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II GUERRA MUNDIAL Y EX URSS: AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR

Agustín Saavedra Weise*

Stalingrado, noviembre de 1942. Foto: Georgi Zelma

En un trabajo reciente Vladimir Putin instó a recordar la contribución decisiva de la ex Unión Soviética en la derrota de la Alemania nazi. La URSS se fragmentó en 1991 y Rusia es su principal heredera política. No es la primera vez que Putin hace alusión al tema; esta vez fue con mayor énfasis por tratarse del 75º aniversario del fin de la 2GM. Más de 27 millones de soviéticos murieron en el terrible enfrentamiento.

El rol soviético en la lucha no debería ser ni siquiera objeto de discusión. Más de las dos terceras partes del ejército alemán fueron diezmadas por los rusos; el sacrificio conjunto de la entonces poderosa URSS fue inmenso. Todo lo ocurrido en el frente oriental empequeñece al frente occidental. Los inmensos espacios de Eurasia fueron el trágico escenario de una epopeya que merece ser respetada y ubicada en el lugar correcto.

Solo en las batallas de Rzhev murieron dos millones de soldados; poca gente conoce este conjunto de combates que justificaron para el lugar el tétrico nombre de “máquina trituradora de carne” por el espantoso número de bajas. De la misma manera, al margen del archi publicitado cerco del VI Ejército alemán en Stalingrado, hubo muchos otros combates de enormes dimensiones. Al lado de esos números, lo ocurrido en el frente occidental quedaba muy disminuido. Pero los aliados occidentales tenían en su manga un as llamado “Hollywood”. Inflamaron con sus películas al mundo, magnificando la intervención occidental y no divulgando (o ignorando) las grandes batallas libradas entre la URSS y el Tercer Reich. El desembarco en Normandía del 6 de junio 1944 —calificado como “decisivo”— no fue tal. Lo decisivo probó ser el esfuerzo ruso, el sacrificio enorme de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. El ataque germano contra la URSS se lanzó el 22 de junio de 1941. Una vez trenzados en mortal combate los dos gigantes totalitarios, las acciones en el resto de Europa resultaron prácticamente marginales. En términos numéricos los rusos hicieron mucho más por la liberación de Europa que la sumatoria de todo el resto de sus aliados, incluyendo el modesto contingente enviado por Estados Unidos.

El Ejército Rojo inició su ofensiva final en enero de 1944, una vez recuperado el territorio anteriormente tomado por los alemanes. La marcha del Mariscal Georgi Zhukov fue implacable e imparable hasta culminar en Berlín a fines de abril de 1945. Pocos días después capituló Alemania (mayo 8 de 1945) y terminó la lucha. Se calcula que los rusos han sido causantes del 80% de las fatalidades de la Wehrmacht (fuerza armada) germana durante la 2GM. Las batallas libradas en el frente oriental hacen ver a las campañas aliadas en Europa como meras escaramuzas, por simple comparación. Stalin venía reclamando desde mucho tiempo atrás por un “alivio” militar desde Occidente y éste llegó tarde, aunque debe reconocerse que los convoyes navieros con pertrechos ayudaron al titánico esfuerzo de la URSS. Pero militarmente no fue así: la ayuda fue tardía o, más bien, quizá vino no para ayudar a los rusos, sino para prevenir que la URSS llegue hasta el Atlántico en su incontenible arremetida. Todo es posible. El desembarco de las potencias anglosajonas y sus aliados en las costas de Francia no cambió el curso de la historia; los días del Tercer Reich ya estaban contados.

Los rusos fueron los que más sufrieron, los que más pelearon y los que verdaderamente ganaron la guerra. Todo lo demás es exagerado, como lo visto en films que sobredimensionan la modesta participación de los aliados en el terrible y largo conflicto.

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

 

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/187735_ii-guerra-mundial-y-ex-urss-al-cesar-lo-que-es-del-cesar

ESCLAVITUD: EL PECADO ORIGINAL DE LOS ESTADOS UNIDOS

Agustín Saavedra Weise*

Imagen de OpenClipart-Vectors en Pixabay

Las 13 colonias británicas de Norteamérica decidieron ser independientes el 4 de julio de 1776 y formaron los Estados Unidos de América. Tras varios años de lucha contra la potencia colonial finalmente consolidaron su libertad y en 1787 promulgaron una notable constitución, la que permanece válida hasta hoy, con varias enmiendas agregadas en forma paulatina.

Desde su inicio la joven nación pasó a ser ejemplo ante el mundo de prácticas democráticas y división de poderes; inclusive se adelantó en varios años a la célebre revolución francesa. Con el tiempo las colonias originales se expandieron y se transformaron en 50 estados de costa a costa Atlántico-Pacífico e inclusive abarcando territorios de ultramar: Hawai, Puerto Rico y Alaska, entre otros. Hasta nuestros días Estados Unidos sigue siendo paradigma y aún la potencia económico-militar más poderosa del orbe, hoy jaqueada con fuerza en ambos terrenos por el ímpetu de la República Popular China. Rusia quedó atrás, al disolverse en 1991 la Unión Soviética.

Si bien Estados Unidos pasó a ser ejemplo de democracia representativa, tuvo de partida un grave pecado original, que desde hace tiempo viene cobrando su penitencia y lo hace con fuerza. Me refiero a la esclavitud de los negros provenientes del África, triste proceso que se inició desde antes de la república (1619) y recién se eliminó (solo formalmente) a fines de 1865, una vez concluida la guerra civil entre el derrotado sur esclavista y secesionista frente al norte unionista y abolicionista. Empero, diversas formas de horrible discriminación de los afroamericanos han persistido a lo largo del tiempo; algunas persisten hasta nuestros días.

La declaración de la independencia de EEUU rezaba así en una de sus partes principales: “Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. Pero nunca hubo tal igualdad, incluso los redactores del documento eran dueños de numerosos esclavos en un cruel e inexplicable contrasentido frente a lo proclamado formalmente. Ese fue el tremendo pecado original del país del norte: expresar una libertad condicionada o restringida por el color de la piel y dónde el esclavo era una simple propiedad privada, no fungía como ser humano; mucho menos era considerado “igual”. Se lo trataba en algunos casos peor que a un animal.

Como consecuencia de las protestas ante la reciente muerte —causada por exceso de fuerza policial— del afroamericano George Floyd, se ha reiniciado una campaña en pro de los derechos civiles y la igualdad de oportunidades para los estadounidenses de raza negra que siguen siendo discriminados de múltiples formas. El tema es recurrente, pero esta vez ha tomado mucha más fuerza que en anteriores ocasiones. Veremos qué pasará en los días que vendrán.

No se equivocó el célebre explorador Alexander von Humboldt al vaticinar que surgirían problemas graves en Estados Unidos debido a no haber cancelado de partida el abominable esclavismo, algo que sí hicieron poco después las flamantes naciones de Hispanoamérica y ello fue —en su momento— muy elogiado por el científico alemán. En este 2020 Estados Unidos sigue expiando su pecado original de 1776 y así será aún por varios años más, hasta que todos en ese país sean de verdad iguales, tanto en derechos como en oportunidades.

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, https://eldeber.com.bo/185733_esclavitud-el-pecado-original-de-los-estados-unidos

ALEXANDER SEVERSKY Y EL PODER AÉREO

Agustín Saavedra Weise*

Alexander Seversky (1894-1974)

Alexander Nikolaievich Prokofiev de Seversky (1894-1974) fue un célebre pionero de la aviación. Nacido en Rusia, se destacó como “as” durante la Primera Guerra Mundial. Al llegar el comunismo (1918) emigró hacia EEUU, dónde se nacionalizó y radicó. Seversky estaba Poder Aéreoconvencido de la capacidad decisiva del poder aéreo e inclusive escribió un libro al respecto. En el credo de esa influencia lo acompañaron —con sus propias ideas al respecto— el norteamericano Robert Mitchell y el italiano Giulio Douhet.

Desde añejos tiempos el ser humano gestó dos poderes: el marítimo y el terrestre. En océanos, ríos o lagos, el hombre navegó en plataformas que gradualmente se sofisticaron hasta tener los buques del presente. Al navegar hacían comercio, pescaban y/o guerreaban. El hombre de tierra disponía de camellos y caballos. Con ellos transitó Eurasia, conquistando, comerciando, atacando, o en defensiva. Así surgieron las talasocracias —exponentes del dominio de los mares— y las telurocracias, su contrapartida en tierra. A lo largo de la historia se estableció ente ambas una rivalidad militar y geopolítica. La mayor talasocracia fue Inglaterra, sucedida luego por EEUU. Y las principales telurocracias fueron Alemania y Rusia, esta segunda la mayor hasta hoy.

El hombre quiso siempre volar, pero eso recién fue posible a partir del globo de los hermanos Montgolfier (1783). El ingreso del poder del aire tuvo la capacidad de modificar los tradicionales enfrentamientos terrestres y marítimos, pero se le dio poca importancia. Inclusive Napoleón despreció los globos y por eso se dice que fue derrotado en Waterloo (1815) al no saber de antemano el avance del prusiano Blücher que venía en auxilio de Wellington. Tuvieron que pasar casi 150 años para que el poder aéreo sea considerado relevante. Ello sucedió una vez inventado y probado el aeroplano. A partir de allí surgió una industria aeronáutica que se consolidó en la Primera Guerra Mundial y luego desarrollada hasta los extraordinarios niveles de velocidades supersónicas, aviones de pasajeros y bombarderos de largo alcance.

En el contexto posterior a la Primera Guerra Mundial Seversky inició la cruzada de implantar una doctrina acerca del poder del aire, similar a la marítima del almirante Alfred Mahan y a la terrestre del geógrafo británico Halford Mackinder. Seversky creyó que el poder aéreo podía ser fundamental pero la realidad demostró otra cosa, ya que si bien cambió las reglas del juego en la guerra, su aporte no logró ser decisivo. En la Segunda Guerra Mundial los aliados tuvieron el dominio aéreo y causaron mucho daño a civiles inocentes (como lo hicieron en Dresden y luego en Japón con alevosa crueldad) pero no lograron doblegar la capacidad bélica alemana y eso lo narra en sus memorias el que fue ministro de producción de armamentos del Reich, Albert Speer. En la larga guerra de Vietnam EEUU tuvo control del aire, pero el conflicto terminó en derrota para la superpotencia. En otras palabras: el poder aéreo es importante pero no es vital, todavía la Armada y el Ejército predominan, agregando ahora dos dimensiones más: la del espacio exterior con sus potenciales nuevas armas y el fondo del mar, desde donde un submarino nuclear puede devastar un país entero.

Seversky inventó el sistema de abastecimiento de combustible por aire e hizo otros aportes a la aviación militar y civil, pero su sueño de la preponderancia aérea no se cumplió. Seversky visitó Sudamérica, en particular estuvo varias veces en la Argentina; allí fue homenajeado por altos oficiales y autoridades políticas. Con el tiempo Seversky fue leyenda en vida. Hasta ahora es venerado entre pilotos civiles y militares de todo el mundo. 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, https://eldeber.com.bo/183706_alexander-seversky-y-el-poder-aereo