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ÁFRICA SUBSAHARIANA Y EL COVID-19: ESCENARIOS MÁS PROBABLES

Yoslán Silverio González*

En el actual contexto de la pandemia del coronavirus, los medios de comunicación se han centrado en las regiones más afectas: China, Europa occidental y Estados Unidos. Sin embargo, expertos de la Organización Mundial de la Salud han expresado sus preocupaciones sobre lo que podría suceder en el continente africano. Sin ánimo de tener un enfoque “afropesimista” sino objetivo, la situación de África pone a sus habitantes entre los colectivos más vulnerables. Es una región que exhibe las mayores tasas de crecimiento poblacional, donde las problemáticas sociales son resultados de una desigual distribución de la riqueza. Aunque se han observado discretos avances en materia de educación y salud, la región enfrenta graves problemas en estos sectores. El índice de alfabetización es bajo y, en el caso de las enfermedades, ha persistido la incapacidad para eliminar aquellas que no son crónicas. Estos problemas, junto a los conflictos violentos activos, han acentuado la tendencia a la urbanización de la población como parte del proceso migratorio campo-ciudad, haciendo de los centros urbanos verdaderas megalópolis.

África: comportamiento de las variables económicas (2019-2020)

En los últimos años, la región africana se había caracterizado por indicadores macroeconómicos alentadores como resultado de un crecimiento casi sostenido de las principales económicas del continente, incluso por encima de la media mundial. El desempeño “positivo” del Producto Interno Bruto (PIB) había sido posible por el aumento de la inversión extranjera y los proyectos de infraestructuras —en su mayoría de capitales chinos— así como por una estabilidad de los precios de las materias primas. Por primera vez en diez años, las inversiones representaron más del 50% del crecimiento del PIB, mientras que el consumo privado representó menos de 1/3 del mismo. Aun así, el “crecimiento” económico comenzaba a mostrar cifras inferiores: en 2019 se situó en el 3.4%. Esta caída se debió al descenso sostenido de los precios del petróleo desde 2014-15, estabilizados solo de manera coyuntural.

Según un informe del Banco Africano de Desarrollo, esto permitió una proyección del crecimiento de África del 3.9% para el 2020, (3.6% para el África Subsahariana: ASS) y de un 4.1% para el 2021: por debajo de las tasas de los últimos años. Este lento crecimiento se debería a una expansión moderada de las cinco economías más importante de la región: Argelia, Egipto, Marruecos, Nigeria y Sudáfrica que tuvieron como promedio un crecimiento del 3.1%. Este desempeño de la economía africana se debía también al marcado interés de los inversores extranjeros por estas regiones periféricas, donde se estaba produciendo un incremento de la privatización de las ya pocas empresas estatales.

Desde el punto de vista subregional y nacional, los indicadores variaban notablemente. El África Oriental se mantuvo como la subregión de más rápido crecimiento, con un promedio del 5% en 2019, seguido por el Norte de África, con el 4.1%. La tercera subregión más dinámica fue el África Occidental, con el 3.7% (2019) cuando en el 2018 había sido del 3.4%.  En esta área, Nigeria, la principal locomotora económica, debería crecer solo un 2.2% (2020). Se planteaba que la zona del franco CFA mostraría buenos indicadores: del 4.7% (2019) al 4.9% (2020): los países con mejores indicadores serían Costa de Marfil – incremento de la explotación de los recursos minerales y de la agricultura – así como Senegal – debido a la aplicación de la estrategia gubernamental conocida como Plan Senegal Emergente. Por su parte, el África Central creció del 2.7% (2018) al 3.2% (2019) y la subregión del África Austral fue la de peor desempeño: decreció del 1.2% (2018) al 0.7% (2019). Esto se debió, entre otros factores, a las consecuencias devastadoras de los dos ciclones que afectaron la subregión (Idai y Kenneth). Sudáfrica solo crecería al 1.1% (2020)[1]. Sin embargo, otras proyecciones daban un desempeño mucho peor para el caso sudafricano, como se verá más adelante.

De acuerdo con otro informe anual, pero en esta oportunidad de la Brookings Institution (Foresight Africa Report) los cinco países de mayor crecimiento hasta el 2024 serían: Senegal (8.3%), Ruanda (7.9%), Níger (7.3% ), Uganda  (7.2%) y Mozambique (6.9%). Sin embargo, la mayoría de los economistas que participaron en este informe, estaban preocupados con respecto a cómo el cambio climático podría impactar en estos pronósticos económicos: disminución de las cosechas, disminución de la productividad laboral y agrícola, y daños en la salud humana. Todas estas variables podían hacer disminuir el PIB general del continente, lo que nadie había previsto, era la expansión del coronavirus a escala planetaria.

Otro aspecto que incidiría positivamente en estos indicadores era la puesta en pleno funcionamiento del Área de Libre Comercio Continental (AfCFTA, por sus siglas en inglés), prevista para el mes de julio de 2020. La mayoría de los economistas y políticos africanos, estaban muy optimistas en cuanto a los beneficios de la adopción del AfCFTA. Esta iniciativa de integración económica y neoliberal significaría unos 16 mil millones de dólares por motivo al incremento del comercio. Pero para ello, se debería producir un escenario óptimo de liberalización del 100% de las tarifas entre los Estados miembros. De producirse esto, el PIB del continente podría aumentar, en valores reales, de 2.1 trillones (2019) a 3 trillones de dólares para el 2030; es decir, en una década. En este escenario se produciría el incremento de hasta un 33% de las exportaciones intra-africanas y de un 12% del aumento en la generación de empleos[2].

El análisis también debe centrarse en el hecho de que este crecimiento macroeconómico esconde las diferencias entre los países, así como los problemas estructurales y sociales de base, puesto que no significa directamente una modificación del poder adquisitivo de las personas, ni en una modificación de la matriz productiva, caracterizada por una primarización de la actividad económica. En este sentido, el propio informe 2020 African Economic Outlook señalaba que el crecimiento que se ha experimentado en ASS no ha sido inclusivo. Solo 1/3 de los países africanos ha logrado un crecimiento “inclusivo”, al reducir tanto los niveles de pobreza como de desigualdad. A pesar de los progresos económicos en estos países en las últimas décadas, el continente aún está por detrás de otras regiones en “vías de desarrollo”, en áreas como la educación, la salud y en el sector tecnológico.

Otros países con crecimiento económico no han mejorado sus indicadores de reducción de la pobreza, la cual permanece por encima de otras regiones. La pobreza extrema en África afecta al 35% de la población para un total de 395 millones de personas. En esencia, el crecimiento inclusivo – aumento de los niveles de consumo entre las personas pobres y disminución de la inequidad entre los diferentes segmentos poblacionales – ocurrió solo en 18 de los 48 países de ASS.

El informe Dinámicas de desarrollo en África: crecimiento, empleo y desigualdades, creado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) también coincide con el hecho de que África no ha logrado recortar las desigualdades, por lo que no existe una correlación entre el crecimiento del PIB y los indicadores de bienestar. Hay que tener en cuenta la situación del mercado laboral, donde existe una precarización de las condiciones de trabajo, un incremento del comercio informal y por lo tanto, de un alto por ciento de vulnerabilidad de las personas en edad laboral. La proporción de empleo vulnerable en África es del 66%, lo que supone que 282 millones de trabajadores vivan en esta situación. En concreto, los niveles de desempleo superan el 20% en casi todos los países. En Angola, el desempleo estaba en el 30% (2019), en Sudáfrica era del 29% y en Nigeria del 22%. Si se tiene en cuenta el sector juvenil, pues se incrementa notablemente: en Sudáfrica alcanza el 60% de la fuerza de trabajo y en Nigeria el 35%.

En el caso de Sudáfrica, la situación económica se encontraba en un claro deterioro. En 2019 se había proyectado que la economía crecería para el 2020 en 1.7%. Sin embargo, según el Ministro de Finanza de Sudáfrica, Tito Mboweni, la economía crecería solo un 0.9% y la inflación sería del 4.5% (2020). Entre los factores de esta desaceleración se encontraban: la caída de la renta, los persistentes cortes eléctricos y el endeudamiento. En los próximos tres años no se esperaba un crecimiento por encima del 1%. Esta situación ya provocaba el incremento de la protesta social ante la adopción de medidas de ajuste.

El gobierno sudafricano había anunciado el recorte de 160 mil millones de rands (10. 5 mil millones de dólares) para el pago de los empleados del sector público, en los próximos tres años, para reducir la deuda pública; así como recortes en los gastos de los empleados gubernamentales, incluido el uso de vuelos en clase económica para aquellos que tuvieran que viajar por funciones estatales. También se reduciría el pago y la promoción a otros puestos de trabajos, de funcionarios públicos, para el año fiscal 2020, lo que permitiría ahorrar 37 mil millones de rands (2.4 mil millones de dólares). El déficit presupuestario del 2020 se pronosticaba en un 6.8% del PIB, el más grande de los últimos 25 años. Habría igualmente una profundización de las reformas fiscales, de las medidas neoliberales, de la precarización del empleo y aumento de las contradicciones entre los sindicatos y el gobierno[3].

Todos estos indicadores caracterizaban el panorama socioeconómico de África y en particular de la región subsahariana hasta el 2019, así como la proyección del crecimiento económico previo a la crisis generada por la pandemia del Covid-19, cuyos impactos a nivel internacional no tienen precedentes. Las consecuencias negativas para la economía mundial están todavía por ver, pero el escenario más probable es que el mundo vaya camino a una recesión, debido a la paralización de la actividad productiva, el aumento del desempleo, la caída en los niveles de consumo, la quiebra de varias empresas, el cierre de las conexiones aéreas, la caída de los valores de las empresas en las bolsas y el desplome del mercado petrolero.

Toda esta situación tiene su epicentro en los países capitalistas desarrollados, los más afectados por la pandemia, cuyo impacto social —sobre todo el elevado costo en vidas humanos— ha puesto en crisis los sistemas de salud —tanto públicos como privados— y los mismos sistemas políticos de dichos países, cuyos modelos de gestión han quedado completamente desacreditados. Por su puesto, esta situación, hace más difícil la situación en los países periféricos, en particular los africanos.

Situación sanitaria en el continente africano

Los conflictos armados violentos, el terrorismo, la pobreza y el cambio climático, están entre los factores que más inciden en la generación de las crisis humanitarias en África. El impacto social de todos estos elementos ha provocado un alto costo en vidas humanas en lo cual se incluyen enfermedades curables, pero que en el contexto africano se hacen endémicas por la falta de recursos y la voluntad política internacional para solucionarlas. El proceso de privatizaciones como resultado de la imposición de los patrones occidentales del neoliberalismo provocó, entre otros aspectos, la reducción del gasto social y de la capacidad de los Estados en adoptar políticas públicas.

Los sistemas de salud fueron los más afectados, con la disminución de la capacidad hospitalaria, la carencia de personal médico —ya sea por la emigración de médicos y enfermeras fuera del continente[4]— como por las limitaciones en su formación y el encarecimiento de los servicios. La mayoría de países africanos tiene menos de 2 médicos y de 10 enfermeras por cada 10.000 habitantes y según datos de la Comisión Económica para África de la ONU (UNECA), los hospitales tienen una media 1.8 camas por cada 1.000 habitantes [5]. En algunos países las cifras pueden ser peores, por ejemplo, en Níger y Etiopía el promedio es de 0.3 camas por 1.000 habitantes.

Un análisis publicado, en enero de 2020, por Global Health, sobre la distribución espacial y temporal de las epidemias y otras emergencias sanitarias de los últimos tres años, destacaba que 41 países africanos (87% del continente) tenían al menos una epidemia en curso, y 21 de ellos (45%) sufría al menos una epidemia anual, sin tener en cuenta las crisis alimentarias y las hambrunas. Las cinco enfermedades principales que afectan a la mayor parte de la población son el cólera, el sarampión, las hemorragias virales, la malaria y la meningitis, pero también hay que hablar de la incidencia del VIH, sobre todo en los países del África Austral —entre los más afectados están Sudáfrica y Zimbabwe. Además, la desnutrición crónica permanece como una de las causas principales de muerte entre los menores y los que viven en la pobreza extrema. Esta situación forma parte de la cotidianidad sanitaria de África.

Como parte de estos brotes epidémicos de carácter cíclico estuvo la crisis generada por el ébola que afectó a los países del África Occidental entre 2014 y 2016. Estos brotes sorpresivos de enfermedades deterioran, aún más, las condiciones de seguridad humana y tienen serias repercusiones socioeconómicas. Liberia fue uno de los países que estuvieron en el epicentro de dicha epidemia. En septiembre de 2014 se habían reportado unos 5.800 casos, de los cuales Liberia tenía la peor situación, con 1.698 y 871 fallecimientos, seguida por Sierra Leona (1.216 casos y 476 muertes) y Guinea (con 771 infecciones y 498 decesos)[6]. El impacto en la economía se hizo sentir debido a las restricciones de movimientos de personas y servicios, el cierre de las fronteras, la reducción de las actividades agrícolas y la interrupción de los negocios de las compañías extranjeras. Se produjeron pérdidas sustantivas, tanto para el Estado como para los ingresos personales. Las acciones de la comunidad internacional —Organización Mundial de la Salud (OMS) —, incluida la participación de galenos cubanos, permitió la eliminación de la epidemia: “a principios de 2015, Liberia registraba menos de una decena de casos por semana, pero pasaron cuatro meses hasta que pudo ser declarado, el 9 de mayo de 2015, país libre de ébola[7]. Al menos 11.300 personas murieron como resultado de dicho brote de ébola.

Un nuevo brote de ébola estalló desde agosto de 2018 en la República Democrática del Congo (RDC). Según un informe de la oficina de la OMS en la RDC, con cierre 22 de noviembre de 2019, el acumulado de casos fue de 3.301, de los cuales 3.183 fueron casos confirmados y 118 probables. El número total de fallecidos era de 2 198. La mortalidad se situó en el 67% (muy alta). Las zonas de salud de Mabalako y Beni fueron las de mayor incidencia de casos confirmados, informando, respectivamente, el 58% (15/26) y el 31% (8/26) de éstos. Se habían vacunado a un total de 255.061 personas (esto es desde el inicio de la epidemia). Este brote se extendió por unos 20 meses.

El Director Regional de la OMS, Dr. Matshidiso Moeti hizo un llamado a la cautela y la vigilancia, puesto que “todavía no es el final del Ébola en la RDC, debemos permanecer vigilantes en las próximas semanas y más allá”. La OMS elevó la cifra de fallecidos a 2.226 personas en la RDC. La última paciente con ébola fue dada de alta en el centro de atención médica del poblado de Beni, en el este de la RDC, en febrero 2020, cuando ya se comenzaban a reportar los primeros casos de coronavirus en el continente. La experiencia en la lucha contra el ébola en África indicó una mejoría en la respuesta africana a los brotes epidémicos. Según una evaluación de la propia OMS, a pesar de los problemas sanitarios generalizados de África, se ha avanzado mucho en la capacidad de respuesta. La llegada del coronavirus volvió a ser un reto para los líderes africanos y los sistemas de salud.

Evolución de la epidemia del coronavirus en ASS

La expansión de la Covid-19 puso nuevamente en alerta a los gobiernos africanos por las consecuencias que estaba teniendo en China, Europa Occidental y Estados Unidos. Se pensó en un primer momento que la epidemia podría llegar desde China, debido a los fuertes vínculos comerciales que existen entre ambas regiones. Se estima que 2 millones de ciudadanos chinos viven y trabajan en África, así como unos 800.000 turistas de este país visitaban África cada año. También había unos 80 000 estudiantes africanos en China. Todo esto suponía un importante tráfico aéreo. Antes de las restricciones impuestas por el Covid-19 había un promedio de ocho vuelos diarios entre China y ciudades africanas. El temor generó que numerosas compañías aéreas, como Royal Air Maroc, RwandAir y Kenya Airways, cancelaran sus conexiones con Pekín, Guandong y Shangai.

Sin embargo, el primer caso se registró en Egipto, el 14 de febrero, a través de un turista chino y el segundo fue en Nigeria, el 24 de febrero, por un italiano procedente de Milán con destino a la ciudad nigeriana de Lagos, una de las áreas metropolitanas más concurridas del continente. Así Nigeria se convertía en el primer país del África Subsahariana en reportar el virus. A partir de aquí, se repetiría el mismo patrón de contagio: viajeros procedentes de Europa —principalmente de africanos— y luego el inicio de la transmisión local. En las primeras dos semanas —partir de los primeros casos— se comenzaron a adoptar varias medidas.

  • Uganda puso en cuarentena a más de 100 personas que llegaron al aeropuerto internacional de Entebbe, algunas en hospitales de Entebbe y Kampala, y otras fueron confinadas en sus hogares.
  • Zambia destinó dos instalaciones médicas en la capital, Lusaka, para poner en cuarentena a las personas sospechosas; una de ellas era un nuevo hospital de 800 camas financiado y construido con ayuda de China; también había instalado escáneres térmicos corporales en todos los puertos de entrada.
  • Kenia estableció detección obligatoria en aeropuertos, instalaciones de aislamiento y un equipo de respuesta rápida para casos sospechosos.
  • Sudáfrica estableció equipos de respuesta a nivel nacional y provincial, designó a 300 funcionarios de sanidad para el control de puertos de entrada y examinar a todos los viajeros.

En Sudáfrica, país que ya transitaba por una fuerte crisis económica, su presidente Cyril Ramaphosa había establecido el confinamiento —inicialmente por tres semanas— con el despliegue del Ejército en las calles para hacerlo cumplir. Sin embargo, las personas violaban esta medida para salir a comprar suministros, como ocurrió en zonas de Johannesburgo. Con casi 60 millones de personas, la situación sanitaria en Sudáfrica es más complicada puesto que una sexta parte de la población, unos 10 millones de personas, están contagiadas con el VIH, lo que incrementa su vulnerabilidad[8].

Paulatinamente, los gobiernos africanos iniciaron sus esfuerzos por habilitar los laboratorios para hacer los test rápidos. Una treintena de países ya contaban con laboratorios habilitados para dicho fin, por ejemplo, todos los países de África Occidental. También comenzaron a implementar medidas de restricción de entrada de personas procedentes de países con casos confirmados, cancelación de las conexiones aéreas con Europa y Estados Unidos, cierre de las fronteras nacionales, adopción de confinamientos, cuarentenas, restricciones de movimientos de personas —en dependencia de la situación nacional— y la designación de centros de aislamiento. Las medidas de aislamiento son difíciles de aplicar dado que la mayoría de las personas tienen viviendas pequeñas y precarias, viven en condiciones de hacinamiento y tienen que compartir espacios públicos.

La irrupción del virus en África no ha dejado de ser una preocupación para las autoridades sanitarias. El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, durante un encuentro con los Ministros de Salud africanos, en Addis Abeba, mostró su preocupación por la potencial expansión de la Covid-19 en estos países caracterizados por tener los sistemas de salud más precarios. A pesar de los problemas de presupuesto, la OMS diseñó un Plan Estratégico de Preparación y Respuesta, con una petición de 675 millones de dólares para apoyar a los países africanos más vulnerables. De igual manera, comenzó a enviar equipos de protección personal a 19 de los países más vulnerables. China también envió material médico para hacer frente al coronavirus en el continente. Según la directora de la OMS para África, la Dra. Matshidiso Moeti, el continente estaba preparado en un 66% para combatir la pandemia, pero de todas maneras son muchos los factores de riesgos que hacen más vulnerables a sus poblaciones, así como la falta de recursos en los hospitales públicos para atender las insuficiencias respiratorias, los fallos multiorgánicos o la disponibilidad de test.

La Unión Africana (UA) y su Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de África (Africa Centres for Disease Control and Prevention, Africa CDC) han organizado la respuesta continental para el combate a la Covid-19. En el mes de febrero se nombró a John Nkengasong, como director del CDC de África y a Samba Sow, como Director General del Centro para el Desarrollo de Vacunas en Malí. El Dr. John Nkengasong, Director del Africa CDC hizo un llamado a la creación de un Fondo para la lucha contra la Covid-19 (Continental anti-COVID-19 Fund), por parte de los Estados miembros, con un monto de 12.5 millones de dólares. También planteó la necesidad de que se favorezca el comercio de productos farmacéuticos y médicos que para el caso de África son importados[9]. Ya se habían producido algunos hechos por parte de Estados Unidos de adjudicarse cargamentos médicos que iban con destino a otros países.

Las medidas tomadas a tiempo por parte de los países africanos posibilitaron cierta ventaja frente a la expansión del coronavirus, por eso todavía en África no se evidenciaba un alto nivel de contagio. Además, existió un desfasaje de más de un mes entre el agravamiento de la situación en Europa y en África. En una de sus primeras reflexiones sobre el Covid-19 en África, el embajador cubano ante la UA, Ángel Villa comentaba que si bien en el continente no había —hasta esa fecha— reportes masivos de transmisión autóctona, las cifras podrían ser espeluznantes a partir de su realidad socio-económica. Villa señalaba además que a pesar de las políticas implementadas, los gobiernos no tenían la posibilidad de brindar atención médica ante un posible aluvión de contagiados[10].

Sin embargo, el hecho de que todavía en ASS no se estuviesen dando las cifras de infectados como en Estados Unidos y en los países de Europea Occidental, no significaba que la situación estuviese controlada en el continente.  En el primer mes ya se reportaban casos en 40 países africanos, lo que apuntaba a un porcentaje exponencial de contagio. En la siguiente gráfica se observa el incremento de casos en el mes de marzo. Solo en la tercera semana del mes (del 16 al 22), los casos positivos se cuadruplicaron: pasaron de 102 a 408 y la tendencia siguió siendo esa.

Gráfico. Casos diarios positivos a la Covid-19 reportados en África (del 13 de febrero al 25 de marzo de 2020)[11]

El 22 de marzo llegó a la capital etíope un cargamento de ayuda humanitaria procedente de China para el combate a la Covid-19 en el continente. El envío incluía más de 1.5 millones de test rápidos y 100 toneladas de otros insumos médicos ofrecidos por la Jack Ma Foundation y Alibaba Foundation. A través del Africa CDC se iban a distribuir 20 mil test de diagnóstico rápido para cada país africano, unas 100 mil mascarillas médicas y mil trajes de protección[12]. China ha sido un importante colaborador internacional, sin embargo los insumos todavía no eran suficientes. De acuerdo a las cifras oficiales del propio centro de la UA, con fecha del 26 de marzo, el virus se había extendido a 46 países del continente, siendo Sudáfrica el más afectado, con 709 casos, seguido por Egipto con 402; Argelia con 264; Marruecos con 170, y Burkina Faso y Túnez, con 114 cada uno.

Tabla. Situación epidemiológica en África hasta el 6 de abril de 2020[13]

 

Hasta el 6 de abril solo cuatro países no reportaban casos confirmados. La subregión más afectada era el norte de África, con Egipto y Argelia con la mayor cantidad de casos. En segunda posición estaba el África Austral, donde Sudáfrica tenía la peor situación epidemiológica. Para el 7 de abril ya se reportaban 10 mil casos positivos y 1 080 personas fallecidas. Estos datos son solo aproximados puesto que, debido a las limitadas capacidades de los Estados para la realización de los test rápidos, las cifras oficiales estaban por debajo de los casos reales. A dos meses de los primeros casos (23 de abril de 2020) se habían realizado solo 500 mil análisis para un promedio de 325 por un millón de personas. (325 x millón de habitantes). Hasta esta fecha la pandemia era un hecho en los principales centros urbanos, pero en la medida que el contagio penetrara los poblados del interior y las zonas rurales más apartadas, se hacía más difícil su control.

En la última semana del mes de abril los contagios se incrementaron en un 43%. Solo Lesoto y Las Comoras no tenían casos confirmados. Esta situación confirmaba las alertas de los expertos de la OMS sobre la rapidez del contagio en África. Para el 23 de abril ya se reportaban 26.134 personas confirmadas con el coronavirus, de ellas 1.234 habían perdido la vida y 7 mil se habían recuperado. Los países más afectados seguían siendo Sudáfrica (con 3.635 casos y 65 muertos), Egipto (con 3.490 casos), Marruecos (3.397) y Argelia (con 2.910 casos y 400 muertes). Incluyendo a Nigeria, estamos en presencia de las cinco mayores economías del continente, las que más aportan al PIB general de África (60%) y las más afectadas, por lo que las repercusiones económicas a lo interno de estos países repercutirán en cada una de las subregiones en las que estos se encuentran.

El continente africano tiene todas las condiciones para eventualmente convertirse, en el mediano plazo, en el cuarto epicentro de la pandemia, después de la primera fase en China, cuando surgiera; luego Europa Occidental y un tercer momento en las Américas, con Estados Unidos concentrando el mayor número de casos. Los factores de riesgo que potencian la expansión del Covid-19 en África apuntan a un escenario probable de que la pandemia aquí pueda alcanzar proporciones alarmantes con fuertes consecuencias sociales y económicas.

Entre los factores que más pueden incidir en una rápida propagación de la actual pandemia se encuentran la extrema densidad de población en las zonas urbanas con una periferia con condiciones higiénicas bien deteriorada sin acceso a agua potable para poder cumplir con las medidas sanitarias y donde existen enfermedades bases que pueden complicar la estabilidad de los pacientes una vez contagiados: la desnutrición crónica, el VIH, etc. Por ejemplo, la malnutrición crónica tuvo una incidencia del 10% de la población en Etiopía y Nigeria en 2016.

Todo esto es un resultado de la pobreza extrema, de las condiciones en las zonas rurales, donde también hay comunidades nómadas que se desplazan de una región a la otra para su sustento diario. Las medidas de confinamiento afectan a las personas que viven en la extrema pobreza y a aquellos que tienen trabajos informales y que tienen que ganarse su sustento con lo que puedan ganar en el día: la llamada “economía de subsistencia”. Esto hace prácticamente imposible para ellos poder permanecer por mucho tiempo en situación de confinamiento. Por ello, ya varios países se han planteado relajar estas medidas de aislamiento social. Por ejemplo, Zimbabwe y Níger han planteado que no tienen recursos para prolongarlas indefinidamente.

Gráfico. Factores de riesgo que potencian la expansión del Covid-19 en África

En el caso de las zonas rurales un factor positivo pudiera ser la poca densidad de población y el aislamiento que existe entre muchas de las comunidades. Sin embargo, los flujos migratorios irregulares, característicos de ASS, ponen en riesgo a estas poblaciones que llegan a países en los cuales no tienen acceso a los sistemas de salud.  Una situación muy particular tienen las personas en los campos de refugiados, muchas veces en condiciones de hacinamiento, así como los desplazados internos por conflictos armados, que no permite que se puedan adoptar medidas de prevención con esas personas[14]. Muchos centros de salud en zonas afectadas por conflictos se han cerrado a causa de la violencia y los niveles de inseguridad[15].

Teniendo en cuenta los elementos expresados hasta el momento, cuáles serían los escenarios más probables del impacto del Covid-19 en el corto y mediano plazo.

Escenarios más probables del impacto socioeconómico del Covid-19 en ASS

La mayoría de las proyecciones del impacto del nuevo coronavirus en la economía, indican que el mundo va camino a una recesión como resultado de la paralización de las actividades productivas, de la caída del consumo y del comercio internacional, lo que ha puesto en jaque a los países desarrollados. La tendencia general siempre ha apuntado a que las crisis generadas en estos países tienen efectos devastadores para las naciones subdesarrolladas, en particular para los africanos. Por lo tanto, aunque los líderes políticos de la región logren controlar la expansión del coronavirus, las repercusiones de la crisis económica tendrán un impacto significativo sobre sus países, por lo que no se trata solo de una crisis sanitaria sino económica y social.

Achim Steiner, administrador del PNUD, señala que la creciente crisis de la Covid-19 “amenaza con golpear desproporcionadamente a los países en desarrollo, no solo como una crisis de salud a corto plazo sino como una devastadora crisis social y económica en los meses y años venideros[16]. La Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para África de la ONU (UNECA), Vera Songwe, planteó que las naciones africanas necesitarían un estímulo económico de emergencia de 100.000 millones de dólares que le permita adoptar medidas de prevención y apoyar a los frágiles sistemas de salud[17].

Ante este panorama internacional, se producirá una fuerte afectación sobre los indicadores que aportan al crecimiento económico. La región podría perder la mitad de su PIB, con un decrecimiento del 3.2% al 2%. Varios factores incidirán en estos indicadores. Se plantea que los países africanos pueden perder hasta el 35% del valor de sus exportaciones e importaciones, en comparación con el 2019[18], tras las alteraciones en las cadenas de suministro internacional como resultado de la reducción de la actividad productiva e industrial en los principales socios económicos del continente (los países europeos, China y Estados Unidos). También en ello incidirá la paralización del comercio intrarregional, producto del cierre de las fronteras.

Habrá una marcada reducción de los fondos a la Ayuda Oficial al Desarrollo y de otros programas de colaboración procedentes de los países miembros de la Unión Europea o de los Estados Unidos, debido a la crisis por la que estos países están atravesando. También los flujos de inversión extranjera directa se ven reducidos (hasta un 15%), poniendo en peligro los programas en ejecución y los proyectos aprobados. De igual manera, el volumen de remeses hacia África se verá afectado. Por lo tanto, se contraen los mercados financieros, las monedas nacionales pierden valor y se incrementa la inflación. En este sentido, la UA dispondrá de menos recursos para hacer frente a la pandemia de la Covid-19.

Los países productores y exportadores de petróleo son los más afectados por el descenso de los precios del barril de crudo y la inestabilidad en el mercado. Los precios del petróleo han oscilado entre los 11 y 25 dólares por barril, por lo que se reducen los presupuestos nacionales de dichas naciones. De acuerdo con la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África (CEPA) la región podría sufrir pérdidas por un valor de 65.000 millones de dólares como resultado de la crisis en el sector petrolero. “La CEPA considera que la pandemia podría generar una caída pronunciada de las ganancias por exportación de combustibles de África, calculadas originalmente en 101.000 millones de dólares para 2020. Como ejemplo, el organismo regional de la ONU citó el caso de Nigeria, donde el COVID-19 podría reducir entre 14.000 y 19.000 millones de dólares las exportaciones de crudo este año[19]. Entre los países más perjudicados por el descenso de los precios del petróleo se encuentran Argelia, Angola, Nigeria, Camerún, Chad, Guinea Ecuatorial, Gabón, Ghana, Sudán, Sudán del Sur y República del Congo[20].

La recuperación de la situación sanitaria en China y la reactivación de su actividad productiva, supondrá un incremento de las relaciones del gigante asiático con el continente. La reducción de los niveles de consumo de petróleo en Europa Occidental y Estados Unidos, podría suponer un escenario de incremento de las importaciones de petróleo por parte de China, procedente de ASS. Esta podría ser una alternativa para las exportaciones africanas que tienen a China como uno de sus destinos favoritos.

Entre los sectores que ya están entre los más afectados se encuentra la industria del turismo que genera importantes ingresos para los países africanos. Para 15 países africanos el turismo representa más del 10% de su PIB y para 22 de ellos es más del 8%. En naciones como Seychelles, Cabo Verde y Mauricio el turismo contribuye con más del 25% del PIB nacional y emplea a más del 20% de la fuerza de trabajo. Las pérdidas por la covid-19 en este sector se valoran en 50 mil millones de dólares y en más de 2 millones de empleos directos e indirectos[21].

La suspensión de los vuelos procedentes de Europa e incluso el cierre de las conexiones aéreas entre países africanos repercutirá en este sector. El transporte aéreo en África genera ganancias por 55 mil millones de dólares, 6.2 millones de empleos y contribuye con el 2.6% del PIB continental. Las restricciones a los vuelos afectaran a las compañías Ethiopian Airlines, Egyptair, Kenya Airways y South African Airways[22]. Muy relacionado con ello se encuentra la paralización de la puesta en funcionamiento del Mercado Aéreo Común, iniciativa adoptada por la Unión Africana en el marco del Área de Libre Comercio Continental (AfCFTA).

El AfCFTA entraría en vigor en julio de 2020, pero debido al cierre de las fronteras se va producir en retroceso en su puesta en funcionamiento, al igual que la implementación del Protocolo de Libre Movimiento de Personas que ya tenía varias ratificaciones, pero que sin dudas también será postergado. Por lo tanto, habrá una paralización de los proyectos impulsados por la UA, al menos de los que no contribuyan directamente con hacer frente a la pandemia, que se convierte en el objetivo estratégico principal de la UA y de los Estados más afectados. Los gobiernos se ven obligados a incrementar el gasto en salud, pero la falta de recursos financieros no se los permite, ante la creciente demanda.

A nivel nacional, los impactos económicos no serán iguales, pero las medidas de cuarentena o confinamiento han significado el cierre de los mercados públicos e informales —muy característicos en África— así como de los negocios y por ende en la pérdida de empleos. Se incrementan paulatinamente los precios de los medicamentos y de los productos que cubren las necesidades básicas de la población ante la desarticulación de las cadenas productivas, de los suministros y la alimentación. La disponibilidad de comida se puede ver seriamente comprometida en una región afectada de manera recurrente por ciclos de hambrunas. El mercado laboral tiende a deprimirse y se incrementa el desempleo, sobre todo, entre la población más joven.

Las debilidades estructurales de las economías africanas y los bajos ingresos de la mayoría de la población, no permiten que las medidas de aislamiento social se prolonguen por mucho tiempo, ante la necesidad de buscar trabajo. En el mediano plazo, los gobiernos se verán obligados —ya sea por la presión social como por la económica— a desmontar las medidas de cuarentena, por lo insostenible que se hace la situación desde el punto de vista económico. Este sería el peor de los escenarios, puesto que la pandemia todavía no estaría controlada y por ende se incrementarían los casos de contagios. Los sistemas de salud colapsarían ante la imposibilidad de atender a toda la población afectada debido al reducido número de personal médico, de hospitales e insumos[23]. A diferencia del brote de ébola, que fue regionalizado y afectó a muy pocos países, la pandemia perturba a todos los países de África, en mayor o menor grado, por lo que los países son los que tienen que asumir la mayoría de sus gastos de manera unilateral, sin esperar mucha ayuda procedente del exterior.

Las repercusiones políticas serían a más largo plazo. La agudización de las condiciones socioeconómicas podría pasarles factura a varios gobiernos cuando se produzcan los ciclos electorales previstos en cada uno de los países, si es que las condiciones sanitarias permiten su organización. Por lo tanto, podría darse un escenario donde las elecciones, a diferentes niveles, sean pospuestas, alargando los mandatos presidenciales. Esto sin dudas generaría antagonismos políticos con las fuerzas de oposición y el estallido de crisis políticas como resultado de la presión social. En los países afectados por enfrentamientos armados —ya sean guerras civiles como acciones armadas en determinadas áreas dentro de un país—, las autoridades gubernamentales no puedan implementar las medidas de contención y las poblaciones ya están en condiciones de vulnerabilidad. Estas condiciones validan, una vez más, la tesis del profesor Dr. Silvio Baró sobre cómo las crisis generadas en África son multidimensionales y afectan todos los sectores de una manera interconectada e interdependiente.

* Investigador Agregado/Jefe del Equipo de África. Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI), Cuba.

Bibliografía

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Referencias

[1] African Development Bank. 2020 African Economic Outlook. Abidjan, Côte d´Ivoire. Disponible en: https://www.afdb.org/en/documents

[2] Yinka Adegoke. African economies will outperform global growth in 2020 despite a lag from its biggest countries. January 12, 2020. Disponible en: https://qz.com/africa/1783714/african-economies-to-watch-in-2020-debt-and-climate-crisis/

[3] Hassan Isilow. South Africa cuts 2020 economic outlook by half. 27.02.2020. Disponible en: https://www.aa.com.tr/en/africa/south-africa-cuts-2020-economic-outlook-by-half/1746171

[4] Por solo poner un ejemplo, según un estudio de la Organización Internacional para las Migraciones, Ghana tiene la tasa más alta de emigrantes cualificados del África Occidental, con un 46%. Dentro de esta, el sector de la sanidad es el más afectado, puesto que el 56% de los médicos y el 24% de las enfermeras formadas en el país, se encuentran trabajando en el exterior. Ver: Aumenta el número de ghaneses cualificados que buscan trabajo fuera de África. Afrol News, 11 de enero de 2010. Disponible en: http://www.afrol.com/es/articulos/35058

[5] África está a tiempo de evitar catástrofe Covid-19, según ONU. Telesur, 30 Marzo 2020. Disponible en: http://www.cubasi.cu/es/noticia/africa-esta-tiempo-de-evitar-catastrofe-covid-19-segun-onu

[6] Ver: Socio-economic impact of the Ebola Virus Disease in Guinea, Liberia and Sierra Leone. United Nations Development Program, Policy Notes Volume 1, Numbers 1-5, 2014, p.9 y 10. Disponible en: http://reliefweb.int/4B594FCD-4123187/FinalDownloadId-tes/reliefweb.int/files/resources/UNDweb.pdf

[7] Luis Raúl Vázquez Muñoz. “El ébola no perdona, y el juego tenía que ser perfecto”, en: Juventud Rebelde, Suplemento Científico Técnico, 31 de mayo de 2015, p. 3

[8] África, el continente donde la expansión del Covid-19 no ha hecho más que comenzar. 29.03.2020. Disponible en: https://www.rtve.es/noticias/20200329/africa-continente-donde-expansion-del-covid-19-no-hecho-mas-comenzar/2011002.shtml

[9] Communiqué of the Bureau of the Assembly of the African Union Heads of State and Government Teleconference on COVID-19, Held on 26 March 2020. March 26, 2020. Disponible en: https://au.int/en/pressreleases/20200326/communique-bureau-assembly-african-union-heads-state-and-government

[10] Ángel Villa Hernández. África: un continente que merece lo mejor y que pudiera enfrentarse a lo peor. Prensa Latina. Disponible en: https://www.prensa-latina.cu

[11] Unión Africana. Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de África (CDC) con fecha del 25 de marzo de 2020.

[12] Africa’s fight against COVID19 receives major boost with Alibaba donation of 1.5 million test kits and 100 tons for infection prevention and control commodities. March 23, 2020. Disponible en: https://au.int/en/pressreleases/20200323/africas-fight-against-covid19-receives-major-boost-alibaba-donation-15

[13] Elaboración propia con datos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de África (CDC) con fecha del 6 de abril de 2020.

[14] En el continente existen unos 15 millones de personas desplazadas internas y alrededor de seis millones de refugiados (2019).

[15] Patrick Dupoux , Jim Larson , Shalini Unnikrishnan y Wendy Woods. Fighting COVID-19 in Africa Will Be Different. March 26, 2020. Disponible en: https://www.bcg.com/publications/2020/fighting-covid-in-africa.aspx

[16] Citado por: María Victoria Valdés Rodda. COVID-19 en África: Los más necesitados. Bohemia, Cuba, 1ro de abril de 2020. Disponible en: http://bohemia.cu/mundo/2020/04/covid-19-en-africa-los-mas-necesitado/?fbclid=IwAR1IFQ-PdKaeS9rmhKJAo2_-1I-ukLqPWwsDfHF3nvhLSWbD57xMq2VoPhs

[17] África está a tiempo de evitar catástrofe Covid-19, según ONU. Ob. cit., p.1.

[18] African Union. Impact of the coronavirus (covid 19) on the african economy, p. 13.

[19] África podría perder la mitad de su Producto Interno Bruto por la crisis del coronavirus COVID-19. 17 de marzo de 2020. Disponible en: https://news.un.org/es/story/2020/03/1471292

[20] African Union. Impact of the coronavirus (covid 19) on the african economy, pp. 15-17

[21] African Union. Impact of the coronavirus (covid 19) on the african economy, p. 15

[22] African Union. Impact of the coronavirus (covid 19) on the african economy, p. 14.

[23] El coronavirus en África podría ser catastrófico. Fundación Sur, 25/03/2020. Disponible en: http://www.africafundacion.org/spip.php?article36845

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CINCO PUNTOS PARA EL DESARROLLO DE ARGENTINA

Reinaldo Cesco*

El presente ensayo busca establecer una sencilla hoja de ruta, una propuesta macro para sentar las bases de un desarrollo sustentable para Argentina. La propuesta consiste de cinco puntos que luego desarrollaremos brevemente.

  • Inversión en Educación y Desarrollo.
  • Inversión en Infraestructura.
  • Rebaja Progresiva de Impuestos, simplificación tributaria y Seguridad Jurídica.
  • Seguridad Nacional.
  • Política Exterior.

Inversión en Educación y Desarrollo

Cualquier país que quiera tener un desarrollo sostenible en el tiempo, que intente mejorar la calidad de vida de sus habitantes no puede pretender hacerlo si no invierte un porcentaje importante de su PBI en Educación primero, y en el Desarrollo de aplicaciones prácticas que el conocimiento genera. Argentina, según datos del Banco Mundial, invierte entre un 5% y 6% de su PBI en educación. Porcentajes comparables a los de Estados Unidos, Brasil, o Israel. Entonces el problema no estaría en la cantidad que se invierte, sino en cómo se invierte, y en la calidad de la Educación impartida.

A Argentina no le faltan profesionales altamente capacitados, pero muchos emigran en busca de nuevas oportunidades, luego de que su desarrollo profesional se vea frustrado. Tal vez el problema pase por encauzar la educación hacia las áreas de interés para el desarrollo nacional, objetivos que pueden irse actualizando de acuerdo a los objetivos que se vayan planteando a lo largo del tiempo. No solo hacen falta en una Nación desarrollada profesionales universitarios, también hacen falta oficios y trabajadores que cubran toda la cadena productiva del país.

Además, al conocimiento hay que darle un uso práctico. No solo hay que mejorar la calidad de la Educación en Argentina (basta ver los resultados en diferentes pruebas a nivel nacional para comprender esto), sino que al conocimiento abstracto, hay que darle un uso práctico. Se deben desarrollar nuevas tecnologías y también se debe proteger la propiedad intelectual.

Inversión en Infraestructura

Ningún país puede pretender un desarrollo sostenido en el tiempo, si no invierte en infraestructura. La inversión en infraestructura debe ser una potestad del gobierno. Para ello cuenta con varios instrumentos. No solo debe encarar esta tarea direccionando la obra pública, también puede entre otras herramientas disponibles, direccionar la obra privada para la consecución de estos objetivos. Esto debe ser un objetivo ineludible del gobierno.

Algunas de las áreas esenciales en las que se debería invertir son las vinculadas al transporte. No solo carreteras y autopistas, también vías férreas, hidrovías y aeropuertos. Del mismo modo se debe hacer una importante inversión en generación y transporte de energía. Ninguna nación puede aspirar al desarrollo si no tiene la cuestión energética resuelta. Hay varios estudios que indican que hay una estrecha correlación entre el consumo energético y el grado de desarrollo. Aproximadamente el 20% de la población mundial consume el 80% de la energía.

Todo buen gobierno que se precie de tal, debe anticiparse a las necesidades futuras, para invertir en infraestructura en donde se prevea que va a haber demanda a futuro. Debería pavimentar el camino, para que la sociedad pueda usar estos cimientos y continuar por la senda marcada.

Otra área clave a la hora de invertir son las tecnologías de la comunicación. En la sociedad moderna, es casi inimaginable pensar en crecimiento si no se lo hace de la mano del desarrollo de las telecomunicaciones en general. Las telecomunicaciones son el punto neurálgico del día a día de nuestra sociedad, por tal motivo, esto debe ser una prioridad.

Estas son solo algunas de las áreas que merecen una atención prioritaria, pero no las únicas y, como antes se mencionara, siempre están sujetas a nuevas evaluaciones y actualización de los objetivos.

Rebaja Progresiva de Impuestos, simplificación tributaria y Seguridad Jurídica

Otro de los puntos candentes de nuestro país es el sistema tributario y, de la mano de éste, la seguridad jurídica. No solo la carga impositiva es elevada, también es complicada y se tributan impuestos sobre valores que ya incluyen otros impuestos. Esto produce una enorme distorsión no solo en la formación de precios, sino también en la economía toda.

Lo que se propone es una rebaja gradual de impuestos y, asociado a esto, una simplificación del sistema tributario nacional. Luego que cada provincia adecue su esquema de acuerdo a sus necesidades. De esta manera las provincias que tengan sistemas tributarios más competitivos, y hagan un uso más eficiente de sus recursos, seguramente atraerán más inversiones y elevarán la calidad de vida de sus habitantes.

Desde hace décadas se insiste en lo mismo: si no hay un mínimo de seguridad jurídica, es difícil atraer inversiones y lograr un desarrollo satisfactorio de nuestra vida cotidiana. No hay previsibilidad, estabilidad, planes de negocios o planificación alguna que pueda hacerse si las reglas de juego están constantemente cambiando. Es preciso tener estabilidad para que exista una sociedad armoniosa y sin rencores, donde uno pueda prever sin lugar a dudas (jurídicamente hablando) cuál va a ser el estado de su patrimonio en el corto, mediano y largo plazo. Esto también aplica a la protección de la propiedad intelectual que se mencionara en el punto anterior.

Seguridad Nacional

Para que lo propuesto en los puntos anteriores pueda realizarse y a los efectos de mantener al mínimo toda interferencia externa, no se puede descuidar la Seguridad Nacional. Entendiendo ésta como la suma de la Seguridad Interna y de la Seguridad Externa. El primer paso es garantizar la seguridad interna. El Estado debe tener la potestad para garantizar la seguridad de todos sus habitantes. El combate del delito, sin importar el tipo de delito, debe ser una prioridad. Debe garantizarse no solo la seguridad física de los habitantes y sus posesiones, sino también la seguridad de la Nación, poniendo especial énfasis en el combate del crimen organizado y del narcotráfico, principalmente por el alto potencial que este tipo de delitos tienen para corromper el quehacer nacional.

Por otra parte, la Estado Argentino debe estar en condiciones de poder defenderse de toda presión o agresión externa, sin importar cuál sea el origen del agresor, sea este público o privado. Para evitar presiones externas, un buen primer paso es tener las finanzas ordenadas y la economía equilibrada, de esta manera se disminuyen las posibilidades de coerción económica.

Pero también el país debe estar en condiciones de defenderse de una agresión física. Para ello no solo debe tener Fuerzas Armadas equipadas y adiestradas, sino también debe tener un aparato de Inteligencia Estratégica que lo ayude a prevenir potenciales situaciones —perjudiciales para la Nación— para evitar que éstas lleguen a materializarse. El contar con información confiable, en el momento justo siempre ayuda a tomar mejores decisiones y en general previene el uso del “Poder Duro” de un país, ya que le permite anticiparse y prepararse mejor para enfrentar futuros escenarios.

Política Exterior

El último punto a considerar, para lograr un desarrollo sustentable es la Política Exterior. Es impensable el desarrollo sin contar con una Política Exterior sólida, confiable y que represente los intereses del país. Nuestro país no está aislado de la comunidad internacional. Debido a esto, la misma debe estar en manos de personal idóneo, que represente los intereses de la Nación y no de personajes de turno que obtienen un puesto como pago de un favor electoral, que no tienen noción alguna de las formas y procedimientos y que mucho menos representaran al país de una forma favorable.

Argentina debe, como se expresara en los últimos puntos, definir sus objetivos estratégicos. Debe trazar un plan a corto, medio y largo plazo para su desarrollo y, en función de estos objetivos debe explorar puntos de convergencia y de divergencia tanto en el marco regional, como a escala mundial.

A partir de haber realizado un análisis profundo de lo arriba mencionado, Argentina debe luego definir qué “lugar” desea ocupar en el concierto de las naciones. ¿Desea ser solo un actor de tercer orden? ¿Aspira a ser una potencia regional? ¿O, como ya lo ha hecho en el pasado, desea ocupar un lugar aún más importante?

Una vez que estas preguntas hayan sido respondidas y en consonancia con sus objetivos, debe empezar a sellar alianzas que respondan a sus intereses y la ayuden en la consecución de sus objetivos.

Conclusión

Estos cinco puntos solo buscan exponer un camino, una hoja de ruta que el país debería empezar a transitar para intentar conseguir un crecimiento económico, social y cultural que lo lleven a alcanzar su potencial. Serían un primer paso hacia la normalización del país y la búsqueda de un rumbo. La implementación de estos puntos necesariamente implica una concertación nacional, de gran alcance, entre todos los tomadores de decisiones, y el compromiso de mantener el camino trazado sin importar el color del gobierno.

 

* Desde el año 2006 hasta el 2014 se desempeñó como Oficial Subalterno del Ejército Argentino, ocupando funciones varias, entre ellas las de Instructor de Vuelo y profesor de varias materias en el ámbito de la Escuela de Aviación del Ejército.

Licenciado en Relaciones Internacionales (2017), graduado en la Universidad de la Defensa Nacional (UNDEF) y egresado del Curso superior de Defensa Nacional (2007), también  dictado por la UNDEF.

Actualmente se desempeña como piloto de una aerolínea comercial en Estados Unidos. 

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EL COVID-19 Y SU POSIBLE IMPACTO ECONÓMICO EN ASIA PACÍFICO EN EL 2020: CASO CHINA

Ruvislei González Saez*

Asia Pacífico se ha catalogado como la región más dinámica económicamente en el planeta en los últimos años, pese al proceso de ralentización que venía mostrando la economía global. Varias han sido las razones que lo han justificado, pero especialmente el avance de dos grandes actores, China e India, con los más altos índices de crecimiento de las últimas décadas, a partir de sus procesos de reformas iniciados en 1978 y 1991 respectivamente. También sobresalen Japón, República de Corea y un grupo de países del Sudeste Asiático como Indonesia, Malasia, Tailandia, Singapur, Filipinas y Vietnam.

Por otro lado, la situación internacional se ha complejizado en los últimos años por la confrontación entre Estados Unidos y China, la ralentización de la economía mundial, las llamadas amenazas globales como el terrorismo, el narcotráfico, el tráfico de personas, entre otras, pero debe añadirse otra que había pasado casi desapercibido, que es el avance de enfermedades que atacan a humanos y animales originadas o expandidas hacia Asia convertidas en pandemias regionales y hasta globales. Sobresalen el virus de Nipah (1999-2001), H5N1 (2003), SARS (2003), H1N1 (2009), H7N9 (2013), por citar algunas en tan solo 25 años. Sin embargo, se torna preocupante la situación mundial, a partir de la expansión del coronavirus COVID-19, cuyo epicentro inicial fue en Wuhan, China a finales de 2019 y ya se ha expandido por más de 180 países y territorios en el mundo en 2020 (abril).

La economía global ya venía mostrando síntomas de desaceleración desde el año 2017 (gráfico 1). Sin embargo, el impacto del COVID-19, a medida de que se ha expandido, condiciona efectos devastadores a la estabilidad mundial. Luego de la paralización de una gran cantidad de sectores en el mundo, se prevé una contracción del producto interno bruto (PIB) global a niveles más intensos y distintos, posiblemente que los sufridos durante la crisis financiera internacional de los años 2008-2009.

Gráfico 1: Crecimiento de las principales economías 2017-2019 en % del PIB.

Fuente: Banco Asiático de Desarrollo (BAD), 2020:4.

Según el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), el COVID-19 está afectando y afectará al mundo a través de cinco canales de transmisión de la crisis:

    1. Disminución de la actividad económica de varios de los principales socios comerciales en el comercio de bienes. China por ejemplo, es un destino importante para las exportaciones de varias economías, por lo que las ventas podrían caer hasta alrededor del 10,7%, mientras, con la recuperación china existen afectaciones derivados de la propagación del COVID-19 en Estados Unidos y Europa.
    2. Caída de la demanda de servicios de turismo, (impactará más severamente a Europa, Estados Unidos, este de Asia y el Caribe). Se calcula que si la prohibición de viajes a causa del virus se prolonga por dos o tres meses, la actividad turística se contraería un 21% y 30% respectivamente.
    3. Interrupción de las cadenas globales de valor (CGV), especialmente en aquellos países que importan partes y bienes intermedios para sus sectores manufactureros, al principio desde China y ahora desde Estados Unidos y Europa básicamente.
    4. Caída de los precios de los productos básicos (commodities), sobre todo para los países exportadores de materias primas. El precio del petróleo cayó por debajo de US$ 30 el barril, con alto nivel de inestabilidad.
    5. Mayor aversión al riesgo de los inversionistas y el empeoramiento de las condiciones financieras globales. Parte de estos efectos ya se aprecian en la fuerte disminución de los índices bursátiles en la región de Asia.

En el mejor de los escenarios, el COVID-19 tendrá un impacto para el mundo de pérdidas valoradas en US$ 76.963 millones, es decir 0,1% del PIB global, en tanto para China tendrá impactos negativos de alrededor de los US$ 43.890 millones, es decir, un 0,3% del PIB total del gigante asiático, mientras para las naciones emergentes asiáticas (excluyendo a China y sí incluyendo a Vietnam) pérdidas de 0,2% del PIB, valoradas las pérdidas en alrededor de US$ 15.658 millones (BAD, 2020).

En un escenario moderado del impacto del COVID-19, el mundo tendría pérdidas de 0,2% como porcentaje del total del PIB global, con un momento de alrededor de US$ 155.948 millones. En tanto China, 0,8% del PIB total, con un monto de US$ 103.056 millones y las economías emergentes de Asia sin China se afectarían en conjunto un 0,2% del PIB combinado para un valor de US$ 22.284 millones. Hay que suponer que el mejoramiento de las condiciones en China, puede cambiar el panorama de afectación más favorable para Asia, pero no así para Estados Unidos (BAD, 2020).

En el peor de los escenarios se prevé pérdidas del 0,4% del total del PIB global valoradas en alrededor de US$ 346.975 millones, mientras China tendría pérdidas de un 1,7% del total del PIB con valores de US$ 236.793 millones. En ese sentido, las economías emergentes de Asia (sin China), contemplando a Vietnam, tendrían una pérdida del 0,5% del PIB combinado por valores de US$ 42.243 millones (BAD, 2020).

En estos momentos, el comercio mundial de bienes sufre reducciones, a partir de la paralización de muchos de los procesos. Sin embargo, el mejoramiento de las condiciones en China contribuye a poner en marcha la economía (con límites por las conexiones de las CGV). Ante esta situación, se complejiza para varias naciones asiáticas las exportaciones a los Estados Unidos y la Unión Europea (UE), lo que devendrá en elevados niveles de reducción de las exportaciones (abril-mayo). Los servicios, tendrán afectaciones severas de continuar la situación, especialmente el turismo y con ello las aerolíneas, hoteles y procesos asociados. Se proyecta elevadas caídas de arribo de turistas internacionales en el mundo, por encima de la crisis del 2008 y de las afectaciones de la pandemia SARS en 2003. Ello puede suponer desplomes entre 290 y 440 millones de turistas que dejarán de arribar a los diferentes destinos en el mundo, es decir, entre un 20% y un 30% (ver gráfico 2) y generar pérdidas entre US$ 300 y 450 mil millones al sector a nivel global. En ese sentido, el incremento sostenido del turismo a nivel global puede decaer a niveles entre el año 2012 y el 2014. (UNWTO, 2020).

Gráfico 2: Proyección de recepción de turismo en el mundo en miles de millones de dólares.

Fuente UNWTO, 2020.

Según (OIT, 2020), se encuentran 1250 millones de personas en riesgo de perder empleos. El organismo considera que es la peor situación después de la Segunda Guerra Mundial. Los sectores de más afectaciones son los de alimentos y alojamiento, ventas e industria manufacturera. Estos, juntos, representan el 35,7% del empleo global. Asia en cambio busca alternativas para generar empleos, especialmente China, mientras Japón, República de Corea, Vietnam, Singapur, entre otros desarrollan el teletrabajo como forma de mantener activos los procesos.

Economía asiática

Aunque Asia Pacífico se ha mantenido en los últimos años como la región de mayor dinamismo en el crecimiento económico global, también venía sufriendo una desaceleración como parte de la economía mundial. A la hora de analizar por subregiones, las únicas que mostraron crecimientos en el 2019 con relación a 2018 y a 2017 fueron Asia Central y las islas del Pacífico (ver gráfico 3). Pese a ello, incidió de manera positiva en el crecimiento regional el incremento de la demanda interna como contribución al crecimiento económico. En primer lugar se destacó el mayor aumento del consumo interno en Vietnam, Filipinas, India, Malasia y China. En segundo lugar influyeron las inversiones en India, Vietnam, China, Filipinas e Indonesia (BAD, 2020: 6).

Gráfico 3: Crecimiento de las subregiones de Asia en el período 2017-2019 en %.

Fuente: BAD, 2020:5

A la hora de evaluar el impacto del COVID-19 sobre el crecimiento del PIB en el 2020, las economías asiáticas más expuestas en el mejor de los escenarios y con más probabilidad de desaceleración son en primer lugar: Maldivas con una reducción de 1,4% del PIB, Cambodia con una reducción de 1,2%, Tailandia -0,8%, Hong Kong -0,7%, Mongolia -0,6%, Singapur -0,4%, Taiwán -0,35%, Vietnam -0,3%, Filipinas, Malasia, Brunei e Indonesia -0,2%, República de Corea -0,1%, India -0,05% y Pakistán -0,03%. Ello impacta también sobre otras economías asiáticas, pero este análisis incluye economías seleccionadas (BAD, 2020).

Al tener en cuenta el peor escenario, por el mismo orden estas economías tendrán impactos negativos, pero mucho más severos. En ese sentido Maldivas decrecería un 4,1%, Cambodia -2,8%, Tailandia -2,2%, Hong Kong -1,4%, Mongolia -1,5%, Singapur -1,0%, Taiwán -0,8%, Vietnam -0,7%, Filipinas -0,6%, Malasia y Brunei -0,4%, Indonesia y Sri Lanka -0,4%, República de Corea -0,3%, India -0,1% y Pakistán -0,05% (BAD, 2020).

Mientras, en un hipotético impacto del peor escenario, las caídas del PIB serían mucho mayores. La desaceleración de Maldivas muy dependiente del turismo, tendría reducción del 5%, Cambodia de -3,9%, Tailandia -2,8%, Hong Kong -2,2%, Mongolia -2,1%, Filipinas -1,7%, Taiwán, Pakistán y Sri Lanka -1,6%, Vietnam -1,5%, Singapur -1,4%, Indonesia -1,3%, Malasia -1,2%, India -1,1% y Brunei -0,6%, por citar algunas economías (BAD, 2020).

Debe destacarse, que si bien Asia Pacífico es la región de mayor dinamismo en la economía mundial, y China la locomotora, son entonces esta región y país los que conducirán en mayor grado a la variación del PIB global. En ese sentido, la reanimación china a partir de determinadas políticas económicas impulsadas desde finales de marzo puede mejorar la percepción de la situación, aun cuando el escenario en Europa y Estados Unidos empeore. De lograrse contener el COVID-19 en Asia en el segundo o tercer trimestre del 2020, profundizará el vínculo inter-asiático, en detrimento de las relaciones con Estados Unidos y Europa, implicando en un primer momento costos.

Si bien los tres grandes centros económicos tendrán impactos muy severos, también la región asiática en general sufrirá de desaceleración en el año 2020. Japón de manera particular, aunque se prevé que sufra impactos con contracción de 1,5%, tendrá mejor desempeño que en el 2018, a partir de las políticas económicas implementadas. En ese sentido, se prevé un crecimiento de un 0,5%,  (ver gráfico 4). De agravarse la situación la contracción será mucho mayor. Una de las economías que más se proyecta que crezca en las estimaciones es además de Bangladesh (7%), la India con un 4% (BAD, 2020).

Gráfico 4: Estimación de crecimiento para algunas economías de Asia en %.

Fuente: Elaboración del autor con datos de BAD, 2020. 

De manera general se prevé una afectación a las economías asiáticas, las que reducirán los crecimientos previstos para el período 2020-2021. Indudablemente ello impacta en la necesidad de una mayor intervención del Estado en los asuntos de la economía, así como en la regionalización de las CGV, para evitar interrupciones como las que se están generando en el contexto actual. No obstante, en comparación con el resto del mundo, se prevé crecimientos superiores para Asia.

Son las economías desarrolladas las que más compañías tienen, cuyo impacto de la pandemia COVID-19, les lleva a la revisión con reducciones de beneficio. En un mes, 2663 compañías de las mayores economías del mundo pasaron de un promedio de revisión a la baja en beneficios de un 6% el 4 de marzo a un 35% a finales del propio mes. Dentro de las compañías de los países de la región asiática, las más afectadas son 20 de Singapur con una reducción de utilidades en un 30%, 149 de República de Corea en un -29%, 36 de Tailandia en -28%, 35 de Malasia en -26% y 416 de China en -21% (UNCTAD, 2020).

El turismo es uno de los sectores más afectados por el avance del COVID-19 y algunas economías del área dependen grandemente de este para su crecimiento. En ese sentido, la pandemia tiene un impacto altamente negativo para Maldivas donde el turismo representa casi el 60% del PIB del país, así como las islas del Pacífico Palau, Vanuatu, Fiji y Samoa (50 al 20% respectivamente), Cambodia el 20%, Tailandia aproximadamente el 18%, Hong Kong el 10%. En menor medida Singapur, Sri Lanka y Malasia 8%, Laos 6%, Mongolia 6%, Taiwán 6%, Vietnam 5%, Myanmar, Timor Leste y Filipinas 5% (BAD, 2020).

En una primera etapa (enero-marzo) en la que el epicentro de la pandemia era China, los países más afectados, en el sector turístico por su alta dependencia del turismo chino fueron: Hong Kong que recibe un 68% de turismo chino con relación al total, Palau 39%, Cambodia 33%, Vietnam 32%, la República de Corea y Mongolia 31%, Tailandia 28%, Myanmar 27%, Taiwán 24%, mientras Singapur y Brunei 23% (BAD, 2020).

En el vínculo con el sector turístico, el transporte aéreo sufre impactos negativos. Particularmente la región que prevé mayores afectaciones a este tipo de transporte es Asia Pacífico con pérdida de alrededor de US$ 88 mil millones, en segundo lugar Europa con US$ 77 mil millones y en tercer lugar América del Norte con daños de aproximadamente US$ 50 mil millones. Las caídas previstas para las regiones mencionadas anteriormente en comparación con el año 2019 son de: 37%, 46% y 27% respectivamente. No obstante, debe destacarse que ha sido Asia la que mejor ha enfrentado la situación ante momentos de crisis regional como la del SARS en 2003, en comparación con la crisis global del 2008-2009, la cual en comparación con el resto del mundo ha sabido recuperarse mejor que el resto del mundo (UNWTO, 2020).

De manera general las cadenas de suministros fueron afectadas en el primer trimestre y continuarán siendo dañadas, aunque se prevé leve mejoría con la reactivación de China. Las reducciones principales en producción se destacan especialmente en República de Corea, Japón, Vietnam y Taiwán. De los tres grandes hubs en las cadenas de producción de bienes, China es una de ellas, en la que las tres mayores conexiones están vinculadas a Japón, Taiwán y República de Corea, en tanto Vietnam está más conectada a Japón (ver imagen 1). No debe dejar de mencionarse que está creciendo como hub dentro de la región de Asia, el área de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) conectado principalmente a China, pero también con otros hubs importantes de la región y el mundo. 

Imagen 1: Los tres mayores hubs interconectados en las CGV.

Fuente: CEPR, 2020

En ese sentido, debe interpretarse que aunque haya mejorado la situación en China y empeore en Estados Unidos y Europa, habrá afectaciones globales. Alrededor del 25% de las importaciones de Estados Unidos provienen de China, Japón y República de Corea, esto implica que la caída de las importaciones de Estados Unidos impacta sobre estas tres naciones, además que de seguir agravándose la situación en la nación americana y la UE impactará en la caída de las exportaciones de bienes chinas. Pero además, el 50%  del total de las importaciones de computadoras y equipos electrónicos de Estados Unidos provienen de estos tres países asiáticos. Vietnam también tiene valores importantes de envíos a Washington que aunque en el primer trimestre no se notó, si ocurrirá en el segundo.

El sector del automóvil, especialmente en el este de Asia ha tenido afectaciones graves promoviendo rupturas en las cadenas de suministros internacionales. Compañías como la coreana Hyundai ha tenido afectaciones en China, la firma japonesa Nissan cerró temporalmente una fábrica en Japón. Fiat-Chrysler podría cerrar una de sus fábricas en Europa. Jaguar Land Rover también podría cerrar temporalmente, todo ello a partir de las afectaciones de CGV desde China en un primer momento y desde la propia Europa y Japón en un segundo momento (CEPR).

En el sector de los textiles, dentro de los grandes hubs en las CGV, la mayor conexión de Vietnam está con la República de Corea y con China, lo que tendría impactos negativos, pero menores que los de India, Taiwán, entre otros.

En resumen, los sectores que más han estado en revisión a la baja de los beneficios en primer lugar son el de la energía y materiales básicos (-208%), aerolíneas (-116%), automóviles y autopartes (-47%), hoteles y restaurantes (-41%), consumidores cíclicos (-24%), materiales básicos (-13%) entre otros (UNCTAD, 2020). Las mayores caídas serán en los países desarrollados, por lo que en la medida que China, Vietnam y Cambodia puedan recuperarse podrían tener afectaciones de un 20% en las inversiones, mientras los países desarrollados podrán tener superior al 30%.

En Asia, los países del Sudeste Asiático tendrán menos impactos que otras grandes economías de la región y del mundo debido a que el comercio intra-ASEAN es el que predomina. A su vez, debe destacarse el estímulo al comercio electrónico y de la economía digital en sentido general. El COVID-19 ha promovido los esfuerzos de la Cuarta Revolución Industrial, especialmente en Japón, China, República de Corea, Tailandia, Singapur, Malasia, Indonesia, Vietnam y Filipinas. Se ha aumentado el teletrabajo como forma de no paralización de la actividad económica y la promoción de la economía del conocimiento. En ese sentido, como oportunidad la pandemia ha acelerado estos procesos y ha conducido a tomar las medidas necesarias para la implementación de ellos. Esto ha supuesto la disminución en el sector alimentario y de compras con la paralización de restaurantes y compras personales en tiendas, a la vez que aumenta el proceso de entrega a domicilio por la vía del comercio electrónico. Añádase la utilización de robots para actividades sanitarias y evitar contagios particularmente en Japón, China y Vietnam.

Particularmente en el Sudeste Asiático se ha podido lograr lo antes mencionado por un crecimiento en la penetración de internet al 65%, de las redes sociales al 63% y la conectividad móvil al 132%, aun cuando el Plan Conectividad total está previsto para el 2025. Por supuesto que ello implica mejorar la infraestructura digital, crear bancos solamente digitales y aumentar la existencia de los sistemas de pagos móviles, así como también desarrollar una plataforma de pago digital único, primero internamente y luego entre la ASEAN. Tales acciones conducirán a establecer regulaciones de salvaguarda para pagos digitales y avanzar en la propuesta que viene implementando el bloque de las ciudades inteligentes con mejoramiento de los sistemas digitales y la conectividad en red. En proceso de avance esta la creación de ID digital nacional en cada país ASEAN para la entrega de servicios propios del gobierno y la certificación de interoperabilidad entre la ASEAN. También conduce a tomar las medidas de estandarización de la protección de la información, firma electrónica, ciberseguridad y leyes de privacidad entre la ASEAN, un mejor estudio de las criptomonedas y en ese marco incluye la creación de un grupo ASEAN para la lucha del cibercrimen (ADBI, 2019). 

Variación de precios de algunos Commodities y la situación alimentaria

En relación con el precio de los Commodities, el COVID-19 refuerza las variaciones, algunos de los cuales tienden a la baja en función de la caída de la demanda global, causados en gran medida por los cierres de fronteras y establecimientos de cuarentenas por solo citar algunos casos. Los más afectados han sido los de energía con caída de un 55,1% en relación con 2019, en el que hasta el momento el precio del barril ronda los US$ 30 (ver gráfico 5). Solo se prevé para el año, crecimiento de los precios para el trigo, el oro y ligeramente el café repercutiendo directamente sobre varias naciones asiáticas. Particularmente positivo para Vietnam que se ha caracterizado por ser uno de los mayores exportadores de café (UNCTAD, 2020).

Gráfico 5: Variación del precio de algunos Commodities en 2020 en relación al 2019 y 2018 en %.

Fuente: Elaboración del autor con datos de UNCTAD, 2020: 7. 

China es el mayor consumidor de materias primas mundial. Cualquier movimiento en su demanda tiene una repercusión en el precio, principalmente en el de los metales industriales utilizados en la fabricación de coches, aviones y aparatos electrónicos. La cotización del cobre, el níquel, el aluminio y el zinc, entre otros, han presentado pérdidas por el avance de COVID.19. Por ejemplo, el precio del cobre (el barómetro para medir la salud económica mundial) ha caído más de un 7% desde enero y ha perdido todo lo avanzado al cierre del año 2019, cuando se anunció un primer acuerdo entre Beijing y Washington para resolver la guerra comercial. Esta caída afecta a Perú y Chile, los dos principales productores mundiales de este metal, fundamental para la industria de Hubei, en China.

De manera general, el avance del COVID-19 está afectando el suministro de alimentos y también la demanda. El cierre de fronteras, de mercados, las cuarentenas en los diversos países, las interrupciones comerciales y de las CGV está restringiendo el acceso a suficientes y diversos recursos nutricionales. Según (FAO, 2020) existen alimentos para no entrar en pánico. Sin embargo, los hacedores de políticas necesitan ser cuidadosos en las políticas y no caer en los mismos errores de 2008. No obstante, para el período abril-mayo e incluso junio, habrá interrupciones en las cadenas de suministros. Las restricciones de movimientos impiden que agricultores y procesadores de alimentos avancen en los procesos de producción y comercialización. Mientras el cierre de restaurantes y tiendas de productos alimenticios provocan disminuciones de demandas de productos frescos y ello también afecta a productores y suministradores. En este sentido, se afecta de manera particular el sector acuícola tanto de China como Vietnam.

Sector sanitario

En medio de la difícil situación sanitaria generada por COVID-19, son pocos los países que han tenido respuesta efectiva, a partir de las infraestructuras nacionales de salud, ya sea por la capacidad científico-tecnológica, productiva, el desarrollo de la industria biotecnológica y farmacéutica, los recursos financieros, y el personal altamente calificado o preparado. En este sentido, resaltan República de Corea, China, Singapur, Japón, India, Tailandia y Vietnam. No obstante, el 35% del suministro de equipos médicos a nivel global lo realizan tres países: Alemania, Estados Unidos y Suiza. Mientras el 40% de los suministros de productos de protección personal, lo realizan China, Alemania y Estados Unidos.

Llama la atención que en el 2019, los principales importadores de bienes médicos a nivel global fueron en su mayor parte, los países más afectados por la pandemia en estos momentos. Es decir, entre los diez mayores importadores están en primer lugar Estados Unidos, Alemania y China. Le siguen por orden Bélgica, Holanda, Japón, Reino Unido, Francia, Italia y Suiza. Sin embargo, China fue en el 2019 el mayor exportador de productos de protección personal dominando el mercado con alrededor del 17,2% de las ventas totales. En la exportación de respiradores y ventiladores el mayor suministrador, con el 18% del total lo tiene Singapur, mientras en cuarto lugar con el 10% China después de Estados Unidos y Holanda (WTO, 2020).

Entre los países asiáticos con capacidad para suministrar kits para realizar test de COVID-19 están China, República de Corea y Japón. En el caso particular de China, además del gobierno, se destaca el apoyo dado por el gigante del comercio electrónico Alibaba que ha realizado donaciones a 24 países latinoamericanos entre ellos, Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, República Dominicana, Perú y Cuba; este último por los efectos del bloqueo económico y financiero de Estados Unidos, ha dificultado su arribo a la isla. Junto a los kits para test, ha enviado trajes protectores, respiradores termómetros a varios países asiáticos como Afganistán, Bangladesh, Cambodia, Laos, Maldivas, Mongolia, Myanmar, Nepal, Pakistán y Sri Lanka, entre otros. Vietnam también ha comenzado a desarrollar dos tipos de kits de pruebas que utilizan con éxito técnicas de biología molecular (RT-PCR y RT-PCR en tiempo real) (EFE, 2020).

Para el comercio de productos como el jabón de mano en el marco de la Organización Mundial del Comercio (WTO en inglés), la mayor parte de los países miembros aplican tarifas arancelarias de alrededor de un 17%, mientras algunos países imponen hasta 65% de arancel. El abastecimiento de protección en la lucha contra el COVID-19 ha tenido aranceles de aproximadamente 11,5% y en algunos países de 27%. Solamente hay cuatro actores que no aplican ningún arancel para ningún equipo médico, Hong Kong (China), Macao (China), Islandia y Singapur (Tabla 1). En el momento que azotó el COVID-19 a China la media de tarifa como nación más favorecida fue de 4,5% para todos los productos médicos, mientras otra nación afectada, la República de Corea aplicó un arancel medio de 5,9% (WTO, 2020). 

Tabla 1: Último arancel (nación más favorecida [NMF]) aplicados para productos médicos en el marco de la Organización Mundial del Comercio (WTO en inglés).

Fuente: Elaboración del autor con datos de WTO, 2020: 14-16.

Es interesante, que a la hora de analizar por regiones las exportaciones de suministros médicos, es Asia una de las que más medidas de restricciones tienen. En ese sentido, sobresalen Kazajstán, India, Pakistán, Tailandia, República de Corea como prohibidas las exportaciones, mientras China e Indonesia tienen prohibiciones (de facto) para las ventas y Vietnam tiene límites (BM, 2020). Sin embargo, la actual situación ha generado cambios.

Sector financiero

En el sector financiero se destaca una caída de las inversiones. Este es un proceso que venía desarrollándose, pero que el COVID-19 ha reforzado. Es decir, habrá caídas entre un 30% y un 40% en el año. El 61% de las transnacionales más importantes han emitido nuevos informes preocupantes a partir del mes de marzo. La mayor afectación global ha estado dada por la interrupción de las CGV con China como uno de los tres mayores hubs. Por tanto, en la medida que China vaya reactivándose podría conducir a un mejoramiento, pero se produce otra afectación por los hubs Europa y Estados Unidos.

En ese sentido, habrá reducciones de las inversiones extranjeras directas (IED) particularmente en Estados Unidos y Europa. Asia en general mostrará caídas en comparación con períodos anteriores causada por dos razones, en primer lugar un proceso que venía desarrollándose y en segundo, afianzado por el impacto del COVID-19. Podrá verse una leve recuperación en el segundo semestre, por debajo del 2019, pero que permitirá una mejor dinámica de las economías de China, India, Bangladesh, Vietnam y Cambodia entre otros.

La posesión de reservas de divisas por parte de la región asiática, permitirá apalancar la situación y enfrentar los desafíos que aún están por venir. En este sentido, tres países que han sido severamente afectados por la pandemia, es decir China, República de Corea y Japón, tienen reservas para poder enfrentar la situación, lo que indudablemente generará reducciones de estas. Hasta 2018, los países con mayor posesión a nivel mundial, son China con US$ 3.161,5 miles de millones y Japón con US$ 1.204,7 miles de millones. Le siguen en la región: Hong Kong, US$ 437,5 miles de millones; India, US$ 397, 2 miles de millones; República de Corea; US$ 385,3 miles de millones; y Singapur, US$ 279,8 miles de millones (BM, 2020). Seis países y territorios asiáticos poseen más reservas que todos los países de Europa, África y Medio Oriente y las Américas.

China, Japón, República de Corea, India y Singapur, se ubican entre los 15 países con mayores reservas a nivel mundial. Pero debe añadirse que también otros como Tailandia, Indonesia y Malasia poseen reservas por encima de los US$ 100 mil millones, mientras Filipinas, Vietnam y Australia sobrepasan los montos de US$ 50 mil millones (BM, 2020).

En cuanto a las políticas cambiarias, debe destacarse grandes problemas en las variaciones de tasa de cambio, el cual hasta el momento se ha movido favorable a los exportadores, pero negativo para los importadores. En ese sentido, ante el estímulo y crecimiento monetario de Estados Unidos a partir del rescate aprobado para enfrentar la situación, las presiones y la compleja situación en la UE; la tasa de cambio de algunas de las monedas de la región con respecto al dólar, han sufrido y podrán sufrir devaluaciones a lo largo de año 2020 en torno entre 0,1 y 6% con la excepción del yen japonés en función del comercio de productos agrícolas ante la necesidad de garantizar la soberanía alimentaria (ver gráfico 6). 

Gráfico 6: Posibles variaciones de las tasas de cambio de algunas monedas de la región de Asia con respecto al dólar estadounidense en %.

Fuente: Elaboración del autor con información de FAO, 2020

Impactos del COVID-19 en la economía de China

El COVID-19 ha sido la situación sanitaria que más se ha propagado por China y que fue más difícil de contener desde la propia fundación del país como República Popular en 1949. A su vez, es la pandemia que más se ha extendido a más de 179 naciones y territorios del mundo, constituyendo ya no solo un desafío del gigante asiático, sino también del planeta. La necesidad de la lucha conjunta contra esta situación afianza el principio promovido por el presidente Xi Jinping, con el avance de la iniciativa de la Franja y la Ruta, es decir, la “construcción de una comunidad de destino común para toda la humanidad” incluso la necesidad de impulsar la Ruta de la Seda Sanitaria promovida en el 2017. De no trabajar en conjunto, los impactos de esta pandemia serán nefastos para la estabilidad económica mundial.

No es casual entonces que China promueva la cooperación a nivel mundial, incluso apoyando a Estados Unidos. La nación asiática está consciente que mientras más cooperación, más rápido puede combatirse la pandemia y causar menos daños no solo a la economía china, sino mundial. Son diferentes las proyecciones de crecimiento que realizan diversos organismos para el cierre del 2020 y 2021 de China, a partir de los posibles impactos del COVID-19. Indudablemente las afectaciones han sido severas, al caer los niveles de producción industrial en más de 30 años especialmente en el primer trimestre. Incluso en el mes de febrero la actividad se redujo al 36% en el sector manufacturero, mientras a 30% en el sector no manufacturero, lo que condujo a una severa contracción (BM, 2020).

Con el consumo de carbón a partir de la demanda de electricidad, condujo a una consecuente actividad económica que permitió contribuir al PIB. Además, las diferentes acciones implementadas por el Partido Comunista de China (PCCH), bajo la dirección de Xi Jinping han conducido a una reanimación inmediata de una serie de sectores de la economía de manera gradual. Estas acciones, junto a otras políticas económicas implementadas con el propósito de seguir profundizando el consumo interno, en medio de una cada vez más compleja situación global, condicionarán un incremento de las estimaciones del PIB en los próximos trimestres especialmente en los dos últimos del año. En ese sentido, varios organismos estiman diversos crecimientos económicos para el período 2020-2021 (ver gráfico 7), en tanto el autor desarrolla su propio cálculo teniendo en cuenta que considera que se está obviando la gran capacidad de China en el actual contexto y que puede mostrar sorpresas al mundo. 

Gráfico 7: Previsiones del crecimiento de China para el período 2020-2021 en %.

Fuente: Elaboración del autor con datos de OECD, BAD y BM, 2020.

En el presente se incluye además de los pronósticos del BM, OECD y BAD, los cálculos del autor del PIB por la vía del gasto en el que llega al resultado expresado (5,2% para 2020 y 6,9% para 2021) a partir del cálculo por la vía siguiente y que fue superior:

PIB = CH + CG + CIPSFL + FBKF + VE +X – M

CH: consumo de hogar

CG: consumo de gobierno

CIPSFL: consumo de instituciones privadas sin fines de lucro.

La dinámica del consumo interno, aunque tuvo su reducción a principios de año, debe destacarse que constituye una de las principales razones que condicione el incremento de la previsión del PIB chino.

FBKF: Formación bruta de capital fijo que representa el valor de mercado de la variación, en un período determinado de las existencias de materias primas y materiales, trabajos en curso o producción en proceso (excepto obras en construcción) y productos terminados. En este sentido, China tuvo grandes afectaciones en el primer trimestre y puede ser enfrentando situaciones adversas, debido a la situación del COVID-19 en países suministradores de materias primas y partes dentro de las CGV, especialmente de Europa.

VE: Variación de existencias

X: Exportaciones

M: Importaciones

Lo cual también puede expresarse en su versión resumida como:

PIB = CF + ACB + Xn 

Donde Xn son las exportaciones netas previstas, o sea la diferencia entre exportaciones e importaciones y que en las estimaciones se prevé a partir de los datos reales de períodos anteriores y las caídas previstas en el primer trimestre y segundo en función del agravamiento de la situación en Estados Unidos y Europa. Mientras en el Sudeste Asiático se profundiza el comercio con China a partir de un impulso económico chino y de un mejoramiento de la situación frente al COVID-19. Tal proyección puede variar en los próximos meses.

Las afectaciones de las exportaciones chinas a la UE no se dieron tanto en el período enero-febrero de 2020, sino particularmente en el período marzo-abril 2020. Los envíos chinos a Estados Unidos venían presentado caídas desde el 2019, a partir de la confrontación comercial bilateral, en el que en el mes de enero de 2020 fueron superiores las ventas que en igual período de 2019. El mejor mercado que ha experimentado tasas positivas para China ha sido el Sudeste Asiático. Sin embargo, se han incrementado exportaciones de productos de protección sanitarios al mundo entero, aunque también otra gran parte han sido donaciones.

Teniendo en cuenta que el porcentaje del turismo en las exportaciones de servicios del país representa solo el 1% del PIB, los daños en este sector no serán tan severos a diferencia de España que este sector representa el 16% y Estados Unidos que representa el 10%. China es mucho más emisor de turistas que receptor. En sentido de los gastos totales de turistas extranjeros en el mundo, el 19% le corresponde a la nación asiática, mientras el 10% a Estados Unidos, Alemania 7%, Reino Unido 5% y República de Corea 3%. Tan solo estos cinco países representan el 44% del gasto global (UNWTO, 2020). En cambio, otro países si tendrán mayores impactos por el viaje de turistas chinos, en primer lugar la República de Corea (40% de los turistas que arriban son chinos), Vietnam (32%), Japón (30%), Tailandia (28%) y Taiwán (23%).

En cuanto a las cuestiones financieras, China con relación a la crisis del 2008 tiene una deuda externa mayor. Pero aún tiene capacidades para hacerle frente a la situación, incluyendo las reservas que posee para enfrentar las capacidades de pago, a pesar de que en los últimos años se reducen (ver gráfico 8). Ante este escenario complejo frente al COVID-19 y otros que venían desarrollándose hubo un incremento de los niveles de deuda externa del país (y se prevé un incremento para el cierre de 2020) y una disminución de las reservas de US$ 3.161,5 miles de millones en 2018 a US$ 3.060,6 miles de millones en marzo de 2020 (BM, 2020 y Xinhua, 2020). 

Gráfico 8: Deuda externa de China en millones de dólares.

Fuente: BM, 2020.

Particularmente la deuda gubernamental de China también se incrementó de un 38% del PIB en 2013 a 45% en 2019 y se prevé para 2021 que sea de un 58% del PIB. Aun así, se encuentra en los límites permisibles y muy por debajo de otras economías vecinas como Malasia, Vietnam, Laos y Mongolia o de grandes economías como Estados Unidos y países europeos, estos últimos que sobrepasan el 100% en relación al PIB (BM, 2020). 

Políticas de respuesta para el tratamiento del COVID-19

Una de las primeras medidas vinculadas a los viajes, fue la severa restricción al tráfico doméstico e internacional de personas y el requisito de cuarentena estricta. Mientras como respuesta de salud, todas las provincias chinas declararon emergencia de salud pública, así como se levantaron los dos mayores hospitales en Wuhan en tiempo récord a nivel global, mientras se desarrollaron los servicios médicos gratuitos para enfrentar el COVID-19.

China liberó 20.000 toneladas de carne de cerdo de sus reservas centrales con el fin de aumentar el suministro del mercado, según el Ministerio de Comercio. A su vez, prevé poner más reservas de carne en el futuro, para atender adecuadamente a la demanda. Según los datos oficiales, los precios de la carne porcina, un alimento de consumo básico para la población china, continúa disminuyendo en el país como resultado de las múltiples medidas adoptadas por el gobierno para aumentar la oferta, entre las que se incluyen un aumento en los subsidios para restaurar la producción de cerdos, la liberación de las reservas de carne porcina congelada y la expansión de las importaciones.

Como política monetaria, el Banco Popular de China (BPCH) implementó variación de las tasas de interés, financiamiento líquido del 1,0% del PIB en los primeros dos meses de 2020 (0,4% del PIB mayor que el del pasado año), facilidades de refinanciación (0,8% del PIB) y recorte efectivo de la proporción del requisito de reserva el 16 de marzo que podría disparar 0,5% del PIB en base a la liquidez monetaria, así como incremento del control regulatorio de los fondos de préstamo cerca del 0,2% del PIB.

Como política fiscal se aplicó un estímulo de inversión pública  del 1,3% del PIB, medidas para facilitar las restricciones de liquidez de las pequeñas y medianas empresas (PYMES) (1,2% del PIB), gastos para el control y la prevención epidémica del 0,1% del PIB, exención de pago de impuestos para la provincia de Hubei, así como también, reducciones entre el 3% y el 1% para otras provincias que fueron afectadas por la pandemia. Otras aplicadas fueron rebajar/eximir el pago a los empleados de las contribuciones para la seguridad social y exonerar de aranceles a los suministros importados para el control de COVID-19 (BM, 2020).

China, a través del BPCH emitió US$ 988.000 millones de dólares (7 billones de yuanes a tasa de cambio de marzo 2020) en préstamos en el primer trimestre para apoyar la economía afectada por coronavirus. Los nuevos préstamos denominados en yuanes de China tuvieron un incremento de 1,2% en relación con los préstamos de igual período del año 2019. El emisor mantendrá una liquidez del mercado razonablemente suficiente para satisfacer las demandas prácticas y evitar una escasez de efectivo o el aumento de la inflación.

El BPCH añadió otra cuota de préstamos y redescuentos de 500.000 millones de yuanes para ayudar a las micro, pequeñas y medianas empresas a obtener créditos para la reapertura de sus negocios, seguida de un incremento de una cuota extra de redescuento de 1 billón de yuanes para bancos pequeños y medianos. 

Proceso de recuperación en China y cambio de algunos patrones.

El mercado chino se ha convertido en un lugar estratégico para muchas empresas con IED, especialmente en la costa Este del país. En la provincia de Zhejiang a medida que la epidemia ha ido disminuyendo, una gran parte de las compañías ya han logrado reanudar alrededor del 90% de su capacidad de producción en el mes de abril. No obstante, algunas otras han optado por “hibernar” y esperar a que el mercado se recupere. La ciudad que más se ha demorado en reiniciar operaciones ha sido Wenzhou, que fue la más afectada por la epidemia.

Algunas empresas han ajustado rápidamente sus líneas de productos para satisfacer las cambiantes demandas del mercado. En estos momentos, la situación demanda un grupo de productos a escala global, algunos de los cuales son de carácter temporal, pero otros pudieran ser de carácter permanente. Esta crisis cambia muchas cosas. Para el caso de empresas vinculadas al sector de tejidos, algunas modifican sus producciones a partir de la demanda de toallitas desinfectantes, batas quirúrgicas, máscaras y otros materiales han estado aumentando debido al brote de la neumonía.

Algo que ya se esperaba que sucediera, independientemente de la mejora de la situación en China y no en el resto del mundo, es que habrá afectaciones con el suministro de materias primas y en general la interrupción de las cadenas de suministros de la CGV, lo que como lección llevará a acortar estas. Un ejemplo es Zhejiang Liebherr Zhongche Transportation System Company, empresa mixta que fabrica sistemas de ventilación y aire acondicionado que se ha estado beneficiado de la expansión de la construcción ferroviaria a nivel nacional en China, sin embargo, algunos de sus materiales clave son importados de Francia e Italia, dos de los países epicentros del COVID-19 en Europa. No obstante utilizar materiales sustitutivos fabricados en China, el costo aumentará en un 20%, lo que llevará a encarecer precios o buscar nuevos mercados de suministros cercanos.

Aunque haya recuperación en China, la dinámica de las exportaciones caerá por la compleja situación global y por tanto, afectará también a esas empresas que están localizadas en el gigante asiático y cuyos principales mercados de exportación son Estados Unidos y Europa. Para superar las fluctuaciones del mercado, Sinomax (Zhejiang) Polyurethane Technology Company respondió con una inversión de US$ 20 millones en I+D, y un cambio de su enfoque orientándolo hacia el mercado chino.

A inicios de abril se desarrolló una reanudación de la producción en el sector manufacturero de China al 98,6%. Es decir, que las principales empresas industriales del país retomaron sus labores según el Ministerio de Industria y Tecnología Informática. A su vez, alrededor del 89,9% del personal de las compañías industriales con ingresos anuales superiores a US$ 2,8 millones había regresado a sus puestos de trabajo. En Hubei, el indicador de reanudación laboral en los negocios industriales supera el 95%. Ya regresaron a la normalidad la producción y operación de las grandes compañías farmacéuticas que procesan ingredientes vitamínicos, antibióticos, antipiréticos y analgésicos. Mientras tanto, a nivel nacional, el 76% de las PYMES han vuelto a funcionar normalmente. Unas 92 empresas líderes en industrias clave han ayudado a impulsar la reanudación laboral en más de 400.000 entidades de la cadena industrial y más de 350.000 compañías en China habían obtenido créditos a tasas preferenciales (Xinhua, 2020). 

Conclusiones

La pandemia del COVID-19 está reforzando la crisis económica internacional, la que se expresa en la caída del PIB global en términos generales, mientras afecta severamente el comercio, las cadenas globales de valor, el turismo, las aerolíneas, el sector de los alimentos y alojamientos entre otros de manera particular. Aunque Asia y China específicamente fue el epicentro global de la pandemia en un primer momento, la pronta respuesta de sus Estados, ha conducido a que esta región reduzca los efectos negativos más rápidamente que cualquier otra y la que podría, pese al impacto negativo, impedir caídas mayores en el PIB mundial.

Los principales centros económicos Estados Unidos, Europa y Japón tienen altos índices de enfermos y por tanto, con excepción de China que se ha ido recuperando, el resto podría agudizar los efectos de una recesión que indudablemente tendrá caídas en los crecimientos para el período 2020-2021. Los países más dependientes del turismo sufrirán grandes caídas especialmente las islas del Pacífico. En tanto se prevé según los organismos internacionales mejores proyecciones para Bangladesh, India, Vietnam, por citar algunos.

Asia Pacífico es la región que más afectaciones de pandemias locales, regionales y globales ha sufrido en los últimos años. Esto condiciona que en el futuro podrán surgir otras. El COVID-19 ha sido una lección donde demostró la importancia de la actuación del Estado y de la inversión en la salud pública. La inversión pública constituye una de las formas en que Asia podría conducir a crecimientos en relación con otras regiones, mientras el aumento del consumo interno es otra, especialmente en China, India, Vietnam, entre otros.

El impacto que puede tener en el futuro condiciona que las empresas mundiales replantearán las cadenas de suministro multinacionales que dominan la producción hoy día. En ese sentido, se achicarán las CGV, así áreas más cercanas.

Lo más importante que se expresa en la actual coyuntura de expansión de COVID-19 es que por primera vez desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos no es el líder en el impulso de los esfuerzos de la comunidad internacional en un proceso, ya sea de guerra, paz o situación excepcional. Indudablemente el coronavirus COVID-19 está influyendo en la aceleración del proceso de desmontaje del liderazgo hegemónico de Estados Unidos, mientras afianza el liderazgo de China, independientemente de todo el proceso de sinofobia que intenta promover. Es China la protagonista de estimular acciones de apoyo a las naciones en medio de la pandemia, así como promueve las lecciones a través de iniciativas de comunicación con el resto de los Estados. China envió ayuda a Italia antes que la UE,  también envió asistencia a Asia, a las Américas incluyendo los propios Estados Unidos, África, etc. También se destaca la asistencia de la República de Corea fundamentalmente en Asia, Europa y las Américas y no se puede dejar de reconocer también a Vietnam en su apoyo a países asiáticos y europeos.

Una lección es que se rescata el rol del Estado en las políticas económicas de los países y especialmente en la necesidad de poner mayor atención en los sistemas sanitarios. Lo que puede conducir al desmontaje parcial o total de los modelos neoliberales. Aunque muchos plantean que la actual situación acelera el proceso de desglobalización, lo cierto es que lo que hace es acelerar una globalización más centrada en China que en Estados Unidos. A la vez que, refuerza el movimiento del centro de gravedad de Occidente a Oriente.

Se producirá un refuerzo del movimiento hacia el nacionalismo, la rivalidad de las grandes potencias y el desacoplamiento estratégico.

Las estimaciones para el crecimiento de China al cierre del presente año según varios organismos están entre el 2,3% y el 4,9% del PIB, sin embargo, el autor considera que el país podría crecer en torno al 5,2% (incluso superior) a partir de las potencialidades que tiene el país fundamentalmente en la reactivación de la demanda interna y del impulso del sector privado y estatal en consonancia con el mercado regional asiático.

China ha ido impulsando una reanimación de la economía, pero indudablemente un agravamiento de la situación del COVID-19 en Europa y Estados Unidos impactará negativamente sobre el gigante asiático por el alto nivel de interrelación. Se producirán algunas adecuaciones en determinadas producciones a partir de la demanda global actual, incluso algunas permanecerán para el futuro a partir de las lecciones aprendidas por la dirección del Partido y Estado chinos. En estos momentos el crecimiento económico mundial depende de China como locomotora y es a su vez, el líder de la cooperación internacional. Las políticas económicas aplicadas han sido coherentes y han permitido reanimar de manera inmediata la economía nacional. 

* Centro de Investigaciones de Política Internacional, Cuba.

 

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