17 DE AGOSTO

“San Martín en Boulogne-Sur-Mer” por Antonio Alice (1886-1943)

La anécdota de don José de San Martín reprendiendo a su yerno por no dejar a su hija jugar con las medallas de sus condecoraciones indica claramente qué valor concedía él a los honores, casi con un eco de Camoëns y su

mejor es merecerlos sin tenerlos

que poseerlos sin merecerlos.

Y hoy que tanta vocinglera alharaca se organiza en defensa presunta de la dignidad de la mujer, recordar el epitafio que elige para despedir a Remeditos:

mi amiga.

Tanta nobleza, liberalidad y generosidad, como la manifiesta en su correspondencia con el pretencioso Bolívar (cuyo retrato pidió a su nieta, la que jugaba con las medallas, que le copiara de una miniatura que le había pedido en Guayaquil), previo a su exilio para no mezclarse con las luchas mezquinas que desgarraban el continente que había contribuido singular y paladinamente a liberar, su elección de Francia para ese retiro —y no la pérfida Albión que sí recibirá encantada a Rozas cuando llegue el momento—, su intento de obtener la aquiescencia de un español de estirpe real para gobernarnos, convicción monárquica compartida con otro inmarcesible, don Manuel Belgrano, sólo que éste, adelantándose como en tantos otros aspectos a su tiempo, propone revivir la dinastía inca. Todo para que fuera lo mejor para todos:

no es para mal de ninguno

sino para bien de todos.

concluirá su epopeya años después don José Hernández.

Y estudia en París guitarra con Fernando Sor, y recibe a un don Juan Bautista Alberdi en casa de Guerrico que antes de serle presentado describe su voz desde el vestíbulo como la resonancia de un clarín de libertad.

Parafraseando a don Jorge Luis Borges:

Lo que se cifra en un hombre.

Recordémoslo y honremos su memoria siendo dignos de ella.

 

Juan José Santander* 

* Diplomático retirado. Fue Encargado de Negocios de la Embajada de la República Argentina en Marruecos (1998 a 2006). Ex funcionario diplomático en diversos países árabes. Condecorado con el Wissam Alauita de la Orden del Comendador, por el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, M. Benaissa en noviembre de 2006). Miembro del CEID. 

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