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BENJAMÍN NETANYAHU, ¡EL ANTICRISTO!

Hugo Reinaldo Abete

Buenos Aires, 15 de septiembre, † Día de la Virgen de los Dolores, de 2025

 

Sr. Director:

Benjamín Netanyahu, ¡el Anticristo!

Hace poco más de un mes escribí una carta de lectores que llevaba por título «¡Gaza! el punto de inflexión de la humanidad en la era moderna». En ella intenté dejar clara mi percepción sobre que, a partir del Genocidio llevado a cabo por Israel en Palestina, nada sería igual y que mi opinión se basaba, fundamentalmente en una concepción teológica.

Ya en muchos otros escritos anteriores vengo insistiendo sobre este concepto de que estamos viviendo tiempos teológicos, tiempos de Dios, tiempos apocalípticos, y sin dudas si me arriesgo a hablar sobre el anticristo, es porque estoy confirmando otra de las características que nos hablan de los últimos tiempos.

En efecto, por doctrina, quienes tenemos la Gracia de Dios de ser Cristianos Católicos sabemos que esos tiempos se darán cuando ya no haya Fe en esta tierra, ya que el mismo Señor se pregunta «¿Cuándo venga el Hijo del hombre, encontrará fe en la tierra?», cuando impere la confusión (género en vez de orden natural), cuando prime la apostasía, cuando Dios haya sido quitado del corazón de los hombres, es decir cuando impere el mal y la soberbia sobre el bien y la virtud… cuando todo eso suceda será el tiempo del anticristo, en el que dominará al mundo hasta que acontezca la Parusía, es decir el advenimiento glorioso de Nuestro Señor Jesucristo al fin de los tiempos.

Más de uno que lea estos párrafos y no tenga internalizado estos conceptos teológicos que estoy mencionando, se preguntará ¿si no estoy desvariando o simplemente a qué se debe que alguien que no es sacerdote o religioso nos esté llevando por este terreno? ¿Con qué autoridad? ¿Con qué conocimientos lo hace?

Y la respuesta no es tan complicada como parece, dado que, sin ser un teólogo, un sacerdote, un religioso, ni un experto en las Sagradas Escrituras, ni siquiera alguien con gran formación, soy simplemente un Cristiano Católico común y corriente, pero con inquietudes que (repitiendo algo que ya expresara en otros escritos de similar tenor), «guiado con las buenas intenciones de responder a ese mandato de Nuestro Señor que nos señala que “debemos escrutar los signos de los tiempos”, intento expresar lo que mi mente y corazón sienten respecto de lo que estamos viviendo». Y es precisamente porque estoy convencido que todos los signos que se han nombrado en los párrafos anteriores están dándose en la actualidad, es que sostengo que ya estamos en los tiempos del anticristo.

La Santa Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana, la verdadera Iglesia, la de Nuestro Señor Jesucristo, recomienda fehacientemente la lectura del Apocalipsis, pero el modernismo del cual no ha podido escapar la Iglesia, haciendo una mala interpretación, se ha encargado de evitarla, es más, con la supuesta y errónea excusa de no «asustar» a los fieles, se ha recomendado pasar por alto estos capítulos de la Biblia que nos hablan del Apocalipsis, de las postrimerías con su batalla final entre Cristo y el «anomos» u hombre sin ley, que es el anticristo. No obstante, a lo largo de la historia, otros mucho más formados que quien esto escribe, han creído ver en signos de decadencia de su época, que los mismos eran signos de los últimos tiempos y eso no fue así. En tal sentido señalo que lo mismo podría estar ocurriéndome a mí al momento de estar escribiendo estas líneas en las cuales digo nada más y nada menos que, Benjamín Netanyahu bien podría ser el anticristo.

Y fundamento mis expresiones en un análisis de la realidad que la humanidad está viviendo y en ciertos indicios, que por información básica o simplemente sentido común, me llevan a esa conclusión. Y a ese respecto digo que, si el anticristo es una persona, la primera y excluyente conclusión que debe reunir esa persona es que sea un anticristiano, un enemigo manifiesto y declarado de Nuestro Señor Jesucristo y de los cristianos. Y en tal sentido, desde el punto de vista teológico, según varios autores, entre ellos el Padre Leonardo Castellani, esa persona debería ser de origen judío. El padre Julio Meinvielle en su magistral obra «El Judío en el Misterio de la Historia», en las páginas 45 y 46 nos señala: «La ley contenida en el Talmud, que rige al judío, le manda, en efecto, despreciar y odiar a todos los pueblos, en especial a los cristianos, y no parar hasta dominarlos y sujetarlos como a esclavos». Netanyahu es de origen judío y sionista, y adscribe a estas pautas del Talmud respecto de Nuestro Señor Jesucristo y de los cristianos.

En segundo lugar, obviamente que esa persona debe ser alguien con una ambición desmedida de poder y capaz de las acciones más perversas con tal de alcanzar sus objetivos de dominación. Y tuvo que acontecer el Genocidio de Gaza que hoy toda la humanidad contempla sin poder detenerlo. No hay explicación para tanta maldad y perversidad, ninguna autoridad mundial, ninguna iglesia, ninguna organización ha logrado detener a Netanyahu en el exterminio de toda una población civil. Si al anticristo se lo conoce como «el amo del Mundo», Netanyahu ha demostrado que lo es, y a él obedece la potencia militar más importante de toda la humanidad. Él a través de todo el poder mundial sionista judeo masónico domina e impone su voluntad al resto. Y es tan, pero tan grande el pecado que está cometiendo en Gaza, que es uno de los peores y más graves insultos y desafíos que haya podido recibir Nuestro Señor Jesucristo, Rey de Reyes y Señor de la Historia. Personalmente veo a Netanyahu como un demonio hecho hombre, lo veo como el anticristo.

Todo ha sido dicho y todo ha quedado escrito. Las puertas del infierno No prevalecerán. ¡Ven Señor Jesús!

 

¡Viva Cristo Rey! ¡Viva María Reina!

¡Por Dios y por la Patria!

Hugo Reinaldo Abete

Ex Mayor E.A.

«¡GAZA! … EL PUNTO DE INFLEXIÓN DE LA HUMANIDAD»

Hugo Reinaldo Abete

Foto: Palestina Hoy

Buenos Aires, 5 de agosto, † Día de la Virgen de las Nieves,

Patrona de las tropas de Montaña del Ejército Argentino, de 2025.

 

Sr. Director:

«¡Gaza!… El punto de inflexión de la humanidad»

Aunque para algunos el título del presente escrito pueda parecerle un tanto ampuloso y poco creíble, trataré de demostrar que es muy real.

Para ello voy a insistir en aquello que, a lo largo de muchos años vengo desarrollando en la mayoría de mis cartas y artículos: «estamos viviendo tiempos teológicos, tiempos de Dios, tiempos apocalípticos». Y al respecto digo que para muchos no estoy diciendo nada nuevo ya que hay pensadores y escritores que vienen sosteniendo lo mismo, aunque para otros tantos, todo lo que tenga cercanía con cuestiones apocalípticas les resulta sencillamente fantasioso y descreen totalmente de las mismas.

Sin embargo, para estos últimos incrédulos resulta ilustrativo recordarles que nunca como en los tiempos que estamos viviendo se ha hablado tanto sobre las profecías de los últimos tiempos. Nunca se han usado como en la actualidad palabras que eran desconocidas totalmente para la mayoría de la sociedad. O acaso era común escuchar que alguien pronunciara palabras tales como apostasía, masonería, apocalipsis o sionismo. Las mismas sólo estaban reservadas para un público reducido con cierta formación religiosa. La mayoría de ellas contenidas en la Biblia o en textos de carácter religioso surgidos en épocas más modernas.

Y sobre todo a partir de 1717, que nace la masonería con la Gran Logia de Londres y posteriormente el sionismo creado por Teodoro Herlz en 1897, la palabra Israel mencionada en infinidad de veces en las Sagradas Escrituras, comienza a pronunciarse con una significación distinta a la de su origen, ya que se pone especial énfasis en la victimización del pueblo judío, como respuesta a lo que ellos consideraban antisemitismo y discriminación que sufrían en Europa a fines del siglo XIX.

Y lo concreto es que esa victimización ha perdurado a través del tiempo, llegando a convertirse en una construcción ideológica basada fundamentalmente en el concepto de antisemitismo. Y fue en ese tiempo, largo por cierto, que el sionismo mundial logró posicionarse en el mundo de las finanzas y sus miembros llegar a conformar lo que hoy conocemos como «el poder del dinero» y a los dueños de esas inmensas fortunas que manejan prácticamente todas las industrias y medios de comunicación, como «los amos del mundo». Y fue gracias a como avanzaron técnicamente las comunicaciones, sobre todo con la aparición de las redes sociales, que el resto del mundo se fue enterando que ese poder del dinero, manejaba gobiernos, armaba revoluciones, golpes de Estado y dictaba las políticas que debían regir al resto del mundo. Sin embargo, nunca oficialmente se cuestionaba nada que pudiese salir del Estado de Israel, al contrario, siempre fue apoyado por las grandes potencias del mundo y por la prensa mundial. Obviamente, en el presente escrito estamos haciendo abstracción de acontecimientos históricos y religiosos que han tenido importante gravitación a lo largo de los años. A los fines perseguidos con este escrito, interesa señalar cómo el poder judeosionista mundial, ha logrado victimizarse a lo largo de los años y, a través de esa conducta, obtener la comprensión y solidaridad del resto del mundo. El éxito de semejante victimización radica en asumir permanentemente, su condición de perseguidos y víctimas, incluso cuando no existe ningún indicio de la persecución aludida.

Dicho esto, como una introducción necesaria, ahora vamos al meollo de por qué sostengo que «Gaza es el punto de inflexión de la humanidad en la era moderna». En efecto, el genocidio que Israel está cometiendo en Gaza haciendo un abuso inconmensurable de soberbia, desoyendo al resto del mundo y eliminando a un pueblo de la faz de la tierra sin que nadie pueda detenerlo, sin dudas como todo lo que tiene que ver con Israel, tiene una lectura teológica, más allá de lo político. Y la lectura teológica indica que, a partir del genocidio de Gaza, nada será igual para Israel, tanta maldad e iniquidad, marcan un antes y un después de Gaza.

Nunca como a partir de ese hecho, el sionismo por su soberbia puso al descubierto su esencia perversa de dominación y el resto del mundo pudo conocerla y rechazarla. Gaza, a juicio de quien esto escribe, será la tumba del sionismo.

Israel perdió su histórica condición de víctima para transformarse en un Estado despiadadamente genocida. Y por si faltara algo que decir a nivel político, habría que señalar la lectura surgida a partir del hecho de que Israel, de la mano del genocida Netanyahu, con pedido de captura internacional, en pleno exterminio de la población de Gaza, decidió bombardear a Irán, en otra muestra más de autoerigirse como el «amo del mundo» y actuar en consecuencia. Semejante acto de soberbia fue apoyado inmediatamente por EEUU que, a riesgo de desatar una nueva guerra mundial, presionado y dirigido por Israel, que maneja la política norteamericana, no dudó en atacar también a Irán. Semejantes hechos, antes inimaginables, hoy nos aclaran cómo realmente funciona el mundo… y si EEUU cumple obedientemente las políticas de Israel, ¿cuál es entonces, la primera potencia mundial?

Señalamos al principio que estamos viviendo tiempos teológicos. Lo acontecido en Gaza con Israel, bien podría estar indicándonos que vamos en camino hacia aquello que nos ha sido profetizado…

¡Viva Cristo Rey! ¡Viva María Reina!

¡Por Dios y por la Patria!

Hugo Reinaldo Abete

Ex Mayor E.A.

¡OH! LA POSMODERNIDAD, TODO CAMBIA

Héctor Melitón Martínez*

Imagen: deeznutz1 en Pixabay.

Los que hemos pasado la franja etaria de 70 años nos sentimos confundidos y nos cuesta entender los rumbos de las actuales generaciones en este primer cuarto del siglo XXI, no solo en nuestro país, en el mundo entero, en nuestros grupos más cercanos y también en las estructuras profesionales.

¿Qué es lo que nos confunde en este mundo globalizado? En general las conductas, la toma de resoluciones, los valores que se sustentan, etc., en una sociedad difícil de comparar con la que nosotros, los más viejos, vivimos y nos moldeamos.

No entraré en el falso axioma de que todo lo pasado fue mejor; ese pasado tuvo cosas buenas, pero también muchas cosas malas, como todo lo que hace el hombre, pero tarde o temprano lo malo trae consecuencias negativas.

Creo que estamos viviendo una transición, como también vivió el mundo cuando pasó de la edad media a la modernidad, con una diferencia sustantiva, que ahora los tiempos de cambio, como consecuencia de la tecnología son mucho más rápidos; actualmente estamos transitando de esa modernidad a una posmodernidad que muchos también la llaman modernidad tardía y también modernidad líquida (Sygmunt Bauman), por otras características en las cuales no incursionaré porque no es el objeto de este escrito.

Lo posmoderno es un conjunto de tendencias filosóficas, artísticas, culturales (valores) que tienen una marcada oposición o tensión a lo que se sustentaba en la modernidad, tanto en lo histórico, lo cultural, insertos en una creciente globalización producto de la fuerte inercia, generada por lo tecnológico y en una creciente secularización.

Como toda transición, hay una etapa en que lo que cambia persiste y una nueva que no se consolida y a nosotros nos toca vivir en este interregno que es el que nos afecta.

Intentaré destacar los aspectos más salientes de esta nueva etapa que aborda la humanidad, sobre la base de lo señalado por los estudiosos de esta transición, con la finalidad de poder esclarecer lo señalado en el primer párrafo de este escrito, qué nos causa confusión, desconcierto y perplejidad.

La posmodernidad se caracteriza por la falta de certezas, a diferencia de la modernidad que nos daba fuertes certezas, grandes continuidades, ahora entra en crisis todo eso, conceptos de ciencia, valores, familia, etc., entran en crisis los grandes relatos y a una verdad verdadera se le filtra la posverdad; todo esto se caracteriza como un fuerte relativismo, nada es absoluto, prima la inmediatez, lo fugaz, no hay grandes utopías hacia el futuro, prolifera la individualidad.

Respecto al capitalismo podemos decir que hasta los años 70 se basó globalmente en una lógica productivista y a partir de esa época adquirió notablemente una lógica financiera (recordar la crisis del petróleo y la aparición del mercado de los petrodólares). Estos cambios afectaron las relaciones de producción, los equilibrios sociales y hasta las viejas estructuras basadas en lo que algunos llamaban la «sociedad salarial» (ver sociólogo Robert Castell), donde el individuo entraba y se jubilaba en una sola empresa, éstas conformaban clubes para el desarrollo familiar de su personal, obras sociales, proveedurías, escuelas de capacitación, etc. Ahora nadie piensa en eso, perjudicando lo que se denominaba espíritu de pertenencia, con la correspondiente afección, creando una fuerza centrípeta que incide sobre la unidad social.

Esto también incidió en la crisis del trabajo, sumado a la robotización y la IA que, si bien bajó costos de producción, expulsó a muchos con baja calificación laboral.

Las tecnologías en las comunicaciones modificaron las relaciones sociales y profundizaron las técnicas de dominación, se perdió el concepto de que la tecnología son medios y no un fin en sí mismo.

Dentro del relativismo que caracteriza esta nueva época, aparecieron nuevos formatos de familia, que transitaron desde la modernidad, con la familia amplia encabezada por el abuelo, a la familia monoparental, el padre la madre e hijos, para llegar ahora a los nuevos formatos de familia (matrimonio igualitario, aborto etc.) golpeando una certeza que sosteníamos: la familia núcleo de la sociedad.

La crisis del mundo moral ha sido reemplazada por la lógica del mercado, el contrato social de la modernidad, que se basa en un régimen general de valores centrados en el bien común y voluntad general como principios cohesionadores se diluyen con el relativismo y la fragmentación, se quiebran las referencias y escalas de valores y aparece la inseguridad y aumenta el nivel de violencia de los delitos.

En la Edad Media prevaleció el paradigma teocéntrico, al llegar la Edad Moderna se impuso el paradigma antropocéntrico, avanzando hacia el racionalismo y el cientificismo. Esta nueva etapa que analizamos, iniciada en el último tramo del siglo XX y lo que llevamos del siglo XXI, ¿cuál será el paradigma que nos impondrán los cambios culturales, sociales y tecnológicos?

Es difícil pronosticar lo positivo y lo negativo de este ciclo en el que estamos entrando, pero sí podemos comprobar la fuerte tendencia hacia:

    • el relativismo;
    • la falta de compromiso;
    • la abdicación respecto a la utopía, la fascinación por el futuro incierto, como el desinterés por el pasado y por la historia, que quedaron en un segundo lugar; lo primordial es el presente;
    • la falta de unidad y una pluralidad huérfana de vínculos;
    • la falta de consistencia interna (espíritu de cuerpo);
    • la falta de racionalidad conmensurable donde todo se diluye en una especie de miradas dispersas;
    • el escepticismo, incredulidad que cuestiona la razón, alejado de promesas de progreso y entregado a un sistema de consumo instantáneo como búsqueda de placer y satisfacción;
    • la resistencia al modernismo;
    • alentar la idea del presente, buscando lo inmediato, ya que el futuro no está solo en manos del individuo;
    • una actitud individualista cosificando al otro;
    • el rechazo al cumplimiento de normas tradicionales;
    • el foco del poder se concentra en la industria del consumo, de lo que forman parte también los medios de comunicación;
    • los medios de comunicación incluyendo las redes sociales, se convierten en los principales trasmisores de cultura, sin un enfoque virtuoso, excepto controlar y dominar la conciencia colectiva, según intereses de los grupos de poder y de dinero.

Con este resumen de los principales aspectos que se presentan en esta nueva era tecnológica, globalizada en que estamos inmersos, no quiero ni ser pesimista ni escéptico, solo trato de acercar lo que los estudiosos de este tema difunden. Para que no nos aferremos a un pasado, que vivimos y que defendemos, pero la evolución social avanza y lo más recomendable es estar conscientes de la transición que vivimos aceptando lo nuevo y refutando lo que nuestra formación y experiencia nos marca como negativo. Eso nos dará más paz y adaptación para entender lo que es difícil cambiar.

 

* Coronel (R) del Ejército Argentino. Licenciado en Ciencia Política de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). 

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