Juan José Santander*
Dada nuestra actual y más difundida cultura —al menos en lo que solemos llamar Occidente— lamentable y predominantemente audiovisual y analfabeta (tanto en sentido estricto como funcional), ese nombre de una reina escocesa del siglo XVI nos evoca alguna película, más o menos reciente y «postureada», como gustan las redes sociales en su fantasía cibernética, y quizá los más avezados rememoren la de John Ford en 1936 —¡de qué se ocupaba Hollywood en esos años, precisamente!— cuyo final, si no recuerdo mal, juega con la sombra para representar su decapitación. Muchas de ellas contribuyendo a lo legendariamente dramático de la muerte de esta soberana presentándola joven y bella, de 45 años entonces, edad madura y más, para su época y las vicisitudes de sus casi 20 años de virtual prisión en Inglaterra a manos de Isabel I. Stefan Zweig restituye la realidad en su excelente biografía. Para decirlo crudamente una vieja reina celosa y solterona acaba matando a otra más legítima que ella porque representaba una amenaza para su poder. Con trasfondo conflictivo entre la reciente Iglesia de Inglaterra, cuya cabeza era Isabel como monarca y el catolicismo de María.
Pero resulta que su hijo Jacobo o Jaime, bautizado católico por su madre al nacer, sucedería a Isabel a su muerte y no sólo eso: hace publicar la versión en inglés de La Biblia, conocida como King James Bible, la más frecuente en los hogares ingleses que se va pasando de generación en generación hasta hoy y en cuyos márgenes tradicionalmente las familias anotaban nacimientos y decesos, siendo un acostumbrado regalo de bodas al iniciarse una familia. Al año siguiente hace trasladar los restos de su madre a Westminster en una tumba destacada desplazando la de Isabel a un sitio menos preeminente.
Hoy muere la segunda Isabel en un castillo de Escocia, cuando su población parece insistir en un referéndum que vuelva las cosas al estado en que estaban antes de asumir el hijo de María Estuardo uniendo las dos coronas.
Y la sucede un Carlos III que en nombre sucede a otros dos, el primero destituido y decapitado a órdenes de Cromwell, lord protector, y el segundo, su hijo refugiado en Francia y restaurado en el trono una década o poco más después. Ambos Estuardo.
Lo que se cifra en un nombre, canta Borges en una de sus milongas.
Y la sombra de Katherine Hepburn en 1936 subiendo al cadalso traspasa la pantalla.
Madrid, 9 de septiembre 2022.
* Diplomático retirado. Fue Encargado de Negocios de la Embajada de la República Argentina en Marruecos (1998 a 2006). Ex funcionario diplomático en diversos países árabes. Condecorado con el Wissam Alauita de la Orden del Comendador, por el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, M. Benaissa en noviembre de 2006). Miembro del CEID y de la SAEEG.
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