Archivo de la etiqueta: Periodistas

SOMOS NOSOTROS

Iris Speroni*

El status quo trabaja mañana, tarde y noche en contra de los intereses de la población.

 

«Ciudadanos honestos son ejecutados a diario tras juicios sumarios de sociópatas y faloperos», por @reaxionario.

Estos últimos días leí dos notas de los amigos @sashapak_ y @reaxionario que están interrelacionadas y son, prácticamente, inescindibles:

  1. UTOPÍA, MOHO Y RODOLFO BARRA
  2. INSEGURIDAD

A lo que le sumo todas las notas de Curtis Yarvin aparecidas en Restaurar, y las no aparecidas también (*).

«Lo cierto es que a partir del golpe de estado contra María Estela Martínez, podemos observar una constante: el Poder Ejecutivo comienza a diluir su centralidad, sometido a duras internas durante la dictadura y luego, bajo el constante escrutinio de nuevos organismos de control cuya gobernanza está por fuera del orden republicano», por @sashapak_.

Ambos abordan un tema clave que tiene que ver con:

  1. la calidad de vida de todos nosotros, los argentinos, (esto es la Felicidad del Pueblo).
  2. la proyección futura de la Nación Argentina, de nuestras próximas generaciones (esto es la Grandeza de la Patria).

Ambos hablan de cómo administrar el Estado para lograr los dos objetivos anteriores.

La segunda nota, de @reaxionario, aborda los problemas administrativos específicos sobre una arista en particular que es la seguridad.

El mismo análisis cabe para cualquier otra área que son de responsabilidad de los gobernantes enumeradas en la Constitución Nacional. La INSEGURIDAD está bajo el rótulo a) “consolidar la paz interior”, pero el autor podría repetir el ejercicio con b) “constituir la unión nacional”, c) “afianzar la justicia”, d) “proveer a la defensa común”, e) “promover el bienestar general”, y f) “asegurar los beneficios de la libertad”

¿O ustedes creen que si habláramos de “defensa común” llegaríamos a resultados muy distintos que los expuestos en INSEGURIDAD? Y, ¡oh, casualidad!, con más o menos los mismos actores en juego. ONG’s financiadas por el Foreign Office o el Departamento de Estado, con los mismos agentes políticos y los mismo “periodistas-progapagandistas” defendiendo la no-defensa del país, etc.

Ya sea darle indemnidad ante juicios civiles por daños y perjuicios a los laboratorios sobre una droga experimental patentada de apuro, el desarme de los ciudadanos, la persecución judicial a ciudadanos que pretenden defenderse de que los maten como ovejas o el abandono del cuidado de las fronteras, los nombres se repiten una y otra vez. Como un elenco estable que se pasan los papeles de obra en obra. Los trucos y herramientas a disposición están muy bien descriptos por @sashapak_en UTOPÍA, MOHO Y RODOLFO BARRA.

Ahora estamos frente a un régimen consolidado. Seguro de sí mismo y con todos los controles de la administración del Estado. Lejos quedaron las necesidades de dar golpes de Estado para sostenerlo, como en 1955 o 1976. Ahora llegan a los mismos resultados ―en realidad a mejores― con la careta de una “democracia liberal” que tapa la forma en que se toman las decisiones.

Como sostiene @sashapak_ en UTOPÍA, MOHO Y RODOLFO BARRA, «Con los organismos de control y el poder judicial controlado por potencias externas en total coordinación con los medios de comunicación…», se aseguran que gane quien gane las elecciones, todo siga igual para sus intereses.

Esos controles que tiene el Poder facilitan las cosas si quien está al frente es de su agrado e impiden el ejercicio de autoridad si no lo es. Es lo que denomino ―no sé si correctamente o no― “Deep State argentino”.

Este “régimen consolidado” actual es el que no puede entender todavía ―si bien ya pasaron varias semanas― que hayan perdido las elecciones 2023.

Su confusión se explica bien en este tuit reenviado Nicchinno https://twitter.com/Nicchinno/status/1750884849479536683 que cita a @piroinsano.

Desconozco los nombres de los que conversan. Son 39 segundos. No pueden entender que un candidato apoyado por la UIA, los bancos, los sindicatos no gane.

En realidad no es tan difícil de comprender. El statu quo, los gobiernos del régimen sostenidos por todos esos factores de poder que el locutor enumera y que estuvieron detrás de la candidatura de Massa, trabaja mañana, tarde y noche en contra de los intereses de la población (en contra de la Felicidad del Pueblo) y de la Grandeza de la Patria. Así de simple.

En la primera oportunidad que tenemos de marcar nuestro disgusto, la utilizamos. Como fue en las elecciones.

Si el statu quo no fuera tan goloso, tan codicioso, y, si además de destinar su tiempo, inteligencia y recursos materiales y humanos a enriquecerse y perpetuarse, le dedicara algunos minutos al día a tirarle algunas migajas a la población, no bailarían en la cuerda floja, como ahora.

Tuvieron que salir de apuro, ante la sorpresa de las elecciones, a ver qué control de daños podían hacer.

El sistema es inestable – por eso el candidato del establishment Sergio Massa perdió las elecciones -. Eso lo describí en EQUILIBRIO INESTABLE. Como no pueden parar de abusar, de robar, el país está cada vez peor: pobreza, marginalidad, mala educación, descontrol de fronteras, zona liberada para la delincuencia, destrucción sistemática de la educación, etc.

Si abusaran un poco menos, la población no estaría tan enojada, y vendrían en bote y no con las sacudidas actuales.

Ahora bien, (con esto ato lo descripto por ambos autores con EQUILIBRIO INESTABLE), ¿por qué no pueden?

Uno podría hacer algo matemático (es mi deformación profesional). Si en vez de robar con las LELIQs, verdadera razón de la inflación, con tasas de tres dígitos, robaran, no sé, un 25% anual, se harían ricos igual y no perderían las elecciones. ¿Por qué no pueden dominar su codicia?

Acá está mi error de diagnóstico en esa nota del año 2019. No pueden parar, porque si paran pierden todo.

Una de las razones del establecimiento y enquistamiento de los factores de poder descriptos por ese señor que no puede entender por qué perdió Massa, es el apoyo desde el exterior.

Y el exterior es el que decide qué políticas internas se aplican. Cómo tener a las FFAA desprovistas de armas, cómo desarmar a los ciudadanos, cómo arruinar los ferrocarriles y la educación (los dos pilares de la Patria Conservadora sostenidos por los gobiernos radicales y peronistas posteriores hasta 1955), cómo llenarnos de vacunas que no se entiende para qué son, cómo bajar la tasa de natalidad por cualquier método, cómo darle hormonas (en realidad castrar) a niños y adolescentes, cómo – ahora es lo nuevo – controlar los volúmenes de nuestra producción agropecuaria.

Todo esto está digitado desde afuera, como en la película “They Live” de John Carpenter, citada por @sashapak_. Y si una persona quiere hacer carrera política en la Argentina, debe prestar consentimiento a esa agenda.

Por eso, como dice @reaxionario, cuando quieren hacer las cosas, las sacan en una semana.

Por ejemplo, la indemnidad frente a juicios civiles a Pfizer que promovió Sergio Massa y que hizo que Pfizer retuviera el ingreso de la pseudovacuna hasta que no estuviera sancionada, o el aborto, promulgado sin haber obtenido las mayorías exigidas por la constitución (dos tercios del pleno de ambas cámaras) y por lo tanto no sancionado con fuerza de ley, hecho entre gallos y medianoche, como ladrones furtivos, con el pueblo impedido de salir a la calle. Los ejemplos de leyes contranatura aprobados por casi todo el arco político son por cientos.

Recuerdo como hoy cuando aprobaron la digitalización y nacionalización de las historias clínicas con solamente dos diputados en contra: Milei y Villarruel (**).

Coincido con @reaxionario en que no acaban con la inseguridad porque no quieren. No sólo que no quieren sino que el programa ES que haya inseguridad. Que nos asesinen uno a uno por goteo. Que se revienten familias mientras los psicópatas drogados tienen libre portación de armas e indemnidad de gatillo fácil.

Ilustración: @TatsuyaIshida9

Pónganse los anteojos y verán que ése es el plan. Ése es el programa. De la misma manera que el plan es que no nazcan argentinos o en su defecto, los menos posibles. Y que los que hay, emigren o mueran de sobredosis o sean iletrados.

Ilustración: @TatsuyaIshida9

Pero nosotros somos huesos duros de roer. Por eso no votamos a Massa, el candidato del establishment. Por eso seguimos produciendo atletas que nos llenan de orgullo en todo el mundo. Por eso tantas cosas.

Nos plantamos, faca en mano.

Coincido con los dos autores citados, en que el Reino Unido en particular y toda la anglósfera en general nos identificó como el futuro contrincante. El que renacerá para hacerles frente. Ellos lo saben y lo supieron siempre. Por algo pudieron ingresar a los ríos interiores del Imperio Chino y hacer colapsar su régimen milenario (los “cien años de humillación”) y acá cuatro crotos con cadenas y pocos cañones se lo impedimos. Décadas les llevó deponer “al Tirano” y al final nunca pudieron hacer acá lo que hicieron con India y China. Ellos lo saben.

Y algunos de nosotros lo sabemos.

Para Felicidad del Pueblo y Grandeza de la Patria.

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Notas

(*) Quien nunca lo haya leído, recomiendo que arranque por https://www.unqualified-reservations.org/2009/01/gentle-introduction-to-unqualified/ que está en el sitio https://www.unqualified-reservations.org/, Tengan cuidado, es un camino de ida.

(**) Ni los troskos se plantaron, a pesar de que a veces son de los pocos que se unen a la voz de la cordura. No en este caso.

 

Notas relacionadas

Utopía, Moho y Rodolfo Barra

https://restaurarg.blogspot.com/2024/01/utopia-moho-y-rodolfo-barra.html

Inseguridad

https://restaurarg.blogspot.com/2024/01/inseguridad.html

Equilibrio inestable

https://restaurarg.blogspot.com/2019/12/2020.html

Imperio Austral

https://restaurarg.blogspot.com/2023/04/imperio-austral.html

 

* Artículo publicado el 27/01/2024 en Restaurar, https://restaurarg.blogspot.com/2024/01/somos-nosotros.html.

FALLOS Y FALLIDOS

Santiago González*

Como el ejecutivo y el legislativo, el poder judicial no escapa a la corruptela que socava las instituciones de la República

 

Pudo haber sido un momento bisagra en la salud de la República, una de esas instancias en que la sociedad restaña su dignidad lastimada y se pone de pie para enfrentar la fuente del daño. Como en su momento lo fue el juicio a las juntas: más allá de los episodios concretos examinados en ese tribunal, lo que la sociedad civil esperaba de una sanción ejemplar era poner fin a la continua intromisión del estamento militar en la vida política, perturbada una y otra vez en su desarrollo normal y natural. Del juicio a Cristina Kirchner, tal como fue presentado a la opinión pública, la sociedad esperaba un “nunca más” a la corruptela que socava la vida nacional desde que la democracia recuperó la formalidad de sus instituciones.

Esas expectativas, lamentablemente, se vieron frustradas. El fallo dictado por el tribunal que examinó el caso parece más orientado a sostener en el corto plazo el titular Cristina condenada, habilitando al mismo tiempo su posterior sobreseimiento, que a imponer una sanción ejemplar contra las prácticas corruptas. Al descartar la figura de la asociación ilícita, el fallo desbarata el esqueleto mismo de la acusación de los fiscales (que de inmediato prometieron apelarlo por esa razón), y al absolver a Julio de Vido, eslabón indispensable en la cadena de responsabilidades que se pretende elevar hasta la viuda de Kirchner, obsequia un argumento decisivo a las esperables acciones de sus defensores en las instancias superiores.

Visto el inexplicable crecimiento patrimonial de la familia Kirchner, y el de sus amigos y presuntos testaferros, la familia Báez, y considerando la abrumadora información periodística sobre los mecanismos de recaudación, acumulación y lavado, el público no duda de que aquí hubo una asociación ilícita más o menos parecida a lo que describieron los fiscales Luciani y Mola. El problema es que la cabeza de esa asociación ilícita no fue Cristina sino Néstor Kirchner, y Néstor Kirchner está muerto. A Cristina no le cabe la acusación de administración fraudulenta, por la que fue condenada, porque nunca administró nada, sino, en todo caso, la de incumplimiento de los deberes de funcionario público por no haber denunciado mientras fue senadora o presidente lo que necesariamente debía ser de su conocimiento.

El procesamiento de la ex presidente estuvo mal planteado desde un principio, porque su propósito no era judicial sino político. Contra lo que suele decirse, la causa que condujo a la condena de Cristina Kirchner no es la que en 2008 inició Elisa Carrió contra Néstor Kirchner, De Vido y Lázaro Báez más o menos sobre el mismo asunto, y para su pesar recaída en el juzgado de Julián Ercolini, quien (eran otros tiempos) acababa de sobreseer a Néstor en una causa por enriquecimiento ilícito. La causa cuyo veredicto se conoció esta semana se abrió en 2016 a partir de una denuncia del funcionario macrista Javier Iguacel, fue instruida casualmente por el mismo juez Ercolini con la asistencia de los fiscales Gerardo Pollicita e Ignacio Mahíques, y apuntó directamente contra la ex presidente. La causa iniciada por Carrió apuntaba a combatir la corrupción, la que abrió Iguacel se proponía destruir políticamente a la ex presidente. Son dos cosas distintas.

El tribunal oral federal que juzgó a Cristina sintió la presión política y mediática que le exigía producir un fallo condenatorio y aparentemente no supo, no pudo o no quiso resistir esa presión. Pronunció su condena, pero salomónicamente también abrió espacios para una eventual absolución de la acusada en alguna instancia superior. Dicho de otro modo, satisfizo el propósito político de la causa, pero no cerró el camino a la justicia. Es claro que ésta no es una lectura jurídica sino periodística y provisoria de una sentencia cuyos fundamentos, por otra parte, el tribunal inexplicablemente decidió hacer públicos sólo dentro de tres meses. Una minuta adjunta al fallo entregado a la prensa no aportó datos o argumentos que permitieran modificar esta lectura. Y esta lectura no permite ilusionarse con ninguna regeneración moral de la República.

 

Resulta imposible separar el fallo condenatorio contra Cristina Kirchner del episodio de los excursionistas de Lago Escondido, no sólo porque salieron al conocimiento público casi simultáneamente, o porque la propia vicepresidente los vinculó al hablar después de conocido el fallo, sino porque los elencos involucrados son parecidos —jueces, operadores mediáticos, empresarios, funcionarios macristas, espías— e incluso hay apellidos como Ercolini o Mahíques que se repiten en uno y otro asunto. Ambos redondean una imagen deplorable de la justicia argentina, que se agrega a la imagen deplorable de los otros dos poderes, legislativo y ejecutivo, para completar el retrato más desalentador de toda nuestra historia republicana. Para donde se mire hay incompetencia o corrupción.

Esta mal que encumbrados dirigentes del mayor grupo de medios y comunicación de la Argentina inviten a jueces y funcionarios públicos a participar de excursiones con todos los gastos pagos y está mal que jueces y funcionarios acepten esas invitaciones; está peor que esos jueces y funcionarios acepten invitaciones de personas o grupos sobre los que han tomado en el pasado, o eventualmente podrían tomar en el futuro, decisiones capaces de incidir en los intereses de esas personas o grupos; y está mucho peor en este caso que la excursión haya sido a la propiedad de un extranjero que la adquirió en condiciones irregulares y que fue sobreseído al respecto justamente por uno de los jueces invitados al paseo.

Todo eso está mal desde la ética más elemental, más allá de que en uno u otro caso se haya cometido un delito tipificado por los códigos. Y por encima de todo lo que está mal, y de lo que está muy mal, y de lo que está peor, y de lo que constituye un delito, están escandalosamente mal las maniobras realizadas por la banda de turistas para encubrir todo lo que hicieron mal a sabiendas, analizando a tal fin todas las opciones de falsificación documental, amenazas físicas, extorsiones y engaños. E igualmente escandalosamente mal están los esfuerzos de la grandes empresas de medios para ocultar todo, o restarle importancia, o justificarlo invocando “amenazas a la intimidad” de los excursionistas.

La vicepresidente le prestó un gran servicio al país al exponer, de manera conceptualmente ordenada, la serie de conversaciones en que los turistas debaten la manera de zafar del problema en el que se metieron. Si no lo hubiera hecho, los medios lo habrían ocultado y no habría sido posible el conocimiento público de esas conversaciones, la arrogante seguridad que transmiten los interlocutores. Después de más de medio siglo de ejercer el periodismo en este bendito país debo decir que el tono de esas charlas me resulta extremadamente familiar: así es como habla el poder fáctico en la Argentina, así es como expresa sus complicidades, así es como se percibe por encima de la ley, aun cuando muchas veces se encuentre burdamente fuera de la ley.

 

Las conversaciones en las que los viajeros invitados por un grupo corporativo a vacacionar en la estancia de un extranjero indeseable discuten la manera de borrar las huellas de su mala conducta traen, con todo, una buena noticia para los ciudadanos: el poder le tiene miedo a los periodistas. Con las empresas de medios saben entenderse, pero los periodistas, individualmente considerados, siguen siendo un enigma para el poder, una rueda loca que no acaban de centrar en su eje. Ese temor se advierte en los términos generalmente despectivos y condescendientes con los que los contertulios se refieren a periodistas de los grandes medios, a quienes conocen por sus nombres, probablemente tratan con frecuencia y sobre los que tienen opiniones formadas (hasta dónde parece, bastante equivocadas).

Según una regla endosada por la vocera presidencial Gabriela Cerruti, un periodista debe contar con al menos tres fuentes que corroboren un dato antes de tomarlo como cierto. Esto quiere decir que un juez, un empresario y un político, entre whisky y whisky, durante una excursión por los lagos del sur, pueden construir una verdad periodística. A los poderosos les encantaría vivir en un mundo cuyas redacciones estuvieran pobladas de Cerrutis, repetidores políticamente correctos de relatos prefabricados. Los mismos que se sienten capaces de “hacer cagar” a un funcionario público, se muestran inquietos sobre lo que alguien pueda escribir acerca de ellos. Para estas personas, acostumbradas a llevarse las instituciones por delante, una computadora cualquiera en manos de un periodista incontrolable es un arma temible.

El público no imagina las trampas y presiones que un periodista debe sortear antes de escribir una noticia cuyo equilibrio lo satisfaga en principio a él mismo. Me refiero, por supuesto, a los profesionales, no a los periodistas militantes de cualquier tendencia obsesionados por acomodar los datos a un preconcepto ideológico. Esas trampas y presiones pueden venir de las fuentes, como lo revelan los diálogos entre los pasajeros de Lago Escondido, pero también de los propietarios de los medios para los que los periodistas trabajan. El público tiende a identificar a los periodistas con su medio, y viceversa, pero son cosas distintas: no fueron los periodistas de La Nación quienes escribieron en ese diario una defensa de lo indefendible, ni fueron los periodistas de Clarín quienes propusieron elaborar “una notita” para amenizarle la vida al jefe de la Policía Aeroportuaria.

 

* Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires y se inició en la actividad periodística en el diario La Prensa de la capital argentina. Fue redactor de la agencia noticiosa italiana ANSA y de la agencia internacional Reuters, para la que sirvió como corresponsal-editor en México y América central, y posteriormente como director de todos sus servicios en castellano. También dirigió la agencia de noticias argentina DyN, y la sección de información internacional del diario Perfil en su primera época. Contribuyó a la creación y fue secretario de redacción en Atlanta del sitio de noticias CNNenEspañol.com, editorialmente independiente de la señal de televisión del mismo nombre.

 

Artículo publicado el 08/12/2022 en Gaucho Malo, El sitio de Santiago González, https://gauchomalo.com.ar/