Agustín Saavedra Weise*
Un reputado geólogo nacional —Daniel Centeno Sánchez— anunció en 2018 que existen fallas longitudinales y transversales inactivas en el territorio nacional.
Esto ocurre sobre todo en la región de Mandeyapecua, que presenta una preocupante grieta y con ello se corre el riesgo de un sismo de 9 grados en la escala de Richter, algo verdaderamente catastrófico. Asimismo, el geólogo ha señalado en su momento que las regiones más afectadas serían el Chaco cruceño, chuquisaqueño y tarijeño, en el cual destacan poblaciones como Camiri, Yacuiba y Villa Montes, entre otras localidades que se verían afectadas con este sismo.
Centeno cree que de darse un movimiento telúrico de magnitud 9 en Mandeyapecua, a la ciudad de Tarija llegará una réplica mucho menor (de 5 o 6 grados en la escala de Richter) por contar con suelos rocosos, lo que reduciría el impacto de las ondas sísmicas. En su momento, Centeno también afirmó que ese terremoto afectaría sobre todo a Camiri, Santa Cruz de la Sierra, Yacuiba y Bermejo, ya que sus territorios están sobre arena y por tanto las consecuencias podrían ser devastadoras.
Varios sitios Web han divulgado en el reciente pasado el peligro latente que existe para el oriente y sudeste boliviano de sufrir un terremoto de terrible magnitud.
Las noticias expresaron que “dos millones de bolivianos están expuestos a un peligro de terremoto de una magnitud de hasta 8,9, un sismo que sería 125 veces más potente de lo que auguraban estimaciones anteriores”. El preocupante descubrimiento constituyó una sorpresa hasta para los propios investigadores. “Nadie sospechaba que las estimaciones precedentes habían sido subestimadas”, destacó Benjamín Brooks, investigador asociado del Instituto de Geofísica y Planetología de Hawai. “Esperemos que estas informaciones serán ampliamente difundidas en Bolivia y tomadas en cuenta por la gente que podría resultar más afectada”, manifestó luego el experto.
Por mi parte, me preocupé en la antigua columna “Dominicus” de divulgar esto desde el mismo momento en que conocí las malas nuevas. En su momento, el potencial desastre en cierne generó en nuestro país algunos comentarios y opiniones. Ahí paró la cosa. Hoy ya no se habla más del asunto. Grave error, debemos seguir estando alertas y vigilantes.
Nunca podremos saber cuándo exactamente se producirá un fenómeno como el potencialmente descripto y tampoco sabemos si se producirá tal cómo se lo pronostica. Lo real y tangible, es que sí se hizo un estudio internacional serio y se lo hizo conocer al público. Lastimosamente, hasta ahora las autoridades bolivianas, creo que no han hecho nada al respecto.
Todos tenemos aún presente el desastre de Aiquile en el departamento de Cochabamba y las improvisaciones posteriores producidas en la zona afectada. Por tanto, urge con la debida anticipación tomar cuánto recaudo sea necesario para prevenir pérdidas de vidas y daños materiales, ante el hipotético caso de un sismo cuya alta probabilidad ha sido pronosticada científicamente.
Aunque nadie puede garantizar ni día ni hora, ni ocurrencia exacta y Dios quiera que el fenómeno jamás ocurra, el hecho de tener a la mano datos serios de nivel mundial debería bastar y sobrar para ejecutar prudentes tareas de prevención ante una posible tragedia, en particular con regulaciones antisísmicas en materia de construcción de casas y edificios. El riesgo está ahí, hay que minimizarlo y tenerlo presente. Es lo que hago ahora con este modesto recordatorio.
*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com
Nota original publicada en El Debe, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/opinion/recordemos-persiste-el-riesgo-de-un-gran-terremoto_208720