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GUAYANA ESEQUIBA: CUALQUIER OMISIÓN O IMPRUDENCIA SE PAGA CON CRECES Y CON CRUCES

Abraham Gómez R.*

Dr. Abraham Gómez R.

El Derecho Internacional Público, aunque delicado para mencionar los asuntos de Estados, es preciso y categórico para explicitar los desenvolvimientos de reclamos o pleitos interestatales. Igualmente, la normativa internacional se manifiesta muy concreta ante un evento que requiera atender un asunto contencioso, para lograr alcanzar las soluciones.

Lo anterior queda condicionado a lo siguiente: siempre y cuando las partes conflictuadas expresen manifiesta e inequívocamente las disposiciones a resolver el hecho litigioso.

Veámoslo así, en nuestro caso particular por la zona del Esequibo. Lo voy a decir directamente.

Si continuamos con la dejadez frente a lo que nos corresponde histórica y jurídicamente; si no nos pronunciamos a tiempo contra lo que aún se viene perpetrando, que vulnera nuestros intereses soberanos; si damos muestras de indiferencias, en vez de formular las denuncias oportunas y contundentes; o permitir que los gobiernos guyaneses sigan dando concesiones a empresas transnacionales para la exploración, explotación y comercialización de los vastos recursos que tiene la Guayana Esequiba, no solo en el territorio, sino en su proyección atlántica. Entonces, sépase que todas estas omisiones, desatenciones y desintereses conspiran contra nosotros en los reclamos que desde hace más de un siglo hemos hecho de esa zona; porque, nuestra conducta displicente se puede llegar a interpretar como desistimiento de nuestra causa.

Los silencios oficializados se pagan caros. Tales quietudes las conocemos como Aquiescencias. Las mencionadas actitudes estatales (o por lo menos, la de algunos funcionarios (in)competentes) conforman incomprensivas permisividades.

Resulta inaceptable que quienes deben reaccionar y protestar se quedan inermes (en poses pusilánimes) ante decisiones arbitrarias, hechos agresivos u ofensivos del Estado guyanés frente a Venezuela.

Entre nosotros los Esequibistas viene aflorando una común y compartida inquietud, que se manifiesta en interrogantes del tipo: por qué quienes tienen las competencias en materia de Relaciones Exteriores —particularmente en lo atinente a la Guayana Esequiba— no convocan a las mejores capacidades de compatriotas, densamente formados, para diseñar las expeditas estrategias, y comenzar a discernir nuestros escritos de alegaciones de Hecho y de Derecho, que debe nutrir al Memorial de Contestación de la demanda, que nos interpuso la excolonia británica, en la Corte Internacional de Justicia.

Nos llama la atención que siendo, como lo volvemos a mencionar, un asunto de Estado que debe concitar la unidad nacional, haya tanta opacidad por parte de quienes manejan la Política Exterior en nuestro país.

Abramos los ojos y analicemos que no es poca cosa la Pretensión Procesal de Guyana; y detrás de ellos, incontables empresas transnacionales en una lúdica de intereses de múltiples aristas.

Sabemos que ya el caso se encuentra en proceso jurídico en la CIJ; sin embargo, el gobierno actual de la excolonia británica continúa entregando concesiones, a diestra y siniestra, a las empresas transnacionales para que se instalen en la Zona de Reclamación y en su correspondiente proyección marítima.

Cada semana, se incorpora a este festín voraz una empresa diferente por la concesión otorgada desde el gobierno de Irfaan Ali; con la finalidad de emprender labores de explotación ilegal y abusiva, de nuestros recursos, contrariando el contenido del Acuerdo de Ginebra de 1966

De todos es sabido que Guyana está citada para el 08 de marzo del próximo año, para que insista o desista jurídicamente del recurso ya interpuesto contra nuestro país; y ratifique o retire la pretensión procesal que contiene en su petitorio.

Prestemos atención a lo siguiente. La interposición de acciones en nuestra contra, que es bastante, la conocemos en su totalidad.  La hemos leído con precisión, analizado y estudiado académicamente. Cuyo contenido se resume (y sintetiza) de la manera siguiente: ellos insisten en pedirle a la CIJ que confirme la validez legal y efecto vinculante del Laudo Arbitral de París, dictado el 3 de octubre de 1899, documento que siempre ha sido considerado por Venezuela como írrito y nulo; dos adjetivaciones calificativas adosadas desde sus orígenes.

Guyana pide en su pretensión procesal que la CIJ ratifique que el citado Laudo constituyó una “liquidación completa, perfecta y definitiva” de todas las cuestiones relacionadas con la determinación fronteriza. En otras palabras, aspiran que Tribunal de La Haya sentencie como Cosa Juzgada, con base en los hechos que narra en su escrito.

Orgullosos de nuestra venezolanidad proclamamos que no hay nada que temer; porque lo que Guyana está pidiendo ante el Alto Tribunal de La Haya es rebatible y desmontable.  El objeto de la demanda no tiene el menor asidero. La contra Parte no posee el menor documento que los respalde.

Los coagentes del gobierno guyanés, para esta controversia, tienen más de un año instalados en La Haya, sede de la CIJ; con honorarios carísimos y logística a todo dar; gastos sufragados por las empresas transnacionales que se encuentran esquilmando nuestros recursos.

Ese equipo, que litiga en la CIJ, está integrado por: Sean D. Murphy (inglés), de la Facultad de Derecho de la Universidad de George Washington y asesor jurídico de la embajada de EE.UU en La Haya; además, Paul Reichler (estadounidense) socio y codirector del Grupo de Litigación y Arbitraje Internacional de Foley Hoag; Payam Akhavam (Iraní) profesor en la Universidad McGill en Montreal, miembro de la Corte Permanente de Arbitraje y Shridath Ramphal (guyanés), exministro de Relaciones Exteriores y de Justicia de ese país.

Ese equipo no nos atemoriza ni nos arredra; porque lo hemos dicho, en muchas ocasiones, que nosotros estamos asistidos de plena razón y Justo Título traslaticio; además poseemos enjundiosos elementos probatorios: históricos, jurídicos, cartográficos, políticos, geográficos y morales.

Nuestra sugerencia —una vez más— a la Cancillería venezolana es para que estructure nuestro equipo multidisciplinario. Nosotros tenemos muy dignos y experimentados profesionales del derecho, historia, sociología, antropología, geografía etc. suficientemente conocedores de la controversia por la Guayana Esequiba, prestos a representar a Venezuela. Entonces convoquen y habiliten —oficialmente— nuestro equipo que el país quiere conocer. Equipo que con legítima disposición patriótica nos defenderá en marzo del 2023.

 

* Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua. Miembro de la Fundación Venezuela Esequiba. Miembro del Instituto de Estudios de la Frontera Venezolana (IDEFV).

 

Publicado originalmente en Disenso Fértil https://abraham-disensofrtil.blogspot.com/

LA RETÓRICA OFICIALIZADA TUERCE LOS SIGNIFICADOS

Abraham Gómez R.*

“¿Llegaremos, alcanzaremos a ser una Venezuela íntegra?

Fuimos siempre tan jóvenes, tan a punto de adquirir carácter,

rasgos decisivos, nitidez que nos acecha el riesgo de continuar

siendo una incesante acumulación de fragmentos, de parcialidades sin integración…”

José Balza. Pensar a Venezuela. Pág. 6

 

De todos es bastante conocido que cada término tiene una curiosa historia; y algunas veces, dando rienda suelta a la imaginación, un inmenso caudal de relatos adquiere cierta síntesis en un solo étimo. Con un único vocablo, usted adquiere un espectro de posibilidades de decir y enunciar.

Así también, se conoce que una palabra empleada con falsedades; pronunciada con extravagancia o embadurnada, para que diga lo que no le corresponde, constituye un camino oculto o riesgoso.

Aunque los códigos lingüísticos se encuentren en permanente dinamismo; operando —según las épocas— con variaciones y cambios; si no se precisa qué es lo que desean decir, corren a contrapelo de la realidad. Recordemos que el lenguaje es un fenómeno social, que debe calzar con lo que tal hecho social envuelve.

Acaso no nos ha sucedido que, no obstante, lo que queremos percibir se halla muy cerca de nosotros como para juzgarlo, sucede que la neoretórica —que trata de construirse desde las esferas gubernamentales— altera y tergiversa los significados, y los hace “saber distintos”.

Cada vez se aprecia menos pronunciable el discurso socio-político dominante.

Prevalece un clima que lo enreda todo.

Las palabras comunes con las que quisiéramos intentar definir las cosas, o por lo menos irlas llamando por sus nombres, se han vuelto vacías.

Por eso los enunciados oficialistas en su mayoría son falsos.

Nos queda la sensación de que hay que aprender de nuevo a pensar y a escribir.

Pareciera que “las respuestas no siguen a las preguntas, el saber no sigue a la duda y las soluciones no siguen a los problemas” (Larrosa, dixit).

El uso indiscriminado y abusivo de los vocablos no sería tan grave si éstos no fueran instrumentos para llegar a conocer, analizar e interpretar la realidad. Por supuesto que los significados de las palabras son senderos abiertos para conocer el mundo.

Toda la descripción anterior viene con el certero propósito, porque escuchamos en los disímiles escenarios que monta “el Proceso” que nos encontramos en una interesante etapa de emancipación, gesta patriótica para liberarnos de los imperios, con nuestras propias posibilidades y potencialidades.

Que es como decir: hay una acción para quedar liberados de un poder o procurarnos una nueva independencia frente a algo. Tamaña desfachatez.

Prestemos atención al término mancipium, que es una herencia idiomática legada por el latín.

Mancipium define toda cosa tomada, agarrada de la mano. Sostenida con fuerza; ejerciendo sobre ella cualquier símbolo que represente autoridad.

Pues bien, no es necesario profundizar en discusiones intelectuales, o académicas de alto nivel para percatarnos que las decisiones que se vienen dando en los últimos años en nuestro país a lo que menos apunta, precisamente, es a una emancipación: a desplazar hacia fuera, a desligarnos de las estructuras poderosas que nos tienen atrapados para imponer sus designios, ajenos a nuestra propia identidad.

El presente régimen político en Venezuela, se ha encargado de hipotecar el destino y futuro de la nación, tanto a empresas transnacionales como a países con los cuales ha trazado ligazón ideológica. Cuyas funestas consecuencias, denominadas por ellos “estrategias de vínculos internacionales”, ya son suficientemente conocidas: nos encontramos atragantados y comprometidos —agarrados de las manos— con las hordas comunistas-terroristas-fundamentalistas que enervan al mundo.

Entonces, nos preguntamos, de qué emancipación estamos hablando.

Frente a lo anteriormente descrito, cabe destacar el hecho de que nuestra cultura socio-política, siempre ha asumido una impronta civilista, en un irreductible sustrato de democracia y de paz.

Pero, ya no resulta sorprendente para los investigadores sociales la tipología militarista que caracteriza al actual régimen nacional. De nuevo el poder político se encuentra una vez más en los cuarteles.

La verdadera emancipación debe comenzar por erradicar tales despropósitos.

Estamos obligados a emanciparnos de los pensamientos alienantes; con mucha más razón cuando sabemos que en el tramo civilizacional que transcurre se asume el conocimiento ya prácticamente como un “factor de producción”. Emanciparnos de las cartografías mohosas y de las entelequias rancias.

Nos permitimos exponer —con transparencia— que en la actualidad los conocimientos se construyen a partir de las confrontaciones de ideas; además, a partir de las profundas transformaciones subyace la competitividad en tanto estrategia-medio para alcanzar los objetivos. Entonces digamos, qué emancipación, ni qué babosadas.

Emancipémonos si, y rápido de quienes se atreven a sostener que individuo y colectivo jamás serán complementarios. Que son elementos mutuamente excluyentes.

De esa manera de apreciar la realidad debemos emanciparnos.

Emanciparnos de quienes ven malas palabras en expresiones tales como: libre albedrío, libertad de pensamiento y de acción; pluralidad, democracia, diversificación de criterios. Porque para combatir las injusticias sociales y los desequilibrios obscenos de ningún modo hace falta anular al individuo y su lógica conexión con la sociedad.

Vamos a emanciparnos de quienes —en su perverso juego con las palabras— tuercen intencionadamente sibilina la posibilidad de que el ser humano se desarrolle de manera integral.

Jacques Marie Émile Lacan (1901-1981)

El psiquiatra y psicoanalista francés Jacques Marie Émile Lacan advertía a cada momento a los estudiantes del Mayo Francés de 1968, en los siguientes términos: “Ah, ustedes ¿son revolucionarios? Muy bien. Pues sepan que la revolución siempre está en busca de un amo. No se preocupen, lo van a encontrar”.

Ante tan lapidario aserto, uno llega a concluir: cómo cuesta después emanciparse de los amos.

 

* Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua. Miembro de la Fundación Venezuela Esequiba. Miembro del Instituto de Estudios de la Frontera Venezolana (IDEFV).

Publicado originalmente en Disenso Fértil https://abraham-disensofrtil.blogspot.com/

 

LO PEOR DE NUESTRA HISTORIA CONTEMPORÁNEA

Abraham Gómez R.*

Comienzan a despejarse las dudas. Ya no quedan sospechas. A partir de ahora, se acelerará y acentuará el derrumbamiento político en todos los intersticios de lo que aún denominan “Proceso”; entelequia dañina pronunciada con menos fuerza. De ingrata recordación

Ellos lo saben; por cuanto, la Comunidad Internacional ya los tiene retratados a cuerpo entero. No se necesitan más diagnósticos para conocer —con certeza— lo que realmente son; por eso, hay una intuición que capta en la masa roja la cercanía del descalabro.

Los copartidarios lo perciben e intentan darse ánimos unos con otros.

Resulta que se han convertido en los más interesados en concretar, con prontitud, el Acuerdo de Salvación Nacional que estructuró y propuso el Ing. Juan Guaidó, en su condición de líder de la verdadera oposición venezolana. Idea de reivindicación ampliamente acogida por los países y gobiernos democráticos del mundo.

Sin embargo, estamos obligados a señalarles —a quienes han estado por más de veinte años conculcando derechos y atropellando a todo un pueblo— que la voluntad de su “presunta rectificación” no basta ante la realidad que los acusa y acecha.

La principal característica de la histeria colectiva que exhiben viene dada por el desconcierto patológico que manifiesta un gran número de comilitantes del régimen. Preste usted atención para que capte que hasta los más recalcitrantes ortodoxos del inefable “socialismo” transpiran los quejidos.

Hubo un momento en que parecían invencibles, y a la otra parte de la sociedad; dígase quienes asumimos desde siempre la libertad y la democracia en tanto Principio existencial: antagónica de sus indigestiones ideológicas, nos estuvieron considerando escuálidos y guarimberos.

Cómo olvidar que fuimos sometidos a las más abyectas de las humillaciones quienes hemos tenido la legítima y natural actitud de adversar las posiciones oficialistas, no por ultrancismo —que jamás hemos practicado— sino por avizorar el fraude en las ejecutorias de las desacertadas políticas públicas, en las que nos han pretendido encallejonar este hatajo (con h) de hitlerianos tropicales.

¿A cuál socialismo se referían cuando hablaban de socialismo? ¿Qué transformación dicen que estaban haciendo? ¿Cuál sociedad ideal tenían para que la hiciéramos réplica en nuestras especificidades?

Nada serio había en sus pobrísimos discursos cuando nos plantearon hasta la obstinación que iríamos a un mundo mejor, parecido a Cuba, China o Corea.

Los “planificadores” del gobierno asomaban, como mascarón de proa inflexibilidades en las decisiones. Nunca aceptaron justificadas observaciones de nadie.

La inocultable ineptitud la estuvieron maquillando con arrogancia y soberbia. Fruncían el ceño para espantar las incómodas críticas bien fundamentadas. La autocrítica les resbalaba; porque se creían y se la estuvieron dando de autosuficientes.

Únicamente ellos poseían el prodigio —incompartible— de atesorar “la verdad absoluta” e incuestionable. La deleznable situación del país hoy devela la ruindad ideológica que los atraviesa.

Por eso y sólo por ellos es que estamos como estamos en las peores condiciones sociales y económicas, en la más patética inseguridad jurídica y ciudadana, en un descrédito internacional. Nos han conducido a tamaña precariedad ética y moral.

Una nación con su extraordinario potencial para el sostenible desarrollo humano integral no merece la abominación causada por parte de estos detentadores circunstanciales del poder. Que están “pidiendo cacao”. Que quieren irse, en un sálvese quien pueda.

Ellos provocaron que en nuestro país únicamente prevaleciera, en los últimos años, la detestable militarización de los espacios naturales de la sociedad civil, con el agravante de pretender hacer tolerable tal engendro “como si” se tratara de una circunstancia normal y rutinaria. Siempre aspiraron que, a fuerza de marchas, persecuciones, juicios amañados la sociedad civil y democrática se tragara la militarización.

Ya hay suficientes evidencias de la abominación que causan los regímenes totalitarios-militaristas de derecha o de izquierda. Esto que dieron en llamar “socialismo,” de extraño acuñamiento ideológico, buscó arreglársela “como si” hubiera una revolución.

Más de una vez, nos sorprendimos al ver a intelectuales que creíamos densos en sus pensamientos y criterios, desempeñar la función de exégetas del régimen, para propagar “las bondades” educativas, sociales, culturales. Cuánta desvergüenza tendrán que cargar o arrastrar, en lo sucesivo.

La acumulación incontenible e insoportable de errores y desaciertos en todos los ámbitos, sectores y áreas ubica al actual régimen como el peor de la historia contemporánea de Venezuela. Estamos considerados, por la irresponsabilidad e ineptitud de estos facinerosos el país más miserable de la tierra. Las expectativas levantadas de justicia social y reivindicación de los pobres constituyen en la actualidad un inmenso fraude.

 

* Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua. Miembro de la Fundación Venezuela Esequiba. Miembro del Instituto de Estudios de la Frontera Venezolana (IDEFV). 

Publicado originalmente en Disenso Fértil https://abraham-disensofrtil.blogspot.com/