LA «MISIÓN» DE NETANYAHU: «ENTERRAR PALESTINA» PARA CREAR EL “ERETZ ISRAEL”

Roberto Mansilla Blanco*

La visión supremacista y genocida del gobierno de Benjamín Netanyahu, potenciada en aras de redibujar definitivamente el mapa del «Gran Israel» (Eretz Israel) con el objetivo de implosionar la geopolítica en Oriente Próximo, tiene un dossier con una clave: E1. Éste es el documento que el gobierno israelí maneja para «enterrar la idea de Palestina como Estado» a través de su fragmentación territorial en nuevos asentamientos en Cisjordania, los cuales se complementarían con la anexión total de Gaza en curso ignorando la tregua de Hamas y potenciando la expulsión definitiva de palestinos hacia Sudán del Sur, Libia o Somalilandia como posibles receptores, tal y como reflejan algunas informaciones.

Todo esto ocurre cuando la ONU acaba de catalogar la crisis de Gaza como «hambruna», la primera que se reconoce oficialmente fuera del continente africano. Pero a Netanyahu y sus cómplices ultraderechistas no parecen importarle esta resolución. Amparados por la impunidad que le permiten EEUU y Europa, entre otros, en Tel Aviv califican de «papel mojado» cualquier resolución de la ONU.

El hambre es una herramienta política de Netanyahu para fortalecer su proyecto supremacista. En 2021 unos 186 países miembros de la ONU votaron a favor de reconocer la seguridad alimentaria como un derecho humano y que su negación violaría el derecho internacional. Sólo EEUU e Israel votaron en contra de esa resolución de la ONU. Washington alegó aspectos comerciales. Tel Aviv, que ya en ese momento llevaba años con el cerco humanitario a Gaza, nunca ofreció razones sobre su decisión.

Mientras, Israel sigue robando tierras y asesinando deliberadamente a palestinos (hasta el momento más de 60.000 muertos, entre ellos 20.000 niños), toda vez que incentiva la recepción de vuelos chárter con nuevos colonos judíos provenientes de EEUU y Canadá que llegan a Israel para materializar este proyecto mesiánico de limpieza étnica y expolio territorial.

El ministro de Defensa Israel Katz reconoce que el 83% de las víctimas de Gaza son civiles. Fiel a su retórica incendiaria y desafiante, Netanyahu amenazó con «abrir las puertas del infierno» con la invasión a Ciudad de Gaza mientras recibe elogios de «héroe de guerra» por parte de su aliado Donald Trump.

Por otro lado, la crisis de Gaza ya ha provocado la primera caída de un gobierno occidental: en Países Bajos, el primer ministro en funciones Dick Schoof debió asumir la dimisión de cinco ministros de su gabinete, entre ellos el de la cartera de Exteriores, opuesto a la decisión del gobierno de bloquear sanciones adicionales a Israel por la masacre de Gaza. Esta crisis ocurre a escasos dos meses de las elecciones generales en ese país europeo. 

El proyecto E1 y el «Eretz Israel»

«Enterrar la idea de un Estado palestino». Así presentó el pasado 14 de agosto el ministro de Finanzas israelí Bezalel Smotrich la decisión de validar un proyecto de construcción de más de 3.000 viviendas al este de Jerusalén, en la Cisjordania ocupada, lo que se ha clasificado como el documento E1. Sigue Smotrich con su perorata: «con el E1 por fin hacemos realidad lo que se prometió hace años. Es un momento fundacional para los asentamientos, para la seguridad y para todo el Estado de Israel». El gobierno de Netanyahu dio luz verde este 20 de agosto para iniciar la colonización acelerada de Cisjordania.

«Eretz Israel» o el «Gran Israel» es el proyecto mesiánico que pretende controlar territorios desde el Jordán hasta el Éufrates. Tanto Netanyahu como diversos altos cargos y líderes israelíes como la polémica activista de colonos Daniela Weiss han defendido la legitimidad «histórica» de esta idea supremacista.

Ahora bien surgen interrogantes: ¿supone el E1 «la Solución Final», el exterminio total de los palestinos o, en todo caso, la expulsión definitiva de sus hogares?; ¿implicará para Israel abrir los canales de una guerra a largo plazo con las próximas generaciones de palestinos expulsados de sus tierras pero lastradas de odio ante el actual genocidio de Gaza mientras el mundo mira para otro lado? Tomando en cuenta el caudal conflictivo que genera este proyecto en una región altamente inflamable, ¿significa el E1 la justificación para la expulsión de palestinos con la finalidad de perpetuar un estado permanente de conflicto con sus vecinos árabes para acentuar aún más la existencia del entramado militar-industrial israelí como «factor de supervivencia estatal» ante su fracaso diplomático para normalizar relaciones con sus vecinos árabes?

«Enterrar Palestina» y desaparecerla del mapa es el objetivo mesiánico que Netanyahu ha perseguido durante toda su carrera política desde hace más de 40 años. Es el «momento histórico» al que se refería Smotrich. En 2010 se filtró un documento geopolítico sobre el «Gran Israel» que preconizaba la «balcanización» del mapa regional en Oriente Próximo y el Norte de África como objetivo estratégico para asegurar «las fronteras históricas israelíes» y la neutralización de sus vecinos árabes en pequeñas entidades manejables.

Para ello ha tenido que eliminar adversarios regionales, desde el Irak de Saddam Hussein (2003) hasta la Libia de Gadafi (2011) y el régimen de al Asad en Siria (2024), observando cómo el nuevo gobierno sirio de Ahmed al-Sha’ara (proveniente de movimientos integristas vinculados al Estado Islámico y Al Qaeda) mantiene su neutralidad en el conflicto de Gaza e incluso ha sido persuadido por Trump a reconocer y normalizar sus relaciones con el Estado de Israel, tal y como se constató en Riad con la reunión entre al-Sha’ara y Trump (la primera que se realiza entre presidentes de Siria y EEUU) durante la reciente gira del mandatario estadounidense por Oriente Medio realizada en mayo pasado.

Sigue en pie Irán, objetivo estratégico pendiente para Israel y EEUU en el cual las dos escaramuzas de guerra directa entre 2024 y 2025 han demostrado que Israel no está tan preparado como se esperaba para destruir a su principal enemigo regional ni tampoco a sus proxys regionales, en especial los rebeldes hutíes de Yemen, el palestino Hamás y el libanés Hizbulá, por mucho que las fuerzas israelíes hayan logrado descabezar a sus respectivas cúpulas dirigentes.

La capacidad efectiva de ataque de los misiles iraníes impactó en territorio israelí causando fuertes destrozos, cuestionando severamente el mito de la invencibilidad israelí y demostrando que su dependencia de EEUU en materia de seguridad es mucho mayor de lo que se pensaba. Por otro lado no hubo colapso de régimen en Teherán como esperaban en Tel Aviv y Washington aunque las expectativas anuncian que la República Islámica de Irán progresivamente se transfigurará en un régimen de carácter pretoriano militarista fuertemente nacionalista donde la teocracia islamista tendrá un papel cada vez más testimonial y protocolario.

¿Hasta dónde llegará Netanyahu?

Más allá de su irracional huida hacia adelante que le llevó en junio pasado a atacar Irán, Netanyahu enfrenta ahora el malestar interno vía protestas sociales toda vez que los partidos de extrema derecha sionista y la línea dura presente en el establishment político y militar podrían recrear fisuras en su gobierno ante la escasa materialización de los objetivos trazados.

Por otro lado, y si bien la invasión de Gaza está ordenada, el Alto Mando ha advertido de las dificultades logísticas para controlar una franja de menos de 400km2 y millón y medio de personas hacinadas en una crisis humanitaria sin fin. El estamento militar ha debido llamar a 160.000 reservistas para iniciar la invasión lo cual revela la magnitud de una invasión que genera ciertas divisiones internas.

Mientras la imagen internacional e incluso la legitimidad de Israel se desploman, Gran Bretaña y Francia (dos entusiastas aliados israelíes a través de poderosos lobbies internos) advierten con romper la baraja histórica reconociendo al Estado de Palestina en la próxima Asamblea General de la ONU en septiembre.

Sólo apoyado por EEUU y la complicidad europea, Israel se somete a un aislamiento internacional sin precedentes en sus más de siete décadas de existencia. No obstante, su poder de influencia persuasiva parece seguir intacta: la reciente crisis diplomática con Australia por las críticas del gobierno de Canberra por la hambruna en Gaza y su decisión de reconocer al Estado palestino llevó a una inmediata reacción por parte del gobierno australiano de acusar a Irán de estar detrás de unos ataques contra intereses israelíes en el país. Unas 300.000 personas manifestaron en Australia contra la guerra en Gaza. La decisión de Canberra de reconocer a Palestina como Estado sigue la dinámica ya anteriormente establecida por Francia, Gran Bretaña y Canadá, aspecto que crea una división interna entre las fuerzas «atlantistas» y EEUU, aliado irrestricto israelí.

Si bien Netanyahu se complació por la expulsión del embajador iraní en Canberra y el cierre de la embajada australiana en Teherán mientras fuentes del gobierno del primer ministro Anthony Albanese negaban que detrás de esta acción estuviera la necesidad de apaciguar a Tel Aviv, el leitmotiv de los acontecimientos intuye que Australia, actor clave para EEUU vía pacto AUKUS, fue presionada para actuar a favor de los intereses israelíes.

Netanyahu y sus acólitos saben que el momento es propicio para materializar su proyecto mesiánico, con un aliado como Trump en la Casa Blanca que blanqueará sus crímenes y reforzará su impunidad toda vez que el mundo pendiente de la posibilidad de una pax rusica en Ucrania.

 

* Analista de Geopolítica y Relaciones Internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) y colaborador en think tanks y medios digitales en España, EEUU e América Latina. Analista Senior de la SAEEG.

©2025-saeeg®