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LA RELACIÓN ENTRE CHINA Y AMÉRICA LATINA DEBE SER DE MUTUO BENEFICIO

Marcelo Javier de los Reyes*

El artículo de la profesora de la Universidad Complutense de Madrid Gisela Brito, acerca de las relaciones de la República Popular China con los países de América Latina y del Caribe[1], recurre a un extenso e interesante abordaje teórico de la geopolítica basándose en otros autores, aportando tres ámbitos de la disciplina que podrían sintetizarse en geopolítica formal, geopolítica práctica y geopolítica popular. Inmediatamente agrega que el ámbito de su trabajo es el de la geopolítica práctica para luego recurrir a varios documentos oficiales con el propósito de realizar “una revisión de los principales ejes que configuran la política exterior China en las últimas décadas, sobre todo en el período abierto a partir de la finalización de la Guerra Fría”. También apela sintéticamente a la historia de China para llegar al período de su interés que se centra en la post Guerra Fría.

El triunfo de las fuerzas de Mao Zedong permitió la proclamación de la República Popular el 1º de octubre de 1949, en la Puerta de Tiananmén. Con ese acto se puso fin a dos décadas de lucha entre los comunistas y los nacionalistas chinos, quienes una vez derrotados huyeron a la isla de Taiwán donde crearon la República de China, que fue la que tuvo su asiento como miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Por su parte, Mao consolidó su visión particular del comunismo que pasó a denominarse “maoísmo”, el cual logró una fuerte acogida en otros líderes políticos de Asia, África y América Latina, habida cuenta que China era percibida como un país del Tercer Mundo. Su base proletaria residía en el campesinado, mientras que en la Unión Soviética la clase obrera industrial sería el engranaje que movería la revolución. En teoría debía ser así, pero el motor siempre está en la intelectualidad más que en el proletariado.

Para evitar la restauración del capitalismo, Mao Zedong implementó la “Revolución Cultural” que, en verdad, sirvió para neutralizar a los originales comunistas que cuestionaban su visión. En este sentido, en 1956 puso en marcha la “Campaña de las cien Flores”, con la intención de fomentar el debate público pero que luego sirvió para atacar a los intelectuales que lo ponían en práctica[2].

Dos años más tarde, en 1958, mediante el “Gran Salto Adelante” tomó distancia del comunismo de la Unión Soviética. Se trató de un plan de desarrollo que fracasó y produjo una gran hambruna que causó la muerte de entre 20 y 45 millones de chinos, una cifra que nunca pudo ser precisada. Otro fracaso de la gestión de Mao fue “la guerra contra los gorriones”, a los que acusaba de diezmar las cosechas. Ciudadanos de los pueblos salieron a hacer ruido para mantener asustados y en vuelo a las aves, las que caían al suelo exhaustas. En los casos en que fuera necesario también las mataban en vuelo. Lo que no tuvieron en cuenta es que los gorriones se comían a los insectos, por lo que la matanza de estas aves dio origen a la aparición de plagas de langostas que no encontraron un equilibrio natural. Para subsanar este error, el régimen chino debió importar en forma secreta gorriones desde la Unión Soviética.

Una segunda revolución cultural tuvo lugar entre 1966 y 1969, con el objetivo de profundizar el socialismo, pero en verdad fue para bloquear la acción de los dirigentes de su partido que criticaban la hambruna, como Lui Shaoqi y Deng Xiaoping, quien lo reemplazaría luego de su muerte en 1976.

Fue así como el sistema económico centralizado en el Estado fracasó y recién con Deng Xiaoping —quien impulsó la apertura al exterior a través de la instalación de Zonas Económicas Especiales— fue que China comenzó a transitar el camino que la convirtió en una de las principales economías del mundo emergente. En su libro dedicado a China, Henry Kissinger expresa:

Únicamente quienes vivieron en la China de Mao Zedong pueden valorar en toda su extensión las transformaciones llevadas a cabo por Deng Xiaoping. […] Mao destruyó la China tradicional y utilizó los escombros como elemento básico para la modernización definitiva. Deng tuvo el valor de basar la modernización en la iniciativa y la resistencia de los chinos. Abolió las comunas y fomentó la autonomía provincial para iniciar lo que él denominó ‘el socialismo con características chinas’. La China de hoy en día —la segunda economía del mundo en cuanto a volumen, la que posee mayores reservas de divisas, con numerosas ciudades que presumen de rascacielos más altos que el Empire State— constituye un tributo a la visión, la tenacidad y el sentido común de Deng.[3]

Es justamente a Henry Kissinger a quien debe reconocérsele la transformación que habría de llevar a China a su posición actual y esto se debió a la necesidad de aprovechar el quiebre ideológico existente entre Beijing y Moscú. Kissinger visitó China como secretario de Estado en 1971. Ese fue el punto de partida del viraje de la política exterior estadounidense, sacrificando a su tradicional aliado, Taiwán, en favor de la República Popular China. El viaje de Kissinger fue preparatorio de la visita del presidente Richard Nixon en 1972, con la cual se puso la piedra fundamental de una nueva relación entre China y Occidente. Pero esta estrategia no sólo se debió al cisma ideológico que los chinos presentaron ante los soviéticos sino que también se derivó de un momento de debilidad para ambos actores: China estaba estancada con su Revolución Cultural o con su propia “revolución comunista” mientras que Estados Unidos estaba fracasando en su guerra de Vietnam, la que también perdía en su frente interno con las manifestaciones que se llevaban a cabo en contra de la guerra. De tal manera que ese viraje fue una estrategia de gran importancia para ambos países y el punto de partida que le permitió a Deng Xiaoping llevar adelante la modernización de China.

Es bastante probable que sin este viraje en la política exterior estadounidense, China no se hubiera encontrado en una ventajosa situación durante la post Guerra Fría. Cierto es, como dice la profesora Brito, que la gran apertura de estos últimos años es obra de Xi Xinping, quien la implementó desde el inicio de su presidencia en 2013.

En marzo de 2013 el Parlamento de China nombró como nuevo presidente a Xi Jinping, quien había asumido como líder del Partido Comunista Chino en noviembre de 2012. Inmediatamente, el 22 de marzo de 2013, el nuevo presidente de China se trasladó a Rusia en su primer viaje al extranjero desde que asumió. La agenda con el presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, contemplaba temas referentes a los recursos de petróleo y gas, así como a proyecto de ductos para vincular los extensos campos de gas de Rusia con China[4]. Una nueva alianza estratégica comenzaba entre China y Rusia.

Tal como lo expresa la profesora Brito, es con la estrategia implementada por el tándem Kissinger-Nixon que China puede acercarse a América Latina pero más aún a partir de la asunción de Xi Jinping, quien procura instalar a su país como gran potencia mundial, para lo cual propuso la Iniciativa Franja y Ruta que, obviamente, también incluye a nuestra región.

Si se comparan los aportes que puede brindar el modelo de desarrollo que propone China frente al que tradicionalmente ha propuesto Estados Unidos, quizás puedan apreciarse algunos beneficios pero, de ninguna manera puede considerarse tan positiva la visión que expone la profesora Brito.

América Latina y el Caribe, tras su proceso independentista, han sufrido el accionar del imperialismo británico y del imperialismo estadounidense y no ha logrado con éxito encontrar su propio modelo de desarrollo. En los comienzos del siglo XXI la expansión de China obedece a las mismas necesidades que tuvieron sus predecesores: explotación de recursos naturales, adquisición de empresas, instalación de empresas de servicios y escaso o nulo desarrollo industrial.

Cabe recordar que la geopolítica llegó a su máxima expresión con Karl Haushofer (1869-1946) quien no aceptó la “mutilación” que había sufrido Alemania con su derrota en 1918 y desarrolló la teoría del Lebensraum o del “espacio vital” para albergar y alimentar a la —entonces— creciente población alemana. Se trataba de una concepción imperialista que ponía fin a la idea de las fronteras como líneas rígidas para concebirlas como “organismos vivos que se extienden y se contraen, del mismo modo que la piel y otros órganos protectores del cuerpo humano”[5]. Asociada al nazismo la geopolítica como ciencia cayó en desgracia y fue considerada un tema tabú. Sin embargo, siguió siendo utilizada por las mismas potencias que la proscribieron.

Lo que ha hecho Estados Unidos con sus guerras inventadas ha sido la implementación del Lebensraum para apropiarse de los recursos que precisaba para sostener su propio desarrollo. A diferencia de Estados Unidos, China implementa una política de desarrollo que se muestra como socia de los demás países, como lo hace en África y América Latina, pero en el fondo es la ejecución de la teoría del Lebensraum en forma pacífica. La compra de empresas por parte de compañías chinas, como lo demuestra el Mutún en Bolivia o Sierra Grande en Argentina, por citar unos pocos ejemplos, no implicó un desarrollo de las compañías adquiridas sino, todo lo contrario, su paralización. Del mismo modo habrá que recordar que también vinieron obreros chinos para construir la base del Espacio Lejano de China en Neuquén. La depredación de las riquezas ictícolas en Asia y en el Atlántico Sur por parte de las enormes flotas pesqueras chinas, es otro ejemplo.

La relación entre nuestra región y China debe darse en el marco de un beneficio mutuo, que no se limiten a la venta de empresas que luego quedarán paralizadas y/o a la exportación de productos primarios a cambio de la importación de productos manufacturados. Este tipo de intercambios ya lo conocemos y con el tiempo los resultados para las respectivas poblaciones serán los mismos que hemos venido experimentando en la región desde hace largas décadas: desindustrialización, desempleo y pobreza.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

 

Referencias

[1] Gisela Brito. “La política exterior China y su proyección hacia América Latina y el Caribe en el siglo XXI. Imaginarios y representaciones geopolíticas”. Geopolítica(s). Revista de estudios sobre espacio y poder, Universidad Complutense de Madrid, vol. 9, 2018, p. 63-85.

[2] Henry Kissinger. China. Buenos Aires: Debate, 2012, p. 126.

[3] Ibíd., p. 336.

[4] Marcelo Javier de los Reyes. “La cooperación Sino-Rusa en el Lejano Oriente Ruso”. Anuario del CEID 2018, https://saeeg.org/wp-content/uploads/2019/04/CEID-ANUARIO-2018.pdf  

[5] Ratzel, Kjellen, Mackinder, Haushofer, Hillon, Weigert, Spykman. Antología geopolítica. Buenos Aires: Pleamar, 1975, p. 92.

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CHINA EN AFRICA: DESDE ZOU ENLAI HASTA LA ACTUALIDAD LA HISTORIA DE UN ÉXITO CRECIENTE

Giancarlo Elia Valori*

Imagen de SmallmanA en Pixabay

El capital chino en Africa ha aumentado drásticamente, convirtiendo a la República Popular en la mayor fuente de inversión extranjera directa (IED) y empleos en el continente. Pero entre 2017 y la actualidad hubo crecientes tensiones en la guerra comercial, con la intensificación del conflicto económico entre los Estados Unidos del presidente Donald Trump y la República Popular de China. Fricción que probablemente debilitaría las perspectivas de crecimiento mundial y dará lugar a un comercio mucho más lento entre Africa y sus principales mercados. Además, los indicadores recientes sugieren que los propios Estados Unidos se enfrentan a un riesgo creciente de entrar en recesión, según numerosos expertos encuestados.

A pesar de esto, un estudio de Ernst & Young, actualizado en septiembre de 2019, muestra que la República Popular de China sigue siendo el mayor inversor con US$ 72.235 mil millones (o el 33,8% de los diez principales inversores extranjeros) y 137.028 empleos creados (30,6% de todos los nuevos empleos creados por estos países).

 

Estado

Proyecto

Puestos de trabajo creados

Millones de dólares

Estados Unidos

463

62.004

30.855

Francia

329

57.970

34.172

Reino Unido

286

40.949

17.768

RP de China

259

137.028

72.235

Sudafrica

199

21.486

10.185

Emiratos Árabes Unidos

189

39.479

25.278

Alemania

180

31.562

6.887

Suiza

143

13.363

6.432

India

134

30.334

5.403

España

119

13.837

4.389

(EY Attractiveness Program Africa, September 2019, p. 17)

China se ha convertido en el mayor inversor del continente. De hecho, este es el nivel más alto de IED de China calculado a través de los tres parámetros canónicos: proyectos, inversión de capital y empleos. También se afirma que la IED china en Africa está bien diversificada en diversos sectores, incluidos los sectores orientados a los recursos, así como los servicios y la producción.

Además del comercio y el IED, las empresas y organizaciones gubernamentales chinas han financiado y construido numerosos proyectos de infraestructura en todo el continente, incluidos puertos, carreteras, ferrocarriles, presas, redes de telecomunicaciones, centrales eléctricas y aeropuertos.

Cabe señalar que la ambiciosa iniciativa Yídái Yílá (“un cinturón de un solo sentido”, One Belt One Road-obor), propuesta por China para reconstruir la antigua Ruta de la Seda, podría resultar una situación de ganar-ganar tanto para China como para Africa, posicionándola como una ruta adecuada para el exceso de ahorro y capacidad de infraestructura del país asiático.

China se está convirtiendo cada vez más en una fuerza que no debe subestimarse, y se une a Sudáfrica y la India (en lo que respecta al Grupo BRICS). Los inversores de mercados emergentes son cada vez más importantes, representando el 25,7% del total de proyectos, el 42,2% de los puestos de trabajo creados y el 41,1% de las inversiones de capital. Los inversores maduros (Estados Unidos y Europa), por otro lado, dominan en términos del número de proyectos, pero generalmente cometen menos capital y crean menos puestos de trabajo que estos.

Otro hecho clave es el análisis de la agencia suiza Ecofin, actualizada el 28 de enero de 2020 (poco antes de la emergencia del Covid-19), afirma que el comercio entre China y sus socios africanos alcanzó un nivel récord de US$ 208.700 millones en 2019: 113.200 millones de exportaciones y 95.500 millones de importaciones. Después de un aumento de las exportaciones en febrero de 2020, que ascendió a casi US$ 14 mil millones, el Covid-19 bajó la cantidad a 8 en marzo, pero todavía hay un lento aumento hasta la fecha hacia los 10 mil millones para el mes de octubre.

China exporta una amplia variedad de bienes de consumo y de capital a África, pero principalmente importa materias primas como petróleo, minerales y otros recursos naturales. En general, en Africa, los inversores chinos han asumido un papel activo en los sectores de la electricidad, el transporte, la infraestructura, las telecomunicaciones, los medios de comunicación y la tecnología; también en los sectores automovilísticos y los servicios empresariales. Los países beneficiados por la mayoría de los proyectos de China son: Angola, República Del Congo, Egipto, Etiopía, Ghana, Nigeria, República Sudafricana, Uganda, Zambia, Zimbabwe.

Aunque hay muchas especulaciones sobre los flujos financieros de China a África, se han utilizado en gran medida en forma de asistencia para el desarrollo a través de préstamos y ayuda. La IED de China a África está bien diversificada en todos los sectores, incluidos los orientados hacia los recursos, los servicios y la fabricación de minerales y metales. Las empresas y los bancos chinos también han firmado acuerdos preliminares de cooperación con sus homólogos africanos en áreas como la energía y los productos farmacéuticos.

También hay una diversificación de la inversión china en varios países, que abarca tanto a los Estados ricos en recursos como Angola, Nigeria, Sudáfrica y Uganda, así como a exportadores agrícolas como Kenia.

El crecimiento medio anual durante el período 2000-2015 fue superior al 20%, se está estudiando el de 2016-2020. En la actualidad, más de tres mil empresas chinas están invirtiendo y cerrando contratos en África.

China ha ayudado y financiado la construcción de más de 200 escuelas y proporciona más de siete mil becas gubernamentales al continente cada año. Beijing ha invertido US$ 117 millones en ayuda humanitaria y ha enviado a cientos de trabajadores sanitarios de primera línea a África occidental afectada por el virus del ébola, cuando en los países occidentales sólo el voluntariado, como la de Emergencia de Gino Strada y otras organizaciones, está trabajando para aliviar el sufrimiento del continente en el desinterés total de los gobiernos “democráticos” que sólo piensan en hacer negocios; o incluso en desafiar las iniciativas del mencionado médico.

La longitud total de los ferrocarriles que China ha construido y está construyendo en África ha alcanzado los 6.000 km. y la cifra de autopistas supera los 5.000 km. El primer tranvía moderno en el Africa subsahariana, fue inaugurado en Addis Abeba el 20 de septiembre de 2015 y marcó la finalización de un proyecto masivo de infraestructura financiado por China: fue acogido como un paso importante en el desarrollo económico de Etiopía.

Ya la revista estadounidense autorizada “Forbes”, a través del artículo “China Is Giving More Foreign Aid Than It Gets” (22 de diciembre de 2017), afirma que es fácil ser escéptico de la ayuda internacional de China como medida para controlar a los países más pequeños. Sin embargo, la iniciativa destinada a construir infraestructura pública en toda Asia, amplía efectivamente las rutas comerciales de China a Europa a través de África. La ayuda al desarrollo de China para el Continente Negro financió más de 2.000 proyectos oficiales de asistencia en 51 países africanos, según The Brookings Institution en Washington.

Sin embargo, China da más de lo que recibe para ayudar y se está clasificando históricamente en niveles de donantes más altos, como los Estados Unidos de América y Europa Occidental. En 2014, China reportó un beneficio negativo de US$ 947 millones y al año siguiente un negativo de US$ 332 millones, dice la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, diciendo que estas cifras superan lo que recibió. El Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo (financiado en gran medida por el Japón), dos de los principales donantes de la región china, ven dificultades para seguir apoyando a Beijing como lo han hecho otros donantes extranjeros desde la década de 1940, debido a la ayuda china en el extranjero.

Una base de datos en el College of William & Mary (Williamsburg, Virginia) sitúa la ayuda exterior total de China en unos US$ 38 mil millones para 2014, el año más reciente procesado. Siete de los diez principales beneficiarios de la ayuda blanda se encuentran en África; otros: Cuba, Camboya y Sri Lanka. De 2000 a 2014, China ofreció alrededor de US$ 350 mil millones.

La ayuda que empuja hacia la inversión significa que China obtiene algo a cambio. El estudio de la CWM encontró que sólo el 18% de la ayuda de China para 2014 en el extranjero era “ayuda oficial al desarrollo” y el resto no eran sino préstamos blandos. Si China obtiene algo a cambio, probablemente no importa, siempre y cuando los proyectos beneficien a ambas partes.

La gran mayoría de los 140 países que ha ayudado desde 2000 no se han quejado en absoluto. Las empresas chinas necesitan mercados extranjeros para crecer, mientras que las empresas africanas locales pueden ser más competitivas rápidamente con la inversión extranjera y la satisfacción mutua.

Scott Kennedy, ejecutivo del Proyecto sobre Negocios Chinos y Economía Política del grupo de expertos del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington, dijo: “En su ayuda al exterior, China proporciona fondos y contribuciones en especie para aliviar la pobreza, pero también es partidaria del concepto de ‘financiación del desarrollo’, en el que una parte sustancial de la ayuda extranjera se enmarca como una inversión, cuando sea totalmente razonable que los chinos traten de obtener beneficios y persigan sus intereses en el acuerdo”.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. El Señor Valori ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo exclusivo para SAEEG. Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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CÓMO OPERAN LOS SERVICIOS DE INTELIGENCIA CHINOS

Giancarlo Elia Valori*

Desde la época de la emperatriz Wu Chao, que creó el primer servicio de inteligencia chino en el año 625 d.C., mucho ha cambiado, pero también podríamos decir que algunos rasgos no han cambiado por completo, como podríamos creer a primera vista.

Más tarde surgió la extraordinaria aventura de China en el mundo moderno, que comenzó con la caída del último emperador Pu Yi, que también fue culpable de colaboracionismo con los japoneses en Manchukuo y terminó sus días dibujando artísticamente la frase “hoy el pueblo es soberano” en la corte de Mao Zedong. Sin embargo, ya en 1934, los servicios de inteligencia británicos descifraron MASK, el código utilizado por el Komintern para la información de Moscú a Shanghái que, en ese momento, era el polo del Partido Comunista Chino (PCCh).

Sin embargo, fue en 1957 que los Estados Unidos comenzaron a volar sus U-2 sobre China, partiendo desde Peshawar.

En 1966, dos años después del comienzo de la Gran Revolución Cultural y Proletaria, hubo una gran purga de los servicios de inteligencia en China llevada a cabo por el muy poderoso Kang Sheng. Fue el impulsor de la caída de Liu Shaoqi, Deng Xiaoping y Lin Biao, pero luego se asoció con la “Banda de los Cuatro” y por lo tanto sufrió la habitual damnatio memoriae. Un hombre de Mao Zedong que sabía demasiado, pero murió en su cama.

Kang Sheng (康 生, 1898-1975). Detalle del cartel “¡Viva la victoria de la línea revolucionaria proletaria con el presidente Mao como representante!”, 1967.

Luego, como es bien sabido, en 1971 Li Biao fue asesinado mientras huía a la URSS con su avión.

No es de extrañar que, de nuevo en 1971, Kissinger comenzara a tratar en secreto con China. La muerte de Lin Biao fue el sello de la separación estratégica definitiva entre China y la Unión Soviética, que era lo que interesaba a Estados Unidos. En 1973 se creó la primera “estación” de la CIA en la oficina de enlace de Estados Unidos en Beijing, mientras que China tomó las islas Paracel y la CIA dejó su estación principal en Taiwán.

En 1975 se lanzó el primer satélite chino de Inteligencia Electrónica (ELINT), pero al año siguiente vio la muerte de Zhou Enlai, el verdadero maestro de la política exterior china y amigo de Kissinger, quien protegió a Mao de sus errores. Las Fuerzas Armadas regresaron al poder: con el apoyo de todos los militares, Deng Xiaoping rápidamente dejó a Hua Guofeng a un lado y se convirtió en el Secretario del PCCh, pero todavía se estaban estudiando reformas. Inicialmente Deng no era tan reformista como se creía en Occidente.

Por lo tanto, en la fase reformista de Deng, el reconocimiento diplomático estadounidense se trasladó de Taiwán a la República Popular China, que era el verdadero objetivo de China en ese momento. Poco después, China también abrió oficinas diplomáticas en los Estados Unidos.

En 1981, sin embargo, los estadounidenses desarrollaron programas para controlar a los agentes chinos en los Estados Unidos, mientras que el propio Deng Xiaoping inició el rearme nuclear de China.

La Corporación Nuclear Nacional de China fue fundada en 1988.

Diez años más tarde, en 1999, las Fuerzas Armadas chinas construyeron una base para interceptar señales militares en Cuba, pero, en 2002, comenzaron los ataques cibernéticos chinos contra algunas redes estadounidenses —conocidas como TITAN RAIN—, mientras que el FBI incluso abrió una oficina de enlace en Beijing, con asignaciones también extendidas a Mongolia.

En 2004, China puso en órbita el Nanosatellite I, pero también hubo otro ataque cibernético —probablemente de origen chino— en el Comando de Ingeniería de Sistemas de Información del Ejército de los Estados Unidos, así como en el Centro de sistemas oceánicos navales y finalmente en el espacio y la instalación estratégica en Huntsville, Alabama.

En 2010, Google sufrió el ataque cibernético AURORA. Un ataque largo, potente e inicialmente incontrolable.

Probablemente también Symantec, Northrop Grumman, Morgan Stanley y Dow Chemical fueron golpeados por los ataques cibernéticos de AURORA, aunque este hecho no está confirmado. De ahí la recopilación de datos, principalmente inteligencia económica y tecnológica para China, pero también una relación compleja con los Estados Unidos para ser penetrada informalmente pero no excesivamente dañada.

En cualquier caso, las riendas del Servicio Chino (o más bien, los servicios de inteligencia) estaban en manos del Ministerio de Seguridad del Estado.

Hay que subrayar una diferencia jurídica: si bien la KGB era un Departamento del Comité Central, el Servicio de Inteligencia de la China Comunista era un verdadero Ministerio.

El Ministerio del Interior estaba representado por el Ministerio de Seguridad Pública, pero en términos generales, debería decirse que —a diferencia de los antiguos soviéticos— los servicios de inteligencia chinos son menos obsesivos en su relación con posibles “fuentes”, de todos modos, prefiriendo a los chinos étnicos.

Además, el Servicio Exterior chino parece preferir fuentes que —a diferencia de lo que sucedió con la KGB soviética— no tienen dinero ni problemas de crisis personales, que se puedan volver peligrosas o ambiguas.

Una vez más a diferencia de los soviéticos, los servicios de inteligencia chinos no pagan voluntariamente por noticias e información. No chantajean y no extorsionan. Todo lo contrario. No pagan en absoluto. A lo sumo ayudan a familiares de los chinos en el exterior o cuestiones similares. Por lo tanto, rara vez los servicios de inteligencia chinos pagan por los datos que reciben.

En consecuencia las agencias de inteligencia chinas están interesadas en personas que raramente llaman la atención de los Servicios de Inteligencia enemigos. Operativamente hablando, esta es una excelente opción.

Una vez más a diferencia de los antiguos soviéticos, los servicios de inteligencia de China no se organizan en el extranjero. Rara vez celebran reuniones clandestinas y casi nunca usan comunicaciones encubiertas.

“El pájaro flotante es la existencia, si se sumerge es inexistencia”. La mente es como la luna: se refleja en el agua a una velocidad que el hombre no percibe. La mente no debe ser detenida, sino liberada para asir el vacío, lo invisible, la Nada.

Los Servicios de Inteligencia chinos, sin embargo, organizan áreas cerradas donde se encuentra una “fuente” —con su ritmo y necesidades— proporcionando los materiales necesarios para el gobierno chino.

La anchura de la red, sin embargo, es tal que el ritmo lento y no invasivo de los agentes chinos es capaz de alcanzar la misma —o incluso mayor— cantidad de material sensible recogido por un Servicio que no sigue al Tao, es decir, el flujo natural de eventos y personas.

Además, el Servicio de Inteligencia chino a menudo opera con académicos reales, estudiantes reales, periodistas reales y empresarios muy reales.

La cobertura es a menudo irrelevante, pero también muy cierta. De hecho, se considera una cubierta que atrae un excesivo interés, como los celos que, como Karl Kraus solía decir, “es el ladrido de un perro que atrae a los ladrones”.

Obviamente, en este sentido, los servicios de inteligencia chinos tienen una ventaja significativa, ya que pueden utilizar legalmente periodistas reales y académicos reales, mientras que en el oeste —incluso en Italia— está prohibido utilizar como agentes “periodistas, clérigos, parlamentarios y concejales de ciudad”. La estupidez ha estado atormentando a los Servicios de Inteligencia con una ferocidad digna de una mejor causa.

Por lo tanto, nadie que realmente pueda ser útil. Esto lleva a los servicios de inteligencia occidentales a fabricar complicadas e inútiles “historias” que a menudo son fácilmente descubiertas por los adversarios. Por no hablar de la difamación durante cuarenta años del Servicio de Inteligencia —como es el caso en Italia— que causa otros daños.

Para los Servicios de Inteligencia, las empresas tecnológicas chinas que operan en Occidente deben ser económicamente autosuficientes y, de hecho, obtener beneficios, sin sopesar las arcas del Servicio o del Estado.

También se permite una ganancia a menudo depredadora “al estilo occidental”, al menos siempre que esto no afecte negativamente las operaciones de inteligencia. Por lo tanto, las empresas chinas que utilizan tecnología y datos —que son el material principal de la inteligencia china actual— deben ser las empresas más obvias y naturales, sin compartimentos ocultos ni operativos ambiguos que los servicios de inteligencia del país anfitrión puedan descubrir, al menos no tan fácilmente.

Otro problema en el control de las operaciones chinas en Occidente es la dificultad —y, de hecho, podríamos decir la renuencia— con la que nuestras empresas, incluidas las PYME, denuncian los frecuentes ataques cibernéticos a menudo bajo chantaje, o incluso las crisis resultantes del fraude y las estafas que con frecuencia llevan a cabo los gerentes y los empleados.

La obsesión de estar siempre cotizando en la Bolsa hace que las empresas, incluidas las pequeñas y medianas, tengan excesivamente miedo de revelar tales operaciones adversas.

Según Leonardo-Finmeccanica, durante la fase Covid-19, se han realizado 230.000 operaciones de malware en todo el mundo, 6% de ellas en Italia.

Este año el 51% de todas las empresas italianas han sufrido uno o más ataques cibernéticos significativos, con una expansión media del 125% para los dominios llamados “Covid”.

Sin embargo en China, ha habido recientemente un cambio en el sistema estatal.

Mientras que en el pasado, antes de la globalización, también gracias a una psicología “imperial”, el Servicio tenía que defender sobre todo las fronteras y, en algunos aspectos, también la “pureza” del equilibrio étnico chino, hoy —considerando el papel económico global desempeñado por China—, el Servicio tiene que lidiar con: 1) la seguridad de los suministros de materias primas del extranjero y 2) la estabilidad del sistema productivo en una fase de grandes transformaciones sociales.

De ahí la necesaria complejidad actual del sistema de toma de decisiones del Partido Chino y del Estado: el nivel superior es el Pequeño Grupo Líder en Seguridad Nacional (NSLSG), que también tiene muchos mecanismos informales de toma de decisiones estratégicas dentro de la clase dominante china. Una élite que siempre ha sido más informal de lo que podríamos pensar.

Ciertamente, a nivel institucional, también está el Comité Permanente del Politburó, pero todavía queda Hu Jintao, un hombre todavía esencial para la arquitectura de poder de Xi Jinping, quien lo escucha atentamente.

También está el Pequeño Grupo Líder de Asuntos Exteriores, que está menos involucrado en las relaciones con los Estados Unidos —del que el mencionado Grupo Principal de Seguridad Nacional está a cargo—, pero principalmente controla el trabajo de las Agencias y las conecta.

Además del papel de los Servicios de Inteligencia, los diversos y a menudo excelentes grupos de reflexión académicos y no académicos desempeñan un papel fundamental.

También los resultados de estas estructuras son evaluados por Grupos Pequeños.

Pero, ¿cómo se decide la política exterior en China?

En primer lugar, está la PCCh pero, más precisamente, el “Comité Central del Politburó”, además del mencionado Comité Permanente del Politburó (PBSC). Con sus 204 miembros y 167 miembros “suplentes”, el Comité Central se reúne una vez al año.

El “Comité Central del Politburó” está compuesto por 25 miembros, elegidos por el Comité Central. Se reúne una vez al mes y cinco de sus miembros no suelen vivir en Beijing.

El PBSC, el Grupo Permanente del Comité Central para Asuntos Exteriores, se reúne una vez a la semana y cuenta con nueve miembros.

La Reunión es a menudo coordinada por la Oficina de Asuntos Exteriores del Comité Central.

Dentro del Comité Permanente, la Oficina de Asuntos Exteriores tiene una responsabilidad específica en el ámbito, pero no debemos pensar que el comunismo chino es autoritario, al menos en el sentido infantil del término.

Cuanto mayor sea el tema, más amplia y libre será la discusión. La línea política del líder es siempre construir el consenso más amplio entre sus asesores.

Con referencia específica a los temas más espinosos, el líder a menudo nombra a un “primer colaborador”, pero por lo general las reuniones “centrales” son rutinarias para cuestiones menores, incluso geopolíticas, mientras que el líder habla y decide sobre las cuestiones esenciales: las relaciones con los Estados Unidos —todavía una obsesión constante del Servicio de Inteligencia chino—, con Japón, Taiwán o, muy probablemente, la Federación de Rusia.

La línea política en la parte superior del sistema de toma de decisiones —y esto también complace a Xi Jinping— sigue siendo la antigua y estable línea política desarrollada por Jang Zemin, que se definió en 1999: “liderazgo colectivo, centralismo democrático, preparación individual y decisiones que siempre resultan de las reuniones”.

De este modo, el Comité Permanente y la Oficina de Asuntos Exteriores del Comité Central preparan sesiones informativas y las distribuyen entre las oficinas del Comité Central.

A menudo no hay votación, pero las discusiones se mantienen hasta que se llega a un consenso.

Por ejemplo, un raro caso de votación fue cuando Corea del Norte llevó a cabo una prueba nuclear en 2009 y China tuvo que decidir si retiraba su apoyo al país. Se emitieron siete votos negativos en contra del apoyo a Corea del Norte.

El establecimiento del mencionado Grupo Principal de Seguridad Nacional (NSLSG) siguió principalmente el bombardeo estadounidense de la Embajada de China en Belgrado. Un hecho que ha marcado la historia política reciente de China.

Hu Jintao, a quien el PSBC definió como una “personalidad principal”, dirige una oficina compleja: ocho ministros del Consejo de Estado; dos del Ministerio de Relaciones Exteriores; el Ministro de Seguridad Nacional; el Ministro de Comercio; la Oficina de Asuntos de Taiwán, la Oficina que se ocupa de Hong Kong y Macao; Oficina de Asuntos Chinos en el Extranjero y, finalmente, la Oficina de Información.

También hay dos órganos del Partido: el Departamento de Propaganda y el Departamento Internacional.

Las Fuerzas Armadas están representadas por el Ministro de Defensa y el Jefe del Estado Mayor.

Por lo tanto, los Servicios de Inteligencia chinos tienen un estilo y un modus operandi completamente diferentes en comparación con las prácticas de inteligencia de los occidentales. También tienen una organización compleja y técnicamente refinada del control político sobre las operaciones de los Servicios y, finalmente, una ejecución diferente de las operaciones de las agencias chinas en Occidente, al menos por el momento.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. El Señor Valori ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

Artículo exclusivo para SAEEG. Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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