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COMPRO Y VENDO

Iris Speroni*

Quienes gobiernan, más las patronales que los apoyan, desean continuar con el statu quo, que hambrea al pueblo y engrosa los ya gordos bolsillos de quienes mandan en la Argentina.

Los funcionarios del gobierno de Alberto Fernández (2019-2023) se han caracterizado por responsabilizar a eventos externos de nuestras desgracias económicas internas. Las imputaciones más usuales son la Guerra de Ucrania, la sequía, el COVID y supongo que ahora agregarán la guerra en Israel-Palestina.

Lo cierto es que esos mismos eventos impactaron en todo el mundo; ninguno de ellos con los resultados desastrosos locales.

Es más, los países del Mercosur, los han sufrido a pleno, incluida la sequía. Aun así, sus gobernantes han contado con más habilidades para superar los contextos internacionales y climático. Al punto tal que tanto Brasil, Uruguay como Paraguay controlaron la inflación, aumentaron sus reservas y acrecentaron sus respectivos PBIs, lo que se correlaciona con un sostenido aumento de los sueldos promedio de la población.

Otra de las excusas más frecuentes de los funcionarios es que nuestros males nacen de la “falta de dólares”. La repitió el miércoles 8 de noviembre el Jefe de Gabinete, Agustín Rossi, en la oportunidad del debate de candidatos a vicepresidentes.

Ahora bien, ¿Hay escasez de dólares?

Veamos algunos números.

Balanza Comercial 2019-2022

En los últimos veintitrés años, el superávit comercial argentino consolidado es de U$D 190.405 millones. Su contrapartida debería ser la acumulación de reservas por igual monto. Pero no.

Superávit comercial consolidado 2020-2022 (Alberto Fernández) en millones de dólares:

2020:                    12.528

2021:                    14.750

2022:                      6.923

Consolidado:       34.201

Por lo tanto, el presidente Alberto Fernández debería haber acumulado a fines de 2022 reservas por 34.201 millones de dólares.

No sucedió por:

    • pago de intereses de deuda pública
    • pago de intereses y capital de deuda privada
    • pago de servicios (seguros, fletes internacionales, consultoría, etc.)
    • uso de dólares por parte del gobierno para “controlar” la cotización del dólar paralelo.

No hubo amortizaciones netas de capital de la deuda (por el contrario, se acrecentó).

En cuanto a la deuda privada, es muy difícil discernir entre deuda genuina por parte de personas físicas y jurídicas y cuánto es fraude ―es decir, inventar deudas inexistentes o autodeudas (en inglés back-to-back)― ya que el deudor compra dólares a precio oficial. Existe un enorme incentivo para a) endeudarse, b) simular endeudarse, ya que en ambos casos se generan las condiciones para comprar dólares a mitad de precio.

Recuerdo a los lectores que no existe mejor negocio en la Argentina que comprar dólares a precio oficial, que comprar dólares a mitad de precio. Es un negocio más suculento que traficar armas, drogas o personas. En 2022 se embolsaron U$D 44.223 millones de dólares.

En cuanto a los servicios, hay genuinos (fletes) y otros de imposible control. ¿Por qué habría de contratarse una consultoría o publicidad o cualquier otro servicio en el exterior? Una razón puede ser que no se brinde en el país (tecnológicas), otra que sea mandatoria respecto a líneas de crédito, y la otra directamente inventar empresas en el exterior que vendan servicios y permitan al contratante justificar la compra de dólares a mitad de precio para ser girada al exterior.

Fíjense que ahora la mayoría de las publicidades de automóviles en TV son importadas, cuando históricamente se hacían acá. Que la publicidad de Coca-Cola durante el mundial era importada. Eso sucede porque la pagan a dólar oficial. Argentina se cansó de ganar premios en publicidad. Así defiende el gobierno el trabajo argentino “de calidad y con valor agregado”.

El flete marítimo de todas las cosechas argentinas, así como las exportaciones de carnes, aceros, aluminio, otros productos industriales y las exportaciones de petróleo crudo se efectúa con flotas extranjeras. Lo mismo sucede con las importaciones. Eso significa un gasto en divisas entre 5.000 y 6.000 millones de dólares por año.

Un barco de ultramar es relativamente barato. Menos de 100 millones de dólares y mucho menos si es usado. Sin embargo, ni el estado ni los privados han querido arriesgarse a incursionar en lo que hoy es una actividad abandonada. A pesar de que tenemos escuela profesional de Marina Mercante. Una pena.

Es mucho mejor comprar dólares a 350 pesos y pagarle el flete a un tercero.

En cuanto al flete aéreo, AA cubre una fracción mínima del total.

Volvamos a la balanza comercial.

El superávit consolidado de los primeros tres años de Alberto Fernández superó los 34 mil millones de pesos. ¿Qué sucedió en enero-septiembre del 2023?

Sufrimos un déficit comercial de 6.960 millones de dólares.

¿Por qué? Según el gobierno, por dos razones: bajaron las exportaciones por la sequía y subieron las importaciones de combustibles, por el aumento internacional de los precios.

¿Es verdad? Sí, a lo primero. Más o menos a lo segundo. Las importaciones de combustible del período fueron de U$D 6.731 millones, 12% del total.

Existen otros productos extra “Región Pampeana” que podrían haber propulsado las exportaciones, tanto los productos industriales, como los cultivos de secano o patagónicos.

El retraso cambiario (el BCRA paga a 350 lo que vale 900) deprime las inversiones en esas áreas y vuelve no competitivas las exportaciones de otros productos, por ejemplo, los vinos finos. Las bodegas que durante años trataron de desarrollar una marca internacional de “Vinos Argentinos”, en particular malbec, se encontraron que no pueden cubrir los costos, y que cuanto menos exportan menos pierden.

Lo mismo sucede con productos industriales, que no ven el incentivo en desarrollar mercados externos para luego quedar presos del arbitrio de los funcionarios, tanto del BCRA como de la Aduana.

El gobierno ha entendido con claridad que el problema era y es el tipo de cambio, por eso inventó los cambios múltiples (“Dólar soja”), que ha dado lugar a su correlato de abusos dentro de la cadena de comercialización.

En estos meses en que el dólar oficial ha estado por el piso, se ha incrementado la demanda de importaciones, tanto necesarias como ficticias. El gobierno eligió reprimir la demanda de importaciones por cantidad (“usted sí, usted no, usted sí pero por este monto”).

¿Cuál es la solución sensata? Dejar que el tipo de cambio vaya al valor que tenga que ir (dado el precio deprimido, subirá) y esto será algún valor intermedio entre el oficial y el libre.

Entonces serán los agentes económicos los que decidan si importar o no a ese precio o dedicarse a exportar o no a ese precio. También se evitarían problemas intergubernamentales, como cuando el gobierno de Córdoba acudió a la justicia para comprar dólares a mitad de precio (oficial).

Es una verdadera pena que el gobierno cordobés no actuara en defensa de los exportadores cordobeses con la misma diligencia que lo hiciera para el Tesoro de la provincia.

Por último, y con esto dejo el tema por hoy, Paraguay, Bolivia, Uruguay y Brasil no cobran derechos de exportación (mal llamados “retenciones”). En realidad, casi ningún país del mundo lo hace.

Paraguay, Bolivia (*), Uruguay y Brasil no controlan el tipo de cambio. En realidad, casi ningún país del mundo lo hace.

No es un tema ideológico. No pusieron esos controles ni Lula ni Bolsonaro, ni Mujica ni Lacalle, ni el gobierno conservador de Paraguay, ni el socialista de Bolivia.

A cambio de esas políticas de sentido común, nuestros cuatro países amigos disfrutan prosperidad creciente, aumento de reservas, caída de deuda, bajas tasas de interés y no tienen inflación.

Mientras tanto, todas las patronales que apoyan al gobierno, desean continuar con el statu quo, que hambrea al pueblo y engrosa los ya gordos bolsillos de quienes mandan en la Argentina.

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Nota

(*)  Bolivia está con un problema puntual ahora. No controló el tipo de cambio en todo el gobierno de Evo Morales.

 

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ESPAÑA. EL ESTADO DE LA NACIÓN.

F. Javier Blasco*

El pasado día 12, nuestro ínclito y nunca bien ponderado presidente del gobierno protagonizó un acto más en su desbocada carrera hacia el populismo, el marketing y la improductividad. Llevábamos desde 2015 sin que, por diversos motivos ajenos a su voluntad y no tanto, se produjera este tipo de debates que, además de ser más que necesarios, si se hacen como Dios manda, deben servir para que los españoles sepan de verdad cómo estamos, hacia donde vamos y que es lo que nos espera a medio y corto plazo.

Eso es lo que se suponía que debía suceder en esta ocasión; máxime tras tantos años de espera y debido a lo negro que se está poniendo el cielo por culpa de los grandes y compactos nubarrones que, a marchas forzadas, se acercan por doquier y sin posibilidad de escape de tamaña tormenta; pero a pesar de ello, una gran mayoría temíamos o intuíamos que no iba a ser así.

Sánchez, como buen y más que probado escapista, trató de eludir contarnos en qué situación nos encontramos y qué es lo que realmente nos espera, salvo unas pequeñas pinceladas, sin aclarar ni profundizar lo más mínimo, en las que nos puso negro sobre blanco -—para que en su día no se le pudiera achacar el mismo error que a su maestro Zapatero— que la situación económica ya es grave, que va a ir a peor y que por lo tanto, todos, menos casualmente el macro y súper abultado gobierno, su estructura derivada ni su máquina de propaganda, deberemos adelgazar para trata de reducir gastos y economizar esfuerzos que, para todos, menos para los políticos, son superfluos e innecesarios y por lo tanto, fácilmente, podemos pasar sin ellos.

La deuda, el abultado déficit, el paro real no camuflado, el IPC y la consiguiente inflación han llegado a cotas de vértigo a pesar de estar en pleno verano y sin pandemia «oficialmente» y para no salirse del guion, últimamente se nos venía anunciando que Sánchez, el salvador de las situaciones de crisis, a modo de justificación a su «magnífico doctorado en economía», en estas fechas iba a mostrarnos su fórmula magistral con la que salvar a España de todos su males y volver a la normalidad económica y social.

Mientras tanto, y por no seguir sus mismos pasos, el resto de países de nuestro entorno y allende los mares, continuarán sumiéndose en las lagunas turbias y profundas de la desesperación económica y la improductividad. Situación falaz e inventada que, para darle mayor verosimilitud, ya se encargaría de sacar en los momentos oportunos, unos gráficos que apoyaran su teoría, aunque estos se basaran en datos falsos y no citara su autoría, fecha y grado de fiabilidad.

Comenzó llorando a su modo habitual, mostrando la soledad y la incomprensión que le rodea en sus tareas de gobierno, la encarnizada lucha interna en el seno del mismo y las recetas de «brujo» que le llueven desde la bancada contraria, que, según su opinión, solo sirven para confundir y marear al público; mientras él y solo él, se erigía en el «buen doctor» que sabe y conoce bien su trabajo y que siempre aplica una adecuada, efectiva y mesurada forma de actuar.

Tras sus habituales fuegos de artificio, tratando de ofuscar al personal y poner como malos y perversos a la oposición que no le quiere ayudar ni obedecer o seguir a pies juntillas sus propuestas por arcaicas, improductivas y hasta inanes o nefastas para atajar tanto y abultado mal, llegó al momento del «más difícil todavía». Precedido por redobles de tambor y esperando ser objeto de una gran sorpresa que, inicialmente, impidiera evaluar la enjundia, realidad y el calado de sus propuestas, nos lanzó todo el fuego de su artillería.

Una artillería que, tras estudiarla someramente, resultó ser una traca de barrio humilde valenciano en épocas de penurias y recortes presupuestarios, disimulada con algún mediano petardo, intercalado en la tira, para que nos sonara a nuevo, enérgico y original.

Todos esperábamos y sabíamos a ciencia cierta que sus iniciativas no iban a ser sufragadas por un adelgazamiento de su macro aparato gubernativo, estructural y publicitario que alberga a centenares de personajes inútiles, ineptos y paniaguados, aunque eso sí, más que bien pagados, escondidos en ministerios, asesorías y organismos oficiales, mientras España se desangra por sus cuatro costados y que cuando llegue el otoño veremos que sucede con aquellos esos parados reales, aunque denominados ‘fijos discontinuos’ y los cientos o miles de empresas que no puedan afrontar los pagos de sus créditos ICO; aquellos, que con tanta alegría, desenfado y cierta imprudencia se prestaron durante la pandemia y que ahora sus plazos de pago empiezan a vencer irremisiblemente y sin posibilidad de un nuevo aplazamiento que les alivie del mal trago y les permita recuperarse en algo, si es que lo pueden hacer de verdad.

No, sus iniciativas, como era de esperar, esta vez deberían agradar a sus socios de coalición para mantenerlos unidos a su vera para el resto de legislatura y, por ello, venían de la mano de tres parámetros fundamentales: nuevos impuestazos indiscriminados y sin datos reales para evaluar y sangrar los desconocidos beneficios de las empresas energéticas y de los bancos (sorpresa o novedad esta última que a estos les costo más de 6.000 millones de euros en el mismo momento de su anuncio); impuestos, que podemos asegurar que finalmente seremos los españoles de a pie los que, cómo siempre, tendremos que sufragar, de forma más o menos solapada, disfrazados de subidas en las gestiones y en nuevas comisiones que mañana mismo comenzarán a funcionar y que para siempre se quedarán. Por otro lado, volcar dichas ganancias en dadivas o bagatelas que, por su naturaleza y alcance, no favorecen al conjunto de la sociedad y, por último, en desempolvar viejos, costosos y casi irrealizables planes urbanísticos (de la época de Gallardón —el del PP— en la alcaldía de Madrid), en los que, a principios de los noventa, yo mismo jugué un papel de cierta importancia ya que -siendo un joven comandante de Estado Mayor- se me encargó la supresión o el traslado y acomodo a otros acuartelamientos de la mayoría de las unidades ubicadas allí durante muchos años.

Un plan, que todos los presidentes de la democracia, menos Rajoy, han esgrimido profusamente como una suculenta caña de azúcar y que nunca, ni en épocas de bonanza económica, dado sus grandes costos e inversiones, han llegado a convertirse en nada real o formal.

En resumen y por no cansar, ha vuelto a vendernos una mercancía averiada, no basada en cálculos reales y a un plazo superior a dos años, con la que pretende sacar una cantidad suficiente para dar gratis (durante tres meses) los billetes en cercanías y trenes regionales en medios del Estado y aumentar en cien pavos la cuantía de las becas de los jóvenes, que ya disponen de ellas, pero que con la subida del coste de la vida no les llega ni para comer dignamente todos los días.

Está más que claro su guiño hacia Madrid para intentar poder recuperar un espacio perdido; pero aún con todo, no es más que un intento falaz, porque volver a poner hoy sobre la mesa el empolvado y lleno de telarañas Plan Campamento es mucho más inviable por estar embebidos en momentos de crisis que animan a los grandes encarecimientos de la mano de obra y de los materiales de construcción y a que, hoy en día, se enfrenta a una iniciativa similar, y de mayor envergadura, en la parte norte (Chamartín) en la misma ciudad.

Y yo me pregunto si realmente Sánchez cree que, con estas escasas medidas, selectivas, incompletas y muy localizadas, que dejan a más del ochenta por ciento de la población nacional al margen de recibir un céntimo siquiera, se van a solventar los problemas enunciados y los aún peores temas y problemas profundos y reales a los que todos nos vamos a enfrentar.

Desde luego que no; porque si él está convencido de lo contrario, sería para quitarle su título de doctor en economía -que jamás debió ostentar- y para mandarle a galeras por muchos años por prevaricador, abusos de poder y engaños reiterados a un pueblo que lo está pasando muy mal.

Pero si vergonzosa fue, es y será su actitud de autocomplacencia, aún es mucho más reprochable la de sus conmilitones en el parlamento que le aplaudieron hasta con las orejas, mientras y tras anunciaba y desgranaba unas infumables e irrelevantes medidas, que dejan fuera a una inmensa mayoría de los españoles; qué no sirven de nada efectivo ante la gravedad de la situación que afrontamos; que obvian enfrentare cara cara a los problemas reales; que son pasajeras e inútiles por improductivas y que, sin ningún lugar a dudas, aumentarán los costos de la energía y los gastos bancarios a todos los españoles, sin misericordia ni piedad. Mientras, que por otro lado, no se obtendrá nada a cambio ni se reducirá parte o toda aquella grasa y despilfarro, que tras tantos años de brindar con cava a diario y mirar para otro lado, nos sobra y nos lastra de verdad.

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

 

Publicado 2l 13/07/2022 en https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/el-estado-de-la-naci%C3%B3n