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¿QUIÉN MANDA?

F. Javier Blasco Robledo*

Llevo muchos años de mi vida observando la evolución, el desarrollo y los cambios en el mundo que me rodea; en realidad, un período de algo más de sesenta años. En mi infancia y formación como profesional, durante la ajetreada vida en activo y hasta cuando me he dedicado a la nada desdeñable vida contemplativa ―como en estos momentos― y siempre, bien sea por interés personal o por deformación profesional, cada vez y lo que es peor, de forma creciente, resulto más atónito, desorientado y, por qué no decirlo, bastante más preocupado por la evolución y el desarrollo de los grandes y graves acontecimientos que suceden casi a diario y al observar las reacciones de mando y resolución que surgen en la Comunidad Internacional (CI), para corregir o paliar los efectos de los hechos.

Como ciudadano de un país de mediana capacidad y no muy acaudalado ―rodeado además de otros con mayor peso específico en la CI, bien por entidad propia o derivada de sus grandes capacidades o de las tradicionales alianzas y tendencias en las que están inmersos o por otro tipo de posibilidades militares diferenciadoras de los demás― ya desde muy pequeño, entendí que el mundo no andaba solo, algo o alguien llevaba las riendas y marcaba la marcha de las cosas y el devenir de los tiempos.

Analizándolo despacio, descubrí que existían países que dominaban a todos los demás o a otros de su entorno medio o cercano y que, en algunos casos, como consecuencia de grandes guerras o enfrentamientos que han producido millones de muertos y devastaciones de países enteros, se sintió la necesidad de crear organismos supranacionales, con el cometido y la «necesaria autoridad» para frenar las derivas, inclinaciones, insanas ambiciones o las poco decentes intenciones de países o sus protagonistas que, de modo intermitente, mostraban un deseo irrefrenable de ampliar sus propias fronteras o las conocidas como áreas de influencia e interés.

Tras varios siglos de dominios alternativos de los no pocos imperios que surgieron, crecieron y fenecieron en lo que hoy se conoce como Europa, África, Asia e incluso América y Oceanía, el mundo ha sufrido los efectos devastadores de grandes enfrentamientos entre países o coaliciones de ellos, todos sobrevenidos por la misma base que antaño, ampliar sus fronteras, por un afán de mejorar el prestigio internacional o para acaparar los frutos naturales que manan en otros territorios y que no existen o escasean en los propios.

Así, llegamos al siglo XX donde aquellas guerras, cada vez más generalizas y mortíferas, aumentaron en fuerza, gravedad e intensidad a manos de una serie de locos, déspotas o tiranos y, en cosa de treinta años, Europa, Asia, África y el Pacifico se convirtieron en grandes escenarios bélicos donde la barbarie y el terror alcanzaron cotas inimaginables. El mundo, casi de forma unánime, se involucró de una forma u otra en aquellos conflictos y su consiguiente barbarie.

Como suele ocurrir, de aquellos polvos vinieron unos lodos que, en este caso, por su novedad y hasta cierta aunque imperfecta «neutralidad y originalidad» por su alcance y la forma en la que toma sus decisiones, fueron capaces ―más o menos― de mantener un cierto grado de paz y tranquilidad a nivel mundial, aunque estas siempre fueron forzadas y adoptadas gracias, fundamentalmente, al equilibrio entre dos potentes bloques resultantes (la OTAN y el Pacto de Varsovia), con sus países satélites y las consecuentes grandes y costosísimas formaciones u organizaciones militares que emanaban de ellos como su propio y potente brazo ejecutor.

Organizaciones o bloques político militares que constituían los sólidos pilares sobre los que apoyaban sus decisiones y ordenes, al estar sazonados con amplios contingentes de tropas y grandes arsenales de armas de todo tipo ―de entre ellas, destacan las de destrucción masiva, principalmente las nucleares― que eran sin duda, las más importantes debido a sus capacidades de destrucción y de disuasión, dado el tristemente testado efecto desbastador que producían.

Si bien es cierto que estos bloques han jugado un papel muy importante en el mantenimiento de la paz por sostener o aplacar la mayor parte de los impulsos desmesurados fuera de tono o con poco quorum, pronto se pudo comprobar que no bastaba con su existencia para mantener con garantías y por si solos el mundo en paz, aunque dividido en dos grandes bloques ―por cierto, nada bien avenidos― ni para, de forma definitiva y coordinada, corregir los pasos de aquellos que, de vez en cuando y fuera de su control, sacaban la patita a relucir creando situaciones de suficiente desasosiego en los demás.

Por tanto, era preciso crear un super árbitro que, aunque se apoyara en ambos, mantuviera por propia iniciativa cierto orden y concierto entre la mayor parte de ellos y que estuviera respaldado, desde uno y otro lado, por todas las naciones del mundo o, al menos, las más importantes de entonces. La ONU.

En cualquier caso, y dado que el hombre es imperfecto, voluble y se suele cansar pronto de todo ―incluso de lo que le va bien― al margen de la ONU siempre ha habido una serie de figuras dominantes. Cabezas de Estado que, amparados en el respaldo de las propias capacidades militares de su país y allegados, han mantenido y ejercido la postura de árbitro o juez internacional y han procurado marcar las líneas de acción, o el camino a seguir no sólo para la solución de los conflictos, sino para evitar que llegaran a cabo y hasta han patrocinado las ayudas necesarias para derivar o disminuir los efectos de muchos conflictos.

Papel, que predominantemente ha estado en manos Estados Unidos y Rusia; cada uno de estos países y sus peculiares dirigentes, muy protagonistas han venido ejerciendo dicho papel en sus áreas vecinas y otras de interés o influencia; sobre todo, en razón a intereses estratégicos, energéticos, cercanías políticas o para crear las bases para asentar sus ideologías o, en muchos casos, los necesarios despliegues militares para cumplir y ejercer sus agendas conocidas u ocultas.

Durante décadas, otros países como China, la India, Corea del Norte, Israel, Pakistán, Siria, Irán, Marruecos y Turquía ―entre otros varios más― han mantenido y ejercido papeles más comedidos en el ámbito del liderazgo internacional y del papel a jugar en la marcha de la CI, salvo en casos de carácter muy local y casi siempre, en apoyo o muy cercanos a alguno de los dos mencionados líderes, pero nunca alzando la voz más que ellos.

Pero, el desgaste externo, y mucho más el interno, tras ejercer de forma prolongada el liderazgo y el enorme costo económico y militar real que ello supone, hacen que últimamente países como Estados Unidos ―aunque hasta ahora no haya sido lo normal― cuando la defensa o el mantenimiento de su tradicional política internacional ha pasado por «diferentes» manos, debido a razones muy subjetivas o por ciertos intereses espurios, hayan cambiado de opinión y variado sus rumbos y preferencias hacia cotas insospechadas y muchos de los aparentemente tradicionales e inamovibles escenarios donde venían ejerciendo su influencia, se cierren casi de la noche a la mañana, recojan sus trastos y aquellos «protegidos» parias sean dejados de nuevo, a su propia suerte o al albur de otros aletargados o poco activos enemigos internos o vecinos, quienes dada la presencia y el inquebrantable compromiso norteamericano anterior, no mostraban todo su grado y capacidad de intenciones.

Hoy en día, el número de «líderes» convertidos en demagogos, con pretensión internacional de carácter casi mundial proliferan por doquier, hasta cualquier mindundi se postula como el más importante, el más listo o el que ha encontrado la solución mágica para todo como el elixir de la vida, el dinero, la belleza y la salud; dan lecciones gratuitas y además contrarias a su ejercicio político habitual y no dudan a enfrentarse a colosos como Estados Unidos, la UE o Israel con mucho desparpajo; crean conflictos bélicos de alta intensidad y duración o ponen en peligro la marcha de la economía y el comercio mundial.

Bien es cierto que esto ocurre porque la ONU está totalmente desprestigiada; la UE está perdiendo todos los trenes que le puedan llevar a buen destino; Rusia ya no puede ni comerse un pez pequeño como Ucrania tras un conflicto de mucho desgaste y Estados Unidos esté de nuevo, sometido ―y a comienzos de un nuevo proceso electoral― a un desgaste de su poco favorecida casta política, de manos de un lunático que está perseguido por la Ley de su país y dirigido por un octogenario que empieza a tener problemas para distinguir entre la mano y el pie de cada lado, mientras Rusia continúa con su guerra sin que nadie sea capaz de pararlo, China empiece a pensar que le ha llegado su turno para dejar de ser un paria, a la que se unen otros que empiezan a buscar su acomodo como Irán, Pakistán y Turquía, o viejos-nuevos grupos terroristas que, con determinadas y potentes ayudas externas, están convulsionando el mundo actual.

Especial mención merece el estado de descomposición y podredumbre en el que se encuentra Europa y la UE, la escasez de verdaderos lideres con mayúscula o envueltos en escándalos de diverso pelaje, una dudosa y muy errática actitud política, nula capacidad militar común e importantes problemas económicos.  

Además, hay que añadir que todo ello ocurre en un momento, en el que la economía a nivel local y mundial se basa en agrandar sin límite la deuda y el déficit, que los cambios tecnológicos y climáticos y con la aparición de la llamada y revolucionaria Inteligencia Artificial se nos obliga a grandes cambios internos y externos e inversiones que no todos los países son capaces de seguir y mucho menos de digerir o superar.

Con todos estos mimbres o mar de fondo y con algún condimento local añadido, es más que lógico pensar que en muchos de los rincones del mundo proliferen, como setas, los verdaderos autócratas de pura cepa y que muchos de los dirigentes campen a sus anchas y sin temor a que nadie les rechiste o a sabiendas de que los comentarios o ligeras presiones externas que le pudieran llegar, no tendrán repercusiones reales en su mandato.

No hace falta irse muy lejos para comprobar y confirmar lo expuesto hasta el momento; nosotros los españoles tenemos a un presidente de gobierno que reúne todo lo anterior con tal de mantenerse en su sillón a toda costa; que pretende seguir firmando libros que, por cierto, no escribe; busca labrarse un acomodado futuro libre de cargas económicas y, mientras tanto, continúa alimentando su gran ego mediante paseos y conferencias por el mundo envuelto en una falsa aureola triunfalista.

Una persona que es el paradigma de los cambios de opinión en todo lo referente a la economía porque gasta sin mesura y, sobre todo, en política nacional e internacional; cambia o suprime las leyes que le estorban en su camino; anula mediante absorción y contaminación organismos estatales o judiciales ―que hasta ahora se suponían independientes― para convertirlos en verdaderos siervos y cumplidores de sus deseos; pacta con Bildu ―los verdaderos sucesores de ETA― o con partidos separatistas como Junts, Esquerra o el PNV y mantiene un gobierno altamente corrosivo, nocivo y totalmente inestable que, a duras penas, se mantiene gracias a continuas y graves concesiones políticas y económicas, las que, por mucho que el gobierno y sus partidos se empeñen en desmentirlo, ponen en grave peligro la identidad, entidad e integridad nacional, podrían constituir un ataque a la Constitución y a las entidades y organismos que configuran el esqueleto de lo que supone nuestro Estado de Derecho.

Visto lo visto dentro y fuera de casa, SINCERAMENTE debo confesar que no sé contestar a la pregunta que da título a este trabajo.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

 

EL ESTATUS Y EL PAPEL DE LOS BRICS EN LA GOBERNANZA GLOBAL

Giancarlo Elia Valori*

Mucha gente compara a los BRICS con la OTAN o la ONU, lo cual es incorrecto: esta organización no tiene sede; no tiene nada que ver con arreglos militares y se ocupa principalmente de cuestiones económicas.

Los BRICS unen los esfuerzos de los países que buscan superar la hegemonía imperialista-económica occidental en el camino del fortalecimiento de la integración económica y el desarrollo de las actividades económicas.

Los BRICS están formados por cinco países, a saber, Brasil, Rusia, India, la República Popular China y la República de Sudáfrica (que se unió en 2011). BRICS es el acrónimo compuesto por las primeras letras de los nombres de los países en inglés.

Los sistemas económicos de los miembros de la organización tienen un gran impacto en los mercados.

La República Popular China ocupa el primer lugar en el mundo en términos de PIB; exporta la mayoría de los bienes y tiene las mayores reservas de divisas del mundo.

India ocupa el tercer lugar en términos de PIB y es el país más poblado del planeta. Tiene recursos intelectuales de muy alto perfil y bajo costo, por lo tanto, enormes recursos humanos.

Rusia ocupa el quinto lugar en términos de PIB; las mayores reservas de recursos minerales se concentran en su territorio.

Brasil ocupa el octavo lugar en el mundo en términos de PIB y tiene un enorme potencial para la agricultura.

Sudáfrica ocupa el puesto 30 en términos de PIB y tiene ricos recursos naturales.

Todos los países incluidos en el grupo están unidos por un concepto global, a saber, sus economías en desarrollo. Algunos expertos sugieren que otros Estados cuyos indicadores económicos están aumentando se unirán a los BRICS en el futuro.

Tras la Cumbre de los BRICS celebrada en junio de 2022, Irán y Argentina solicitaron su adhesión a la organización, y posteriormente Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Etiopía hicieron lo mismo.

La organización tiene objetivos ambiciosos:

  • reducir las consecuencias de la crisis económica mundial;
  • mejorar la calidad de vida de la población;
  • abogar por una transición gradual hacia las altas tecnologías en los sectores más amplios posibles.

Los BRICS se han transformado gradualmente en una comunidad estratégica en muchos ámbitos, cuya base es la actividad política y los fundamentos de la seguridad, la esfera económica y financiera, la gestión cultural y la cooperación en la esfera humanitaria.

Los países participantes respetan la igualdad y mantienen el respeto mutuo. Como se ha dicho anteriormente, la organización no tiene directores, sede, secretario general, reglamentos ni estatutos.

La República de Sudáfrica es el más débil de los países participantes en términos de PIB. Sudáfrica fue el último país en unirse a la agrupación original.

El término BRIC fue acuñado originalmente en 2001 (como veremos más adelante, la letra «S» fue añadida tras la entrada de Sudáfrica) por el economista de Goldman Sachs Jim O’Neill, profesor honorario de la Universidad de Manchester, en su informe “Building Better Global Economic BRIC” (en Global Economics Paper, número 66).

Lo aplicó a los países considerados de más rápido desarrollo. El nuevo acrónimo se ha convertido en una práctica común para las empresas que invierten en las economías de estos cinco países.

En 2006, Dow Jones incluyó el índice BRIC-50 en un paquete de instrumentos que incluía a grandes empresas de la República Popular China, India, Brasil y Rusia con las acciones más populares en la Bolsa de Valores.

La primera reunión oficial de los BRIC tuvo lugar durante la Asamblea de las Naciones Unidas en la sede de la ONU en Nueva York en 2006. Los líderes de los cuatro países adoptaron un plan para desarrollar la cooperación en diversos campos.

Dos años más tarde, a sugerencia de Rusia, se celebró en Japón un diálogo separado entre los Jefes de Estado y de Gobierno de la Federación de Rusia, el Brasil, la República Popular China y la India en el marco de la Conferencia del G8, como resultado del cual se obtuvieron acuerdos de cooperación clave sobre una serie de cuestiones económicas importantes.

En 2011 Sudáfrica se unió a los cuatro países originales y la agrupación también pasó a llamarse BRICS, añadiendo oficialmente la letra “S” que representa a Sudáfrica para reflejar la ampliación del número de miembros de la organización.

A lo largo de todo su existencia, se celebraron 15 Cumbres, incluida una online en 2021, también con la participación de líderes de países ajenos a la organización.

Los líderes de los BRICS decidieron invitar a seis países más a unirse a su alianza, a saber, Argentina, Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán. Todos ellos fueron invitados a convertirse en miembros de los BRICS (y está previsto que su plena adhesión entre en vigor el 1 de enero de 2024). Su adhesión tuvo lugar en la 15ª Cumbre celebrada en Johannesburgo del 22 al 24 de agosto, la primera que se celebra en persona desde el inicio de la pandemia de COVID-19.

Matamela Cyril Ramaphosa, presidente de Sudáfrica desde febrero de 2018, dijo: “Apreciamos el interés de otros países en construir una asociación con los BRICS. Hemos dado instrucciones a nuestros ministros de Relaciones Exteriores para que desarrollen aún más el modelo de país socio de los BRICS y una lista de países socios potenciales y que informen al respecto antes de la próxima Cumbre”.

La decisión de ampliar la agrupación refleja la voluntad de los actuales aliados de los BRICS, que juntos representan el 37,3 por ciento del PIB mundial. De esta manera, los BRICS también refuerzan su representación en regiones como Oriente Medio y África.

A principios de agosto también se informó que más de 40 países habían mostrado interés en unirse a los BRICS, incluidos 22 que habían solicitado formalmente su adhesión.

La organización también planea lanzar su propio sistema de pago, que se puede utilizar en los países participantes.

Con referencia específica a la organización, los objetivos, las actividades y el liderazgo, cada año se celebra una importante reunión de líderes en uno de los Estados miembros de la organización. Esta tradición se remonta a 2009, dessde la primera Cumbre.

Desde 2014, se puede rastrear un patrón interesante: la Cumbre se celebra en el país cuya carta está en primera fila, es decir, Brasil, Rusia, etc.

En la primera reunión, los líderes estatales definieron el objetivo de la asociación como «diálogo y cooperación coherentes, proactivos, pragmáticos, abiertos y transparentes». Además, la construcción de un mundo armonioso y la prosperidad fueron elegidos como principios de la organización.

Además de las cumbres en las que se reúnen los jefes de Estado y de Gobierno, se utilizan más de veinte esquemas de negociación bajo los auspicios de los BRICS. Se trata de todo tipo de foros, reuniones de ministros y otras formas de cooperación.

La gama de temas discutidos en las reuniones abarca casi todos los aspectos de la vida: el calentamiento global; erradicación de la pobreza; actividades financieras internacionales; desarrollo social y muchos otros.

La organización no tiene un presidente permanente: el trabajo es coordinado por el país organizador durante todo el año de su Presidencia. Recientemente se han adoptado decisiones importantes en las negociaciones, en particular acuerdos sobre una estrecha cooperación en los ámbitos de la energía, la salud, la ciencia y la tecnología.

Por ejemplo, durante la 7ª Cumbre celebrada en Ufa (Rusia, 9 de julio de 2015), se adoptó el concepto económico de la organización y se dio prioridad a la agricultura, el comercio, la inversión y las materias primas minerales.

Durante su presidencia desde febrero de 2017, la República Popular China identificó, como su principal tarea, la promoción del formato BRICS+ para atraer a un gran número de países no participantes a la organización.

Con este fin, se invita a los Jefes de Estado y de Gobierno de varios países no participantes a las Cumbres y otras reuniones. Se supone que este plan contribuirá a crear una amplia red de socios para una cooperación sólida y permanente.

La labor de la organización no se limita a la reunión anual de Jefes de Estado y de Gobierno. En el seno de la organización operan numerosas asociaciones de diversos ámbitos, que llevan a cabo las tareas establecidas en la Cumbre. Las actividades de los BRICS se llevan a cabo mediante estructuras separadas establecidas en diferentes momentos.

Se cree que al fortalecer la autoridad de los BRICS, Estados Unidos pretende aumentar la presión sobre los Estados miembros de la organización para que no pierdan el estatus de centro tecnológico y productivo.

Desde 2015 la organización ha estado operando y administrando un banco de desarrollo con sede en Shanghái (New Development Bank) como alternativa al Fondo Monetario Internacional. Cuenta con un capital social de $100.000 millones, que financia proyectos para crear, ampliar y mejorar la infraestructura en los Estados miembros del FMI. Los planes incluyen la creación del sistema de pago BRICS que se utilizará en los territorios de los países participantes.

También en 2015, se creó el Fondo de Reserva de Divisas. Su volumen de recursos asciende a 100.000 millones de dólares y fue creado para reducir las consecuencias de situaciones imprevistas.

La organización opera una Universidad en Red, establecida en 2015, que dos años más tarde lanzó siete programas de maestría. La Universidad se basa en las universidades existentes en los países participantes, más de 10 en Rusia, y su sede se encuentra en la Universidad Federal de los Urales.

También se publica el “BRICS Journal of Economics”, es decir, una revista revisada por pares y de acceso abierto que cubre los principales temas económicos de los países en desarrollo de ingresos medios, principalmente los BRICS. También se opera un canal de televisión.

Durante los eventos a gran escala, es decir, las Cumbres, los Jefes de Estado y de Gobierno discuten los problemas globales en todo el mundo. Se trata de cuestiones relacionadas con la cultura, la agricultura, el nivel de vida, la ciencia, las finanzas y la política.

Todos los países participantes difieren en términos de riqueza, desarrollo social y ciencia, pero tienen una cosa en común: las altas tasas de desarrollo económico en los países BRICS.

La agrupación tiene objetivos globales que buscan mejorar las relaciones económicas de nuestro mundo. Esta es la razón por la que se crean grupos de trabajo para realizar investigaciones y tomar decisiones informadas para eliminar problemas. El grupo BRICS tiene planes ambiciosos. Ya al leer el Segundo Informe de 2007, se predijo que la India experimentaría un crecimiento sin precedentes: los expertos creen que la economía india superará con creces a la economía estadounidense para 2043.

Los expertos también creen que la República Popular China, así como la India, se convertirán en líderes mundiales en el suministro de productos manufacturados. Se espera que estos países ocupen el primer lugar en términos de suministro de servicios. En estas previsiones, Rusia y Brasil tienen el papel de los principales proveedores mundiales de materias primas.

Esta unificación económica de los países no asegura, sino que ofrece la posibilidad de que surja un bloque fuerte con autoridad válida. Con los países participantes a la cabeza en muchas áreas, Estados Unidos puede estar en desventaja y perder su papel como centro de tecnología, producción y consumo.

El grupo BRICS está comprometido con la mejora de la vida de cada uno de sus ciudadanos. Esto puede suceder lentamente, pero la organización está haciendo un trabajo extraordinario en este sentido.

En cuanto a los débiles gobiernos italianos, temen, incluso físicamente, que cualquier iniciativa político-económica internacional pueda herir los sentimientos del presidente de los Estados Unidos.

Esperemos que al menos la voluntad de las pequeñas y medianas empresas, base del progreso y del conocimiento tradicional de Italia en el mundo, encuentre destellos y momentos de respiro para que se puedan establecer contactos fructíferos con los BRICS, que fomenten y aumenten el PIB y los beneficios para nuestro país.

Para terminar con las estadísticas (ver el diagrama a continuación), podemos ver que a partir del 1 de enero de 2024, la población de los BRICS representará el 45,6 por ciento de la población mundial, y la superficie de los BRICS cubrirá el 31,5 por ciento de la superficie terrestre.

Población mundial: 8.100.000.000 (BRICS: 45.6%)

Superficie terrestre: 148.940.000 (BRICS: 31.5%)

Data https://www.worldometers.info/world-population/population-by-country/, actualizada al 26 de noviembre 2023.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.

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EL MUNDO ÁRABE, ISLÁMICO Y SUS RELACIONES CON OCCIDENTE

F. Javier Blasco Robledo*

Con independencia de que hoy España haya sido víctima de una de las mayores felonías que haya sufrido jamás, si no la mayor de ellas. Cosa, de la que pronto espero escribir y denunciar largo y tendido, y de que, en lo personal, recientemente, haya tenido que lidiar con la mayor pérdida que un hombre casado puede tener en su vida, hoy quisiera presentar un tema totalmente ajeno a lo dicho y que llevaba en el tintero y en mi ordenador cierto tiempo.   

Por suerte o por desgracia para unos u otros, el núcleo duro y más importante de los árabes e islamistas se concentra en la región conocida como Oriente Medio o Próximo. Una región, antaño un páramo desértico y cuasi estéril y hoy en día, llena de posibilidades tras haberse encontrado en sus confines las mayores reservas de petróleo y de gas mundiales, conocidas hasta la fecha.

Un territorio montañoso, extremadamente cálido y ampliamente desértico que, antes de la mencionada aparición, no era objeto de deseo o codicia por parte de las potencias colonizadores occidentales, salvo por aquello, muy en boga en tiempos pretéritos, de sumar metros cuadrados a sus bastos imperios, a los que realmente, difícilmente podían atender con los recursos y medios de la época; máxime, si estos eran casi o totalmente baldíos.

Un terreno hostil de por sí, al que, además había y hay que añadir que es un auténtico avispero en ebullición, un lugar donde las rencillas por cuestiones de raza, religión, vecindad o por la mera imposición de vecinos no deseados, como Israel, hacen que sea prácticamente imposible la convivencia o la paz, ni encontrar una postura común duradera y férrea en los aspectos económicos, industriales que abra un camino de proyección hacia un próspero futuro socio cultural.

Allí y desde hace muchas décadas, unos por otros, las guerras, las intrigas, los ataques y las múltiples traiciones están a la orden del día. Los conflictos en la zona van en aumento en número e intensidad. Por otro lado, son perennes, arraigados y tan fratricidas que los lleva a sacrificar a pueblos enteros por cualquier causa inconcebible para alguien ajeno al lugar, pero que, a sus ojos o creencias, está mucho o totalmente justificada.

Una vez puesto a correr a borbotones y por doquier el maná del petróleo y sus derivados en ese mundo de constantes y largas guerras entre hermanos o vecinos, Occidente supo encontrar rápidamente su sitio para hacer negocios sucios con ellos mediante la imposición de cambios en sus modos y usos de vida o la instrucción de sus fuerzas armadas y la venta masiva de armamento moderno primero y después, de tecnología para que ellos mismos pudieran desarrollarlos bajo su patente o especial apoyo, a cambio de diversos tipos de concesiones energéticas y contratos muy beneficiosos para el foráneo.

En el campo del mecenazgo interesado, el doble mando o simplemente la tutela disfrazada ―tras el fin de la II Guerra Mundial― fueron los EEUU los primeros en ver y usar sin tapujos las posibilidades de negocio e influencia sobre una zona muy rica casi a perpetuidad, una vez comprobado que ellos no jugaban ningún papel en la vergonzosa partición de tales bastos territorios conocidos hasta entonces por el Medio Oriente Otomano; partición, que fue llevada a cabo en secreto por dos sicarios, cuando con el consentimiento de Rusia, el francés François Georges-Picot y el británico Mark Sykes negociaron el ahora conocido y famoso Acuerdo Sykes-Picot (1916).

Acuerdo que no solo supuso un simple reparto de unos baldíos y casi despoblados territorios, sino de facto, una partición y brusca separación de pueblos, razas, religiones y costumbres; partición y separación, que se siguen arrastrando o, por ende, son la causa de provocar la mayor parte de los conflictos en la zona, desde entonces. 

Así pues, EEUU no solo ha venido jugando un papel de explotador encubierto mientras necesitaba el petróleo que allí se producía, sino también de mecenazgo e influencia total, forzando el cambio de sus usos y costumbres en países que no los apoyaban como el propio Irán, lo que llevó a la revolución de 1979 con el derrocamiento del Sha Mohammad Reza Pahleví y la restauración de la República, al cambio radical de los modos que aquel trajo y desde entonces pasó a convertirles en un eterno e irreconciliable enemigo de los norteamericanos y de todos aquellos que le bailan el agua.

A pesar de tal traspiés, EEUU ha seguido manteniendo sus acciones en una amplia área de influencia en la zona, llevándole a invadir Iraq en defensa de Kuwait y principalmente en apoyos de todo tipo a Israel, Jordania y Arabia Saudí, con los que mantiene vínculos inquebrantables tal y como se percibe en todos y cada uno de los conflictos en los que interviene alguno, varios o todos de los citados anteriormente.

Rusia por su lado, tampoco se ha rezagado en buscar sus áreas de influencia, negocio y expansión y así clavó sus ojos y esfuerzos en Siria y sus tiránicas dinastías reinantes que, si aún permanecen en pie, es solo y gracias al inquebrantable apoyo ruso a cambio de permitirles a estos poder establecerse en lugares y puertos estratégicos, lo que les da una buena cobertura a sus despliegues, principalmente navales, en el Mediterráneo.

Fue bajo la presidencia de Trump cuando, a la vista de la decreciente y casi nula dependencia o necesidad norteamericana del petróleo de Oriente Medio y fundamentalmente por el costo que suponían los mencionados apoyos en inversiones, despliegues militares y demás acciones económicas o comerciales cuando EEUU empezó a recoger velas y ―al igual que ha ocurrido en Afganistán― amplias zonas y gobiernos de diverso pelaje han quedado abandonados a su suerte con lo que, en consecuencia, han aumentado los conflictos en la zona y, como de costumbre, cada vez que una potencia abandona el control o mecenazgo un estado o región, otro u otros rápidamente, tienden a heredar dicha influencia y en este sentido vemos claramente que Rusia trata de mejorar sus constreñidas posiciones y también a un Erdogan, el turco, que tampoco descarta convertirse en un líder político religioso apareciendo y tratando de influir de una forma u otra, como el perejil en todas las salsas.

Biden que recogió el guante de su predecesor en la política de abandonos consumando algunos muy notables, parece que se está viendo forzado a recuperar posiciones, al menos por el momento, debido al presente conflicto entre Israel y las importantes guerrillas de Hamás en Gaza y de Hezbollah en el Líbano que, a modo de pinza militar, han forzado y están llevando a Israel a protagonizar un nuevo y quizá el más importante conflicto de su historia reciente. Guerrillas, que ya nadie duda que han sido creadas, alimentadas, entrenadas y protegidas por Irán con la finalidad de mantener la inestabilidad en Israel, su mayor enemigo, y en busca de una desproporcionada reacción de los israelíes que vuelva a poner en su contra a todos o a la mayoría de los pueblos árabes de la zona. Nunca hay que olvidar que es Irán quién mantiene viva su ferviente e inquebrantable promesa de erradicar del mapa a Israel como pueblo y nación.

Los demás actores occidentales como Francia, Italia o Reino Unido, no han podido o sabido mantener sus zonas de acción o influencia y algunos, como Francia, decidieron buscar pingües beneficios en zonas más al sur adentrándose en África, zona que, por cierto, se está complicando mucho desde hace unos años, por lo que ahora parece estar decidida a abandonarles a su suerte, por carecer de la capacidad militar que se requiere para tamaña empresa.

Por su parte, otros países, como Arabia Saudí o Qatar, han sabido encontrar en el aprovechamiento de sus recursos naturales, la fuente de diversificar sus economías en la creencia y convencimiento de que el petróleo, hoy por hoy inagotable, en un día no muy lejano, va a contar con un menor mercado o reclamo dados los rápidos cambios hacia otros medios de energías no fósiles y por tanto, más limpias y menos contaminantes que, poco a poco, se van introduciendo en la mente y en la economía de todos los países, hasta que el consumo de aquellos llegue a reducirse al mínimo.

Con este panorama por delante, va creciendo por momentos la apertura de muchos de sus moradores hacia Occidente y aunque sus intereses fuera de zona inicialmente eran mínimos; hoy en día, abarcan muchos aspectos del mundo industrial, el deporte de elite, la generación de espacios verdes, importantes obras de arquitectura e infraestructura en lugares donde no había nada salvo arena o agua de mar, el aprovechamiento de todo tipo de recursos y sobre todo la compra de importantes empresas, patentes de medios y máquinas con las que se aseguran un puesto en el desarrollo y la búsqueda del confort propio y ajeno en fechas próximas, cada vez menos lejanas.

A pesar de que las fobias siguen siendo mayores e irreconciliables entre ellos y la existencia de un enemigo, prácticamente común (Israel), al que durante los últimos sesenta años han combatido y asediado en diversas ocasiones, tanto de forma individual como colectiva, es la religión y su diversa interpretación del Corán (chiitas y sunnitas), a lo que hay que unir la problemática derivada de la ubicación o del libre acceso a las cuidades sagradas en su obligatoria peregrinación ―al menos una vez en su vida― lo que más les lleva a su exacerbado distanciamiento.

Encontrar la forma de hacer daño a sus incomodos o irredentos vecinos es la norma imperante en una zona del mundo que gasta ingentes cantidades de dinero en combatir o amenazar directamente o, como ya se ha mencionado, en crear, alimentar, mantener y entrenar miles de terroristas concentrados en unos pocos, pero compactos y bestiales grupos terroristas, que son tan extremistas que no les importa sacrificar lo que fuera menester, con tal de hacer daño a quien les molesta o les pueda interferir en un futuro.

En definitiva, creo que a pesar de que sus conflictos no solo se mantienen sino que aumentan en volumen o intensidad, las relaciones comerciales, industriales, políticas y sociales entre Oriente Medio y Occidente irán incrementando el cambio de sentido y cada vez serán más y mayores las búsquedas en los aspectos y facetas de inversión o negocio que provenga de ellos hacia nosotros, que, a la inversa, como tradicionalmente ha venido ocurriendo.

En el capítulo de los intermediarios vemos que China, por primera vez, aparece con fuerza en este campo y lugar de actuación. Las causas de ello son varias y principalmente apuntan a que Xi Jin Ping quiere jugar un papel de mayor protagonismo en la pacificación de los conflictos internacionales, quiere aparecer como un hombre de paz junto a Biden, a pesar de los grandes y calientes problemas que tiene en sus fronteras y por su imparable expansión por el mar meridional de China y quizá también, como una forma de proteger su renovada Ruta de la Seda. Protagonismo emergente y con fuerza que puede que sea una causa más para que Turquía, Jordania y Qatar hayan cambiado recientemente, la intensidad y hasta el rumbo de sus apoyos pacificadores en este conflicto.

Es necesario recalcar de nuevo que en el aspecto de futuros encontronazos o verdaderos conflictos, no tiene pinta de que vayan a decrecer en número ni en intensidad, más bien lo contrario, tenderán a aumentar en ambos aspectos y por ello, la zona será mucho más conflictiva; fundamentalmente, cuando Irán sea oficialmente admitido por la Comunidad Internacional como una potencia nuclear ―ya lo es de facto por el abandono, dejadez o intereses ocultos de EEUU―, lo que sin duda obligará a Israel a aumentar sus arsenales nucleares y la capacidad y precisión de los actuales y, con alto grado de probabilidad, algún país rico como Arabia Saudí y otros, a la vista de que su acérrimo enemigo Irán vaya por delante en materia ofensiva de tal calado, se anime a unirse y se suba al carro, con lo que la zona constituirá un hervidero de artefactos nuclear en manos de lunáticos, ineptos o irreconciliables enemigos.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.