La adaptación de la actividad de inteligencia a los nuevos tiempos

Marcelo Javier de los Reyes*

Introducción

Los años de la Guerra Fría, 1947-1991 —si es que se asume que tuvo fin  en  ese último año, cuestión que puede ponerse en duda—, significaron un tránsito de lo que puede llamarse “una desconocida seguridad” a un mundo plagado de incertidumbres. Durante esos años en que se temía que ocurriese una guerra nuclear, vistos desde hoy, muestran que el mundo era más seguro y previsible pues el sistema internacional bipolar permitía la existencia de un equilibrio regulado por la disuasión.

Desde 1991 la emergencia de nuevos actores capaces de gravitar en el escenario internacional, como por ejemplo las organizaciones del crimen organizado —entre las que deben incluirse las mafias italianas como la ’Ndrangheta de Calabría, la Camorra de Nápoles, los cárteles de la droga de Colombia y México, algunas organizaciones que estaban bajo el control de los servicios de inteligencia de los países del bloque soviético, etc.— que han extendido su campo de acción a escala global, ONGs o fundaciones, grupos terroristas, poderosas empresas multinacionales y corporaciones (como las dedicadas a la industria de la defensa), han debilitado el poder de los actores centrales del sistema internacional: los Estados. Por tal motivo, se ha hecho imprescindible la introducción de un cambio en las actividades y objetivos de las agencias de inteligencia.

Nuevas orientaciones de las agencias de inteligencia

A comienzos de la década de los noventa, Alvin y Heidi Toffler decían que “de todas las instituciones de ‘seguridad nacional’ ninguna tiene una necesidad más honda de reestructuración y reconsideración que las dedicadas a la información exterior” [1]. Claro que este argumento es coherente con su concepción de la guerra de la “tercera ola”, basada en la tecnología, por lo que las agencias de inteligencia debían adaptarse a la sociedad de la información [2]. 

En su libro Las guerras del futuro, estos autores señalaban que en esa época las agencias de los Estados Unidos insumían anualmente US$ 30.000 millones pero que eran organizaciones de la segunda ola y, aún más, la KGB y la GRU soviéticas [3]. Sin embargo, debe tenerse presente que la incorporación de la TECHINT (recolección de información por medios tecnológicos) no tiene ningún sentido si no está acompañada por una buena HUMINT (inteligencia humana), dado que los medios tecnológicos sólo pueden limitarse a la reunión de la información pero no a su análisis, actividad reservada sólo a la inteligencia humana. No obstante, los autores afirman que los agentes de inteligencia son iguales a los de la primera ola pero “armados con las tecnologías más complejas de la tercera”[4]. De alguna manera coincide con lo expresado por el Doctor Diego Navarro Bonilla:

El avance tecnológico ha determinado una ineludible evolución de las capacidades, en las herramientas o en los instrumentos de la inteligencia aunque no ha modificado sustancialmente su esencia ni sus fundamentos teóricos [5]. 

Del mismo modo, Alvin y Heidi Toffler señalaban que para los ejércitos de la tercera ola dominar el terreno del conocimiento sería tan crucial como en su momento fue dominar la geografía y la topografía del campo de batalla [6]. Ya en esos años, expresaron que la noción misma de “seguridad nacional” debía incluir aspectos económicos, diplomáticos e incluso ecológicos, además —obviamente— de los militares que constituían su principal objeto de análisis.

Un importante cambio de actitud de las agencias de inteligencia lo constituyó la “ruptura con el secretismo” que las caracterizó durante la Guerra Fría, lo que fue el resultado de un proceso de revisión de los asuntos de inteligencia. Desde este enfoque puede reconocerse una mayor información y participación de la sociedad en los temas de inteligencia —a través, por ejemplo, de la actividad parlamentaria— y una mayor divulgación de los temas referidos al mundo de la inteligencia mediante la publicación sobre estos temas en revistas especializadas —algunas publicadas incluso por los propios organismos—, el estudio de estos temas en el ámbito universitario como en el caso de la Universidad Nacional de la Plata de Argentina, las Universidades Juan Carlos I y Carlos III de España o la adaptación de la metodología de inteligencia aplicada a la empresa y utilizada en universidades o institutos dedicados precisamente a estudios empresariales o económicos.

Por otro lado debe reconocerse una apertura en el manejo de las fuentes por parte de las agencias en la actualidad ya que utilizan un creciente número de fuentes abiertas e incluso, dentro de éstas, de trabajos de índole académica.

Esa apertura, sumada a la globalización de las comunicaciones y de la economía así como la flexibilidad de las fronteras, ha dado lugar a una creciente interdependencia entre los diversos actores estatales y no estatales a escala global. Asimismo, las agencias de inteligencia deben contribuir para que las respectivas sociedades las acepten y las asuman como parte del sistema democrático, para el cual trabajan colaborando con la seguridad de cada uno de los miembros de la comunidad y velando para que el Estado pueda concretar sus intereses nacionales. En muchos casos se trata de una tarea difícil mediante la cual deben granjearse la confianza de los ciudadanos, en el sentido de que operan en un marco de absoluto respeto por la ley y por las instituciones. En función de ello, desde hace varios años, en España los funcionarios y los académicos dedicados a estos temas se encuentran abocados a lo que se denomina “cultura de inteligencia”, para lo cual han procedido a la realización de congresos y publicaciones [7].

Un claro ejemplo de esa política es un vídeo de dibujos animados realizado por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y la Universidad de Cádiz en el marco del “Proyecto para el desarrollo de la cultura de Inteligencia”. En este video se explica la utilidad que tiene la Inteligencia para la sociedad y las actividades que se realizan en el ámbito del CNI [8]. Sin embargo debe considerarse que la reserva, la confidencialidad, el secreto y la discreción aún perduran—y deben perdurar— en el terreno de la inteligencia debido a que de ese modo se alcanza el éxito de sus objetivos y se resguarda la vida de las personas y la seguridad de los recursos a emplear. De la misma manera, los logros de las agencias de inteligencia tampoco tienen por qué ser públicos y en ese sentido se realizan muchas tareas sin que la sociedad tome conocimiento.

En la actualidad ciertas actividades de las agencias de inteligencia no difieren en muchos aspectos de aquellas que se pueden desarrollar en el ámbito de las empresas o de las consultoras.

Como se ha expresado, las agencias de inteligencia se hallan condicionadas por ese contexto internacional por lo que han debido adaptarse a las nuevas necesidades de inteligencia y han debido “reinventarse” en ese paso de un mundo peligroso pero estable, en el que se conocían las amenazas y los enemigos, a este otro en el que predominan la inestabilidad, la emergencia de otro tipo de amenazas y la multiplicación de los actores.

En líneas generales, todas las agencias tanto en los países desarrollados —por ejemplo España— como en los periféricos —Argentina, Brasil, Chile— han necesitado introducir cambios y una nueva legislación que garantice la transparencia de sus actividades en el marco de la democracia y del respeto de los derechos humanos dejando de lado, en numerosos casos, aquellas actividades más vinculadas a una contrainteligencia orientada a los opositores dentro de los propios Estados.

Desde este enfoque, lo que se percibe es un cambio cultural hacia dentro de la organización pero que, a su vez, trasciende hacia la sociedad. Es un cambio influido por nuevas realidades políticas, tecnológicas y sociales que contribuyeron también a una mayor profesionalización de la actividad de las agencias de inteligencia.

La inteligencia hoy —también a diferencia de lo que ocurría en la Guerra Fría—, no pone la mira específicamente en las cuestiones militares sino que, en un número mayor de casos, se enfrenta a actores no estatales a organizaciones del crimen organizado o a grupos terroristas, conforme a la demanda de la agenda internacional, lo que en definitiva implica enfrentar a actores que no tienen una estructura organizativa como la que posee un actor estatal. Ello significa un reto diferente al que puede ofrecer un Estado.

Tapa del semanario Der Spiegel en la que fue publicado el artículo de Hans Magnus Enzensberger, titulado “Ausblicke auf den Bürgerkrieg” (1993)

Entre estos temas parecería que en la actualidad se estaría dando un conflicto del que ya nos había advertido el escritor alemán nacido en Baviera en 1929, Hans Magnus Enzensberger: la guerra civil molecular, en su artículo titulado Ausblicke auf den Bürgerkrieg (“Vistas de la guerra civil”) que fue publicado por el semanario alemán Der Spiegel en 1993 [9].

Enzensberger escribió:

La Guerra Fría ha sido reemplazada por un Nuevo Desorden Mundial bajo el signo de la Guerra Civil. Hacia finales del siglo XX se convirtió en la forma dominante de conflicto armado. Actualmente hay entre 30 y 40 guerras civiles abiertas en todo el mundo, y hay indicios de que su número no disminuirá en el futuro, sino que aumentará [10].

El autor advierte cómo la verdadera guerra civil termina por eliminar “la cáscara ideológica”, se despoja de sus pretextos y deriva en una guerra de todos contra todos, una guerra civil que hace tiempo ha emigrado a las metrópolis y en la que sus metástasis forman parte de la vida cotidiana de las grandes ciudades, no sólo en ciudades de países pobres sino también en ciudades como París, Berlín, Detroit, Birmingham, Milán y Hamburgo. Enzensberger agrega:

Lo dirigen no sólo los terroristas y las agencias de inteligencia, los mafiosos y los skinheads, los narcotraficantes y los escuadrones de la muerte, los neonazis y los sheriff negros, sino también los ciudadanos discretos que se convierten de la noche en gamberros, pirómanos, pistoleros y asesinos en serie. Al igual que en las guerras africanas, estos mutantes son cada vez más jóvenes [11].

Según el autor, este tipo de guerras siempre son iniciadas por una minoría que hace imposible una convivencia civilizada, por lo que esas guerras civiles no se han apoderado de las masas sino que son “moleculares”. Estas guerras sólo se inspiran en el odio, no tienen ideología, y los perpetradores de hoy no necesitan rituales, desfiles, uniformes, programas, promesas y juramentos de lealtad como en el período de entreguerras que fue analizado por Hannah Arendt. Incluso, dice Enzensberger, pueden prescindir de un guía, y “cualquier vagón del metro puede convertirse en una Bosnia en miniatura” [12].

Atentado al metro de San Petersburgo (2017)

Un mundo globalizado económicamente llevó a que también las agencias de inteligencia se ocupen más por los asuntos económicos preparando informes para el decisor, previendo crisis u otros escenarios que puedan suscitarse a partir de potenciales desequilibrios de la economía internacional y que puedan afectar a la economía nacional.

Esta interrelación tan fuerte que existe entre los diversos países en términos económicos precisa de cierta observación por parte de los servicios de inteligencia, más aún luego de la denominada “crisis hipotecaria” que estalló en Estados Unidos en 2008 o de la crisis alimentaria que puede derivar en una grave situación para la población mundial pero que, sin duda, afectará más fuertemente a determinados países pobres o dependientes de la importación de alimentos.

Las agencias han tomado como parte de sus temas de análisis las cuestiones macroeconómicas, las transferencias de dinero —en función de detectar financiamiento del terrorismo o lavado de dinero—, las inversiones y los sectores estratégicos. En función de ese creciente interés por los temas económicos, existen algunos servicios, como por ejemplo el CNI español, que se han orientado hacia la Inteligencia Económica y hacia la Inteligencia Competitiva, mediante la cual procuran beneficiar a sus empresas nacionales, evaluar riesgos, analizar tendencias, etc.

A modo de conclusión

Como puede apreciarse, la complejidad del escenario internacional tras lo que se consideró el fin de la Guerra Fría, la proliferación de actores no estatales y la emergencia de amenazas que afectan el normal desarrollo de los Estados, ha llevado a que las agencias de inteligencia a escala mundial redefinieran sus objetivos y ampliaran sus campos de análisis. Por otro lado, también procedieron a un mayor intercambio de información y a una colaboración más estrecha en función de enfrentar amenazas como el terrorismo, el anarquismo y el narcotráfico.

Finalmente, puede afirmarse que las amenazas y riesgos presentes en nuestro mundo actual someten permanentemente a los gobiernos a diversos desafíos que sólo pueden ser enfrentados si las agencias de inteligencia se mueven un paso adelante de aquellos actores que intentan aprovecharse de las vulnerabilidades que puedan ofrecer los Estados.

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* Licenciado en Historia, graduado en la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales, School of Social and Human Studies, Atlantic International University (AIU), Honolulu, Hawaii, Estados Unidos. Tema de tesis: “Intelligence and International Relations: an old relationship and its current revaluation for decision-making”.

* Licenciado en Historia, graduado en la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

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Referencias:

[1] Alvin y Heidi Toffler. Las guerras del futuro. La supervivencia en el alba del siglo XXI. Barcelona: Plaza & Janés, 1994, p. 218.
[2] Ibíd., p. 218. 
[3] Ibíd., p. 219-220.
[4] Ibíd., p. 224.
[5] Diego Navaro Bonilla. Derrotado pero no sorprendido. Reflexiones sobre la información secreta en tiempo de guerra. Madrid: Plaza y Valdés Editores, 2007, p. 23.
[6] Alvin y Heidi Toffler. Op. cit., p. 223.
[7] Fernando Velasco; Rubén Arcos (eds.). Cultura de Inteligencia. Un elemento para la reflexión y la colaboración internacional. Madrid: Plaza y Valdés España, 2012, 372 p. 
[8] Antonio Díaz (director); Cristina del Real; Diego Maldonado. “¿Sabes qué es el CNI y para qué sirve? (8-11)”. CNI y la Universidad de Cádiz, “Proyecto para el desarrollo de la cultura de Inteligencia”, <https://www.youtube.com/watch?v=LqFP47tWWbc>.
[9] Hans Magnus Enzensberger. “Ausblicke auf den Bürgerkrieg”. Der Spiegel, 25/06/1993.02/05/2019
[10] Ídem.
[11] Ídem.
[12] Ídem.

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