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GUYANA: SER COMO NORUEGA O TIPO VENEZUELA Y MÉXICO

Agustín Saavedra Weise*

Imagen de David Peterson en Pixabay

Junto con Guyana, también asoman en este 2020 como nuevas potencias petrolíferas Surinam y Mozambique. En esta nota únicamente nos referiremos a la primera nación, pero por analogía lo escrito puede ser válido para las otras dos.

Guyana es un país de habla inglesa ubicado en la costa Norte de América del Sur. Limita además con Brasil, Venezuela y Surinam. Tiene un área de 215.000 km2 con 800.000 habitantes; se independizó de Gran Bretaña en 1966. Se dice que el término “Guyana” proviene de una lengua amerindia y significa “tierra de muchas aguas”.

La multinacional ExxonMobil descubrió petróleo en Guyana el año pasado y poco tiempo atrás, anunció que las reservas estimadas superan ya los 5.000 millones de barriles. Guyana podría duplicar o triplicar su PIB en 10 años. Según informan diversos medios, cuando comience la explotación intensiva del oro negro, el país caribeño podría situarse entre los 10 mayores productores de crudo del mundo en términos per cápita. Claro que los tiempos han cambiado, ahora el petróleo es visto con desconfianza pues el mundo tiende hacia las energías alternativas, pero aun así y bajo un contexto diferente, la nueva riqueza implicará un cambio cualitativo sustancial para Guyana aunque los precios del combustible fósil sigan bajando. Guste o no, ese recurso seguirá siendo codiciado y comercializado durante varias décadas más.

Algunos entendidos no creen que Guyana con su escasa población sea capaz de gestionar racionalmente la lluvia de petrodólares que tendrá en esta década y próxima. El Fondo Monetario Internacional (FMI) calcula que la economía guyanesa podría crecer un 86% en 2020, 14 veces más que China.

Pero como nos recuerda la revista Estudios de Política Exterior: “Venezuela es una advertencia de que a veces tener demasiado dinero es peor que no haberlo tenido. El petróleo ha deformado la propia psicología de los venezolanos, quienes creen tener un derecho natural a la gasolina gratis y a una mínima presión fiscal”. Y esto se ha dado en regímenes anteriores, como también en las dictaduras de Chávez y Maduro. Por otro lado, en su época México también tuvo su “boom” petrolero y no lo supo aprovechar. Ambas naciones viven de crisis en crisis, la una con pésimos gobiernos populistas tiránicos y la otra sigue archi dependiente de su gigantesco vecino (EEUU) con millones de mexicanos que cruzan anualmente la frontera buscando trabajo y mejores niveles de vida en el país del norte.

Y mientras esto ocurre, la situación en Noruega es totalmente diferente. El país escandinavo también llegó tarde al reparto petrolero, pero supo administrar el hallazgo de su nueva riqueza en marcos de prudencia y sabiduría. Hoy el régimen democrático de Oslo se jacta de administrar uno de los estados de mayor bienestar y desarrollo en el mundo, donde cada habitante está socialmente protegido desde la cuna hasta la tumba. Asimismo, los excedentes de la riqueza hidrocarburífera son continuamente reinvertidos en lugar de gastarlos imprudentemente. Se planifica el futuro para seguir viviendo bien una vez se acabe el petróleo.

Sí, ojalá la pequeña Guyana se porte como Noruega y no siga los malos ejemplos de México y Venezuela, a quienes de poco y nada les ha servido el auge petrolero, ya que siguen sufriendo los estigmas del atraso y de la desigualdad por haber sido ambos incompetentes a la hora de administrar sus ingentes recursos naturales.

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Tomado de Diario Nuevo Sur, Bolivia, https://eldeber.com.bo/166801_guyana-ser-como-noruega-o-tipo-venezuela-y-mexico

FRENOS Y ESTÍMULOS PARA CRECER CON LIBERTAD ECONÓMICA

Agustín Saavedra Weise*

Joseph Alois Schumpeter (1883-1950) 

El gran economista austríaco Joseph Alois Schumpeter, creador de la teoría de la innovación y divulgador del proceso de destrucción creativa (1883-1950) repetía una metáfora que —dicha ya en su ancianidad— sigue siendo válida para este agitado tercer milenio: “un auto anda más rápido por la sencilla razón de tener frenos”. Y el capitalismo los debe tener también, si es que quiere marchar ordenadamente. En la empresa privada no todo son ganancias, existe además una importante función comunitaria. El ingrediente social es básico, ahí cabe la intervención estatal como ente regulador y factor de equilibrio, no como propietario o competencia, ya que —por lo general— cuando el Estado administra en forma directa nunca lo hace bien.

El Estado debe actuar imponiendo carriles de funcionamiento y mecanismos reguladores, todo ello en un marco de libertad económica y con respeto al mercado, pero respetando aún más —y vigilando— la obligación imperiosa de las grandes empresas de servir a la comunidad, no servirse de ella. Sin un Estado que regule y arbitre, el capitalismo tiende a ser salvaje, se transforma en un Ferrari sin frenos, en un bólido ultra peligroso al no tener quien lo pare. Ese freno, moderado e inteligente, pero freno al fin, es tarea esencial del Estado.

Ahora bien, una cosa es el freno para controlar excesos de velocidad y otra es forzar el freno de mano para trancar, obstaculizar y parar la máquina. Ese jamás debe ser el propósito del Estado, pues una de sus inherentes obligaciones radica en su capacidad de estimular el desarrollo sobre la base de la confianza, la estabilidad económica y la fundamental seguridad jurídica de la propiedad privada. En la práctica, no es siempre fácil ni sencillo lograr un balance adecuado, pero hay que intentarlo. Una empresa libre de frenos puede llegar a ser incontrolable y frenos excesivos pueden parar el proceso de creación de fuentes de riqueza o de empleo; es más, por una regulación excesiva se puede parar hasta la producción misma. Este tercer milenio —que ya entra en su tercera década— viene arrastrando los excesos del reciente pasado, tanto por el lado de las liberalizaciones como por el lado de las regulaciones. Es tarea de una dirigencia inteligente estudiar la mejor manera de crear nuevas condiciones aptas para los tiempos actuales. Esto es válido aquí en nuestra Bolivia y en el ámbito de las naciones emergentes en general.

Conviene recordar siempre que el capitalismo productivo precisa incentivos al mismo tiempo que requiere frenos para así crecer equilibradamente, seguir produciendo y generar más empleos. Tal como un diminuto átomo debidamente tratado puede provocar una explosión nuclear y así libera una enorme cantidad de energía, de la misma manera se logrará lo propio en la economía nacional, siempre que estímulos y regulaciones se sintonicen con el impulso productivo a la par de contar con buenos frenos para aplicarlos con firmeza cuando hay peligro por exceso de velocidad. Eso debemos lograr en Bolivia: una fina sintonía entre regulación y estímulo que genere impulsos capaces de acelerar el crecimiento. El Estado debe regular y frenar cuando corresponda, pero si únicamente frena y no estimula, poco margen quedará para lograr el cambio cualitativo que el país imperiosamente precisa en este flamante 2020.

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Tomado de Diario Nuevo Sur, Bolivia, https://diarionuevosur.com/frenos-y-estimulos-para-crecer-con-libertad-economica/

INADMISIBLE EXTORSIÓN Y HIERBAS SIMILARES

Agustín Saavedra Weise*

 

Desde la caída de la dictadura de Evo Morales no hay día que no nos asombre con nuevas noticias acerca de múltiples corruptelas o actos ilegales. Y apenas estamos viendo la punta del iceberg, presumo que al profundizarse las investigaciones y mucha gente comience a perder el miedo de hablar —que por ahora aún inhibe— seguramente surgirán más  trapos sucios.

El tema del canal de TV PAT se venía ventilando en  voz baja  desde hace tiempo pero siempre en forma cautelosa. Se sabía algo, pero no se sabía todo. Ahora, con las declaraciones del ex gerente del canal, Sergio Weise y las del damnificado directo, el empresario Abdallah Daher,  el panorama tiende a aclararse, no sin dejarnos con un sabor amargo ante tamaña iniquidad, preguntándonos cuántas más ocurrencias como esta han tenido lugar durante los largos 14 años, en los cuales  un grupo político sin escrúpulos prácticamente copó  el país  bajo un disfraz populista de indigenismo y consignas demagógicas con las que adormecía al pueblo, para dedicarse a enriquecerse sin límites,  ya sea a costa del propio Estado o bajo maniobras tipo PAT. Ahora, con el retorno de la democracia, este tenebroso asunto verá la luz completa y el sufrido empresario víctima —al que hasta lo amenazaron fraguando una denuncia contra su hijo— iniciará pronto un nuevo proceso: la batalla legal del legítimo propietario para recuperar sus derechos.

Casi tres lustros de autoritarismo y de haber tratado al país como rancho propio, harán que las cosas no se solucionen de un momento a otro, ya que además gran parte del Poder Judicial sigue en manos del MAS, pero confiamos en que poco a poco se restablezca el estado de derecho y se haga justicia. Y esto va no solo para el caso Daher-PAT sino también para muchos otros que han sido a lo largo de años objeto de abusos de toda naturaleza, comenzando con el infame caso terrorismo, que aún sigue dando vueltas por ahí en lugar de terminarse de una buena vez. Ahora, con la presidencia de Jeanine Añez, asoma una luz de esperanza en materia de libertad de trabajo, libertad de opinión y seguridad jurídica.

Confío en que Abdallah Daher recupere lo que le corresponde y deseo fervientemente que nunca más en Bolivia vivamos experiencias como las que hemos sufrido hasta hace poco. Nuevos aires de libertad soplan; felizmente, poco a poco, se irá develando el gran embuste que fue la mentira del “primer presidente indígena” y se comprobará cómo un régimen francamente delincuencial dilapidó recursos, intimidó personas y se apropió de empresas. El pueblo —que en su momento fue prácticamente hipnotizado por las imágenes idealistas que el tirano transmitía, pero sin hacerlas realidad— poco a poco también irá percibiendo la gran mentira pues por el pueblo poco o nada se hizo; sólo hubo palabrerío hueco y muchas promesas.

Ha sido el fin de una vergonzosa era y así lo espero, aunque debemos admitir con preocupación la verdad del viejo dicho: “el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”. Ojalá esta vez no sea así, deseamos con fervor que Bolivia reinicie el camino republicano de la concordia con unidad nacional, dejando de lado racismos, divisionismos y las corruptelas que caracterizaron al régimen anterior.

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia,