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CHINA, MODERNIZACIÓN, DESARROLLO DE ALTO NIVEL Y NUEVO MUNDO GLOBAL

Giancarlo Elia Valori*

  1. China está entrando en el tiempo de las «dos sesiones». ¿Cómo ve la importancia de las «Dos Sesiones» en China y las decisiones tomadas por el gobierno chino para el gobierno y el pueblo?

En primer lugar, hay que decir de entrada que este año se cumple el 75º aniversario de la fundación de la República Popular China. Es un año emblemático para alcanzar los objetivos del 14º Plan Quinquenal.

El fomento de la modernización es el principal logro de estos planes nacionales. Por lo tanto, la víspera de las dos sesiones es una oportunidad para debatir mejor las ideas y las reflexiones para el futuro marco general y para la dirección práctica de estos nuevos esfuerzos, haciendo hincapié en que la modernización es la guía y que todos los centros nacionales, desde todo el Partido hasta las regiones y municipios individuales, deben centrarse en estos objetivos. La República Popular China es un país grande con más de 1.400 millones de habitantes y su población total supera a la de los países desarrollados existentes. La modernización con una enorme población tiene como objetivo la prosperidad común de todos los grupos étnicos y pueblos chinos.

Frente a la contradicción entre la creciente necesidad de la gente de una vida mejor y el desarrollo desequilibrado e inadecuado, es necesario aprovechar plenamente las ventajas del sistema socialista con peculiaridades chinas y utilizarlas para forjar una mayor confianza y fuerza social en la China contemporánea.

En los últimos 75 años, la República Popular China ha pasado de ser un país pobre a convertirse en la segunda economía más importante del mundo, con el sistema manufacturero más grande del mundo (durante los últimos catorce años), así como las formas de apoyo más amplias y estructuradas.

Desde el XVIII Congreso Nacional del Partido Comunista de China, el Comité Central del Partido, con Xi Jinping a la cabeza, se ha unido y liderado en la estabilización de la economía y la promoción del desarrollo; la lucha contra la pobreza; el control de las epidemias; evitar grandes desastres; responder a situaciones y resolver crisis. El esfuerzo nacional ha logrado resultados y cambios históricos, impulsando y ampliando con éxito las etapas de modernización.

Por lo tanto, la importante tarea de las Dos Sesiones Nacionales es garantizar que las ideas expresadas recientemente por los dirigentes se conviertan en la voluntad del país y en la acción común de los grupos étnicos de la República Popular China a través de procedimientos legales, basados en las tareas primarias y en una planificación cuidadosa de un desarrollo de alta calidad.

  1. China siempre ha puesto el «desarrollo de alta calidad» entre las prioridades de la agenda de gobierno, destacándolo como la primera y más importante tarea en los esfuerzos de China por construir un país socialista moderno en todos los aspectos. ¿Cómo ve la búsqueda de un «desarrollo de alta calidad» en la economía china? ¿Cómo interpreta sus connotaciones específicas?

El desarrollo de nuevas fuerzas productivas fue propuesto por el secretario general Xi Jinping en septiembre de 2023. El estado de productividad avanzada, en el que la innovación juega un papel protagonista, es fundamental para promover la autosuficiencia científica y tecnológica de alto nivel. En cuanto al desarrollo regional coordinado, el Secretario General Xi Jinping también organizó una serie de reuniones, centradas en el desarrollo regional y pronunció discursos de apertura, orientando así la dirección del desarrollo aprovechando plenamente las ventajas de cada region, la creación de una estructura económica regional con ventajas complementarias y un desarrollo de alta calidad y convertir la energía potencial de las brechas de desarrollo en el impulso de un avance coordinado.

La alta calidad es también la capacidad de fomentar un desarrollo financiero notable. Desde la Conferencia Central sobre el Trabajo Financiero, en la que se propone que las finanzas proporcionen servicios de alta calidad para el desarrollo económico y social, hasta las declaraciones del Secretario General Xi Jinping, quien durante la ceremonia de apertura hizo hincapié en la organización de un taller especial sobre la promoción del desarrollo financiero para los cuadros dirigentes a nivel provincial y ministerial que se adhieren firmemente a las peculiaridades chinas. Por lo tanto, el contenido pertinente de las Dos Sesiones Nacionales de este año sobre el desarrollo financiero de alta calidad ha atraído mucha atención de todos los sectores de la sociedad.

En este sentido, es fundamental seguir mejorando las funciones del mercado financiero, fortalecer las bases institucionales y orientar el flujo de recursos financieros hacia las industrias y empresas que están en consonancia con la dirección estratégica del desarrollo nacional.

Seguir mejorando la vida, el bienestar y la felicidad social de las personas es el objetivo final de promover un desarrollo de calidad. Cuanto más severa y compleja es la economía, más importante es centrarse en los problemas de subsistencia de los ciudadanos y asegurar sus medios básicos de subsistencia.

Creo que las dos sesiones de este año seguirán centrándose en la revitalización rural y los medios de vida de los campesinos, en particular en el aumento del apoyo industrial a las zonas rurales, así como en cursos de actualización para guiar a los jóvenes a participar en la mencionada revitalización rural.

El 19 de febrero, la 4ª reunión de la Comisión Central para la Profundización Integral de las Reformas dio una señal importante en el aspecto legislativo: «Este año es otro período importante para la profundización integral de las reformas. La tarea principal es planificar nuevas reformas integrales de profundización. Esto no es solo un seguimiento práctico de la profundización integral de las reformas después de la 3ª Sesión Plenaria del XVIII Comité Central del PCCh, sino también un nuevo capítulo en la nueva era de promoción de la modernización al estilo chino».

El año pasado, de acuerdo con los nuevos requisitos para profundizar de manera integral las reformas en la promoción de la modernización al estilo chino, una serie de importantes medidas de reforma proporcionaron impulso y vitalidad. Se resolvieron los problemas relacionados con las necesidades urgentes de un desarrollo de alta calidad y las cuestiones que la gente esperaba ansiosamente que se abordaran. Era necesario estudiar y organizar la aplicación de la reforma de las instituciones del Partido y del Estado, mejorar el sistema de liderazgo, optimizar la distribución de las responsabilidades institucionales en áreas clave como la ciencia, la tecnología, las finanzas, etc., y las tareas de reforma a nivel central se completaron sustancialmente.

Una de las experiencias exitosas de reforma y apertura de los últimos cuarenta años ha sido seguir ampliando la autonomía de las entidades de mercado y fortalecer continuamente el papel del mercado en la asignación de recursos. En la República Popular China se ha seguido la dirección de la reforma orientada al mercado para desempeñar mejor la función de gobernanza y garantizar el papel decisivo del propio mercado. Esto se debe a que, en general, los representantes y miembros de los comités consideran que se deben seguir aplicando medidas de reforma para ampliar la demanda interna, optimizar la estructura, aumentar la confianza, garantizar los medios de subsistencia de las personas, Prevenir riesgos y enfocarse en resolver los problemas más críticos y urgentes.

Las empresas privadas son una fuerza importante para el desarrollo de alta calidad de China y promotores proactivos de la profundización de la reforma y la creación de nuevas situaciones, mediante la introducción de leyes y reglamentos para promover el desarrollo de la economía privada y fortalecer la confianza y la vitalidad del mercado para explorar y eliminar las dificultades, cuellos de botella y obstáculos en el desarrollo de las empresas privadas, así como implementar los requisitos para promover su crecimiento.

  1. En un período de turbulencia económica mundial, ¿qué contribución hace el modelo de desarrollo de alta calidad de China a la estabilidad de la economía mundial?

El mundo actual se caracteriza por el caos y los cambios centenarios se desmoronan, mientras que otros nuevos avanzan en progresión geométrica. El mundo ha entrado en una nueva fase de agitación y cambio. El impulso del crecimiento económico mundial es insuficiente y la inestabilidad, la incertidumbre y los factores impredecibles están aumentando. El hecho de estar rezagados con respecto al mundo desde la segunda mitad del siglo XIX y las fortalezas para impulsar las tendencias globales actuales demostraron plenamente que los saltos cualitativos hacia adelante se promueven mutuamente.

La modernización al estilo chino es una innovación importante en la teoría y la práctica de la modernización global. No existe un modelo único de modernización ni un estándar de modernización universalmente aplicable en el mundo. Durante mucho tiempo, algunos países han monopolizado el discurso de la modernización y se han adherido a la «teoría occidentalcéntrica», han apoyado el llamado «Consenso de Washington» y han amplificado continuamente la ilusión de que «la modernización es occidentalización» y que «la civilización occidental es la civilización moderna», la perfecta donde todos son buenos y los malos están del otro lado. Algunos de los principales países occidentales afirman que tienen la economía más desarrollada y la tecnología más avanzada del mundo, pero tienen la polarización más severa entre ricos y pobres y registran el mayor número de muertes relacionadas con el trabajo. «Libre y democrático», pero sigue habiendo muertes entre las minorías étnicas, feminicidios y discriminación contra las minorías étnicas. Las venganzas y divisiones sociales se han profundizado como nunca antes.

La visión china del mundo, de los valores, de la historia, de la civilización, de la democracia popular y socialista, de la ecología, etc., y de sus grandes prácticas contenidas en la modernización a la china, hacen saltar por los aires el mito de «modernización = occidentalización» y abandonan el modelo occidental centrado en el capital. La expansión del materialismo, el abandono de la fe, la expansión externa (es decir, el neocolonialismo y el imperialismo), así como el saqueo y las guerras contra pueblos indefensos, están creando un modelo de modernización relativamente nuevo, el modelo chino, que proporciona una solución para que la sociedad humana logre la paz y la estabilidad a largo plazo; erradicar la pobreza extrema, promover el desarrollo común y responder a desafíos como el cambio climático.

La República Popular China no sólo está practicando la modernización sino que también se embarca en su propio camino innovador para superar los errores y las deficiencias de la modernización al estilo occidental.

El modelo de desarrollo de alta calidad al estilo chino ofrece una nueva opción a los países en desarrollo. Los Estados que alguna vez se llamaron Estados del Tercer y Cuarto Mundo tienen el derecho y la capacidad de explorar independientemente sus propios caminos únicos hacia la modernización de acuerdo con sus propias condiciones nacionales. Durante un tiempo, algunos de estos países se hicieron la ilusión ―y se vieron obligados a hacerlo― de que estaban «aprendiendo de Occidente» y copiando los modelos occidentales. Como resultado, es evidente que no pudieron adaptarse y cayeron en un atolladero de estancamiento a largo plazo en el desarrollo y la situación social, lo que dio lugar a la inestabilidad política. Independientemente de las enormes diferencias en los niveles de desarrollo, historia y cultura entre los países, algunos Estados grandes interfieren arbitrariamente en los asuntos internos de otros; imponer sus sistemas políticos y valores a los demás con violencia militar y bombas a los civiles, implementar una «transformación democrática» y planificar «revoluciones de colores», causando disturbios, conflictos y desastres humanitarios, marcando en consecuencia su camino con sangre.

Desde la mencionada fundación de la República Popular China ―especialmente después de la fase de reforma y apertura― se han necesitado décadas para completar el proceso de industrialización por el que han pasado los países desarrollados occidentales durante cientos de años. China ha creado un milagro de rápido desarrollo económico y social a largo plazo que ha traído estabilidad y ha cambiado profundamente el proceso de desarrollo en la historia mundial. El informe del Banco Mundial señaló que de 2013 a 2021 la tasa de contribución promedio de China al crecimiento económico mundial alcanzó el 38,6%, superando la tasa de contribución combinada de los países del G7. Por lo tanto, la práctica exitosa del desarrollo de alta calidad al estilo chino ha dado a los países en desarrollo nuevas esperanzas y opciones, lo que ha desencadenado una ola de «mirar hacia el este» y «aprender de China».

  1. El cambio en el panorama económico ha provocado la presión de Estados Unidos y una tendencia de desacoplamiento liderada por Estados Unidos. Para resolver este problema, ¿cuál cree que es el tema más crítico?

Las relaciones económicas y comerciales entre China y Estados Unidos, China y Europa, y China, Japón y Corea del Sur siguen viéndose afectadas por la tendencia subyacente de desacoplamiento a largo plazo. Es poco probable que las relaciones chino-estadounidenses vuelvan a los mejores tiempos y es difícil que China vuelva a la fase en la que era un importante socio comercial de Estados Unidos.

China ha pasado de ser el mayor socio comercial de Estados Unidos al tercero, superado por México y Canadá. China solía ser el mayor socio comercial de Alemania, pero ahora ha sido superado por Estados Unidos.

Las economías desarrolladas, lideradas por Estados Unidos, implementan el «near-shoring» y el «friendly-shoring» para lograr la competencia y la seguridad económica. Desde 2019 Estados Unidos ha comenzado a promover vigorosamente la creación de la Zona de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México, de modo que Estados Unidos representa ahora una parte cada vez mayor de las importaciones de la zona de libre comercio y la «externalización de la deslocalización» se ha convertido en una tendencia alternativa.

El término «externalización amistosa» se refiere a las alianzas de «externalización» de la cadena industrial establecidas con aliados con demandas políticas y modelos de gobernanza similares para lograr lo que consideran la seguridad de la cadena industrial.

La tendencia del «near-shoring» y del «friendly-shoring» promovida por Estados Unidos frenará la globalización a corto plazo y tendrá un impacto en gigantes como China que tienen una posición importante en la cadena global de la industria manufacturera.

Otro punto conflictivo es la guerra tecnológica y las restricciones a la transferencia de tecnología avanzada. Las recientes relaciones entre China y Estados Unidos no han alcanzado un consenso sustancial, sino que solo han visto un gran avance en la cuestión fundamental de prevenir un conflicto feroz. Teniendo en cuenta todo el año 2024, se cree que las restricciones a la guerra tecnológica y la transferencia de tecnología avanzada no se relajarán, sino que se volverán más estrictas. Se trata de una exigencia fundamental imparable en la ola de la antiglobalización política.

También hay que decir que las economías desarrolladas deben pasar de la debilidad a la realidad y fomentar la revitalización de la industria manufacturera. Los fuertes vínculos internos compensan las deficiencias y evitan el riesgo de quedarse atascado. Las economías desarrolladas están revitalizando la industria manufacturera impidiendo que los gigantes industriales ―con las empresas chinas en su centro― mejoren su contenido tecnológico y ganen más cuotas en la cadena industrial.

Bajo la ola de décadas de globalización, la profunda división del trabajo ha convertido a muchas clases medias y bajas de las economías desarrolladas en perdedoras y las demandas políticas antiglobalización se han vuelto cada vez más intensas. En este contexto, los países desarrollados están promoviendo la relocalización y la revitalización a gran escala, al tiempo que siguen reforzando sus ventajas tecnológicas. Como contramedida, China promoverá cadenas fuertes para llenar vacíos, promover el volumen de negocios interno y evitar cuellos de botella.

En primer lugar, la tendencia a la fragmentación de la cadena de suministro industrial mundial reduce la eficiencia de la asignación de recursos mundiales y aumenta los costes de producción de diversas materias primas, lo que aumenta lentamente la inflación mundial.

Si todas las economías del mundo construyeran las mismas fábricas y fabricaran los mismos productos, habría un grave exceso de capacidad y duplicación de recursos. De hecho, la tendencia a la fragmentación y duplicación de la inversión en recursos está reduciendo la eficiencia de la asignación de recursos mundiales y, en última instancia, aumentando el costo de producción de materias primas.

Originalmente, una gran cantidad de materias primas se producirían solo en los distritos industriales chinos y se exportarían a los Estados Unidos. Pero ahora China produce materias primas básicas y las exporta a Vietnam o México y luego a Estados Unidos. En este proceso, la cadena industrial intermedia se ha alargado en un 30%, lo que ha aumentado el costo de producción de bienes y ha ralentizado la entrega eficiente de bienes. Además de las tendencias a largo plazo mencionadas anteriormente, las causas también incluyen las crisis energéticas y la escasez de materiales causada por guerras y conflictos regionales.

El estancamiento del crecimiento se debe al fuerte ciclo del dólar estadounidense, que ha provocado una disminución del crecimiento económico mundial. Los continuos conflictos geopolíticos también han afectado al crecimiento económico mundial, que ha seguido disminuyendo.

Estados Unidos sube las tasas de interés del dólar estadounidense y el dólar vuelve a tener importancia a nivel mundial. El fuerte ciclo del dólar estadounidense y su patrón de financiación harán que todo el crecimiento económico mundial disminuya. La velocidad de desarrollo de países como Vietnam, India, etc., disminuirá, al igual que la tasa de crecimiento de economías desarrolladas como Japón y Europa.

Por lo tanto, las economías desarrolladas, lideradas por Estados Unidos y Europa a cuestas, están subiendo significativamente los tipos de interés para frenar la inflación. Estimamos que la tasa de inflación general se mantendrá en torno al 4% en 2024: sigue siendo un nivel elevado.

Esta situación de estanflación, es decir, cuando tanto un aumento generalizado de los precios como la falta de crecimiento de la economía están presentes simultáneamente en el mismo mercado, en términos reales no es un buen augurio para la economía mundial en 2024. Las Naciones Unidas han pronosticado recientemente que la tasa de crecimiento económico mundial en 2024 se desacelerará del 2,7% en 2023 al 2,4% en 2024, lo que está muy por debajo de la tasa de crecimiento promedio del 3% antes de la pandemia, y es una caída muy pronunciada.

La razón principal se deriva en última instancia de la intensificación de la disociación y la duplicación de la asignación de recursos, lo que da lugar a una disminución de la eficiencia económica mundial, así como de la fuerte situación cíclica del dólar de los Estados Unidos, que tiene un efecto represivo en la economía mundial.

  1. La narrativa occidental de «el colapso económico de China» y «la economía de China ha alcanzado su punto máximo» ha sido constante, ¿por qué?

La posición prominente de China en la fabricación industrial ha atraído la atención mundial, en particular su gran éxito en el suministro de productos de alta calidad y bajo precio a los consumidores de todo el mundo. Como ya se ha mencionado, China es actualmente el mayor país manufacturero del mundo y su industria sigue expandiéndose, ayudando así a la mayoría de los países en desarrollo ―y también a otros países― a resistir y resistir el impacto de la desaceleración del crecimiento económico causada por la pandemia de COVID-19.

El desarrollo de la manufactura y otras áreas productivas ha mejorado la imagen de China en el país y en el extranjero, pero también ha atraído algunas críticas duras e irrazonables por parte de los Estados Unidos y de sus subordinados. Golpear a China parece haberse convertido en una tradición política en las relaciones y tratos de los países occidentales con el Imperio Medio, y de vez en cuando se repite la misma vieja historia. Los países occidentales suelen utilizar trucos para fabricar y distorsionar los hechos de la nada con el fin de atacar y vilipendiar la imagen de China, pero nunca mencionan su contribución. Prefieren destacar el «enfoque misionero» occidental al llevar al «mundo libre» al otro lado con bombas inteligentes y masacres, así como provocar guerras periféricas para no socavar su propia producción bélica.

El presidente de Estados Unidos, George Biden, y la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, han utilizado recientemente los términos «bomba de relojería» y «factores de riesgo para la economía estadounidense», respectivamente, para comentar la economía china. Según ellos, el gobierno chino liderado por el presidente Xi Jinping no ha logrado traer prosperidad al país de 1.400 millones de habitantes, mientras que su estrategia económica hasta la fecha ha sido en gran medida especulativa en lugar de basarse en proyecciones realistas.

Aunque Estados Unidos es muy consciente de los esfuerzos de China para abordar el desempleo urbano y rural, la producción de alimentos y el desarrollo industrial para eliminar con éxito la pobreza, esos ataques verbales infundados seguirán ocurriendo pase lo que pase. De hecho, los esfuerzos del presidente Xi Jinping han permitido que la economía china siga creciendo, cumpliendo así la promesa de los fundadores de la República Popular China y convirtiéndola en una China mejor día a día.

La implicación de la retórica de los políticos estadounidenses es que, teniendo en cuenta la contribución de la industria manufacturera de China a la producción y el consumo mundiales, la economía de China, una vez colapsada, tendrá un impacto negativo en todos, y el desarrollo económico y social de la mayoría de los países del mundo se enfrentará a problemas de los que Estados Unidos y los propios países occidentales no serán inmunes. Los políticos mencionados han recordado repetidamente a los ciudadanos los peligros y su experiencia durante la pandemia de Covid-19, cuando la producción industrial en China se ralentizó y las cadenas de suministro globales se interrumpieron, lo que aumentó la inflación y redujo los ingresos.

Las estadísticas, en cambio, muestran, en paridad Covid-19 para todos, que la industria manufacturera de China representa más del 28% del total mundial, mientras que Estados Unidos está en alrededor del 16%. Además, según datos de la Brookings Institution ―un centro de investigación sin ánimo de lucro fundado en 1916 y con sede en Washington D.C.―, desde 2018 China mantiene unos ingresos anuales de más de dos billones de dólares, lo que demuestra plenamente los logros de China en materia de gobernanza económica ante la enorme incertidumbre global. Además, el gobierno chino insiste en centrarse en las personas, centrándose en el desarrollo de alta calidad, persiguiendo bajas emisiones de carbono, innovación y sostenibilidad y mejorando continuamente el medio ambiente rural y el nivel de vida de las personas.

También debemos darnos cuenta de que los resultados económicos no pueden ser estáticos. Lo más importante es mejorar continuamente la capacidad de gestión y control de riesgos, estar siempre preparados para hacer frente ―como dicen los chinos― a los cisnes negros y a los rinocerontes grises, y al mismo tiempo optimizar la producción y la distribución. De hecho, la economía china sigue mejorando: en el primer semestre de 2023, el PIB chino creció un 5,5%; y en agosto del mismo año, el valor agregado industrial aumentó un 4,5%. Tanto a corto como a largo plazo la economía china mantendrá su impulso de crecimiento.

Está claro que los políticos occidentales, algunos de ellos por posición de poder y otros por temor a las represalias por parte de la Metrópolis, distorsionan los hechos y vilipendian la economía china porque consideran a China como un «extranjero» que no sigue ni se adhiere al camino de desarrollo político y económico de Occidente. Por lo tanto, es esencialmente la trillada historia de Hollywood: «Aquí están los buenos» y «Ahí están los malos». Llamarlo una disputa ideológica sería demasiado elogio.

De hecho, hemos sido testigos de la fuerte resiliencia de la economía china bajo el liderazgo del presidente Xi Jinping, e incluso frente a enormes incertidumbres como el brote de COVID-19, China ha mantenido su posición como el principal país manufacturero. Por lo tanto, la propaganda de los países occidentales que empaña la imagen de China es engañosa. Este tipo de método político que pretende utilizar las cuestiones internacionales para desviar los conflictos internos hace tiempo que quedó obsoleto en el mundo actual.

  1. China ha sido durante mucho tiempo una fuerza impulsora en la recuperación económica mundial, ¿continuará esta tendencia en 2024? ¿Confía en esta perspectiva?

Cito al Fondo Monetario Internacional, que recientemente elevó sus previsiones de crecimiento para la economía china y las economías emergentes de Asia en 2024. Al mismo tiempo, basándose en el crecimiento resiliente de las principales economías, como la de China, el FMI ha elevado sus previsiones de crecimiento económico mundial para este año en 0,2 puntos porcentuales, hasta el 3,1%. El FMI ha hecho hincapié en que la revisión al alza de las previsiones de crecimiento económico de China refleja la continuación del impulso de crecimiento de la economía china el año pasado, superior al esperado, y el papel impulsor de la introducción de políticas pertinentes por parte del gobierno chino.

El Fondo Monetario Internacional afirmó en su último «Informe de Perspectivas de la Economía Mundial» que es probable que el crecimiento económico mundial experimente una nueva tendencia al alza en 2024. Entre los factores clave se encuentra la aceleración de la recuperación económica de China.

Las expectativas optimistas sobre el crecimiento económico en China también han impulsado la confianza en el crecimiento económico regional. El FMI pronostica que, dado que el crecimiento económico de China puede superar las expectativas, se espera que la tasa general de crecimiento económico de las economías emergentes de Asia alcance el 5,2% este año, 0,4 puntos porcentuales más que lo previsto en octubre del año pasado.

No solo el FMI, sino también instituciones financieras internacionales como Goldman Sachs y UBS Group AG (una empresa suiza de servicios financieros con sede en Zúrich y Basilea), han publicado recientemente informes en los que afirman que los sectores de consumo y servicios de China continuarán su tendencia de recuperación pospandemia en 2024. La Unidad de Inteligencia de The Economist del Reino Unido y otros predicen que los fundamentos económicos de China serán más sólidos en 2024.

Sonali Jain-Chandra, jefa de la delegación del FMI en China para el Informe de Consulta del Artículo IV, dijo a los periodistas que las políticas implementadas por el gobierno chino tendrían un impacto positivo en la economía, y agregó que la investigación relacionada con el FMI muestra que cada punto porcentual de crecimiento económico en China impulsaría el crecimiento económico de otros países en 0,3 puntos porcentuales. Cree que el crecimiento económico de China seguirá siendo superior a la media mundial en 2024 y que China será el mayor contribuyente al crecimiento económico mundial en 2024.

Esto es suficiente para tener confianza en esta perspectiva.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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RUSIA EN 2024

Roberto Mansilla Blanco*

rperucho en Pixabay, https://pixabay.com/es/photos/kremlin-moscu-rusia-catedrales-3393439/

 

Cómo la sociedad rusa vive actualmente la guerra en Ucrania y las sanciones occidentales mientras el Kremlin cambia a su favor los equilibrios geopolíticos.

 

Comienzo este análisis en clave personal, determinado por un reciente viaje a Rusia (febrero de 2024) Caminar por Moscú a dos años del comienzo de la guerra en Ucrania supone una experiencia ilustrativa sobre cómo el país está encarando un conflicto cada vez más cronificado, esquivando las sanciones occidentales pero con la perspectiva de una posible escalada militar contra la OTAN a mediano plazo.

Los moscovitas viven su día a día con ritmo frenético. Si existe un mejor termómetro para medir este pulso es inevitablemente el Metro de Moscú, tan vigoroso como incesante en su tráfico diario. Las sanciones occidentales apenas se perciben en una economía que incluso crece: a finales de enero el FMI estimó un crecimiento de 2,8% de la economía rusa para 2024. Así mismo, el Kremlin ha logrado esquivar las sanciones a través de un esquema financiero alternativo en el que han colaborado socios exteriores rusos como China, Turquía, Qatar y Arabia Saudita. A priori y a pesar de las dificultades derivadas de la guerra y las sanciones, el clima en las calles de Moscú revela más bien un inesperado nivel de confianza y de seguridad.

Los centros comerciales y supermercados rusos están abarrotados con todo tipo de mercancías y víveres. Una gran cantidad de multinacionales occidentales siguen operando en el país. El sistema bancario reproduce este nivel de confianza social mediante una generosa cartera de créditos toda vez es patente la digitalización a gran escala en todos los órdenes de la vida económica y social. Las presiones inflacionarias se observan controladas.

Una boyante clase media ha florecido en los últimos años en Rusia, con un notable poder adquisitivo que las grandes multinacionales no quieren dejar escapar a pesar de las presiones exteriores por mantener las sanciones económicas. Expulsada del sistema SWIFT que rige las transacciones financieras internacionales, el Kremlin se las ha ingeniado, con efectiva capacidad de adaptación, a las nuevas circunstancias para mantener a flote la economía rusa.

El espectro mediático, especialmente el televisivo, ilustra igualmente la percepción rusa de la realidad. Sin grandes aspavientos, los informativos reflejan diariamente lo que sucede en el frente militar ucraniano. Incluso existe un canal casi exclusivamente concentrado en la oficialmente denominada como «Operación Militar Especial». Destaca también la programación de entretenimiento, con formatos similares a los que se pueden observar en Europa.

En los medios informativos resalta igualmente la proliferación de informaciones sobre diversos foros económicos, tanto dentro como fuera de Rusia, en los que el gobierno de Vladimir Putin se esfuerza por acelerar proyectos de infraestructuras y de inversiones para el desarrollo económico hacia las regiones interiores del país. Intentar equiparar el nivel de desarrollo entre centro y periferia, entre la Rusia urbana y la Rusia interior, será muy probablemente uno de los grandes proyecto de futuro.

Mientras en Occidente fue la noticia estelar, con tintes no menos propagandísticos muy probablemente enfocados en la proximidad de la elección presidencial rusa, la muerte el pasado 16 de febrero del disidente Alexéi Navalny en una prisión de máxima seguridad apenas perturbó el clima informativo ruso, pasando prácticamente desapercibido. Por el contrario, la entrevista a Putin realizada por el periodista estadounidense Tucker Carlson y sus reportajes diarios durante su estancia en Moscú se convirtieron en un constante reclamo mediático para los medios informativos estatales.

Una nueva era… con Putin

Bajo este prisma, el panorama interno ruso dista, por tanto, de cualquier cariz apocalíptico como auguraron diversos mass media y declaraciones oficiales de líderes políticos principalmente occidentales a partir de la invasión militar rusa de Ucrania iniciada el 24 de febrero de 2022.

No se percibe ningún colapso económico ni atisbos de crisis política o de angustia ante la inevitable confrontación con Occidente vía Ucrania. La sociedad rusa, si bien no escapa a las consecuentes dosis de propaganda oficial y sutil censura, está más concentrada en otros temas, básicamente enfocados en aumentar sus cotas de bienestar socioeconómico; una aspiración, por cierto, no muy diferente de la que se observa en las principales capitales occidentales.

En vísperas de unas nuevas elecciones presidenciales previstas para el 15 y 17 de marzo, el poder de Putin es incontestable. Sin rivales políticos directos, con una economía que parece navegar con seguridad en un mar de turbulencias y con avances en el frente militar ucraniano (particularmente tras la toma de Adviika y la sensación de repliegue del adversario), el presidente ruso encara con comodidad un nuevo período de gobierno hasta 2030.

El contexto bélico le permite a Putin hacer uso de la agenda patriótica y de la inquebrantable unidad nacional ante un enemigo exterior que parece cada vez más identificado en la OTAN. Bajo esta premisa, el Kremlin no altera ni un ápice los cimientos estratégicos ni la narrativa que le llevó a iniciar la «Operación Militar Especial» en Ucrania en 2022: impera en este discurso la necesidad de «desnazificación» de Ucrania para garantizar la seguridad de las poblaciones rusoparlantes existentes en ese país y, por tanto, de la seguridad nacional rusa.

Esta perspectiva camufla igualmente otro imperativo geopolítico para el Kremlin: recuperar la vitalidad demográfica. Con su marcado acento en una especie de «revolución conservadora» y en un 2024 oficialmente reconocido por las autoridades rusas como el Año de la Familia, el gobierno de Putin incentiva políticas de natalidad que permitan garantizar la preservación de la etnicidad eslava y la identidad nacional rusa, particularmente ante el aumento demográfico de poblaciones no rusas, principalmente  musulmanas. Prevalece la idea del Mundo Ruso (Rusky Mir) que refuerce el perfil demográfico atrayendo a los «hermanos» rusoparlantes, en el caso ucraniano del Donbás y otras regiones actualmente bajo soberanía y ocupación militar rusa, pero que no se descarta pueda ampliarse hacia otros escenarios el espacio post-soviético.

El contexto 2024 se erige así para Putin como un momento clave para retomar la iniciativa y avanzar en la recuperación del lugar de Rusia en la historia. Las tornas han cambiado. El clima de desencanto se observa ahora en Occidente, en particular en lo concerniente al apoyo a Ucrania. Kiev no escapa a esta perspectiva. La destitución en enero pasado de Valerii Zaluzhni, máximo comandante militar ucraniano que se mostró crítico con la estrategia militar del presidente Volodimir Zelenski, parece ilustrar una purga interna aparentemente con el beneplácito «atlantista». Contrario a las expectativas occidentales, Zelenski se muestra ahora aún más a la defensiva, incluso con tintes de cierta desesperación en cuanto a su dependencia de la ayuda militar exterior.

La causa ucraniana parece perder entusiasmo y adeptos entre sus aliados europeos toda vez que otra guerra, la de Gaza, ocupa también el centro de atención. Países miembros de la Unión Europea como Hungría y Eslovaquia se niegan a aumentar la ayuda económica y militar a Kiev instando a una negociación con Moscú. En EEUU crece la inquietud por un regreso a la Casa Blanca del ex presidente Donald Trump, quien avanza con paso firme en las primarias del Partido Republicano. Visto en clave geopolítica, el Kremlin parece estar recuperando posiciones, recreando en el centro del poder occidental ese clima de desencanto con Ucrania.

Así, Putin recupera la iniciativa con garantías y en condiciones de mayor confianza y fuerza estratégica. Pero el final del conflicto en Ucrania no parece estar estipulado, al menos a corto plazo. No se descarta que, ante las perspectivas de debilidad militar de su enemigo y los cuestionamientos sobre lo que en su momento constituyó un irrestricto apoyo occidental a Ucrania, tras el deshielo invernal, el Kremlin acelere una contraofensiva a gran escala que le permita ampliar sus ganancias territoriales: actualmente Moscú controla más del 20% del territorio ucraniano previo a la invasión.

El clima bélico parece también resonar y ampliarse hacia otros focos de conflicto: la República Pridnestroviana de Transnistria, un Estado de facto entre Ucrania y Moldavia que podría convertirse en nuevo peón para Moscú en caso de pedir su incorporación dentro de la Federación rusa. Este escenario reproduciría el modelo instaurado por Rusia en Crimea en 2014 y en las repúblicas de Donetsk y de Lugansk en 2023. Otras fuentes informativas y de inteligencia, principalmente alemanas y británicas, están expectantes ante la posibilidad de que, a mediano plazo, la guerra de Ucrania se amplíe hacia las repúblicas bálticas e, incluso, el enclave ruso de Kaliningrado.

Seguro de una superioridad militar, confirmada por el suministro armamentístico de aliados como Irán y Corea del Norte, de un mayor número de efectivos y recursos militares y ante las grietas de la ayuda occidental a Ucrania, el Kremlin parece persuadido a aplicar un «modelo Chechenia» para Ucrania: empantanar y congelar el conflicto hasta provocar una fatiga en la sociedad ucraniana y sus aliados occidentales que eventualmente obligue a una negociación con Moscú y a un posible cambio político en Kiev que implique ascender al poder a un líder más manejable para los intereses rusos.

El escenario es hipotético. Está por ver si, al igual que sucedió en Chechenia con la «pax rusa» instaurada a partir de 2009, aparezca ahora en Kiev una especie de Ramzán Kadírov (actual presidente checheno) o un nuevo líder pro ruso como Viktor Yanúkovich. Nada está asegurado y menos ante este clima bélico in crescendo. Y esto también podrá provocar un efecto contraproducente para los intereses rusos: que, con apoyo occidental, Kiev apueste por aupar a un nacionalista radical anti ruso. Un escenario que, por otro lado, podría ser utilizado por el Kremlin como un argumento justificativo de la invasión militar, similar a la narrativa de la «desnazificación» de Ucrania. Sea como sea el contexto se abre así fuertemente contrariado para un Zelenski al que le crecen también las críticas internas que le acusan de autoritarismo, corrupción e incluso de intransigencia a la hora de abrir una negociación o un armisticio con Moscú.

Con este panorama, Zelenski parece verse de alguna manera acorralado, instigado a suspender las elecciones presidenciales previstas para marzo bajo el argumento del estado de guerra y con una ley marcial que no oculta sus dificultades a la hora de movilizar combatientes para el frente. Kiev ha pedido a más de 400.000 ucranianos que se han marchado del país que se sumen al esfuerzo bélico para repeler al «invasor ruso».

«Asianización» ante la «des-occidentalización» forzada

Visto en perspectiva y tomando en cuenta las tensiones geopolíticas y militares con Occidente, el Kremlin ha acelerado una «asianización» forzada de sus alianzas exteriores, motivada por imperativos definidos en torno a una perceptible «des-occidentalización» de sus relaciones internacionales.

Diversos medios occidentales han manejado estas tensiones en clave belicista, augurando una inevitable confrontación entre Rusia y la OTAN. Utilizando fuentes de alta confidencialidad militar, el diario alemán Bild advirtió en enero pasado sobre un posible escenario de guerra frontal entre la OTAN y Rusia a partir de 2025, con posibles ataques desde el enclave ruso de Kaliningrado hacia miembros de la Alianza Atlántica como Polonia y las repúblicas bálticas. Ante la posibilidad de presentarse este escenario, la OTAN anunció para este 2024 los mayores ejercicios militares en décadas.

Si bien no cierra la puerta a un «reseteo» de las relaciones con Occidente y que espera se operen progresivamente vía cambios políticos, desgaste moral por la guerra en Ucrania e imperativos de dependencia energética europea, Rusia observa ahora a Asia como su nueva esfera de atención. A diferencia de las tensiones y la intransigencia occidental, Moscú destaca el pragmatismo y la realpolitik en las relaciones con sus socios asiáticos.

En este plano, China juega el papel esencial como principal aliado ruso a tenor de la alianza estratégica que Moscú mantiene con Beijing y de la posición oficial del gobierno chino de no condenar la invasión militar a Ucrania. Esta alianza se lleva también a la cotidianeidad ciudadana. Las calles moscovitas han observado una prolífica visita de turistas chinos toda vez diversos establecimientos han celebrado el Nuevo Año Lunar chino. La imagen del presidente Xi Jinping al lado de la de Putin se refleja también en varios souvenirs como símbolo de una «amistad» inquebrantable.

Por simbólico que parezca, las típicas matrioshkas existentes en las tiendas de la turística calle Arbat de Moscú representan a líderes como Xi Jinping, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, el norcoreano Kim Jong-un o el príncipe saudita Mohammen bin Salmán, sin olvidar a un «viejo amigo», el ex presidente Trump. Todas ellas variables de soft power que ilustran en el imaginario colectivo las nuevas alianzas del Kremlin.

Este súbito viraje geopolítico asiático ha evitado el aislamiento y la condición de paria internacional de una Rusia hoy fortalecida por un papel cada vez más activo en el Sur Global. Moscú lo ejerce vía BRICS ampliado este 2024 a aliados como Irán y Arabia Saudita; toda vez Rusia atiende sus intereses en Oriente Próximo (Palestina, Irán, Mar Rojo), avanzando en acuerdos comerciales y militares con países asiáticos (principalmente China, India y Corea del Norte) y diseñando una nueva relación con África en materia geoeconómica.

Incluso comienzan a emerger nuevos líderes asiáticos que muestran su admiración por Putin como «hombre fuerte» y que ansían reproducir su modelo. Un ejemplo de ello fue la victoria (57% de los votos) del hasta ahora ministro de Defensa Prabowo Subianto en las recientes elecciones indonesias. Subianto sucedería así a otro admirador regional de Putin, el ex presidente filipino Rodrigo Duterte (2016-2022).

Por otro lado está Turquía. Suspendidos los vuelos directos desde Europa, Estambul se ha convertido en el enlace aéreo más demandado para conectar con Moscú y otras grandes ciudades como San Petersburgo, Kazán y Krasnodar a través de líneas aéreas como las turcas como Turkish Airlines y Pegasus y las rusas Aeroflot y Rossiya Airlines.

Esto refuerza la condición estratégica que tiene Turquía para Rusia, ampliada ante la realidad que igualmente supone acoger una notable diáspora rusa que salió del país tras el comienzo de la guerra y principalmente ante el decreto de movilización militar parcial. De acuerdo con el Instituto de Estadística de Turquía, este país recibió a partir de 2022 a unos 123.000 rusos, constituyendo una cuarta parte del total de la inmigración recibida por el país euroasiático. En segundo lugar se ubican los ucranianos (40.000 personas, 8% del total de inmigrantes).

No obstante, la súbita «asianización» geopolítica de Rusia aborda también múltiples retos para su política exterior y de seguridad, que pueden terminar comprometiendo a Moscú involucrándose en conflictos geopolíticos a priori fuera de sus imperativos estratégicos y esferas de influencia para las próximas décadas, en especial Taiwán, la península coreana, el rearme de Japón, la alianza regional AUKUS entre EEUU, Gran Bretaña y Australia y las tensiones limítrofes en el mar de China meridional.

Así mismo, las alianzas rusas con Turquía e Irán implican también al Kremlin en el siempre complejo y riesgoso avispero de Oriente Próximo. Tampoco se debe olvidar la esfera euroasiática ex soviética, tradicional «patio trasero» ruso. Destacan aquí Asia Central y el Cáucaso, polarizadas entre sus históricas relaciones y la dependencia energética con Rusia, sus alianzas económicas con la pujante China y ciertas aspiraciones prooccidentales (Georgia, Armenia). La invasión militar rusa a Ucrania ha provocado igualmente algunas brechas de confianza en las relaciones de Moscú con los países centroasiáticos y caucásicos.

Convencido en el pragmatismo de las relaciones bilaterales, el Kremlin es consciente de que sus aliados China, Irán, Turquía, Corea del Norte e India no le criticarán ni le sancionarán por temas como los derechos humanos o la democracia en Rusia, a diferencia de lo que ocurre dentro de las maltrechas relaciones ruso-occidentales. El talante autoritario de los regímenes políticos de estos aliados del Kremlin supone una condición favorable para los intereses rusos.

Así mismo, la «asianización» puede intuir una estrategia geoeconómica por parte de Putin que le permita reducir ciertos visos de dependencia económica y tecnológica rusa de Occidente. A cambio, Rusia progresivamente podría terminar dependiendo aún más de potencias emergentes como China e India. Con ello, la iniciativa permite anclar esas alianzas rusas hacia potencias económicas (China, India, Indonesia) que definirán la nueva fisonomía del poder global en este siglo, sin olvidar tampoco a potencias energéticas (Arabia Saudita, Qatar, Emiratos Árabes Unidos) y otras con capacidad militar (Turquía, Irán) que le permitirán a Putin mantener la «economía de guerra» en Ucrania y su previsible confrontación con Occidente.

Por todos es conocida la famosa frase de Putin de considerar el fin de la URSS como la «mayor catástrofe geopolítica del siglo XX». Conscientes de haber aprendido las duras lecciones del período post-soviético, Putin y las elites actualmente instaladas en el Kremlin han logrado, al menos de momento, blindar a Rusia de cualquier amenaza exterior que suponga una eventual nueva desintegración estatal, en este caso de la propia Federación rusa.

Lejos del colapso expectante que se auguraba en varias capitales occidentales tras la invasión militar en Ucrania, la Rusia de 2024 parece recuperar la iniciativa con fuerza y confianza. Pero a largo plazo los retos pueden resultar arriesgadamente complejos, lo que medirá la consistencia de su régimen político y la lealtad ciudadana al mismo. Sea como sea, Rusia abre un nuevo (y quizás inédito) capítulo en su historia.

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina.

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EL NEOLOGISMO GINECOCIDIO A PUNTO DE APROBACIÓN EN LA RAE

Abraham Gómez R.*

Imagen: 809499 en Pixabay

Desde que tuve el atrevimiento, hace cinco años, de proponer ante nuestra Real Academia Española la resignificación para denotar un abominable fenómeno de patología social, la mencionada entidad de las letras me ha pedido, siempre y de muchas maneras, que densifique la justificación argumentativa de lo que sometí a su examinación y posible aprobación.

De entrada, expuse que hay una trampa léxico-semántica urdida en la construcción y en el significado del término femicidio (o feminicidio); con cualquiera de los dos que se emplee se ha pretendido atenuar y ocultar una terrible verdad, en preocupante incremento mundial: la muerte de las mujeres; sin que nos detengamos en los motivos que impulsaron la perpetración del hecho o los contextos donde ocurrieron.

En cualquier parte, matar a una mujer es ginecocidio.

En el escrito que consigné ante ese exigente Cuerpo Rector de nuestro idioma ―donde fue admitido y referido a su sala de observación― sostenemos que es un desacierto lingüístico expresar femicidio para hacer saber que se comete “homicidio” contra la mujer.

Esta escogencia terminológica (que además confunde) nos luce impropia.

Explico por qué. Porque, nos acostumbraron los medios (y ahora las redes) a generalizar ―en el mismo paquete― que un homicidio, indistintamente, se comete contra un hombre o una mujer. Eso no es verdad. Debemos saber especificar el caso concreto.

Así entonces, he hecho saber en mi moción que cuando se aniquila físicamente a una mujer —por las excusas o pretextos sean― no puede considerarse como homicidio, sino ginecocidio; del griego: Gyné, Gynaikos, Gineco que denota con exactitud: mujer; más el sufijo –cidio, cid, que se forma por apofonía de caedere: matar, cortar.

Como todos saben, la mencionada indagación lingüística, contentiva de mi sugerencia idiomática, la consigné en la instancia correspondiente de la RAE para que ―según ha ido aprobando los estudios que le han hecho― se reflexione, se cree y nazca en justicia una nueva palabra para llamar tal deleznable acaecimiento por su nombre. Sin falsos ocultamientos o disimulos.

Este trabajo de inmediato ―según nos han comunicado― entró en un proceso complejo y exhaustivo, para evaluarlo integralmente.

Debo manifestarles la inmensa alegría que sentí, en mi condición de proponente del citado neologismo, cuando a este nuevo término, como paso introductorio para su posible admisión, le abrieron un expediente (registro). Ha llevado una extraordinaria dinámica.

Procedieron nuestros honorables académicos, acto seguido, a nombrar  una comisión de lexicógrafos, para que iniciaran el trabajo de disección morfo-sintáctica; igualmente procedieron a examinar si cumplía con los requerimientos de válida construcción léxico-semántica; así además, su articulación fonética, la posible función fonológica que se le atribuye; su semiótica (significado preciso); la aplicación pragmática (uso práctico en una circunstancia determinada) o de cualquier otra consideración que ellos crean conveniente para el análisis.

Exhaustiva e interesante labor a la que ha sido sometido el vocablo ginecocidio, por parte de nuestra máxima autoridad de la lengua española en el mundo; precisamente porque tal rigor comporta una de sus concretas funciones, según lo contempla el artículo primero de sus Estatutos:

“[…tiene como misión principal velar por que los cambios que experimente la Lengua Española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico. Debe cuidar igualmente de que esta evolución conserve el genio propio de la lengua, tal como ha ido consolidándose con el correr de los siglos, así como de establecer y difundir los criterios de propiedad y corrección, y de contribuir a su esplendor…”

Hemos entregado a tiempo, a la RAE, todos los elementos justificadores de Ginecocidio, como palabra que irrumpe y reclama, más temprano que tarde, su justo espacio en el olimpo del léxico de nuestro idioma.

Debo dejar dicho también que, a veces, se producen decepciones y críticas al Alma Mater de las Letras por incorporar al Diccionario de la Lengua española (DLE) palabras que no se usan o que nadie conoce, dejando atrás otras cuya notoriedad y merecimientos son evidentes.

Estoy consciente de todos esos riesgos; sin embargo, tengo la inmensa satisfacción que asumo, como tarea, un modesto aporte lingüístico para develar, con la mayor exactitud, los crímenes atroces que contra las mujeres se cometen y que la mayoría de las veces, algunos medios de comunicación, además en la RED o en conversaciones cotidianas, se pretenden disimular el ginecocidio.

Entendamos, en solidaridad humana, que cuando liquidan físicamente a una mujer, no están matando al género femenino; están matando a la mujer, al ser humano; no despachar con el empleo de   femicidio o feminicidio muerte por razones de género.

Tamaña abominación jamás puede ser calificada de otra manera. Hay que denunciarlo como lo que realmente se cometió: un ginecocidio.

A ese absurdo, de no querer decir las cosas por su nombre, nos oponemos.

Y como hay insistencias para presentar y maquillar públicamente la muerte de una mujer como un homicidio, sin más.

La RAE nos hace, a cada momento, la severa advertencia con respecto al vocablo propuesto.

No basta que el término ginecocidio se presente a consideración de los expertos y que el solicitante haga las suficientes justificaciones. Tan importante como lo anteriormente señalado, el neologismo debe tener plena acogida en todos los ámbitos comunicativos. Ellos denominan esta práctica, Frecuencia de Uso.

Así entonces, solicito la cooperación para que le demos Frecuencia de Uso en nuestros diarios y constantes actos de habla al vocablo que en estos momentos estudia la RAE.

* Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua