F. Javier Blasco*
No es la primera ni la segunda y creo, que ni la décima vez que, para tratar de analizar cualquier conflicto con participación militar, debo recurrir a escribir sobre estos conceptos, que durante años he enseñado en la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas y practicado en operaciones reales en cuarteles generales de la ONU, la OTAN o de España, tanto dentro como fuera del solar patrio.
Creo que esta situación ha sido prácticamente imprevisible en su evolución para la inmensa mayoría de analistas, entre los que me incluyo. Todavía es muy prematuro avanzar el resultado final de este conflicto, creado artificialmente por Putin contra Ucrania para absorberla, así como para terminar de escribir las necesarias Lecciones Aprendidas, imprescindibles en todo conflicto y máxime en los que, como en este, las cosas no funcionan como se esperaba, se tuercen y hasta pueden derivar hacia resultados totalmente contrarios a los previstos.
Pero, para tratar de corregir o paliar en parte los propios y ajenos errores, lo que sí es indudable ahora es que debemos empezar a tratar de explicar que es lo que ha pasado hasta el momento, que está pasando y que puede llegar a pasar; por supuesto, siempre que la situación, la estrategia a emplear, la entidad y la cantidad de medios implicados no cambien drásticamente.
Los factores de la decisión, como muchos ya saben, son: la misión, ambiente, el enemigo, el terreno y los medios.
Una serie de elementos que deben ser estudiados y analizados con todo tipo de detalle, porque cada uno por separado o en coordinación, influyen directamente en el proceso de toma de cualquier decisión de carácter militar.
Todos ellos tienen una valoración similar, ninguno es preponderante sobre los demás. Una valoración bastante negativa, aunque sea de solo uno de ellos, puede dar al traste con la operación planeada, obligar a grandes cambios en su orientación y hasta llegar a cancelarla.
Con respecto a la misión, debe ser clara, completa, asumible, directa, factible y que no deje flecos sin estudiar para tener que ser desarrollados con posterioridad. Pedir peras al olmo o que la misión emanada sea tan compleja pueda dar lugar a diversas interpretaciones, es una irresponsabilidad.
El ambiente es un factor que aparentemente es ambiguo o muy amplio, pero francamente decisivo porque abarca conceptos como la población (edad media, religión, creencias, ascendencia y grado de formación), su régimen político, el grado de su espíritu de defensa nacional, formas de vida, industria propia, dependencias, diversos tipos de apoyos externos, desarrollo económico y otros varios más.
El enemigo debe estudiarse desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo, estado y nivel de su armamento, moral de combate, grado de instrucción y adiestramiento propio o adquirido externamente, apoyos actuales o potenciales, así como sus capacidades logísticas y de reposición de personal y material.
El terreno es un factor francamente importante por su capacidad o no de transformación por la mano del hombre, los efectos del clima reinante durante la operación, grado de fortificación del campo de batalla, elementos naturales o no aprovechables como grandes ciudades, cursos de agua, cadenas montañosas, embalses, aeropuertos, carreteras y salidas al mar.
El apartado de los medios, abarca, lógicamente, los propios para confrontarlos con los del enemigo, en su grado cuantitativo, cualitativo y de proporcionalidad, moral de combate, grado de hastío en las tropas, influencia de los otros factores sobre su posibilidad de empleo, así como, su nivel de mantenimiento y efectividad.
Tras este somero repaso y enumeración de cada uno de ellos, podemos entrar en harina. En primer lugar, la misión asignada a las tropas rusas, al menos la que nos ha llegado a nosotros, no ha estado nada clara, es totalmente confusa, enmascarada y llena de cambios en función de la evolución de los acontecimientos; muy propia para una guerra relámpago y no de un conflicto de guerra de guerrillas de carácter urbano y asimétrico que se puede prolongar en el tiempo.
El ambiente es quizás el factor que menos han estudiado con propiedad los estados mayores rusos. La población ucraniana considerada por ellos mismos y los rusos, como los ancestros de la gran Rusia y el alma de su espíritu.
Una población que, a pesar de tener zonas llenas de ruso parlantes, a la hora de defender su tierra, honor y dignidad, ha dado una lección al mundo por lo numantina que se ha mostrado, sorprendiendo a propios y extraños por su capacidad de sufrimiento y predisposición al martirologio, si fuera preciso, sin tener en consideración su rango, sexo, edad o condición.
A diferencia de otros conflictos recientes, se puede afirmar que el grado de confianza de los ucranianos en que este conflicto será de corta duración y se resolverá a su favor, se plasma en las enormes ganas que tienen de volver a sus casas. Tal y como ya sucedió en Kosovo, la mayoría de los refugiados que, de momento, huyen de los combates, se apuran a quedarse cercanos a sus fronteras, para regresar lo más rápidamente posible.
El enemigo, en este caso los ucranianos, si bien su ejército regular no está bien armado oficialmente y que la mayoría de sus medios “conocidos” son bastante obsoletos, de procedencia rusa y con muchos años de servicio; pero, a la vista de cómo se está combatiendo en las ciudades, queda bien claro que su estrategia de confrontación no es el combate a campo abierto, sino la guerra de guerrillas en las grandes y medianas ciudades.
El ejemplo y la generosidad ciudadana de los civiles en Ucrania y fuera de ella, ha elevado la moral de los propios combatientes, tanto civiles como militares por lo que pueden tener mucho valor específico por delante.
Da la sensación que durante los meses previos al conflicto armado más de un apoyo en medios sofisticados y eficaces, así como en adiestramiento con dicho material y tipo de combates, podría haberles venido llegando del exterior, sin que, aparentemente, hayan sido detectados.
Igualmente, creo que se han usado medidas de decepción y simulación para engañar los ataques selectivos rusos de las primeras cuarenta y ocho horas, lo que les ha impedido alcanzar todavía la necesaria superioridad aérea total.
El terreno y el factor invierno, a pesar de ser conocido y similar al de Rusia, ha vuelto a ser, de momento, una gran dificultad si no la tumba de las operaciones militares de gran escala, como lo fue para las llevadas a cabo en aquellas tierras por Napoleón y Hitler. Veremos si no estamos ante una tercera edición del mismo suceso.
Con respecto a los medios rusos, si bien parecen ser muchos y aparentemente bastante decentes y potentes, las imágenes libres muestran que bastante de aquel material arrastra muchos trienios sobre sus ruedas y cadenas. Situación que de unirse a que llevan varios meses dando vueltas por las fronteras o en Bielorrusia, en maniobras de engaños y jugando al gato y al ratón, es muy posible que gran parte del mismo, se encuentre bastante necesitado de un adecuado mantenimiento que, me imagino, no lo van a recibir con lo que esto supone para su rendimiento y efectividad.
Las fuerzas armadas rusas tradicional y recientemente nunca han destacado por sus grandes capacidades logísticas para alimentar adecuadamente la batalla. Se ven imágenes de soldados rusos explotando recursos locales para alimentarse, lo que prueba que sus fuerzas empiezan a ser menos efectivas al encontrarse cansadas por haber estado durante varios meses en movimiento constante, sin descanso apropiado, mal alimentadas y porque el alargamiento de las operaciones hace presuponer que, con medios tan deficitarios, pronto le faltarán víveres, combustibles y municiones.
A ello, hay que añadir, que las tropas rusas son soldados de recluta forzosa entre una juventud que mayoritariamente y gracias, en parte a Internet, ya no sigue tan ciegamente a Putin y que se ve en una guerra que no entienden, contra sus hermanos y amigos, que desangra a ambos países y que, de seguir en el tiempo y si se llegan a aplicar todas las medidas económicas publicadas y alguna más, llevará la economía popular rusa a situaciones límites o de bancarrota.
Haber lanzado el amago de unas conversaciones de paz en el día de hoy, no es más que una maniobra de distracción y algo para ganar tiempo con el que reorientar su estrategia, acumular más fuerzas, porque las empeñadas, hasta el momento, en esta operación no son suficientes para mantener bajo un control estricto todo el territorio ucranio sin ser hostigados y, también, para dar un tiempo a Occidente para la reflexión, ya que las inesperadas medidas de todo tipo adoptadas comúnmente o por algunos países de forma individual, les han pillado a todos por sorpresa y quieren hacer ver a nuestras sociedades que, realmente, como así puede suceder, podrían llegar a ser nefastas para todos.
Las exigencias puestas sobre la mesa hoy por la parte rusa, son las mismas que las del principio o antes del inicio de las hostilidades, pero es bien claro que están en su grado o punto máximo de ambición, aunque, si persisten en el tiempo, con alto grado de probabilidad, algo de ello acabará cayendo en su cesto de la compra.
La amenaza nuclear de Putin no es más que un brindis al sol si bien hay que estar atentos a ello, por quien corresponda. Volver a los tiempos de la Destrucción Mutua Asegurada, no solo es un error, es algo tan grave que imposibilitaría seguir el camino para recuperar la gran Rusia soñada por el sátrapa.
Por último, hay que tener una clara visión de lo que se pretende también por nuestra parte. Legislar o adoptar medidas muy drásticas, que puedan repercutir gravemente sobre nosotros mismos, no es la mejor vía para salir de un atasco como este.
En este mismo sentido, pongo en relativa duda la cuantía, la eficacia y el camino que llevarán los anunciados envíos de material militar ofensivo, para ser empleados en tiempo y forma adecuados por los ucranios dispuestos a luchar.
La todavía no declarada guerra entre Rusia y Ucrania se viene convirtiendo en un proceso o fenómeno volátil, totalmente cambiante, que no sigue los cánones ortodoxos y que presenta perplejidades, errores y hasta sobresaltos para todas las partes. Entre los contendientes sobre el tatami de combate y para los muchos espectadores, que hasta hace bien pocas horas, contemplábamos a distancia el fenómeno con muy pocas ganas o ninguna intención de hacer nada, salvo apuestas y comentarios sobre el número de horas o de escasos días que duraría en pie Ucrania.
* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.
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