Roberto Mansilla Blanco*

Qué fue del movimiento social de «No a la guerra» es una de las mayores interrogantes que nos deja la guerra de Ucrania iniciada en 2022 en cuanto a la actuación y presión por parte de los movimientos cívicos globales contra el belicismo y el armamentismo. En 2003 fueron numerosas las manifestaciones ciudadanas en EEUU y Europa contra la unilateral e ilegítima guerra de Irak, creando el germen de un movimiento ciudadano global que, más de dos décadas después, parecía invisible.
Pero el genocidio palestino en Gaza a manos israelíes parece verificar un revival del slogan del «No a la guerra», en este caso bajo el de «STOP Genocidio». En multitud de eventos deportivos y culturales e incluso con un legítimo «bullying» contra los turistas israelíes, los ciudadanos «de a pie» quieren manifestar su indignación por los más de 60.000 muertos, entre ellos más de 20.000 menores de edad; la destrucción del 90% de un territorio de 480 km2 donde desde hace décadas se hacinan casi dos millones de personas; y los proyectos de limpieza étnica y de expulsión de esos habitantes impulsados por el genocida gobierno de Netanyahu con el total apoyo de su irrestricto aliado, los EEUU de Trump. Incluso «STOP Genocidio» también ha agitado con fuerza en Israel y EEUU; en el caso israelí muy probablemente motivado por la indignación ante el descrédito de su imagen internacional.
Los gritos de «Palestina Libre» y «¡Palestina Vencerá!» vuelven a materializarse con el avance de la flotilla Global Sumud que pretende llevar a Gaza una ayuda humanitaria a la que Israel impide, de manera criminal, su ingreso a ese territorio. Y es que incluso con la ayuda humanitaria, Israel y EEUU son cómplices de este genocidio, expulsando a la ONU de Gaza para alzar una entidad de gestión de la ayuda que sirve de cebo para que los criminales soldados de la IDF israelí puedan matar aleatoriamente a civiles indefensos y hambrientos. No debemos olvidar que la ONU ya tiene calificado como «hambruna» la situación de Gaza.
La «talibanización» sionista y supremacista de los ultras religiosos y políticos que mandan en Israel y que defienden la colonización y erradicación de Palestina está permeando una sociedad alienada y ajena a una realidad que los indignados ciudadanos del mundo intentan revelar por sus propios medios de comunicación.
La rebelión ciudadana que en 2011 se materializó también en ese movimiento ciudadano de los «indignados» contra las élites hoy vuelve con fuerza por Gaza y por Palestina. Las creativas campañas a su favor implican un toque de atención contra una clase política inerte y cómplice de las horrendas imágenes que diariamente observamos de palestinos muriendo de hambre y siendo abatidos por soldados sonrientes, orgullosos de sus crímenes y que se mofan de ese sufrimiento.
En 2003 el «No a la guerra» no pudo evitar la guerra de Irak. Muy probablemente el «STOP Genocidio» de 2025 tampoco alcance su objetivo pero queda claro que los «indignados» contra la barbarie comienzan a despertar y a movilizarse, exigiendo responsabilidades y el final de la impunidad israelí.
* Analista de Geopolítica y Relaciones Internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) y colaborador en think tanks y medios digitales en España, EEUU e América Latina. Analista Senior de la SAEEG.
