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IRÁN, ESE GRANO DONDE LA ESPALDA PIERDE SU SANTO NOMBRE

F. Javier Blasco*

La Comunidad Internacional (CI) lleva años hablando mucho y nada bien de Irán desde su nacimiento como República Islámica tras el derrocamiento del Sha de Persia, Reza Pahlevi (1979) al haberse convertido en una especie del perejil de todas las salsas por desear arrojar a los israelíes al mar, declararse enemigo de acérrimo de Arabia Saudita y aparecer en todas aquellas más conflictivas en Oriente Próximo.

Irán es una república islámica de 1.648 millones de kilómetros cuadrados ubicada en el golfo Pérsico que cuenta con lugares de interés histórico que datan del Imperio persa cuya la capital fue fundada por Darío I en el siglo VI a. C. Su censo en 2023 alcanzó la cifra de casi 91 millones de habitantes, mayoritariamente chiitas, cuyo gobierno tiene determinadas características que le otorgan un régimen especial, que se basa en la teocracia dando pie a un Estado unitario, aunque su oficialmente Parlamentarismo y Presidencialismo se sostiene bajo la vigilancia de un complejo sistema de equilibrios y contrapesos que ejercen un control múltiple y podríamos decir, donde reina una elevada desconfianza entre unos poderes y los otros.

Cuenta con un potente Ejército al estilo clásico, aunque pobremente armado y mal instruido con cierto grado de grandes deficiencias. Además, existe lo que se conoce como la Guardia Revolucionaria, que es donde descansa el verdadero poder militar, con elevado número de integrantes, de gran capacidad de proyección (los Quds) con altos niveles de instrucción y dotados de un sinfín de medios sofisticados, principalmente en aviones y grandes medios de artillería de largo alcance con un elevado e indeterminado número de misiles de todo tipo de alcance y de precisión, varios de ellos dotados de combustibles sólidos lo que les hace más fácil y acorta el tiempo para su entrada en posición lo que dificulta su posibilidad de localización antes de hacer fuego. Además de lo anterior, en dicha Guardia Revolucionaria también se integran las conocidas fuerzas para la Organización y la Movilización de los Pobres (Basich) conocidas por su crueldad a la hora de establecer el orden público cuando la población se levanta contra el régimen por cuestiones políticas o en protesta por la hambruna u otras muchas acuciantes peticiones de un pueblo bastante culto pero muy necesitado y dado a la droga en gran parte.

Las múltiples sanciones internacionales por sus incumplimientos sobre el alcance y dimensiones de su programa nuclear y otros asuntos de menor índole, los ha llevado a aumentar su instinto o desconfianza y a aprovechar las nuevas tecnologías recibidas o copiadas a determinadas fuentes externas, que se han empleado fundamente en la evolución y perfeccionamiento de sus misiles y drones (principal proveedor a Rusia de estos artefactos).

Su doctrina nacional a modo simplista, se basa en la exaltación nacional a toda costa, en la intransigencia ante el expansionismo cultural o religioso interno fuera de los cánones marcados por ellos mismos y en el esparcimiento e implantación de la religión chiita en contra de la sunita en todo el mundo, aunque no siempre sucede con esta rama ya que depende de cómo sean sus intereses en cada lugar (Líbano o Gaza), en su odio a EEUU y, fundamentalmente, tal y como se ha mencionado, en la lucha por la erradicación y desaparición de Israel de la faz de la tierra.  

El programa nuclear iraní se puso en marcha en la década de 1950 bajo los auspicios de EEUU. Actualmente, Irán es el séptimo país en producir hexafluoruro de uranio y controla todo el ciclo del combustible nuclear en varios centros de producción, tratamiento y enriquecimiento, principalmente en Isfahán, Natanz y Fordow. Cuenta con una sola central nuclear en Bushehr.  Todas ellas han sido objeto durante varios días de ataques importantes por la aviación israelí (para ablandar o anular sus defensas antiaéreas) y el pasado sábado, de madrugada, por la acción de los medios navales y aéreos norteamericanos apoyados por sus aliados en la zona y en estrecha coordinación y cooperación con los israelitas; todos ello, encuadrado en la que se conoce como «Operación Martillo de Medianoche».  

Las capacidades de expansión y despliegue de los Quds y la gran eficacia para lograr un buen adiestramiento y alimentación del combate de otros grupos terroristas como los hutíes en Yemen, las fuerzas yihadistas de Siria o en Irak, Hamás en Palestina (sunita) y Hezbolá en el Líbano (chiita) ―todos ellos para desestabilizar las zonas de despliegue y obstaculizar las acciones de EEUU o Israel, según los casos― y sus constantes referencias y desprecios a los avisos y consejos de la CI para que frenara el desarrollo y evolución de su programa nuclear, así como sus amenazas a la existencia o supervivencia de Israel, han llevado a los dos potentes aliados en la zona ―Israel y EEUU― a urdir un plan de mediano plazo que podía resumirse en un debilitamiento progresivo de los tentáculos iraníes en sus grupos terroristas amamantados por ellos hasta su casi total extinción y, una vez conseguidos tales objetivos en sus zonas de despliegue o habitual implantación, ir directamente a la madre del cordero, las defensas de las instalaciones y sus propias capacidades nucleares usando los medios precisos en cada momento mediante una serie de eficaces ataques selectivos y muy psicológicos para finalmente, dejarles con las manos vacías y sin capacidad de respuesta militar o terrorista seria en el momento de ser atacados en fuerza, y además, con el menor daño posible para la población civil iraní.    

Así, Israel ha efectuado prácticamente en soledad la totalidad de los esfuerzos para anular las grandes capacidades de la mayor parte de los grupos terroristas fuera de Irán, ha ablandado las principales defensas antiaéreas que daban cobertura a los centros de producción y enriquecimiento de su programa nuclear y, finalmente, mantenerse en apoyo de sus potentes primos que han desplegado potentes medios y armas únicas en el mundo, al parecer capaces de haber puesto en peligro y dañar totalmente o al menos dilatar bastante en el tiempo el programa nuclear iraní.

Bien es cierto que el know kow de las técnicas y procedimientos de obtención y enriquecimiento del material necesario para crear bombas nucleares sigue estando en manos y a buen recaudo de los iraníes y podrán volverlo a intentar de nuevo; pero esta vez ya no lo harán de la misma forma ni bajo los auspicios u ojos entornados del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), ahora ya se sabe a ciencia cierta que no son nada de fiar; conocen las capacidades y decisión real de la CI de impedirlo y no tras este inesperado ataque ya no despreciarán las decisiones y los planes norteamericanos e israelíes en temas que les conciernen y son graves como ir a la guerra, si fuera necesario.

No obstante, con esto no se ha acabado el conflicto e Irán puede tomar grandes y graves represalias como el ya anunciado cierre del estrecho de Ormuz por donde transita el 20% del petróleo y del gas que se producen en el mundo y que sus capacidades militares siguen casi intactas; pero dados los pocos apoyos reales que les queda en la zona e inclusive en el mundo (Putin, a pesar de comprarle masivamente drones ya tiene bastante con Ucrania y parece que Trump le está permitiendo mucho allí a cambio de su no injerencia en este otro tema y China está volcada en sus intereses vecinos) y por lo tanto, tendrá que someterse a la realidad y agachar las orejas bajo los auspicios de la ONU, dado que sus agresores se han cuidado muy mucho en decir al mundo y muchas veces, que sus ataques van exclusivamente contra su programa nuclear ilegal y, por el contrario, no pretenden derrocar o cambiar el gobierno de Irán.  

Las reacciones chinas y rusas a día de hoy son muy tibias y bastante significativas y como elementos en contra o realmente negativos podemos considerar el verdadero daño hecho en las instalaciones nucleares, ya que la radiación nuclear entorno a estas no ha variado mucho, lo cual es muy significativo y negativo y por otro lado, la enorme posibilidad de que Irán actúe contra una o varias de las bases militares a su alcance o radio de acción que albergan miles de tropas norteamericanas en su conjunto. En el lado positivo está el mensaje dado por Trump haciendo replegar hoy los bombarderos B-2 que participaron en la acción mostrando así que ya no tiene intención de volver a actuar con ellos. 

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG. 

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TRAICIONAR A LA PATRIA

César Augusto Lerena*

El día 2 de abril en que debió resaltar frente al Cenotafio de Buenos Aires, el sacrificio de los combatientes argentinos caídos en Malvinas; pero el presidente Javier Milei dio por tierra el eje central de la reivindicación argentina respecto a Malvinas, plasmado en la Disposición Transitoria Primera del Constitución Nacional: «La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino».

El Presidente «anheló», que los malvinenses «decidan algún día, votarnos con los pies»; es decir, aplicar «la fórmula británica de la autodeterminación» rechazada reiterada y fundadamente por la Argentina y descartada por las Naciones Unidas y, con sus improcedentes expresiones, invitando a los isleños británicos que se trasladasen desde un territorio ―las Malvinas e islas del Atlántico Sur― que no es ajeno a Argentina, sino parte integrante e indivisible de la República. Por sus afirmaciones la Justicia sabrá si tipificarlo de Incapaz o Traidor a la Patria. Además, debemos indicarle al Señor Presidente que el reclamo argentino ―como lo indica la Constitución Nacional― no solo alcanza a los «espacios marítimos circundantes» sino «a los correspondientes» y, entre ellos, a los 1.639.900 Km2 que tiene invadidos ―y explota los recursos― el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, nación que el primer magistrado ni siquiera mencionó a lo largo de su reducido discurso. Por cierto, tampoco son «malvinenses» sino isleños ocupas británicos y también rechazamos que «nuestra demanda soberana haya sido damnificada» por una supuesta casta política, porque si bien, se han llevado insuficientes y erróneas acciones políticas en los gobiernos de turno, no se puede involucrar en ellas a los importantes aportes de destacadas personalidades de la política y de la diplomacia argentina que permitieron el apoyo de las naciones del mundo y en particular el dictado de las Resoluciones de las Naciones Unidas, de singular valor para sostener la posición de Argentina sobre los derechos argentinos.

A modo de ejemplo, bastaría recordar el memorable «Alegato Ruda» donde el representante argentino, el Embajador Dr. José María Ruda, en el Subcomité III del Comité Especial encargado de examinar la situación respecto a la aplicación de la Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los países y pueblos coloniales (Nueva York, 09/09/1964).

No ha habido, daño más grave a la soberanía nacional que el infringido por las citadas declaraciones del presidente. Hay que prestar atención, que no se trata de un funcionario de segunda categoría el que efectuó las lamentables declaraciones, sino que son expresiones del Presidente de la Nación que lesionan toda la política argentina, muy especialmente las que resultaron el dictado de Resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, entre otras la Resolución 31/49 del 1/12/1976 ―aunque aprobada gracias a las gestiones llevadas adelante por el gobierno de Isabel Martínez de Perón― que instó «a las dos partes a abstenerse de adoptar decisiones que entrañen la introducción de modificaciones unilaterales en la situación mientras las islas están atravesando por el proceso recomendado en las resoluciones 1.514 (XV) del 14/12/1960, la 2.065 (XX) del 16 de diciembre de 1965 y la 3.160 (XXVIII) del 14/12/1973» y donde la Asamblea General de la ONU expresa «su reconocimiento por los continuos esfuerzos realizados por el Gobierno de la Argentina, conforme a las decisiones pertinentes de la Asamblea General, para facilitar el proceso de descolonización y promover el bienestar de la población de las Islas». Esfuerzos que parecen ignorar el presidente Milei.

De igual modo, las Resoluciones 2.065 y 3.160 citadas, donde la Asamblea General «pide a los Gobiernos de la Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte que aceleren las negociaciones relativas a la disputa sobre soberanía».

Por otra parte, mediante un extraordinario esfuerzo y éxito de la diplomacia argentina y el apoyo de numerosos países del mundo la Asamblea General de las Naciones Unidas el 14/12/1960 aprobó la Resolución 1.514 (XV) «que declaró que todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas»; una decisión plenaria que irresponsablemente pretende dejar de lado el presidente Milei.  

En esta Resolución se declaró que «La sujeción de pueblos a una subyugación, dominación y explotación extranjeras constituye una denegación de los derechos humanos fundamentales, es contraria a la Carta de las Naciones Unidas y compromete la causa de la paz y de la cooperación mundiales»; que «a fin de que los pueblos dependientes puedan ejercer pacífica y libremente su derecho a la independencia completa, deberá cesar toda acción armada o toda medida represiva de cualquier índole dirigida contra ellos, y deberá respetarse la integridad de su territorio nacional»; que «Todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas» y que «Todos los Estados deberán observar fiel y estrictamente las disposiciones de la Carta de la ONU; de la Declaración Universal de Derechos Humanos y de la presente Declaración sobre la base de la igualdad, de la no intervención en los asuntos internos de los demás Estados y del respeto de los derechos soberanos de todos los pueblos y de su integridad territorial».

A esta importante Resolución le siguió la Resolución 2.065 del 16/12/1965 de las Naciones Unidas que despejó toda duda sobre los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas, dejando constancia de «la existencia de una disputa entre los Gobiernos de la Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña acerca de la soberanía sobre dichas Islas e invitó a los Gobiernos de la Argentina y del Reino Unido a proseguir sin demora las negociaciones recomendadas por el Comité Especial» y, dejando nuevamente en claro, que ninguna cuestión relativa a «la autodeterminación» de los isleños está en juego.

La guerra por la recuperación de Malvinas de 1982 y el posterior retiro de las tropas argentinas no modificaron los derechos argentinos sobre los archipiélagos ya que la Resolución 37/9 de la Asamblea General de la ONU del 04/11/1982 «recordando todas las resoluciones citadas y las Resoluciones 502 (1982) y 505 (1982) del Consejo de Seguridad del 3 de abril y 26 de mayo de 1982…» la Asamblea General instó «a los gobiernos de la Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña y de Irlanda del Norte a que reanuden las negociaciones para encontrar en el más breve plazo una solución pacífica al conflicto de la soberanía en el asunto de las Malvinas»; es decir, absolutamente contrarias a las manifestaciones del desinformado (¿?) Diputado José Luis Espert y también a las imputaciones inconsistentes del presidente Milei.

El Reino Unido de Gran Bretaña carente de todo derecho sobre las islas se ha negado sistemáticamente a dialogar con Argentina sobre «el otorgamiento de la soberanía plena», demostrando un total desprecio sobre el reclamo reiterado y universal de los pueblos para terminar con esta invasión de los territorios insulares y marítimos argentinos; por el contrario el Reino Unido avanzó sobre nuevos territorios argentinos, ya que mientras en 1982 invadían y explotaban las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur de unos 20.000 Km2 y las tres millas marinas alrededor de éstas, han avanzado hasta invadir 1.639.900 Km2 de territorios insulares y marítimos argentinos y disputan con la Argentina 1.430.367 Km2 de la plataforma continental más allá de las 200 millas marinas y los territorios de la Antártida Argentina. Hecho gravísimo al que hay que agregarle la extracción ilegal de unas 250.000 toneladas anuales recursos pesqueros y el inicio de la explotación de recursos petroleros, estimada en 150.000 barriles diarios.

La pretensión del invasor, su dilación en el tratamiento del tema y la inconsistente argumentación utilizada es de una gravedad superlativa ya que atenta contra la soberanía argentina; por lo tanto, las declaraciones del presidente Milei comprometen la soberanía nacional y contradicen la política internacional seguida sin solución de continuidad por nuestro país desde la invasión a Malvinas por el Reino Unido en 1833 dando lugar al reconocimiento de la demanda argentina de la mayoría de los países del mundo. Una irresponsabilidad sin precedentes tratándose del primer magistrado de la Nación.

Pero, estas declaraciones gravísimas no pueden considerarse producto de una desinformación del presidente o del escribiente del discurso pronunciado el 2 de abril en el Cenotafio a la hora de honrar a los caídos en Malvinas, ni se trata de hecho aislado; son la culminación de una serie de actos contrarios al interés nacional que debilitan el pleno cumplimiento de la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional.

El nuevo gobierno libertario alineado en forma irrestricta con los gobiernos de Estados Unidos-Israel rechazó la incorporación de Argentina a los BRICS, todas acciones que debilitan los tradicionales apoyos que tuvo Argentina sobre la Cuestión Malvinas en las Naciones Unidas. Insólitamente, mientras eso ocurría el presidente Donald Trump diferenció a las Islas Malvinas respecto a la Argentina continental aplicándole un arancel del 41% en lugar del 10% que le aplicó a la Argentina y el resto de los países de Sudamérica, como si Malvinas se tratara de un Estado independiente.

Por otro lado, es más que evidente el silencio del gobierno argentino frente a las distintas acciones británicas vinculadas a los territorios insulares y marítimos argentinos e, incluso, manifestando su intención de incorporarse a la OTAN; cuestión ciertamente insólita porque el Reino Unido la integra y la Argentina al igual que el Reino Unido ni siquiera le prestan atención a la «Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur», que este último viola sistemáticamente.

Al mismo tiempo, al asumir el gobierno del presidente Milei en 2023 no trató el presupuesto anual y con ello, congeló los fondos de las fuerzas navales armadas, de seguridad marítima y fluvial y de control, dificultando aún más la administración y control del Atlántico Sur y la ejecución de toda política de fortalecimiento de la soberanía nacional en la parte meridional del Atlántico Suroccidental y la Antártida, el control de la pesca ilegal, el trabajo esclavo, el narcotráfico y la contaminación marina.

La entonces Canciller Diana Mondino declaró en 2024 que era «necesario atender los derechos de los isleños», en línea con lo expresado por el presidente el pasado 2 de abril y en contraposición a lo previsto por la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional y la doctrina mantenida por la Argentina de integridad territorial.

Este mismo año el Poder Ejecutivo Nacional presentó al Congreso la Ley de Bases (Ómnibus) donde se preveía reformar la ley de Pesca que permitiría el acceso mediante el pago de un canon a empresas pesqueras extranjeras a la Zona Económica Exclusiva Argentina; hecho inédito en el mundo desarrollado, hecho que hace inviable todo tipo de control argentino en el Atlántico Suroccidental, debilitando su administración y favoreciendo la posición británica en el área. Profundizando la gravedad de la medida, esta Ley preveía autorizar el desembarco fuera de los puertos nacionales, el ingreso de barcos de cualquier antigüedad y la utilización de tripulación extranjera en los barcos pesqueros. Al mismo tiempo derogaba la Ley 26.386 que prohibía que barcos habilitados por la Autoridad de Aplicación pescaran sin habilitación nacional en Malvinas y viceversa, permitiendo en consecuencia que buques que pescan con licencia ilegal británica en Malvinas, entre ellos los de sociedad española-británica, coreanos y taiwaneses pesquen en la Zona Económica Exclusiva Argentina, una verdadera cesión de la soberanía nacional. Este proyecto fue retirado por el gobierno por la gran oposición que realizaron los sectores empresarios, gremiales, políticos y expertos.

Mientras tanto, en nombre de la Corona Británica, el Comisionado de las islas Georgias del Sur y Sándwich del Sur extendió «la prohibición de pescar» a 449.000 Km2 en el denominado Santuario Ecológico ilegal del Reino Unido de 1.070.000 Km2 de alrededor de las islas, violando ―además de la soberanía argentina― la Convención de los recursos vivos en la Antártida, constituyéndose en un nuevo acto unilateral sin que la Cancillería argentina tomara posición alguna y actuara en consecuencia.

Se violaba de esta manera la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional y toda la legislación argentina aplicable (Leyes 15.802; 22.584; 23.775; 23.968; 24.216; 24.543; 24.922; 25.263; 25.675; 26.386; 26.651; 26.776 y, 27.564) y la Resolución 31/49 de las Naciones Unidas.

Al mismo tiempo, la administración invasora en Malvinas licita la construcción de un nuevo puerto en Malvinas cuyo costo de 194 millones de dólares estaría financiado por la Banca Rothschild, estimándose habilitar esta terminal portuaria en 2027, mejorando la logística en las islas, además de contar con un aeropuerto para aviones de gran porte. Todo ello facilitará las operaciones de los grandes buques de carga que utilizan el Estrecho de Magallanes para acceder al océano Pacífico ante la imposibilidad de hacerlo por el canal de Panamá. También los que transitan desde el océano Índico, los contingentes turísticos y los pesqueros extranjeros que operan en la parte meridional del Atlántico Suroccidental; además de promover el interés científico mundial de quienes trabajan en la Antártida; desplazando en todas estas actividades a los puertos del Tierra del Fuego. El objetivo del Reino Unido es la constitución de un Hub Regional en Malvinas.

La Canciller Mondino y la secretaria de Malvinas de la Cancillería Paola Di Chiaro, se ausentan en la VIII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) donde, pese a ello «los países de la región reafirmaron su respaldo a los derechos de soberanía argentinos en la cuestión de las Islas Malvinas, conforme a lo dispuesto por la Resolución 31/49 de la Asamblea General de las Naciones Unidas».

Se debilita el frente fluvial y marítimo argentino y se promueve la extranjerización de la administración de la vía troncal fluvial Paraná-Paraguay que a la par de desatender la soberanía nacional y el poder de policía en estos importantes ríos se impedirá el desarrollo regional del litoral del nordeste argentino. A la par se autoriza a Uruguay la profundización del canal del Puerto de Montevideo sin una tarea equivalente en el proyectado canal de Magdalena impidiendo la debida integración de la red comercial fluvial-marítima argentina y facilitando la logística de la pesca ilegal en alta mar de los recursos migratorios originarios de la Zona Económica Exclusiva y de Malvinas, debilitando la soberanía en los archipiélagos del Atlántico Suroccidental y, muy especialmente, a las poblaciones de la Patagonia, cuya densidad población es la más bajas del país.

Ante la inacción de la Cancillería argentina, todas las operaciones relacionadas con Malvinas utilizan los puertos y aeropuertos de Uruguay para favorecer las operaciones pesqueras y petroleras de Malvinas; al igual que el puerto de Punta Arenas de Chile; es decir, se consolidan las relaciones del Reino Unido con estos países, pese a la posición retórica de Suramérica en favor de la Argentina y ante el poco interés de los funcionarios argentinos por buscar acuerdos con los vecinos, en especial los vinculados al Atlántico Sur y la Antártida.

Mediante el Comunicado de prensa del 24/09/2024 (IP 470/24) se promueve el Pacto Mondino-Lammy, donde se ratifican los contenidos del Pacto Foradori Duncan, firmado en 2019 donde se estableció la necesidad de avanzar con medidas concretas en materia de conservación de pesquerías (de titularidad de Argentina) y en favor de una mejor conectividad, en virtud de los arreglos alcanzados en 2018, incluida la reanudación del vuelo semanal de San Pablo a las islas, que realizaba una escala mensual en Córdoba…»; es decir, facilitando el comercio de los isleños con uno de los centro más importantes de Suramérica de distribución mundial. Todo ello sin aporte alguno del Reino Unido como contrapartida a esta vergonzosa cesión del gobierno argentino.

En febrero de 2025 se designa a la embajadora argentina en Londres a Mariana Edith Plaza; nombramiento que mereció el rechazo de la Confederación de Combatientes de Malvinas, la Federación de Veteranos de Guerra de la Provincia de Buenos Aires y de gran parte del arco político opositor, por cuanto esta diplomática habría manifestado que se debería «renunciar a todos los reclamos y derechos que tiene la Argentina sobre las Islas Malvinas» (De Vedia Mariano, La Nación, 22/02/2025).

Sin oposición Argentina el Reino Unido en marzo de 2025 profundiza el proyecto petrolero León Marino (Sea Lion) de la empresa israelita Navitas Petroleum asociada a la británica Rockhopper Exploration que alcanzará la extracción de 150.000 barriles diarios y, en el mismo mes las fuerzas armadas británicas efectúan ejercicios militares en Malvinas para mostrar su potencial bélico a la Argentina y al mundo y su ocupación militar en el Atlántico Suroccidental.

La Confederación de Combatientes de Malvinas de la República Argentina, el 3 de abril, ha denunciado al presidente Javier Milei por traición a la Patria.

Las acciones o inacciones precedentes confirman que las declaraciones del presidente Javier Milei el pasado 2 de abril no fueron producto de un error sino la clara determinación de dar por tierra con todos los avances logrados por Argentina respecto a recuperar su soberanía plena en Malvinas a través de toma de posesión territorial de todos los espacios insulares y marítimos invadidos en forma prepotente por Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado. Presidente de la Fundación Agustina Lerena. Presidente Centro de Estudios para la Pesca Latinoamericana (CESPEL). www.cesarlerena.com.ar

LA UNILATERALIDAD DESBOCADA

Roberto Mansilla Blanco*

Mucho se ha hablado de que el pacto entre Trump y Putin por Ucrania sepultaba el orden mundial instaurado en la Conferencia de Yalta de 1945 entre los vencedores de la II Guerra Mundial. Germen de la bipolaridad entre EEUU y la URSS, esa conferencia sirvió también para configurar un sistema internacional basado en reglas, en el poder de los consensos y de la institucionalidad y de los organismos internacionales como actores de resolución de conflictos. La ONU fue el resultado de ese sistema diseñado como el reflejo de esas aspiraciones sostenidas en lo que en la teoría de las relaciones internacionales se denomina como el «idealismo».

No obstante, Trump y Putin no inauguran nada nuevo. En tiempos de eso que fue denominado como la globalización neoliberal y el sistema de «posguerra fría», fue la guerra de Kosovo (1999) con la unilateral intervención de la OTAN bombardeando Yugoslavia en tiempos de la presidencia de Bill Clinton en la Casa Blanca el punto de partida de esa unilateralidad que anunciaba el retorno de la realpolitik de los poderosos. Esos pretendidos consensos institucionales comenzaban a erosionarse.

La ilegal e ilegítima guerra de Irak (2003) lanzada por Bush II no hizo sino confirmar esta tendencia. Tanto en Kosovo como en Irak (no así en Afganistán en 2001) se desestimó el recurso de discusión de estos conflictos donde el sistema de reglas así lo establecía: en el Consejo de Seguridad de la ONU.

La intervención de la OTAN en Libia en 2011, si bien inicialmente aprobada por la ONU, aumentó esta tendencia a la unilateralidad de Washington entonces gobernada por Barack Obama. Contó con el apoyo del Consejo de Seguridad para crear una zona de exclusión aérea frente a las costas libias; no obstante la Alianza Atlántica decidió también penetrar en territorio libio. Así, los intereses estadounidenses no tiene color político: dos presidentes demócratas (Clinton y Obama) y otro republicano (Bush) confirmaron esa perspectiva unilateral.

No obstante, la invasión rusa de Ucrania en 2022 abre otro compás: ya no es únicamente EEUU quien aplica esta dinámica unilateral. La mayor potencia nuclear del planeta, Rusia, tiene capacidad para hacerlo, desafiando así esos imperativos hegemónicos de Washington. Por tanto, Trump interpreta que la mejor opción para poner fin al conflicto ucraniano es negociar con el agresor, Putin, cuya capacidad efectiva para alcanzar ese «consenso» es mucho mayor que el de la ONU, una UE fragmentada e inerte y obviamente una Ucrania desangrada y sin capacidad militar para revertir la situación.

Ahora bien, ¿cómo interpretar el surrealista show mediático que generó la bronca entre Trump y Zelenski este 28 de febrero en el Despacho Oval de la Casa Blanca? En un breve instante, Trump mostró su capacidad para desarticular esa orden global de Yalta aún vigente en algunos aspectos. Trump y Putin razonan en términos de negociación entre contrapartes de poder. Ni Zelenski, ni la UE ni mucho menos una ONU ausente e irrelevante aparecen como actores que puedan reconducir la situación.

Por otra parte, es pertinente destacar el excesivo protagonismo del vicepresidente J. D. Vance en la disputa verbal entre Trump y Zelenski. Vance, quien lideró la delegación estadounidense que se reunió en Riad con su homóloga rusa para abordar el fin de la guerra en Ucrania, refuerza su peso político en esta era Trump II, aumentando las expectativas que lo señalan como el futuro baluarte del «trumpismo».

Humillado en vivo y directo en la Casa Blanca, Zelenski llegó a Londres para una cumbre europea donde recibió un apoyo unánime. Esto coloca a Gran Bretaña, tras EEUU el principal poder político y militar dentro de la OTAN, como el posible benefactor de Zelenski ante el desprecio de Trump. Vía apoyo político, asistencia militar e incluso labor de los servicios de inteligencia, Londres ha venido tejiendo una importante presencia en Ucrania en estos tres años de guerra contra Rusia; un aspecto pocas veces abordado en los medios.

Por otra parte, en Kiev se abre la veda electoral. Señalado por Trump como «dictador» por no convocar elecciones presidenciales en 2024 (haciéndose eco de la narrativa putiniana), Zelenski lo tiene aún más complicado en casa. Incapacitado para recuperar el territorio conquistado por Rusia, con escasez de efectivos de combate, el atribulado presidente ucraniano ve cómo sube en la intención de voto el ex general Valéry Zaluzhny, curiosamente embajador ucraniano en Londres. Por cierto, Zaluzhny, muy popular por su capacidad para resistir la invasión rusa, viene de declarar que «la paz no es necesaria». Pero el Kremlin también juega sus cartas (esas mismas que Trump le espetó la Zelenski que no las tiene consigo) en este contexto electoral. Rusia comienza a tentar al ex presidente Petro Poroshenko como «su candidato».

Mientras, la UE se sumerge en las reyertas internas sobre qué hacer con Zelenski y Ucrania. No hay consensos mientras la onda de la ultraderecha también está dividida entre sus apoyos a Kiev y Moscú.

Pero volvamos al inicio. Este panorama de unilateralidad con tintes de agresividad disuasiva abre varias interrogantes: ¿qué sistema internacional se está configurando a partir de ahora, en esta etapa que se podría mencionar como «post-Ucrania»? ¿Un sistema unilateral en manos de superpotencias? ¿Una balanza de poder similar a la europea entre 1880 y 1914, previo a la I Guerra Mundial? ¿Una tríada de poder entre EEUU, China y Rusia? ¿Un atlantismo remodelado por Trump frente a un eurasianismo sino-ruso? El pacto Trump-Putin, ¿alejará a Rusia de China? ¿Se normalizarán las relaciones ruso-occidentales?

Son varias interrogantes que, como otras tantas, ni la UE ni Zelenski parecen cuando menos tener capacidad de interpretar o entender. Y así se lo hizo saber Trump en el esperpéntico rifirrafe del Despacho Oval. Mientras tanto, en el Kremlin, Putin seguramente debe estar regocijándose de este surrealista espectáculo occidental, sabedor de que esas «cartas» que tanto le espetó en la cara Trump a Zelenski porque no las tiene, quien sí las tiene es un Putin con cara de póker vencedor.

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina. Analista Senior de la SAEEG.