Revista Tiempo GNA*
Sabido es que el mundo avanza inexorablemente hacia una aguda crisis de alimentos y de energía motivada entre otras cosas por la superpoblación y la devastación de los recursos naturales. Un niño nacido hoy, que viva 70 años, conocerá un mundo de 15.000 millones de seres humanos, su nieto compartirá el planeta con 60.000 millones y dentro de seis siglos y medio (el mismo lapso que nos separa de Dante), habría una persona por cada metro cuadrado de tierra. Un cuadro de horror que ni el infierno podría igualar.
Una verdadera catástrofe demográfica. Por estos motivos, muchos gobiernos advirtieron la necesidad de reforzar el control de sus fronteras no sólo por seguridad nacional, sino para dar prioridad a sus propios ciudadanos nativos. No hacerlo sería irresponsable.
La política migratoria de los EE. UU está en las antípodas con la de Argentina
Aquellos países que tienen mucho que perder con la inmigración descontrolada, se protegen no sólo con leyes adecuadas, sino también con organismos específicos. El Servicio de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés), cuenta con unos 20.000 agentes en 47 países y es considerada la segunda mayor agencia de investigación criminal en Estados Unidos, apenas detrás del FBI y está en vías de crecimiento.
Por orden del gobierno van a la “caza” de extranjeros indocumentados y los deportan aunque carezcan de antecedentes policiales. Las leyes permiten encarcelar a los inmigrantes clandestinos hasta la expulsión de los Estados Unidos. Son sumamente estrictos; en Los Ángeles detuvieron a un hombre que acababa de dejar en la escuela a una de sus hijas, en presencia de otra que filmó llorando cómo se lo llevaban.
Con las nuevas directivas, ICE puede ir a iglesias, hospitales, escuelas y adonde les dé la gana. A tal punto que arrestaron y luego liberaron al congresista demócrata Luis Gutiérrez… El Gobierno sabe que prácticamente es imposible expulsar a los 11 millones de indocumentados que se calculan existen, pero al menos se les infunde miedo para que abandonen el país.
La Ley ahora establece que cualquiera que reingresa a Estados Unidos tras ser deportado comete un delito grave, punible con hasta 20 años de cárcel.
Nuestro país hace décadas que viene sufriendo una inmigración que en algunos casos deja mucho que desear y aquí se les debe solucionar su pobreza y las carencias de todo tipo. Mientras sin ninguna regulación sigan viniendo extranjeros sin capacitación alguna, implica se gasten recursos que no tenemos. Un tema aparte es cuando estudiantes extranjeros vienen a nuestras universidades a estudiar gratis. También cuando enfermos de otras naciones se atienden en hospitales públicos argentinos, para luego volver a sus países.
La experiencia europea
Todos los países de Europa están pagando caro el error el llamado “multiculturalismo”. Actualmente, Londres, París y Bruselas, entre otras capitales, cuentan con barrios que son verdaderas ciudades dentro de otra, con sus propias costumbres, generalmente musulmanas y el rechazo generalizado hacia la policía y otras instituciones que son vistas como ajenas. En Berlín tenemos el distrito de Kreuzberg, que viene a ser desde hace varias generaciones un enclave turco. Guetos en ciudades con inmigrantes de culturas muy diferentes y hasta antinacionales, podrían instalarse en Argentina y una vez afincados el problema no tiene solución. La proclamada multicultural fracasó en Europa y es irracional ignorar los peligros.
Las fronteras de una nación es lo primero que hay que resguardar, no corresponde hablar de xenofobia sino de seguridad y hasta de supervivencia. No hacerlo sería irresponsable.
* Artículo publicado originariamente en la Revista Tiempo GNA 76.
EXCELENTE