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CHINA, RUSIA Y LA ACTUAL CONTRAOFENSIVA REVOLUCIONARIA EN IBEROAMÉRICA (1)

Heriberto J. Auel*

Oíd mortales, el grito sagrado

Libertad, libertad, libertad…

Himno Nacional Argentino – 1812

 

“No es la sociedad en la que se vive la que os salva, sino la manera de vivir…

Adán se pierde en el Paraíso y Lot se salva en Sodoma”.

San Juan Crisóstomo -347/407 d. C-.

Rusia, China y la Argentina (2)

Tartufo viajó a Rusia y a China —para entrevistarse con los respectivos presidentes— entre el 02 y el 06 de febrero de 2022, cuando Putin ya había desplegado —sobre la frontera ucraniana— a gran parte de las fuerzas de invasión. La crítica situación interna de la Argentina y en particular la grave situación judicial de Ella —para cuya solución fue contratado— le exigían el extemporáneo circuito, gorra en mano (3).

Justamente el 04/02/2022, mientras Tartu se encontraba “in itinere”, en Beijing, Putin y Xi firmaban un Acuerdo de “Asociación Estratégica de Coordinación Global”. Si bien éste no conlleva a una “alianza”, obliga a las partes a “coordinar” todas las operaciones con las que pudieren afectar las maniobras del asociado. La primera “coordinación” fue la que se realizó cuando Putin le informa a Xi la iniciación de la “Operación Especial” sobre Ucrania y este le solicita postergarla hasta después de la finalización de los “Juegos de Invierno”.

En sus considerandos el documento firmado ratifica la “modalidad autocrática” de los sistemas políticos de ambos líderes —relacionada con las tradiciones asiáticas— y critica a las democracias occidentales. Esta “modalidad” es la que Ella pretende homologar para alcanzar su absolución pero —necesariamente— este “salto de garrocha” exige “hechos políticos” que permitan el pasaje al partido único (4), objetivo central de las reformas constitucionales “in partibus” a ambos lados de la Cordillera, pero con muy distinta madurez.

La “insurgencia” chilena lo logró en unos pocos días y Tartu —para acelerar el imprescindible salto— le abrió las puertas al moscovita para que ingrese a la región y con Xi acordó incluir a la Argentina en la “Franja y en la Ruta de la Seda”, sobre la “Anilla Exterior”. Faltó solamente que les entregara réplicas del bastón y de la banda.

El cambio de sistema es la maniobra central —y única— que persigue el “gobierno de científicos” conducido desde el “Instituto Patria” —hoy en serio enfrentamiento y ruptura con la Casa Rosada—. Ello explica lo inentendible: la más absoluta ineficiencia y pasividad en todos los frentes del gobierno de Tartufo.

El cambio de Constitución, un nuevo alineamiento regional con las autocracias asiáticas y un cambio de inserción internacional, encubren la búsqueda de la absolución de Ella y su encumbramiento histórico: la heroína que logró —luego de setenta años de luchas revolucionarias— los fines últimos de la Revolución Socialista Iberoamericana.

Se consagraría así el encuentro combinado de la compleja contraofensiva revolucionaria iberoamericana —localmente encubierta por los kk— con la maniobra geopolítica sobre “la anilla exterior” —planetaria— de la súper potencia en ascenso y de su reciente asociado.

Chinos y rusos tienen —por el momento— preocupaciones prioritarias concentradas en el “heartland” —a mucha distancia de la “anilla exterior”(4) que nos abarca—, Putin con intereses estratégicos y económicos y Xi con objetivos centrales de carácter geopolítico, además del mantenimiento de la cooperación en el área “telurocrática” —que incluye a la India— y la moderación de las tensiones estratégicas con Hong Kong y Taiwán. Como lo venimos planteando, Xi no cruzará la “línea roja de la zona gris”. Seguirá siendo el tradicional “Imperio del Centro”.

La Actual Situación de la Contraofensiva Revolucionaria en Iberoamérica

La salida de la Argentina de la Zona de Seguridad de Occidente —OTAN/EE.UU.— no será fácil ni gratuita. Un Lula políticamente encumbrado en Brasilia sería imprescindible para lograrlo, pero allí estarían presentes para impedirlo —oportunamente— las FF.AA. de Brasil. Y —necesariamente— el Foro de San Pablo —FSP— debería garantizar la contención de la reacción de los pueblos, cosa que por el momento en la Argentina parecería imposible. La Argentina no es Chile.

Desde el lanzamiento de la contraofensiva revolucionaria —19 de julio— el mayor éxito obtenido por el FSP ha sido el “caso Chile”. Ya ocupa la presidencia un comunista —impresentable— y está en elaboración una constitución socialista-plurinacional. Boric ha prometido que su primera visita al exterior será a Buenos Aires. Ello indica la prioridad que se le da —en la contraofensiva— a la debilitada situación política argentina luego de las elecciones de medio tiempo. Ya recibimos recientemente a Lula y a Mujica para levantar el ánimo revolucionario, luego del 70/30 en las urnas.

Nuestra atención regional debe estar orientada hacia las elecciones presidenciales en Colombia. Allí está la base financiera y logística del proceso revolucionario continental —en manos de las FARC—. Si el candidato del FSP —Petro— lograra éxito y accediera a la presidencia colombiana, el agravamiento de la situación política y estratégica regional —sobre el espinazo andino— sería de altísima repercusión en el área de la Cuenca del Plata (5). Con Boric en Santiago y Petro en Bogotá, el conflicto araucano cesaría en Chile y se agravaría en nuestra Patagonia, profundizando la división en el gobierno kk.

En Buenos Aires se observa diariamente la gimnasia preparatoria de la insurgencia. Cuando se la active operacionalmente ¿mantendrán a la mayoría de mujeres, adolescentes y niños que normalmente desplazan desde el Conurbano a las áreas céntricas de “protesta”? ¿Llegarán a Buenos Aires —desde el norte sudamericano— los cuadros especializados para conducir a los “piquetes” locales, en la destrucción incendiaria y el ataque a blancos hipersensibles? ¿O Ella desplazará a Tartufo luego de la aprobación del Acuerdo con el FMI en el Congreso? Si Ella asume la presidencia, los escenarios cambiarían radicalmente.

Nuestro caso es diferente al chileno y es de alta complejidad. Aquí la revolución está en el poder, pero con un gobierno fracturado. ¿Quién controlaría a las fuerzas del Estado, ante la eventualidad de tener que apelar a ellas, ya fuere para evitar sentencias judiciales desfavorables o frente un creciente caos social?

Mientras tanto —y navegando en superficie— la oposición sigue descansando y ejercita un difícil diálogo interno. Vive en un aletargado período sabático, plagado de anécdotas televisivas. Confunde a la revolución con un mero populismo, mientras disputa internamente candidaturas —entre halcones y palomas— sin erradicar a sus “quintas columnas”, funcionales a la revolución. Los socialdemócratas establecidos en las coaliciones son los primos hermanos herbívoros de “troskos” y estalinistas, pero lucen como “democráticos”.

El palomar del progresismo de izquierda y de derecha se ha agitado con la llegada de un zorro en las últimas elecciones del año 2021 y, expertos en el manejo del arsenal blando, concentran el fuego sobre él y los “navegantes solitarios”, que los desnudan ante la opinión pública. Se agitan, no por pudor, sino por los votos. ¡Los malditos zorros libertarios están locos y hasta dicen la verdad!

¿Se sincerarán las coaliciones frente a la aceleración de los tiempos? ¿Eliminarán a sus quintas columnas infiltradas? ¿Aparecerá —en el horizonte— algún estadista? ¿Tendremos futuro…? La profundidad sombría de la crisis obliga a pensar y a hacer, o a desertar… La realidad está mostrando la más cruda verdad, aún para los miopes. El relato se difumina y ridiculiza a quienes aún lo sostienen. La minoría revolucionaria quedó expuesta y la guerra en Ucrania aleja al oportuno socorro buscado y amasado por Ella. ¿Activará el Plan “B”?

El Estado Nacional Argentino —con sus Instituciones débiles o vaciadas— en las manos de un gobierno revolucionario extremadamente débil y dividido y de una oposición segmentada y superficial —sin liderazgos— ha dejado el destino de nuestra Patria en manos de una sociedad huérfana, que recién ha despertado de su letargo. No es la primera vez que ello nos ocurre.

En 1806/7 aún no se había organizado el Estado, pero la sociedad criolla reaccionó frente a un enemigo invasor. Hoy —frente a un enemigo interno— no deberemos apelar al aceite hirviendo, pero “el cuerno de nuestros vigías” se ha dejado oír… (6) Y “cuando el clarín de la Patria llama, hasta el llanto de las madres calla”…

 

“Oíd mortales, el grito sagrado – Libertad, libertad, libertad…”

“No es la sociedad en la que se vive la que os salva, sino la manera de vivir…

Adán se pierde en el Paraíso y Lot se salva en Sodoma”.

 

Citas

(1). H.J. Auel. “Es la tormenta que se lleva al puerto…”. IEEBA, diciembre de 2021, www.ieeba.org

(2). H. J. Auel. “…es el castro-comunismo…estúpidos…”. IEEBA, diciembre de 2021, www.ieeba.org

(3). H. J. Auel. “El choque de las culturas en el 2022”. IEEBA, marzo de 2022, www.ieeba.org

(4). H. J. Auel. “El encuadramiento geopolítico internacional de la actual situación estratégica argentina”. Mar 21. www.ieeba.org

(5). H. J. Auel. “Absoluta prioridad en el año 2023: la recuperación del Estado Institucional”. IEEBA, febrero de 2022, www.ieeba.org

(6). H. J. Auel. “¿Tiene Cuerno Nuestro Centinela?”. IEEBA, febrero de 2005, www.ieeba.org

 

* Oficial de Estado Mayor del Ejército Argentino y del Ejército Uruguayo. Ha cursado las licenciaturas de Ciencias Políticas, de Administración, la licenciatura y el doctorado en Relaciones Internacionales. Se ha desempeñado como Observador Militar de la ONU en la Línea del Cese de Fuego del Canal de Suez. Comandó tropas de llanura, montaña, aerotransportadas y mecanizadas.

DOS DÉCADAS DE IMPACTOS GEOPOLÍTICOS

Alberto Hutschenreuter*

Llevamos apenas poco más de dos décadas en el siglo XXI y ya atravesamos impactos geopolíticos mayores, es decir, disrupciones internacionales desestabilizantes con base o características político-territoriales.

No deberíamos sorprendernos: hace un siglo, la política internacional ya había experimentado la guerra ruso-japonesa, el caos en los Balcanes, la gran catástrofe de 1914-1918, el desafío que implicaba para los países el establecimiento de un régimen revolucionario en Rusia, el derrumbe de cuatro imperios, y el gran desafío que suponía construir un orden internacional tras una guerra (además de una pandemia que causó 50 millones de muertos).

A partir de allí, casi todo el siglo XX estuvo signado por la geopolítica, al punto que, parafraseando una de las principales obras del gran Raymond Aron, fue “un siglo de geopolítica total”: comenzó con una pugna relativa con territorios entre Rusia y un ascendente Japón, y acabó con el gran desplome político-territorial del siglo, la desaparición de la Unión Soviética.

¿Será el siglo XXI otra centuria de geopolítica total? Seguramente, aquellos que conceden a los “nuevos temas” (robótica, redes digitales, inteligencia artificial, comercio, “blockchain”, movimientos y relaciones sociales interestatales, informática, genética, “vida 3.0”, etc.) un lugar de cambio de la historia relativizan la relevancia de la geopolítica (como también de la anarquía internacional y su “regulador”, la guerra), del mismo modo que lo hicieron aquellos que en los noventa vieron el comercio, la tecnología y la globalización como realidades superadoras de los fenómenos internacionales fragmentadores.

Pues bien, ojalá les acompañe la razón y el mundo finalmente marche hacia un auténtico orden mundial-aldeano basado en la confianza, la cooperación y la justicia internacional. Nada amparará más a la humanidad frente a las disrupciones o grandes apagones estratégicos que una configuración u orden internacional, esto es, un régimen de convivencia entre estados que (como nos sugiere la experiencia) más nos aproximará a aquello que denominamos paz.

Pero los hechos internacionales vividos en estas dos décadas del siglo XXI no nos permiten demasiado suponer que nos encontramos relativamente próximos a un ancla que sujete las relaciones internacionales a ese bien público mundial que es el orden.

Tampoco podemos asegurar que será otro siglo de geopolítica integral. Pero hasta hoy los acontecimientos con base en el factor geopolítico han sido categóricos. Volviendo a Aron, para este autor los órdenes internacionales son órdenes territoriales. Podríamos decir, por tanto, que los desórdenes internacionales implican desórdenes territoriales.

En este sentido, el siglo XXI se inició con un acontecimiento geopolítico mayor: el ataque perpetrado por el terrorismo transnacional sobre el territorio más protegido del planeta, Estados Unidos. El ataque implicó un notable cambio en la naturaleza geopolítica de este actor fáctico o no estatal, es decir, el terrorismo el 11-S alcanzó su mayor resultado desde que en los años noventa abandonó su territorio clásico de acción, el norte de África y Oriente Medio, para proyectarse a cualquier parte del mundo, particularmente al territorio y dominios del por entonces poder predominante del mundo, Estados Unidos, como así a otros sitios apóstatas.

De modo que, si por geopolítica consideramos intereses políticos volcados o proyectados sobre determinados territorios con propósitos relativos con la obtención de ganancias de poder, el ataque el 11-S fue resultado, ante todo, de un cambio de escala en el sentido o nuevo rango territorial de un fenómeno no estatal.

Pero también el siglo XXI comenzó con la ampliación de la OTAN, un hecho de fin de la década del noventa, aunque acaso fue, por lo que ha sucedido después, el primer acontecimiento del nuevo siglo.

La ampliación de la Alianza Atlántica hacia el este y el sur de Europa en términos prácticamente indefinidos explica, en gran medida, la guerra en Ucrania y el estado de “no guerra” entre Rusia y Occidente, pues el acercamiento de la OTAN a la frontera rusa y la ambigüedad de Bruselas en relación con las demandas de Kiev de sumarse a la cobertura política-militar disparó lo que en Rusia denominan “medidas contraofensivas de defensa”, consideradas por el Kremlin ante amenazas externas como la aproximación de alianzas militares a sus fronteras o situaciones internas en las ex repúblicas que puedan afectar el interés nacional de Rusia (dichas amenazas se encuentran en los documentos relativos con la concepción estratégica rusa).

Sin duda que Rusia transgredió el derecho internacional al invadir Ucrania, y hoy se registra en ese país y en los países vecinos de Europa del este un serio descenso de la seguridad humana, e incluso aumentó el riesgo en el nivel de la seguridad estratégica; pero si no se considera que la ampliación indefinida de la OTAN supone la ruptura de la concepción de seguridad indivisible, pues Occidente pretende incrementar su seguridad en detrimento de la seguridad de Rusia, un actor de más alta sensibilidad territorial que cualquier otra potencia preeminente, se deja de lado la clave (básicamente geopolítica) para comprender esta innecesaria crisis y guerra.

Más allá de las advertencias que reputados expertos en Occidente realizaron cuando la OTAN comenzó a extenderse, recientemente analistas y personalidades en Estados Unidos y Europa han remarcado que la situación actual fue resultado de lo que podemos denominar “transgresiones estratégicas y geopolíticas” por parte de Occidente. Por caso, Thomas Friedman prestigioso analista estadounidense, ha sostenido que “Esta es la guerra de Putin, pero Estados Unidos y la OTAN no son enteramente inocentes”. El analista cita largamente a George Kennan, quien en 1998 advirtió que la ampliación de la OTAN era un error estratégico. Por su parte y más recientemente, Javier Solana, ex secretario general de la OTAN (1995-1999) y Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad de la UE (1999-2009), sostuvo que “vivimos las consecuencias de sugerir que Ucrania entraría a la OTAN”.

El ascendente político-territorial es tan fuerte en esta cuestión que ha conmocionado al mundo, que la única posibilidad de lograr un cese de fuego en Ucrania radica en la renuncia de Kiev a ser (eventualmente) parte de la OTAN, es decir, alguna forma de neutralidad o neutralización político-territorial del país que elimine toda posibilidad de que Rusia limite al oeste con fuerzas y capacidades de la OTAN.

Por supuesto que desde comienzos de siglo y hasta hoy hubo otros numerosos hechos y nuevas situaciones de cuño eminentemente geopolítico, por caso, el establecimiento de Estados Unidos en la zona del Golfo Pérsico cuando en 2003 desplegó capacidades para luchar contra el terrorismo; la proyección de Rusia hacia el Ártico; el impulso de China a través de la “tierra orilla” del sur de Asia y de la masa terrestre de Asia central; la relocalización del terrorismo en zonas de África; la pugna entre las potencias medias regionales en Siria; la reafirmación territorial de los estados en tiempos de la pandemia; la creciente relevancia del territorio virtual como nueva dimensión de la geopolítica; la nueva fase del “imperialismo de suministros”; los crecientes requerimientos de materias primas por parte de la nueva “industria limpia” y las nuevas tecnologías; la posible emergencia de “custodios” de territorios sensibles para el mundo; las alteraciones geográficas con fines relativos con el poder; la creciente importancia de la “geopolítica popular” (que incluye el papel de medios y otros modos de cultura popular); el avance en materia de “geopolítica subterránea” o “vertical”, etc.

Prácticamente, dos décadas de “geopolítica total”. Pero, además, los estudios relativos con escenarios (realizados antes de la actual guerra en Ucrania) son bastante preocupantes. Por ejemplo, el último Informe del Foro Mundial relativo con los “Riesgos globales 2022” y más allá es altamente preocupante en relación con lo que podría aguardar a la humanidad. https://www.weforum.org/reports/global-risks-report-2022

Desde nuestro campo de estudio, la geopolítica prácticamente domina los temas del informe, que remarca la temática medioambiental como el segmento de mayor preocupación. Pero hay dos territorios no menos inquietantes en relación con lo que podría suceder en ellos: ciberespacio y el espacio exterior.

Respecto del primero, se estima que los ataques en territorio digital se multiplicarán sensiblemente en los próximos años. Las acometidas implican las relaciones entre estados, pero también el comercio electrónico. Se considera que para 2024 el valor global del comercio digital ascenderá a 800.000 millones de dólares, es decir, como advierte el analista de “World Politics Review” Stewart Patrick, habrá una mayor superficie para ataques.

En cuanto al segundo, se teme que pueda suceder una crisis en el espacio exterior, “territorio” que ha adquirido enorme relevancia como consecuencia de la cantidad de satélites en órbita. Se estima que en los próximos veinte años podría haber 70.000 satélites, tráfico que expande las posibilidades de incidentes, pero también abre posibilidades para la denominada guerra asimétrica. Asimismo, como bien advierte el autor citado, los marcos regulatorios que existen para el espacio exterior son hoy insuficientes para cuestiones como la explotación de recursos en dicho “territorio”.

Concluyendo, podemos observar tres impactos geopolíticos en poco más de dos décadas. Pero, además, hay otras muchas realidades y situaciones nuevas que responden a la lógica que asocia política, territorio y poder. No sabemos si será otro siglo de “geopolítica total”, pero hasta ahora, la geopolítica, que nunca se fue, mantiene un protagonismo categórico.

 

* Doctor en Relaciones Internacionales (USAL). Ha sido profesor en la UBA, en la Escuela Superior de Guerra Aérea y en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación. Su último libro, publicado por Almaluz en 2021, se titula “Ni guerra ni paz. Una ambigüedad inquietante”.

©2022-saeeg®

POLÍTICA PACIFISTA UCRANIANA

Comandante Espuela (Revista Tiempo GNA*)

En la ciudad de Kharkiv, en el este de Ucrania, a solo 20 millas de la frontera con Rusia, existe un enorme depósito de tanques pertenecientes al Ejército de dicho país. Un muchacho llamado Pavel Itkin, de 18 años, pudo infiltrarse en el lugar custodiado sin ser visto por los guardias y durante un par de horas fotografió lo que podría ser un cementerio de más de 400 tanques abandonados de la época soviética, que lentamente se iban oxidando. En uno de los galpones fotografió cientos de motores de tanques, repuestos y otras piezas de maquinaria se pudren en el piso de un enorme galpón. Se trataba de lo que fue una próspera planta de reparación de tanques, que fue abandonada después de la caída de la Unión Soviética en 1991.

Se les hacía mantenimiento a los tanques T-64, T-72 y T-80 que eran los tanques de mayor producción de finales del siglo XX.

Ucrania todavía usa esos modelos, con variantes adoptadas por Rusia.

Cianuro en el desayuno

Las políticas pacifistas como eliminar el servicio militar por Ucrania, se paga caro en una emergencia bélica ocasionada por otro país.

Ahí está la prueba, más de 400 tanques oxidados, mientras los vehículos blindados de Rusia avanzan en suelo ucraniano. ¿Valdrá el ejemplo para Argentina?

 

* Revista independiente para el personal de la GNA, Tiempo GNA 67, marzo de 2022.