. Markov considera que, a través de la escalada militar entre Israel e Irán, los países occidentales están fomentando el colapso del régimen iraní. De este modo, pronostica que:

«En primer lugar, se producirán intercambios de misiles durante varias semanas.

A continuación, se acordará una tregua.

Irán aceptará un acuerdo nuclear basado en el modelo propuesto por Estados Unidos. Las líneas generales de este acuerdo nuclear serán sugeridas por Estados Unidos, Rusia y Arabia Saudí. Según los términos de este acuerdo, Irán deberá renunciar al enriquecimiento de uranio, a cambio de lo cual Estados Unidos levantará las sanciones contra Irán.

El combustible nuclear enriquecido destinado a Irán se producirá y almacenará en Rusia, en caso de que Occidente se retire del acuerdo nuclear, como ha hecho en el pasado.

Entonces comenzarán los preparativos para derrocar el poder de los mulás en Irán, en los que participarán Estados Unidos, Europa, Israel y los países árabes

Se producirá un golpe de Estado en Irán, que contará con el apoyo tanto de los liberales en las esferas del poder como de los opositores al régimen en el exilio.

No habrá una invasión terrestre de Irán sino disturbios internos y enfrentamientos

Después de eso, Irán quedará dividido».

De momento, Rusia y EEUU comienzan a apostar por la negociación y la tregua mientras Israel e Irán siguen en la escalada de intercambio de bombardeos aéreos cuya finalidad será calibrar las capacidades militares y el nivel defensivo-ofensivo de cada contendiente. Las próximas semanas serán relevantes para conocer, en qué medida, la capacidad asertiva de la predicción de Markov puede convertirse en una realidad.

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina. Analista Senior de la SAEEG.

©2025-saeeg®

 

NETANYAHU DESATADO EN SU «HUIDA HACIA ADELANTE»

Roberto Mansilla Blanco*

Mientras Donald Trump está atrapado en el conflicto con el gobernador de California por la aplicación de las leyes antiinmigración, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu aprovechó el contexto para torpedear cualquier posibilidad de negociación entre EEUU e Irán por el programa nuclear vía ataque militar directo, bombardeando las instalaciones militares y nucleares iraníes en Teherán, Natanz y otras ciudades. En estos ataques fue asesinado el jefe de la Guardia Revolucionaria Islámica (GRI), el general Hossein Salami, así como científicos nucleares y otros altos cargos militares.

Debe destacarse que la GRI constituye un poderoso cuerpo pretoriano compuesto de miles de combatientes así como está provisto de una especie de holding empresarial que tiene en sus manos el control del programa nuclear iraní pero también la operatividad de milicias de combate con enorme experiencia como las al Quds y la Basij. Por tanto, el GRI es un objetivo estratégico para Israel. Con ello, Netanyahu busca desarticular la cúpula militar y científica iraní que tenga capacidad de influencia sobre las negociaciones del programa nuclear.

Para Netanyahu, la escalada del conflicto en Oriente Medio le permite desviar y neutralizar momentáneamente la atención mundial sobre los crímenes contra la humanidad que está cometiendo contra la población palestina en Gaza. Pero también debe observarse con atención el plano interno ante las recientes protestas ciudadanas en Israel por el deterioro de la imagen internacional del país así como por el hecho de que Hamás, lejos de estar eliminado, aún tiene en su poder a decenas de rehenes israelíes.

A su vez Trump, en un alarde de «cortina de humo», instó a Netanyahu a no atacar Irán (lo cual revela claramente que conocía de antemano este ataque), el ataque israelí desacredita a priori la autoridad del mandatario estadounidense. Más allá de la retórica, es escasamente probable que Washington tome medidas punitivas contra Israel. Más bien, las declaraciones de Trump tras el cruce de bombardeos entre Israel e Irán parecen presagiar otras variables. Las negociaciones entre EEUU e Irán sobre el programa nuclear que se estaban llevando a cabo en Omán se encontraban levemente paralizadas, con Teherán incluso a punto de abandonar las negociaciones acusando a Washington de presuntos engaños. Por tanto, Trump podría dejar entrever que el ataque israelí supone una medida de presión contra Teherán. Trump llegó incluso a amenazar a Irán de que si no volvía a las negociaciones, la respuesta militar israelí sería devastadora.

Netanyahu sabe que Trump terminará asistiendo a Israel en caso de ataque iraní toda vez el presidente estadounidense busca momentáneamente mantener distancia sobre la escalada de conflicto en Oriente Próximo, favoreciendo así los intereses de su aliado Netanyahu y a la espera de las reacciones de actores regionales como Turquía y Arabia Saudita y de otros con influencia regional como Rusia y China.

De la misma forma que, previo al ataque israelí, Washington instó a su personal diplomático y civil a abandonar Oriente Medio, fuentes informativas señalan que EEUU mueve efectivos militares en la zona para defender a Israel ante una posible escalada de gran nivel por parte de Irán. Por otro lado, Teherán denuncia una fuga radiactiva en la central nuclear de Natanz, producto del ataque israelí.

Bajo el argumento de un ataque preventivo para garantizar su seguridad, Netanyahu busca manipular a la opinión pública con la narrativa sobre la “supervivencia israelí” y el peligro del “holocausto nuclear iraní” atacando a su principal enemigo y rival regional, Irán, e incluso instando a la población iraní a levantarse contra el régimen de los ayatolás. Esa misma narrativa de “supervivencia” y “seguridad preventiva” ya fue utilizada por Netanyahu para justificar la invasión de Gaza. Con ello, Netanyahu busca fomentar la unidad nacional israelí en un momento político donde algunos sectores de la sociedad comienzan a dudar sobre la efectividad de la guerra en Gaza.

No obstante, la realidad de Netanyahu y de sus aliados del ala dura ultranacionalista se concentran en sus ambiciones de recrear el proyecto mesiánico del “Gran Israel”, transmitiendo ese imaginario a la población israelí cada vez más encorada hacia posiciones nacionalistas extremas y de la necesidad de profundizar la institucionalización del militarismo en la vida cotidiana.

Resta por ver cuál será la respuesta iraní a gran escala militar que, hasta los momentos, ha llevado a cabo ataques con drones y misiles balísticos contra ciudades israelíes incluso desde portaaviones. A pesar de la pérdida geopolítica que supuso la caída del régimen sirio de Bashar al Asad en diciembre pasado, las esferas de influencia regionales de Teherán siguen siendo relevantes. Como cuna del mundo chiíta, Irán posee influencia en esas comunidades en Siria, Líbano, Irak, Bahrein, aliados como los movimientos islamistas Hizbulá y Hamás y de la comunidad hutí en Yemen, que ya ha mostrado su eficacia y capacidad de combate atacando objetivos israelíes.

Debe igualmente atenderse el papel que tendrán las grandes potencias, EEUU, China e Rusia, particularmente a la hora de fortalecer a sus aliados, incluso por la vía militar, o por el contrario de movilizar su capacidad para intentar neutralizar la posibilidad de escalada de la cada vez más guerra abierta entre Israel e Irán.

Hasta los momentos, Moscú y Beijing (aliados iraníes) han mantenido un prudente silencio. Trump se ha alineado con Netanyahu. Así como Arabia Saudita, la única reacción dura contra Netanyahu vino por parte del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, otros de los grandes rivales geopolíticos israelíes, quien acusó a Israel de “desestabilizar Oriente Medio«. En otro ejercicio de retórica simbólica, Corea del Norte afirmó su ayuda a Irán; una cooperación que se prevé será más bien moral aunque existen conexiones tecnológicas en materia de conocimiento nuclear.

Particularmente importante será observar la reacción rusa. El Kremlin firmó con Irán en diciembre pasado un acuerdo estratégico defensivo por 20 años. Moscú instará a frenar la escalada del conflicto pero difícilmente asistirá militarmente a su aliado iraní (salvo probablemente si EEUU decide intervenir directamente a favor de Israel atacando a Irán) tomando en cuenta que Rusia está inmersa en la ofensiva sobre la estratégica ciudad ucraniana de Járkov. Debe destacarse que Teherán ha asistido a Moscú con drones en su esfuerzo bélico en Ucrania.

Toda vez la guerra entre Israel e Irán está provocando el consecuente terremoto bursátil y el aumento de los precios del petróleo, Netanyahu confirma su convicción de provocar una guerra a gran escala para reconfigurar a su favor un nuevo mapa geopolítico de Oriente Próximo, lo cual inflama aún más el delicado panorama en Asia Occidental, donde dos potencias nucleares como India y Pakistán estuvieron a punto de ir a la guerra por las reclamaciones soberanistas en Cachemira sin menoscarbar las permanentes tensiones sino-occidentales por Taiwán.

La “huida hacia adelante” de Netanyahu puede tener igualmente claves en política interna antes las presiones del “ala dura” y de los “halcones” dentro de su partido, sus aliados parlamentarios de la extrema derecha sionista y de las Fuerzas Armadas, de atacar a su principal enemigo convencidos de que la impunidad israelí, auspiciada por EEUU e incluso Europa, no tiene límites ni reparos.

Un día antes del ataque a Irán, Netanyahu superó por la mínima una moción de confianza en el Parlamento israelí que habría abocado a su disolución y a una nueva convocatoria electoral. No obstante, está por ver si el enfrentamiento con Irán le reporte a Netanyahu algún tipo de costo político a nivel interno, especialmente a la hora de medir la magnitud de la respuesta militar iraní y de que los objetivos israelíes se atasquen.

Tampoco parece probable que, a pesar de las insinuaciones de Netanyahu pidiendo a los iraníes una revolución popular contra los ayatolás, el ataque israelí implique un cambio de poder en Teherán. Por el contrario, el régimen iraní, provisto de una paciencia estratégica, hará uso de la retórica nacionalista para unificar a los iraníes ante la agresión israelí.

El conflicto abierto entre Israel e Irán entra ahora en la fase de lo imprevisible. No sabemos si estamos ante un intercambio táctico de golpes que lleve a una tácita tregua o si, por el contrario, la escalada se convierta en un conflicto bélico que romperá en pedazos la geopolítica de Oriente Próximo y del Asia Occidental. Un diagnóstico que, por lo visto, no parece preocupar a Netanyahu ni a su aliado Trump.

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina. Analista Senior de la SAEEG.

 

Artículo publicado en gallego en Novas do Eixo Atlántico https://www.novasdoeixoatlantico.com/un-netanyahu-desatado-roberto-mansilla-blanco/

©2025-saeeg®

PRESENTACIÓN DEL ANUARIO DEL CEID 2024

Los Equipos del CEID y de la SAEEG

Quienes integramos el Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo (CEID) y la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG) tenemos el agrado de presentar el Anuario del CEID 2024, que contó con la contribución de veintitrés autores provenientes de Argentina, Bélgica, Cuba, Jordania, El Líbano, España, Italia, México, Palestina y Venezuela.

El Anuario del CEID 2024, bajo la dirección de la Dra. Isabel Stanganelli ―también directora del CEID― aborda algunos de temas que preocuparon al mundo durante 2024. Los artículos se encuentran agrupados de acuerdo con sus regiones y también temáticas que han mantenido o alcanzado justificado protagonismo.

Mantenemos nuestro objetivo de ediciones anteriores: aportar elementos de análisis y de reflexión que permitan un mayor conocimiento de lo ocurrido en 2024 para facilitar el intercambio de ideas y propuestas».

El Anuario del CEID 2024 analiza al mundo desde el sur, una visión notablemente distintiva y en la que participan expertos de otras latitudes en busca de favorecer la comprensión de un escenario mundial de una complejidad creciente.

Expresamos nuestro enorme agradecimiento a los prestigiosos investigadores que nos acompañaron en esta versión de 2024: Alfredo Toro Hardy (Venezuela), Bichara Khader (Bélgica – Palestina), C. Sunamis Fabelo Concepción (Cuba), Carlos Olguín (Argentina), Daniel Andrés Birchner (Argentina), Daniel González Palau (España), Diego Sande Veiga (España), Enric Ravello Barber (España), Franklin Rodrigo Fernández Ortiz (Argentina), Giancarlo Elia Valori (Italia), Isabel Stanganelli (Argentina – España), Juan Manuel Aguilar Antonio (México), Julio Francisco Sotés Morales (Cuba), Lia Rodriguez de la Vega (Argentina), Marcelo de los Reyes (Argentina), María José Motta (Argentina), Miguel Ángel Cuneo (Argentina – España), Roberto Mansilla Blanco (Venezuela – España), Ruvislei González Saez (Cuba), Salam Al Rabadi (Jordania – España – El Líbano), Susana B. García (Argentina), Xulio Ríos (España) y Yoslán Silverio González (Cuba).

Finalmente, deseamos informar que el Anuario del CEID 2024 puede ser descargado gratuitamente  desde la página https://saeeg.org/wp-content/uploads/2025/04/CEID-ANUARIO-2024-2.pdf